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jueves, 18 de agosto de 2011

Galán y el Día Nacional de la Democracia

Foto el Día Contra la Impunidad 
Mayo 18 de 2006 - Plaza de Bolívar
Han pasado 22 años desde ese viernes 18 de agosto de 1989. Recuerdo ese día como si fuera ayer. 

Toda esa sangrienta década es imborrable y dolerá siempre en mi vida. 

Morir en Colombia es inútil sino es por vejez. Y la de Galán fue eso, una muerte inútil. También su lucha. 

El señaló el punto de no retorno en la guerra contra el narcotráfico, pero como en la lucha contra la guerrilla de las FARC, todo ha sido en vano. Nada ha cambiado en estos 22 años de su ausencia. 

Tal vez no es tan cierto que a los hombres se les puede eliminar, pero a las ideas no. Después de Luis Carlos Galán no ha habido una persona, un líder que continuará ese urgente despertar de conciencias por el cuál fue asesinado. 

Ese enemigo claro para él, el narcotráfico, se tomó el Estado y destrozó la sociedad y su cultura. Para eso creó su propio ejército y para-ejército con la ayuda de gobernantes, funcionarios y empresarios socios, cómplices y complacientes con una barbarie que no terminó con su muerte. Sus ideas fueron eliminadas. 

Somos el país mafioso que soñó Pablo Escobar. Abatieron unos capos y se erigieron otros. Se reproducen como ratas. Por esto las armas nunca serán monopolio del Estado. 

Pero la verdadera lucha de Luis Carlos no era contra el narcotráfico. Menos contra Escobar. Su pelea de fondo era contra la corrupción, la ilegalidad, la inmoralidad pública. La crisis moral de los años 80 que es la misma de hoy. Tenía claro que #NoTodoVale

Antes de él y después de él esos “nuevos ricos” políticos, empresarios y militares han impuesto políticas y gobernantes, tal como ocurrió en el reciente proyecto narcoparamilitar del expresidente quehoy declara ante la Comisión de Acusaciones (absoluciones) de la Cámara

Tenía razón Galán cuando dijo que “cada quien piensa que el problema le es ajeno, y no comprende que tarde o temprano las consecuencias nos llegarán a todos”. Y nos llegaron. Temprano y tarde también.

El "día del no carro" en febrero pasado, caminando por Bogotá, me topé con Galán. Digo, con uno de sus monumentos, sin duda, el más contrahecho y feo de todos. Lo encontré en un sendero oculto por la zona de El Salitre. Me detuve a observar ese espantoso adefesio.  

Galán: ¡Si supiera todo lo que pasó después de su asesinato! Exclame sin temor, pero por sus miradas inquietando a los pocos y presurosos transeúntes. 

Ahí estaba el Líder inmolado. Inmóvil y plantado en su camuflaje de hollín en medio del camino peatonal. 

Un poco de prisa, -para no quebrantar el undécimo mandamiento: no dar papaya-, traté de hacerle un recuento rápido de lo que había ocurrido en su ausencia. 

Galán, le dije, me apena mucho comentarle que el país sigue igual o peor de cómo lo dejó a la fuerza… 

El crimen y la corrupción del Estado es más sólido y repugnante... 

Acabamos de salir del más indigno, criminal y corrupto de los gobiernos... 

Las autodefensas se llamaron después paramilitares y hoy son BACRIM… 

Los paracos salieron con pancartas a marchar contra las FARC al lado de sus propias víctimas… 

El mismo perro pero con distinto collar. Siguen haciendo lo mismo: asesinar... 

Por eso somos el segundo país con mayor migrantes internos [personas en situación de desplazamiento] del mundo… 

El narcotráfico ya no elimina “estorbos” porque no lo necesita, lo resuelve llenando las arcas del que sea... 

Se tomaron el Estado con la ayuda de más de uno… 

Ernesto Samper, finalmente, fue presidente pero con la ayuda de los "8.000" narcos... 

Los niños, las niñas y las mujeres siguen siendo víctimas del conflicto armado… 

El país colapsa en la corrupción más inimaginable de su historia… 

Paramilitares en marcha contra el secuestro
Bogotá 4 de febrero de 2008
Sobre su asesinato es poco lo que puedo decirle, pero lo más importante es que fue el Estado y por eso fue declarado crimen de lesa humanidad porque, como lo advirtió mi colega Irma Londoño, y nadie le creyó, en el primer consejo de redacción (del Telenoticiero del Medio Día con la información desde...) al día siguiente de su muerte, el director del DAS Miguel Maza Márquez es el responsable. Seguro será llamado a juicio por eldelito de homicidio con fines terroristas.

