: #main-column img {position:relative;} -->

miércoles, 23 de febrero de 2011

Eduardo Galeano: La independencia es otro nombre de la dignidad

El derecho a una vida digna es un derecho humano, fundamental y universal. Bogotá D.C. - by Bunkerglo                   

Quiero dedicar este homenaje a la memoria viva de dos Carlos: Carlos Lenkersdorf y Carlos Monsiváis, amigos muy queridos que ya no están, pero siguen estando.

Y empiezo por decir gracias: Gracias, Marcelo, por este regalo, esta alegría. Te digo gracias en nombre propio y también en nombre de los muchos sureños que jamás olvidarán su gratitud a México, el país de su exilio, refugio de perseguidos en los años de mugre y miedo de nuestras dictaduras militares.
Y quiero subrayar que México merece, por eso y por muchos otros motivos, toda nuestra solidaridad, ahora que esta tierra entrañable está siendo víctima de la hipocresía del narcosistema universal, donde unos ponen la nariz y otros ponen los muertos, y unos declaran la guerra y otros reciben los tiros.

Este acto generoso me honra por venir de quien viene. La ciudad de México está a la vanguardia en la lucha por los derechos humanos, en un amplio abanico que va desde la diversidad sexual hasta el derecho a respirar, que ya parecía perdido.
Y mucho me honra recibir esta ofrenda, porque mucho tiene de desafío: en nuestros países la independencia plena es todavía, en gran medida, una tarea por hacer, que nos convoca cada día.

En la ciudad de Quito, al día siguiente de la independencia, una mano anónima escribió en una pared: Último día del despotismo y primero de lo mismo.
Y en Bogotá, poco después, Antonio Nariño advertía que el alzamiento patriótico se estaba convirtiendo en baile de máscaras, y que la independencia estaba en manos de caballeros de mucho almidón y mucho botón, y escribía: Hemos mudado de amos.
Y el chileno Santiago Arcos comprobaba, desde la cárcel:
-Los pobres han gozado de la gloriosa independencia tanto como los caballos que en Chacabuco y Maipú cargaron contra las tropas del rey.

Todas nuestras naciones nacieron mentidas. La independencia renegó de quienes, peleando por ella, se habían jugado la vida; y las mujeres, los analfabetos, los pobres, los indios y los negros no fueron invitados a la fiesta. Aconsejo echar un vistazo a nuestras primeras Constituciones, que dieron prestigio legal a esa mutilación. Las Cartas Magnas otorgaron el derecho de ciudadanía a los pocos que podían comprarlo. Los demás, y las demás, siguieron siendo invisibles.

Simón Rodríguez tenía fama de loco, y así lo llamaban: El loco. Decía locuras, como éstas:
-Somos independientes, pero no somos libres. La sabiduría de Europa y la prosperidad de los Estados Unidos son, en nuestra América, dos enemigos de la libertad de pensar. Nuestra América no debe imitar servilmente, sino ser original.
Y también:
-Enseñemos a los niños a ser preguntones, para que se acostumbren a obedecer a la razón: no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos. Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra.
Don Simón decía locuras, y hacía locuras. Allá por mil ochocientos veinte y pico, sus escuelas mezclaban a los niños y a las niñas, a los pobres y a los ricos, a los indios y a los blancos, y también unían la cabeza y las manos, porque enseñaban a leer y a sumar, y también a trabajar la madera y la tierra. En sus aulas no se escuchaban los latines de sacristía y se desafiaba la tradición del desprecio por el trabajo manual. Poco duró la experiencia. Un clamor de indignadas voces exigía la expulsión de este sátiro que ha venido a corromper a la juventud, y el mariscal Sucre, presidente del país que ahora llamamos Bolivia, le exigió la renuncia.
A partir de entonces, anduvo a lomo de mula, peregrinando por las costas del Pacífico y las montañas de los Andes, fundando escuelas y formulando preguntas insoportables a los nuevos dueños del poder:
-Ustedes, que imitan todo lo que viene de Europa y de los Estados Unidos, ¿por qué no les imitan la originalidad, que es lo más importante?
Este viejo vagabundo, calvo, feo y barrigón, el más audaz y el más querible de los pensadores de América, estaba cada día más solo, y solo murió.
A los ochenta años, escribió:
-Yo quise hacer de la tierra un paraíso para todos. La hice un infierno para mí.

