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domingo, 7 de abril de 2013

Todas P.U.T.A.S. en Bogotá

Foto by @Bunkerglo
Cubiertas bajo un cálido manto de sol y luz pero con las tetas al aire, cerca de mil mujeres, ruidosas, alegres, cantando y gritando consignas, recorrieron la carrera séptima hasta la Plaza de Bolívar. No pocos hombres también se sumaron a la algarabía. ¡Hacía un día del putas en Bogotá!

Foto by Andrés Monroy
Buena parte de estas mujeres eran trabajadoras sexuales (prostitutas o putas), que en sus singulares y festivas pintas, algunas con sus rostros cubiertos, otras más con antifaces y otras con sus pezones en flor, portaron pancartas, carteles y  papeles para compartir un único mensaje a través de las diversas consignas: “Mi cuerpo es mío y de nadie más”, “No es no”, “A la mierda sus prototipos patriarcales”… Es decir, a las mujeres se les respeta sí o Sí.

Las usuales callejeras, en esta oportunidad, salieron a las vías pero no para hacer "el pan nuestro de cada día",  sino para protestar contra el abuso y el maltrato contra ellas y todas las mujeres en Bogotá. Son miles luchando Por Una Transformación Auténtica de la Sociedad: P.U.T.A.S.

Aunque no estaban todas las que son y no todas eran trabajadoras sexuales, las que llegaron, de todos los tamaños, colores, pintas y edades compartían un sueño común.

"María Carnaval"

Tal vez no existe un solo día, en la vida de los hombres como en el de las mujeres, en el que unos y otros no se  pregunten acerca de la sexualidad o vivan esta maravillosa experiencia. Un asunto central y vital, intrínseco al ser humano, en toda latitud, condición, edad y raza. Es su verdadera religión.

Pero, en esta infinita y exquisita complejidad, nada ha sido más censurado, mitificado y sembrado de creencias como la sexualidad. Y la censura, la moral y las sotanas, sus más claros enemigos.

Y es que ninguna mujer, dama, puta o vieja, quiere que le digan cómo vestirse. Tampoco, que la marquen con una etiqueta o la estereotipen por cómo camina, cómo baila o cómo habla.

Piden (¡exigimos! más bien), que no sean más acosadas, ni que las agredan verbalmente. No quieren permitir una agresión más, física, sexual o emocional.

Quieren (¡exigimos! más bien), que su cuerpo nunca más sea el trofeo o territorio de ninguna guerra. Ni pública, como la del conflicto armado interno, ni privada, como la del maltrato cotidiano que libran en la calle y en sus hogares.

"María Carnaval"

Tiene 42 años, 15 de los cuales ha ejercido como trabajadora sexual. Estudia y cuida de sus hijos. Hace lo que hace “por rebusque y porque me gusta. Tal vez por esto no fue difícil tomar la decisión”.

Me dice "María Carnaval" que el sexo, como la religión, es algo muy personal y la prostitución es un trabajo tan respetable como cualquier otro.

Tanto ella como otras de sus colegas, siempre (en estos quince años) han recibido malos tratos. “No tenemos seguridad social y somos discriminadas en muchos sentidos”.

"María Carnaval" todos los días siente miedo de su trabajo porque, "tanto los clientes, como la policía y la gente en general nos agreden continuamente”.

Le gustaría viajar, salir del país y ejercer su trabajo en otra parte.

Recuerda que, la primera vez que estuvo en la calle, “fue más por un poco de curiosidad, pues siempre he sido muy callejera, desde pequeña”.

Aunque no me revela cuánto dinero obtiene al mes por su trabajo, me explica que es muy relativo. “Hay meses buenos y hay meses malos. Con lo que gano hago lo que hace todo el mundo: pagar el colegio de los niños, los servicios, el arriendo, ir de vacaciones, a una película, a restaurantes”…

Está convencida que ser trabajadora sexual “es tan respetable como cualquier otro trabajo y, potencialmente, muy fuerte políticamente”. Dice que se siente bien remunerada, aunque “podría ganar más, hay otras que ganan menos”, pero no piensa en cambiarlo.

Asegura sin ninguna duda que, como trabajadora sexual, “se puede tener novio, marido, amante, amanta (ríe), amantes, hijos, familia, mamá, papas, hermanos”.

Su mamá, su papá, sus hermanos… su familia “aceptan y entienden mi trabajo. Hemos tenido algunas conversaciones muy duras y muy delicadas sobre esto”.

Cuando tiene que estar con un cliente, “siento lo mismo que cuando estoy con un cajero en un banco que tiene que manejar la plata ajena”. Los jóvenes son su mejores clientes porque “son más sensibles, más respetuosos, quieren amor, no solo sexo”.

"María Carnaval" no piensa dejar de ser trabajadora sexual.  “He asumido esto, después de tanto tiempo, como una vocación”. Nunca se ha enfermado por su trabajo, pero ha sido maltratada y violentada algunas veces por sus clientes. “Me han golpeado porque así son borrachos… unos cerdos”.

"María Carnaval"

El 6 de abril en la Plaza de Bolívar el sexo habló.

Mujeres, hombres, heterosexuales, homosexuales, lesbianas, travestis, trabajadores sexuales, estudiantes universitarias, funcionarias… hombres y mujeres, desde sus identidades y orientaciones sexuales,acudieron a la cita anual para expresar, con libertad, sus preocupaciones y necesidades sociales y políticas, pero también para compartir su felicidad con toda su dimensión humana.

Foto by @Bunkerglo
La píldora anticonceptiva, la pildora del día después, el aborto en casos específicos, el acceso carnal violento, las relaciones sexuales prematrimoniales, la violencia de género, el matrimonio entre personas del mismo sexo… ha sido un recurrente y, de algún modo superfluo debate (más espuma que utilidad), continua  impidiendo que, en Colombia, la gente pueda vivir de manera libre y sin criminalizar el erotismo, el placer, la intimidad y la orientación sexual, sea la que se sea.

Aún (¡aún!) esta libertad humana y espiritual pasa por el peso de cuestionamientos mezquinos, la culpa, el estigma, la exclusión, el señalamiento y la violencia empizando por el maltrato verbal hasta la muerte.

Quizás por esto, la intimidad individual de la sexualidad nunca dejará de ser noticia.

Gracias a mi colega y amigo Andrés Monroy que me autorizó el uso de algunas fotografías del amplio reportaje fotográfico que realizó ese día y que pueden ver haciendo clic en este ENLACE a su Blog.   

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las muyejres nacieron para ser sumisas, así de simple

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