Marcha nocturna, Bogotá Mayo 21 de 2010
Mientras permanecí en el lugar vinieron a mi memoria muchísimos momentos de dolor y desolación, lugares y rostros y nombres. Pensé en Iván Marulanda y Carlos Ossa Escobar. 

El primero, porque en calidad de jefe del directorio del Nuevo Liberalismo en Antioquía, fue quien alertó a Galán sobre el interés de Escobar, a través de interpuesto “político”, de apoyar su candidatura a la presidencia. 

El segundo, porque como director del INCORA, Ossa también tuvo el valor de denunciar a través de un mapa territorial, cómo el narcotráfico se había apoderado de buena parte del país adquiriendo millones de hectáreas de tierras. 

En el día sin carro suele hacer sol, lo que anima a caminar la ciudad. 

Pensé que Galán nunca imaginó que tal cosa pudiera pasar en Bogotá: que no saliera un solo auto particular y que el Alcalde y algunos ministros se desplazaran a sus lugares de trabajo en bicicleta. 

Que la ciudad estuviera al borde de colapsar por la más increíble y descarada corrupción. Me marché sin hablarle sobre “ese clamor nacional” llamado paz. 

Tampoco de las personas en situación de secuestro. ¿Cómo resumir 22 años de indolencia? Antanas Mockus me recuerda a Luis Carlos Galán. 

Los dos tienen en común un sincero afán de instaurar una nueva manera de hacer política. En ser honrados. 

Para Galán el No Todo Vale de Mockus era su clamor de despertar la conciencia de la gente, para que todos nos atreviéramos a denunciar a la mafia de la droga, al narcotráfico. 

Pero estaba solo. 

Como se quedó sólo Mockus en el PV. La mafia ya había permeado todos los sectores de la sociedad hiriendo profundamente la vida ética y moral de nuestra siempre, endeble nación y d e m o c  r a c i  a. 

En el cuarto aniversario de su asesinato, el Gobierno Nacional consagró el 18 de Agosto como el Día Nacional de la Democracia (Decreto 1583 de 1993), como una forma de “convivencia y participación en la vida cotidiana”, y porque “Colombia se reconoce en la historia republicana de Latinoamérica como la democracia más antigua y estable”, se señala en el Decreto.

Pero, "no hay democracia si no se entiende la Nación como una misión colectiva, un compromiso de todos", advirtió Galán. Pese a que su empeño fue el de renovar las costumbre políticas y formar en educación ciudadana al país, el programa de Educación en Democracia de Colombia creado en su Memoria hace 18 años, aún tiene mucho por recorrer, aprender y construir a juzgar por la evidente intolerancia que se expresa en los millones de personas víctimas de la criminalidad de colombianos armados, y del mismo Estado. 

Galán sabía que no había democracia sin medios libres. Así lo corroboró el periodista polaco Ryszard Kapuscinski, corresponsal de muchas gerras, durante el Foro Internacional “Gobernabilidad Democrática y Periodismo en la Coyuntura Política Colombiana”, evento que tuve el privilegio de organizar para el Instituto Luis Carlos Galán al conmemorarse once años de su muerte en agosto del 2000.

Ahora que concluyo esta nota me quedo con la sensación de que, así como su asesinato sigue impune, la tarea de formación en democracia y ciudadanía en Colombia sigue siendo un compromiso pendiente. Aún así, sus palabras, como un mantra, seguirán siendo guía para la vida social de esta colombianada de país:  

  "Por la libertad, Por la justicia, Por la democracia, Por la paz. Siempre adelante ni un paso atrás. Y lo que fuere menester, sea”. 

Luis Carlos Galán  durante estos 22 años solo se perdió,seguramente, el placer de vivir a sus hijos y a sus nietos. 

Aviso en la Escuela Superior de Artes Dramaticas de Bogotá ESAB
 Fotos by Bunkerglo.

martes, 24 de mayo de 2011

Estamos mal, muy mal y vamos acabar peor


Salí de la Plaza de Bolívar pasadas la 1 de la tarde en medio de un formidable aguacero. Fui a formar parte y a registrar cómo en Bogotá nos importa un "reverendo derier" que la empresa criminal de Saludcoop, se haya robado tres veces la suma del presupuesto nacional.