Simón Rodríguez fue un perdedor. Según la escala de valores de este mundo, que sacraliza el éxito y no perdona el fracaso, los hombres como él no merecen memoria.
Pero, ¿acaso no está vivo don Simón en la energía de dignidad que hoy recorre nuestra América de norte a sur? ¿Cuántos hablan por su boca, aunque no lo sepan, como hablaba en prosa aquel personaje de Molière que no sabía que hablaba en prosa?
¿Acaso don Simón no nos sigue enseñando, un siglo y medio después de su muerte, que la independencia es otro nombre de la dignidad? Es verdad que todavía pesa, y mucho, la herencia colonial, que aplaude la copia y maldice la creación y admira, como denunciaba don Simón, las virtudes del mono y del papagayo. Pero también es verdad que son cada vez más los jóvenes que sienten que el miedo es una cárcel humillante y aburrida, y libremente se atreven a pensar con sus propias cabezas, sentir con sus propios corazones y caminar con sus propias piernas.

Yo no creo en Dios, pero sí creo en el humano milagro de la resurrección. Porque quizás se equivocaban aquellos dolientes que se negaban a creer en la muerte de Emiliano Zapata, y creían que se había marchado a Arabia en un caballo blanco, pero sólo se equivocaban en el mapa. Porque a la vista está que Zapata sigue vivo, aunque no tan lejos, no en las arenas de Oriente: él anda cabalgando por aquí, aquí cerquita nomás, queriendo justicia y haciéndola.
Y fíjense ustedes lo que ha ocurrido con otro perdedor, José Artigas, el hombre que hizo la primera reforma agraria de América, antes que Lincoln y antes que Zapata.
Hace casi dos siglos, él fue vencido y condenado a la soledad y al exilio. En años recientes, la dictadura militar del Uruguay le erigió un ampuloso mausoleo, queriendo encerrarlo en cárcel de mármol. Pero cuando la dictadura intentó decorar el monumento con algunas de sus frases, no encontró ninguna que no fuera subversiva. Ahora el mausoleo tiene fechas y nombres de batallas, y ninguna frase. Involuntario homenaje, involuntaria confesión: Artigas no es mudo, Artigas sigue siendo peligroso.
Cosa curiosa: con tantos vivos que hablan sin decir, en nuestras tierras hay muertos que dicen callando.

Bienaventurados sean los perdedores, porque ellos cometieron la insolencia de amar a su tierra, y por ella se jugaron la vida. Pero está visto que el patriotismo es el honorable privilegio de los países dominantes: sólo los que mandan tienen el derecho de ser patriotas. En cambio, los países dominados, condenados a obediencia perpetua, no pueden ejercer el patriotismo, so pena de ser llamados populistas, demagogos, delirantes: nuestro patriotismo se considera una peste, peste peligrosa, y los amos del mundo, que nos toman examen de Democracia, tienen la mala costumbre de conjurar esta amenaza a sangre y fuego.
Bienaventurados sean los perdedores, porque ellos se negaron a repetir la historia y quisieron cambiarla.
Bienaventurados sean los perdedores, y malditos sean quienes confunden el mundo con una pista de carreras y lanzados a las cumbres del éxito trepan lamiendo hacia arriba y escupiendo hacia abajo.
Bienaventurados sean los indignados, y malditos sean los indignos.
Maldita sea la exitosa dictadura del miedo, que nos obliga a creer que la realidad es intocable y que la solidaridad es una enfermedad mortal, porque el prójimo es siempre una amenaza y nunca una promesa.
Bienaventurado sea el abrazo, y maldito sea el codazo.

Sí, pero… Cuántos perdedores, ¿no?
Cuando algún periodista me pregunta si soy optimista, yo contesto, sinceramente:
-A veces. Depende de la hora.
Siempre me parecieron más bien inhumanos los optimistas full time.
Creo que el desaliento es un derecho humano, y de algún modo es también la prueba de que somos humanos, porque no sufriríamos el desaliento si no tuviéramos aliento.
Hay que reconocer que no es muy alentadora la realidad, que tiene la jodida costumbre de recompensar a los exprimidores del prójimo y a los exterminadores de la tierra, el agua y el aire. Y en cambio, las más apasionantes aventuras de transformación de la realidad suelen quedarse a mitad de camino, o se extravían y se pierden, y muchas veces terminan mal.
Hay que reconocerlo, digo, pero también cabe preguntar: Cuando esas lindas experiencias colectivas terminan mal, ¿de veras terminan? ¿No hay nada que hacer, sólo nos queda resignarnos y aceptar el mundo tal cual es, como si fuera destino? Hace pocos años, se puso de moda la teoría del fin de la historia. Más de uno se tragó ese sapo, a pesar de que el sentido común nos demuestra, con poderosa sencillez, que la historia nace de nuevo cada mañana.
Lo mejor de este asunto de vivir está en la capacidad de sorpresa que la vida tiene. ¿Quién podía presentir que los países árabes iban a vivir este huracán de libertad que están ahora viviendo? ¿Quién iba a creer que la plaza de Tahrir iba a dar al mundo esta lección de democracia? ¿Quién iba a creer lo que ahora puede creer ese muchachito plantado en la plaza durante días y noches, cuando dice: Nadie nos va a mentir nunca más?
Al fin y al cabo, cuando la historia dice adiós, o eso parece decir, ella nos está diciendo, o al menos murmurando: hasta luego, hasta lueguito, nos estamos viendo.
Y yo me despido de ustedes, ahora, que ya es hora, como la historia me enseñó, diciéndoles gracias, diciéndoles: hasta luego, hasta lueguito, nos estamos viendo.
* Palabras pronunciadas el 22 de febrero de 2011, en la ceremonia de entrega de la Medalla 1808, que el jefe de Gobierno de la ciudad de México, Marcelo Ebrard, otorgó al escritor Eduardo Galeano. Tomado diario La Jornada, México.

