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martes, 11 de enero de 2011

Ser nación y no solo país

Foto by @Bunkerglo - Enero 11 de 201
Amotinados, molestos, con frio y hambre esperan su turno para recibir la ayuda (limosna) que cada tres meses, en principio, entrega el gobierno de turno. “La ficha mía es la 82.000”. “La mía la 20 mil”. Pero ninguna de estas dos personas sabía en qué número de turno iba la atención en Acción Social en la sede de las Consejerías cerca al Palacio de Nariño. Entonces, cuánto tiempo más esperaran, les pregunté. “Yo tengo ese turno desde septiembre que me lo dieron, así que debo venir con frecuencia para saber si me van a llamar”. Hay ancianos y niños. Los primeros en silencio, inmóviles. Los segundos corren, saltan, ríen porque les gustan las escalinatas de ese parque que bordea el Archivo Nacional sobre la avenida José Asunción Silva. 
Vienen y van, desde el Parque del Tercer Milenio a donde tienen armados los cambuches de la supervivencia, hasta la oficina gubernamental de esta avenida. Pero son menos que menos. No tienen información. No son escuchados. No son atendidos. Solo son escoltados por las jaulas negras de la policía. Tampoco alcanzan a imaginar que seguramente les llegaran “competidores”, los últimos y nuevos desplazados. Sigo mi camino apesadumbrada después del breve contacto. Nada puedo hacer con que no sea darles una buena idea para una acción estruendosa para que los escuchen.
En cuestión de días Colombia pasó de estar inmersa en la retórica de la crisis de derechos humanos porque la vida era aniquilada con motosierras, a la retórica de otra crisis no menos humanitaria de iguales proporciones en su urgencia y que compromete los derechos fundamentales. Quizás sean las mismas personas: los más pobres y excluidos, los ninguneados de 129 municipios rivereños del Magdalena que están con el agua al cuello.   
Foto by @Bunkerglo - Enero 11 de 2011
Parece una condena, pero somos un país de victimas. Más de 4 millones de personas son las víctimas del desplazamiento forzado interno que viene dejando la violencia del conflicto armado, de paramilitares, de agentes del Estado. Ahora, más de 4 millones de personas son víctimas de un nuevo desplazamiento forzado interno, el del invierno. Niños, jóvenes y mujeres, familias que han perdido todo y para quienes antes del invierno el Estado tampoco había llegado.
Le estalló a Santos una crisis humanitaria, social y económica profunda. Debe ocuparse y atender a las víctimas de un país en guerra cuyos campos agrícolas y carreteras fueron arruinados por acción del agua. Unas y otras requieren lo mismo: vivienda, alimentación, agua potable, servicios básicos, salud, educación, trabajo y esparcimiento… Todos, derechos fundamentales que a algunos se los arrebató la violencia y a otros la inclemencia invernal. El sufrimiento y la precariedad salta a la vista en una sociedad civil que parece no querer ver a su alrededor, y que han reducido su sentido humano y solidario a un mercado, a una colchoneta o a un cheque mientras el Estado, el mismo que no ha querido asumir de fondo y en serio la atención a las víctimas de la violencia, siempre ha invisibilizado rostros de la miseria y la pobreza de los destechados entre cifras, curvas y porcentaje. ¿Será que al fin llegó el momento para que los colombianos entiendan con las personas en situación de desplazamiento por el invierno lo que ha sido imposible que comprendan de las que  han sido desplazadas por la violencia en los últimos 50 años y más?

Foto by @Bunkerglo - Enero 11 de 2011
Quizás no perdamos este momento de ser Nación y no solo país, y el liderazgo que pretende construirse desde la actual presidencia le plantee al país, por primera vez, un proyecto común, un ideal de nación, un pacto social que haga que cada uno de los colombianos asuma de manera práctica,  efectiva y eficiente un rol, una tarea, un hacer con el Otro y para el Otro, para esos 8 millones de personas y más a las que se debe comenzar a respetar y garantizar sus derechos humanos y fundamentales. Gobernar en democracia es atender y dar respuesta a las necesidades de los más vulnerables, de los más débiles de la sociedad. Se gobierna para ellos, para nadie más.