L
a marcha de hoy (mayo 24) fue convocada por algunos sindicatos pero, por el número de personas que llegamos  -no más de 500-, lo que pone en evidencia es que este sector social, el del sindicalismo, tampoco consigue ya movilizar a las “masas”, ni a las “bases” de sus propias organizaciones. 
Más allá de la actividad corrupta y criminal de los empleados de Saludcoop y de los funcionarios del Ministerio de la Desprotección Social y del Fondo de Solidaridad y Garantías (Fosyga), la protesta de hoy era en contra de la Ley 100. La misma que, como la Constitución Política, está llena de remiendos, en este caso, de decretos acomodados al servicio de los intereses de empresarios y financistas pero no de la salud. 

¿La salud de los colombianos? Endeudada en bancos o en el peor de los casos en el cementerio. Pero bueno. No me distraigo. A lo que voy es que, de algún modo, tenemos lo que nos merecemos. Aquí nadie protesta y nadie se indigna más allá de sus cómodos y seguros espacios de conversación entre pares. Es que ni siquiera cuando las personas son mal atendidas en una IPS, o reciben ibuprofeno para no hacer una cirugía, la gente se toma el tiempo de escribir una carta a puño y letra y meterla en el buzón del lugar y exigir el cumplimiento de sus derechos. 

¿Será que la gente estrato 24 (seis realmente) de Chía, Sopo y sus alrededores harán una protesta contra los constructores o contra la CAR y el Estado local por haber permitido la construcción de lujosas casas y condominios en los humedales que luego en su natural arribismo compraron? No. Eso no se verá jamás aunque tengan no pocas razones para hacerlo.
Cuando se ve la historia reciente de Oriente, Túnez, Egipto, Libia, Yemen y Bahréin y mira las razones por las cuáles la gente protestó y se movilizó entre luces y sombras para intentar cambiar el rumbo de sus sociedades, uno descubre que no son muy distintas -esas razones- a las que tenemos en Colombia para rebelarnos. Podría decirse que las nuestras son más graves y descaradas si se tiene en cuenta que dizque nos ampara un Estado Social de Derecho.

 Pero, ¿por qué no hacemos uso de la protesta y lo expresamos de alguna forma? 
“EPS, alimañas, al pueblo no se engaña” fue el grito que retumbó en los oídos sordos e indiferentes de los transeúntes que iban y venían por la carrera séptima sací que sin percatarse. Los sugestivos mensajes de los carteles hechos para ciegos y no palaciegos vecinos tampoco movilizaron. Incluso el escaso número de agentes de la policía, -pocos si se comparara con los que usualmente salen cuando protestan los estudiantes-, se  veía distraido y aburrido ante el lánguido panorama.
  
Llamó mi atención que entre ese puñado de la Plaza estuviera la Representante Ángela María Robledo y su Unidad de Trabajo Legislativo. Estaban ahí para solidarizarse y escuchar las reflexiones que "aportaban" las consabidas arengas de tópicos del sindicalismo, pero también para insistir y dejar siempre su inequívoco mensaje de pedagogía legislativa y política.  
   
Lo que ví en la Plaza de Bolívar en la mañana de hoy daba pesar de nuestra sociedad. También, daba mucha pena con el buen Simoncito este espectáculo tan sombrío en su patio. El que ha visto de todo mientras lo cagan las palomas (o ratas voladoras) por su creciente número y daño.   
Ante la cada vez más larga lista de engaño, aprovechamiento, crimen y corrupción del propio Estado contra los colombianos, la gente en Bogotá ya no protesta ni siquiera de manera episódica. Estamos mal, muy mal y vamos acabar peor (como dicen los humoristas de La Luciernaga), si seguimos por este camino. Sin expresarnos. Sin protestar. Sin Indignarnos.




"DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS Artículo 20. 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas. 2. Nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación.

"CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA. ARTICULO 37. Toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente. Sólo la ley podrá establecer de manera expresa los casos en los cuales se podrá limitar el ejercicio de este derecho".

Fotos by Bunkerglo, tómelas, úselas, pero déme crédito. Gracias.

jueves, 7 de abril de 2011

Que vivan los estudiantes jardín de las alegrías

Plaza de Bolívar
Marcha de los estudiantes en Bogotá - Abril 7 
Fotoreportaje by Copyrogth Bunkerglo 12 - 2pm.