sábado, 19 de febrero de 2011

La Silla Vacía no tiene qué rectificar

El episodio informativo de @Lasillavacia sobre la muerte de alias Alfonso Cano nos puso a todos a pensar en los temas del periodismo, para lo cual me dispuse a repasar y releer algunos viejos apuntes y subrayados de libros de mis maestros del periodismo, de los mayores claro está, como recomendó  recientemente en su conferencia magistral Javier Moreno, director de El País de Madrid, y desde luego también miré algunos contemporáneos.

Me enteré de la noticia por un MSM que me envió una amiga en el que me preguntaba escuetamente “¿Es cierto lo de Cano?” ¿Qué cosa? le respondí  y de inmediato también lanzaba la pregunta a la comunidad de twitter: “¿Qué le dieron de baja a Cano?”. Entre tanto, continuaba el entretenido y  comentado recorrido que hacíamos con @NataliadelaV por los salones de la interesante exposición Historia de Colombia a través de la fotografía en el segundo piso de La casa de la Moneda, caía la tarde del viernes 18 ye n medio de un tremedo aguacero.

Después de llegar al computador inicié un proceso de seguimiento de la noticia para establecer su origen, qué decían los medios análogos, el periodismo digital, la gente en twitter… en fin, procurando descubrir todo el desarrollo y fuentes de la información que crecientemente iba ocupando los espacios de conversación en twitter, y todo, con  la idea de poder embarcarme en los efectos de este suceso a los que, desde luego, no he llegado.

Recorrí por Internet medios análogos y digitales hasta que llegué a un usuario en twitter, el periodista John Marcos Torres (@johnmarcost) quien trinó la noticia según su TL, minutos después de que llegara Pacho Santos al programa La Escalera de RCN y tan solo seis minutos antes de que lo hiciera la @lasillavacia. @jhonmarcost vía web escribió a las 6:51 de la tarde: “Atención Urgente! Alias Alfonso Cano, máximo cabecilla de las FARC fue abatido por las Fuerzas Militares. El Presidente habla a las 7pm”.

En 18 ventanas web observaba medios, periodistas, opinadores, listas de periodistas de usuarios de twitter, entre otros y seguía atenta al portal www.lasillavacia.com  y a su cuenta @lasillavacia que ya hablaba del rumor, lo que me permitió no perder el tweet en el mismo momento, a las 6:57 pm y que decía: “La Silla Vacía confirma, Cano fue abatido por la Fuerza Pública junto a un excongresista”.

El periodismo análogo audiovisual no habló ni se refirió al hecho en ninguna emisión noticiosa de la noche.  Pero la sorpresa fue la Revista Dinero que publicó en su portal después de las 6 de la tarde “La verdad sobre la muerte de Alfonso Cano” una nota en la que no negaba ni confirmaba el rumor y, más bien, aportaba información de fuentes gubernamentales sobre la existencia de combates entre  los departamentos de Cauca y Tolima con un saldo de 24 bajas de la guerrilla. 

@elespectadorcom y @eltiempocom como dice la expresión popular, cogieron las de Villadiego y el camino del atajo. Como no podían quedar en silencio y tampoco hacer como que no existió, los dos diarios más importantes del país hacen referencia a la noticia en la sección de tecnología. @elespectadorcom escribió  a las 6:47 pm una nota que tituló: “En Twitter mataron a Alfonso Cano” para decir que fuentes oficiales no daban por cierta esa información, y solo a las 12:08 p.m. el @eltiempocom publicó: “Alfonso Cano' es 'Trending Topic' en Twitter” y decir que “por nuestra parte, en @eltiempocom seguimos confirmando "Hemos estado muy atentos a los rumores sobre Cano. La más alta fuente militar (Almirante Cely) nos asegura que Cano no ha muerto”. 