 
 

 
 
 
 
 
 
Los había de colegios y también de las universidades públicas y privadas, así que esto no era un asunto como nos han hecho creer algunos medios de información que se trataba de los estudiantes del Sena, la Distrital y la Nacional. No. Allí estaban con sus 20 años y más portando pancartas pero no paraguas los de la Universidad del Rosario, el Externado de Colombia (mi alma mater) los de los Andes, si señores, ellos también y, por supuesto, los de la Pedagógica y el Camilo Torres.
“El pueblo lo dice y tiene la razón, primero lo primero, salud y educación”, “abajo la ley 30” y “no queremos una comerciante como Ministra de Educación”, eran algunas de las consignas que a todo pulmón coreaban los estudiantes que entraban a reñir, un poco, con las siempre conocidas del sector sindical que se agitaban desde la tribuna de la plaza micrófono en mano luego de acartonados y aburridísimos discursos plagados de tópicos con la entonación de siempre. Lo siento. Así lo percibí.
Hablé con algunos de ellos e iniciaba mis conversas de igual manera: ¡Qué vivan los estudiantes jardín de nuestra alegría!, claro, me sonreían y seguro pensaban por un momento quizás, y está loca de donde salió? Acortada la distancia entre la fotógrafa y ellos entraba a explicar que hubo una vez una cantautora chilena llamada Violeta Parra,  que escribió esa canción que dice (y cantaba un poquito), la misma que escribió Gracias a la Vida y que juntas canciones las inmortalizó Mercedes Sosa… Bueno, ni idea. No sabían de esta historia, pero era una manera de decirles cuán importante era que los jóvenes, los estudiantes hicieran uso de su libertad de expresión, de protesta, de derechos. 
No quería saber si estaban o no de acuerdo con las políticas del gobierno y cuáles,  si sabían mucho o poco de la Ley 30, tampoco si la Ministra (léase gobierno) había hecho las cosas al revés: primero presentó el proyecto para luego discutirlo, y menos aún sobre el sentido de salir a protestar junto con los trabajadores reunidos sindicalmente. Hoy esto no tenía la menor importancia. Lo de fondo es que un sentir profundo de malestar de los más jóvenes, del presente y con suerte del futuro del país,  sin distingo entre lo privado y lo público en el ámbito de la educación, se hacían sentir con toda fuerza y decisión.
¿Qué si la Plaza de Bolívar estaba llena? Sí. Lo estaba. O lo estuvo hasta que muchos salimos con un espanta flojos, una llovizna fuerte y corta (2 pm). Para ese momento aún no habían llegado los estudiantes de la nacho ni la Distrital, según informaron desde la tribuna de la concentración, porque la policía había trancado movilización en el Planetario Distrital. Dato que no corroboré pero que lo menciono. 
Si el Bolívar de la Plaza hablara, sería mucho lo que tendría por decir, aparte de expresar su profunda molestia por la constante cagada de las palomas en su cabeza. Desde el 12 de febrero de 1825 no se pierde corrida en el lugar, como se dice popularmente, aunque solo lo diría todo de cara a la justicia y de espaldas a los políticos. Ahora que lo pienso tiene algo de sentido como está ubicado en su monumento. Y bueno. Nunca lo había visto tan festivo como hoy. Un joven empoderó al buen Simón y su espada, con una capa se súpercolombia  y cubrió su rostro con una pañoleta negra. Era el único en la Plaza que se tapaba la cara con un trapo. Bueno, los otros que estaban prestos a hacer lo mismo pero con cascos de fibra, eran los policías apostados en las gradas del Congreso, de la Catedral y de las Cortes.
También se sorprendería, como yo, al ver a la distancia una bandera del M-19 y una pancarta Fanny Mickey, claro, asunto que dilucidé cuando bajé el material fotográfico y descubrí que es el nombre que lleva un colegio, o un penes de tres metros con el nombre de Santos inscrito en su piel y uno más allá de color rosa , normalito, con sus dos huevitos. Y bueno, no notaría que el Congreso de la República cerró sus puertas, o mejor, la única puerta que permanece entreabierta del lado oriental, lo que significa que nadie fue a trabajar en este edificio y tampoco en lo que llaman el Edificio Nuevo a donde funcionan las oficinas de los H. Representantes.  
Como lo mencioné atrás, me marché bajo la lluvia con una extraña sensación de que la expresión colectiva, pública y masiva quizás, una vez más, se levanta no solo para expresar su inconformidad, sino para exigir seamos tenidos en cuenta en las grandes decisiones de Reconstrucción de una sociedad que ha estado muda, pero no ciega o sorda en la última década. Hasta esa hora todo estaba tranquilo y festivo en la Plaza de Bolívar.   Que vivan los estudiantes jardín de las alegrías, son aves que no se asustan de animal ni policía, y no le asustan las balas ni el ladrar de la jauría….






 
 

 



 Me gustan los estudiantes
Violeta Parra

¡Que vivan los estudiantes,
jardín de las alegrías!
Son aves que no se asustan
de animal ni policía,
y no le asustan las balas
ni el ladrar de la jauría.
Caramba y zamba la cosa,
¡que viva la astronomía!

¡Que vivan los estudiantes

que rugen como los vientos
cuando les meten al oído
sotanas o regimientos.
Pajarillos libertarios,
igual que los elementos.
Caramba y zamba la cosa
¡vivan los experimentos!

Me gustan los estudiantes

porque son la levadura
del pan que saldrá del horno
con toda su sabrosura,
para la boca del pobre
que come con amargura.
Caramba y zamba la cosa
¡viva la literatura!

Me gustan los estudiantes

porque levantan el pecho
cuando le dicen harina
sabiéndose que es afrecho,
y no hacen el sordomudo
cuando se presenta el hecho.
Caramba y zamba la cosa
¡el código del derecho!

Me gustan los estudiantes

que marchan sobre la ruina.
Con las banderas en alto
va toda la estudiantina:
son químicos y doctores,
cirujanos y dentistas.
Caramba y zamba la cosa
¡vivan los especialistas!

Me gustan los estudiantes

que van al laboratorio,
descubren lo que se esconde
adentro del confesorio.
Ya tienen un gran carrito
que llegó hasta el Purgatorio
Caramba y zamba la cosa
¡los libros explicatorios!

Me gustan los estudiantes

que con muy clara elocuencia
a la bolsa negra sacra
le bajó las indulgencias.
Porque, ¿hasta cuándo nos dura
señores, la penitencia?
Caramba y zamba la cosa
¡Qué viva toda la ciencia!
(1960-1963)

  

domingo, 6 de febrero de 2011

La Constitución Política de 1991 o 20 años de impunidad en Colombia


Hace 20 años, 4 mujeres y 66 hombres elegidos mediante el voto popular debatieron durante cinco meses un nuevo pacto social y político para el país y cerar una nueva Carta Política, porque la que había no servía para buscar la paz, democratizar la vida social y desarrollar y proteger los derechos humanos y fundamentales. Sinembargo, desde esa fecha hasta hoy el crimen organizado,  la corrupción  y la impunidad sigue siendo el mandato y el pan nuestro de cada día.

Los que se inventaron tremendo desafío no fueron ni los parlamentarios y menos aún los partidos políticos que hoy están como desde entonces, igual o peor. 

Los intrépidos y audaces innovadores son los mismos que hoy están mamados de la violencia y la corrupción, que sienten frustradas sus esperanzas en intentos fracasados de tímidas reformas constitucionales para que cupiéramos todos con los mismos derechos y oportunidades, pero sobre todo, para conseguir la paz en Colombia. Lo apostaron todo. Son los de la “Séptima papeleta” o papalote (?), los mismos o parecidos a los que encarnan en el presente la “Ola Verde”, jóvenes y muchísimos seguidores, seguramente, los hijos del siglo XXI llevando a cuestas el XX sin mayores cambios.  
El 11 de marzo de 1990 además de elegir al heredero (Gaviria) a la Presidencia de la República ya que no  dejaron que fuera Luis Carlos Galán, 5.095.631 de colombianos estuvieron de acuerdo con convocar una Asamblea Nacional Constituyente como en efecto ocurrió ocho meses después. 

El 9 de diciembre por primera vez  mediante el sufragio y sin tinta indeleble, los colombianos eligieron a los 70 Constituyentes de entre postulantes en 119 listas para que tramitaran deliberaciones, acuerdos y disensos  de la nueva guía. El debate, fundamentalmente, era entre los dos partidos políticos  hegémonicos de siempre, pro además el Comunista que nunca nadie lo menciona, el  amnistiado, indultado y desarmado M19 y el de la Salvación Nacional desaparecidos ya, por primera vez los indígenas y afro descendientes en calidad de minorías, algunas iglesias y gremios, estudiantes, periodistas… una buena muestra del amplio y rico variopinto paisaje nacional. 

En fin... Creo que todo eso se hizo bien y funcionó a las mil maravillas en lo formal. Tenía una presidencia colegiada repartida en tres presidentes (Navarro, Serpa, Gómez), mesa directiva, comisiones, subcomisiones, secretaría y secretarias a granel, asistentes, asesores, oficina de prensa, y por supuesto las reglas del juego para la deliberación en un ambiente de tolerancia y pluralismo e x c e p c i o n a l e s.
 
Y la tarea se hizo. Se tiró por tierra la Constitución de 1886 y se creó la de 1991. Que dizque para que cupiéramos todos, mujeres, niños, adultos, blancos, mestizos, negros, indígenas, liberales, comunistas, conservadores, de derechas, de izquierda, de centros, agnósticos, cristianos, judíos, amarillos, grises, los del sur, los del norte, del oeste al este… Por fin se cerraría la brecha social, económica y política entre los excluidos, los pobres y minorías de toda índole. La nueva Constitución haría que participáramos más, fuéramos más a las urnas (y no las de cristal de ahora), el Estado sería más legal, más gerente, más eficiente y los gobiernos nunca jamás serían más corruptos. La sociedad más corresponsable, compasiva, justa, solidaria. Nos podríamos juntar gentes de derechas con gentes de izquierdas a tomar café en los Valdez (como con mi amigo Juan Manuel Saenz) sin que fuéramos vistos de manera sospechosa. La justicia sería digna, rápida y eficiente, así que la Tutela y las Acciones Populares serían meros mecanismos ocasionalmente utilizados para garantizar derechos y libertades. El sindicalismo se convertiría, también al fin, en una opción colectiva en defensa de los derechos de los trabajadores, de organización y participación política y social. La democracia participativa sería nuestro norte y la fundación de partidos de oposición, de izquierda las más de las veces, serían organismos vivos, dinámicos, crecientes y respetados. Transitaríamos el presente construyendo un futuro prometedor de progreso, de igualdad, de respeto, de soberanía, de armonía, de inclusión… de paz.  Un mar de mermelada, como diría mi amiga la educadora María Victoria Estrada. Así era, ¡el renacimiento de Colombia! ¡La democrática al fin! Refundaríamos la Patria.

Y ocurrió. Se refundó la patria. 
La del narcotráfico. La del paramilitarismo. La de la corrupción. 

Pasaron de agache y complicidad Gaviria, Samper, Pastrana y Uribe y, en 20 años, se cogieron, manosearon, abusaron y violaron, entiendo, casi 30 veces a la Constitución Política dejando todo tipo de hijos y de engendros regados. Eso sí, todos con el mismo propósito que en 1991: buscar la tan anhelada paz, democratizar la vida social y desarrollar y proteger los derechos humanos y fundamentales de todos. 

“La inmoralidad que hoy invade todos los estamentos de la sociedad colombiana tuvo su origen en la desarreglada conducta de los congresistas. Si hoy se consultara a los colombianos, la inmensa mayoría, cercana a la unanimidad, se mostraría partidaria de que se cerrara el Capitolio y en sus entradas se pusiera la célebre leyenda de Cromwell: Se alquila esta casa, por merecido desahucio de sus voraces e inescrupulosos inquilinos. Pero, cuidado. Los que merecen ser sancionados con una reforma sustancial que elimine de raíz los vicios del clientelismo, son los congresistas, no el Congreso, que tiene que existir como una pieza maestra, fundamental e insustituible de la democracia”. Escribió un editorialista en El Tiempo pero no de este fin de semana, sino del 9 de diciembre de 1991. http://ow.ly/3R33q
 
No es verdad, como señala El Espectador que “al estancamiento social, por fortuna, no lo ha seguido un incremento de la violencia. Aunque muchos oscurezcan este logro con el final de los 90, época de auge de las guerrillas, expansión del paramilitarismo y del narcotráfico, lo cierto es que la tasa de homicidios en 1991 era de 70 por 10 mil habitantes, en 1999 descendió a 60 y hoy oscila alrededor de los 40. Al igual que la libertad, el orden del país ha mejorado gracias a la Constituyente”. http://ow.ly/3R32P  
En 1991 fueron asesinados 13 periodistas y según el DAS se registraron 46 masacres. Urabá se convirtió “en la bisagra entre un antes y después de la dinámica del conflicto armado en la segunda mitad de los años noventa, permitiendo la consolidación de la estructura paramilitar, despliegue ofensivo de mayor cobertura territorial y con mayor liderazgo político dentro de las Autodefensas Unidas de Colombia: las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá(ACCU).” http://ow.ly/3R3bA
 
Así que las armas las dejaron unos y las tomaron otros. Pero el poder no lo han soltado los mismos desde entonces. Nunca ha sido posible que sean monopolio del Estado. Dos décadas más sin que el conflicto armado interno se resuelva. 60 años perdidos entre balas, cementerios y lutos sin cuidar.

El poder ciudadano hoy tampoco existe, es un embeleco. Nadie dice  nada. Nadie ve nada. Nadie se subleva más. Nadie se indigna como en otras partes. La injusticia prevalece. La impunidad es la realidad pura y dura. Los privilegios son para los que tienen el poder. El legal y el ilegal económico, financiero y político. El atropello, el abuso y el crimen son las máximas normas, los valores fundacionales. Una sociedad de matoneo y de matones donde se hacen acuerdos privados para feriarse el Estado y sus instituciones en baños, hoteles y moteles.

Debo conceder, desde luego, que por entre las hendijas desvencijadas del remedo de democracia, el respeto a la identidad sexual se  viene abriendo camino a sangre y Tutela, también, el libre desarrollo de la personalidad y, aunque hay mayor libertad religiosa por ser un país Laico (aunque el mismisimo PGN se lo quiera pasar por la galleta), todos los gobernantes de turno hacen de la iglesia católica el credo nacional. 

Como conversaba con @danielruge y quien motivó este Post (en febrero pasado y que hoy 6 de junio retoco), hace 20 años como ahora el asunto no es de leyes ni de normas. La Constitución Política (1886) que guiaba a la sociedad no era la responsable de la exclusión, de la existencia de la guerrilla, tampoco de las autodefensas, de los narcos y menos de la corrupción. Se hizo una nueva Constitución para pactar la paz. ¿Cuál paz? Desde entonces hasta hoy (y antes también) lo único que ha habido es más, y más y más violencia, exclusión y corrupción sinigual. Las FARC siguen ahí. Los narcos también. Los paracos en el Congreso. Los corruptos devorando con cínica ambición el Estado. No hay partidos de oposición. El Congreso tiene el mismo letrero de entonces: “se vende”. Las minorías afrodescendientes y los indígenas siguen igual o peor. 

En ese momento histérico más que histórico como hoy mis argumentos siguen siendo los mismos. No es por la vía de las reformas o de una nueva Constitución que transformaremos  nuestra realidad. 

En 1991 hubo mucha pompa y pompas de jabón. Todo fue "un circo" montado desde el deseo, no con los pies en la tierra.  No eran esas las reformas que necesitábamos en ese entonces (como tampoco ahora), sino las que se siguen aplazando y ya no será posible hacer, como por ejemplo, una reforma agraria que, por vía de "reparar" el sufrimiento de 5 millones de víctimas, recientemente el gobienro de turno tuvo que acometer.  Ahora buscamos expropiar y recuperar la tierra que usurparon a sangre y fuero a dignos campesinos e indígenas, los ganaderos, terratenientes, narcos, paras, políticos... toda esa enjambre de hampones. 

La Constitución del 1991 fue una declaración a la bandera con fotos de primera plana.  Letra bella y muerta porque los colombianos capaces y con voluntad humanas para enfrentar la exclusión y garantizar el derecho a existir han terminado en las tumabas sometidos a bala. Todo se "montó" para darle ingreso a la vida civil al M19 (y detrás de ellos al EPL...), pero nada se hizo en serio. Ni siquiera para la misma guerrilla que había entregado las armas para incorporarse a la vida civil y política.   

El espectáculo mediático fue fascinante. Aunque en ese entonces cubría "el acontecer" político para un noticiero de TV, fueron pocas las veces que me asignaron informar sobre el desarrollo de la Constituyente. Mi centro de atención y ocupación fue seguir los no pocos sucesos de violaciones a los DDHH qué, como ahora, eran “hechos aislados” de las FFMM y de Policía. Un tiempo en el que estuve de cabeza entre expedientes y documentos que daban cuenta de las mismas espantosas historias de terror. Una sociedad sitiada por los mismos de siempre: ejército corrupto, policía corrupta, políticos corruptos, FARC, narcos y autodefensas. El terrorismo nos impedía dormir con tranquilidad hasta que nos acostumbramos tanto y tanto, que hoy somos prisioneros de la indiferencia. Por eso el asesinato de Mateo y Margarita en San Bernardo del Viento tan solo nos sacude, pero los de  Silvia Mora y Juan Carlos Ariza en Cereté no nos despierta al fin. Tampoco el de Ana Fabricia Córdoba.

Creo que los Constituyentes, en general, eran personas bien intencionadas con un resultado final de óptima calidad. La Constituyente fue una válvula social importante, una oxigenada, una esperanza (concepto en el que no creo) en medio del terror. Y ya ven como estamos aún hoy. Un país de víctimas sin dignidad e indigno, poblado  de viudas y huérfanos sumergidos en la sangre e impunidad; una sociedad sometida a un Estado corrupto, hurtado y en poder de las mafias. 
 Fotos by Bunkeglo Copyright

jueves, 27 de enero de 2011

Auschwitz: un sufrimiento que no tiene nombre

¿Estás loca? ¿A qué vas a ir a Auschwitz? Fue el comentario más bien generalizado entre amigos y parientes cuando les comenté que, ya estando en Varsovia, tenía que llegar hasta Auschwitz. Quería ir a pedir perdón por el más abominable de los actos del hombre contra el hombre. Una historia que aunque lleva por nombre El Holocausto, las palabras nunca conseguirán describir, mencionar o explicar cómo fue posible que esto ocurriera, que se permitiera que esto pasara.

También, era una promesa que le había hecho a mi amigo Aarón Ossiaz, un colombiano cuyos tíos abuelos no pudieron escapar de este lugar, si bien vivieron la gesta de resistencia hasta la muerte, algunos en Polonia, otros más en Alemania y Austria, todos en campos de muerte.


En junio de 2009 fui a Varsovia a visitar a Alicja Kapuscinska. Desde allí me movilicé en tren hasta Cracovia y luego en autobús hacia Oswiecim, a 60 kilómetros al oeste de Cracovia, a dónde está ese escenario de barbarie, uno de los 42 campos de exterminio o fábricas de muerte nazi: Auschwitz I –Birkenau.

Aunque el hoy Museo lo comprende las mismas 191 hectáreas, solo fui capaz de recorrer casi todas las barracas de sus instalaciones principales. Dolía caminar. Dolía mirar. Dolía respirar. En cada paso taladra la misma pregunta: ¿Cómo fue posible que existiera esto y nadie se levantara para impedirlo?

El realismo en este lugar no es mágico sino pragmático. Total. No estuve en la enfermería, había leído sobre este espacio en Awschwitz y sabía que no iba ser capaz de estar allí, solo pude mirar los calabozos, los dormitorios, los hornos crematorios, las oficinas de la SS y urnas con objetos de las víctimas, prótesis, juguetes, zapatos, ropas…y otros espantosos espacios de este complejo de la muerte, a donde se calcula, fueron asesinados 1 millón de personas, todos por ser judíos.


“Al pensar en crímenes como el Holocausto - escribe R.Kapuscinski en Lapidarium IV-, en el cruel mundo de Auschwitz y de Vorkutá, en la masacre de armenios y en la pesadilla de Camboya, se nos hace cada vez más patente que el único remedio capaz de impedir que se repitan tales monstruosidades consiste en adelantarse al golpe, en actuar antes de tiempo y hacerlo de tal manera que nuestra acción impida a la historia tomar un rumbo tan espeluznante, evitando así que su interior crezca ese tumor maligno y maldito; en una palabra, la única oportunidad radica en una profilaxis vigilante al tiempo que decidida, en una lucha sin cuartel contra el mal cuando aún está el germen".

Auschwitz es el símbolo de las atrocidades y el genocidio contra judíos, polacos, rumanos, checos, gitanos, rusos, ucranianos, bielorrusos… durante la Segunda Guerra Mundial. Por eso, lo menos que pude hacer fue repudiar que, Plinio Apuleyo Mendoza escribiera en su texto de opinión (que no investigación como tramposamente permitió El Tiempo que se publicara ese texto de opinión), citara a Álvaro Araujo Castro (culpable de aliarse con 'paras' para llegar al Congreso http://ow.ly/3M7h9 ) hoy en la cárcel La Picota diciendo: "para quienes no conocen lo que estamos viviendo, este pabellón es nuestro Auschwitz". http://ow.ly/3M7uL    

Hace un año, y bajo el titulo de este texto, y al cumplirse 65 años de la liberación del ejército soviético de Auschwitz, Semana.com publicó en su Galería de Fotos y bajo el mismo título de este texto, algunas imágenes que registré, con inmenso dolor, en este inimaginable escenario de terror. http://ow.ly/3M5yM