Los medios no estaban herméticos como pensé al principio, quizás estaban averiguando (¿en algún coctel social?) lo que sucedía a través de fuentes oficiales gubernamentales. Porque, que se conozca, ningún medio de información estaba en el teatro de los combates del ejército contra la guerrilla de las FARC en ninguna parte del país, y no lo está no sólo hoy sino que tampoco  lo ha estado en los últimos 9 años. Desde que  las FARC fueron incluidas en la lista de terroristas, ya no son tenidas en cuenta como fuente de información por los periodistas que "cubren" la guerra o el conflicto en el país.

Lo que en adelante ocurrió fue una creciente expectativa, al parecer, solo en las redes sociales. Entre las 7 y las 12:49 pm @lasillavacia emitió 6 trinos más. En uno de estos, nos dio a conocer una carta dirigida a sus usuarios “Nuestras fuentes se mantienen, pero Presidencia desmiente” http://ow.ly/3ZsIF Pero, a mi modo de ver, fue @johnmarcost quién primero se lanzó con lo que pudo ser la primicia informativa o chiva, quien se reatifica además en un trino más a las 11:06 p.m. de la noche vía BlackBerry diciendo “Creo en mi fuente hasta que el Gobierno públicamente informe lo contrario. Pase lo que pase seguiremos informando”.

La primera víctima de la guerra es la verdad

En cualquier guerra, la única manera que tiene un periodista o reportero de saber si lo que le dicen es cierto o no es yendo al lugar de los hechos, de otra manera, la información estaría sometida –como de hecho lo está- por las fuerzas del ejército legal o por las fuerzas del ejército ilegal: el gobierno o las FARC. 

Aunque la frase “la primera víctima de la guerra es la verdad” que se le adjudica de tanto repetirla a Ryszard Kapuscinski si bien es del político republicano Hiram Warren Johnson (1866-1945), describe con precisión lo que ha pasado y sigue pasando en Colombia. La verdad fue víctima de la muerte, la misma que al parcer, no se ha dado a alias Alfonso Cano.

Si hay algo en lo que se destaca la labor informativa y de opinión de La Silla Vacía es en su rigor profesional de manera integral. Oficio, ética y compromiso al servicio de sus lectores y de la sociedad. Y en esta historia aún más. La Silla Vacía no dejaría de cuestionar, cruzar datos, información de fuentes y profundizar antes de lanzarse a informar sobre la muerte del guerrillero. Pero lo que sí evidenció este episodio como lo señalo el periodista Álvaro Duque @alduque en twitter, es que  con este hecho se “comprueba algo dramático: la información sobre orden público está completamente monopolizada”. Dicho de otra manera, el periodismo que informa sobre el conflicto armado, la guerra o el orden público en Colombia solo bebe de fuentes oficiales. Quizás por eso el periodismo está un poco perdido en este conflicto, porque desde hace 9 años se limitó a sus “deberes cotidianos” y de escritorio.  Mambrú ya no va a la guerra.
Cuando se ha hecho periodismo y se conocen sus dinámicas en un país como el nuestro, se puede entender qué es enfrentar fuentes de información del lado de la verdad y también, como es de fácil resbalar cuando te quieren hacer caer, o como lo pueden utilizar para un propósito que nunca alcanzamos advertir o ver sino al final, justo cuando tenemos que levantarnos otra vez para seguir informando.

¿En La Silla Vacía hay malos profesionales?  

No. No los hay. Lo que hizo La Silla Vacía al informar que alias Alfonso Cano había muerto es lo que ha hecho siempre desde su creación y dirección la periodista Juanita León: periodismo con libertad e independencia. Este medio digital ha sido capaz de atender la agenda noticiosa de interés general y de la actualidad política, así como desarrollar una propia al tenor de las necesidades y voces de la ciudadanía e informar de cómo se ejerce y por quien el poder en Colombia. La Silla Vacía como @NoticiasUno no hacen un periodismo de declaraciones sino de reportería, de investigación. Han sido cuidadosos de no caer en el activismo ideológico o político. Si alguna vez han tenido que rectificar seguramente lo habrán hecho porque actúan de buena fe para buscar la verdad.
 ¿Por qué la presidencia desmiente telefónicamente a @lasillavacia pero no emite una comunicación oficial? Porque no puede ni les corresponde hacerlo. Era suficiente la llamada telefónica de un asesor de palacio. La Silla Vacía tampoco tiene por qué rectificar. El gobiernose abstuvo de hacer “un circo mediático" de un error que no fue de apreciación o de cálculo  sino de oficio de La Silla Vacía, quizás por la excesiva confiabilidad de las fuentes de un medio de información que involucra a un combatiente de la guerra al que nadie, salvo el ejército regular, podría tener acceso. La Silla Vacía arriesgo más por ser independiente. No hubo dolo, mala fe o intenciones encubiertas.

Como lo contempla la ley, en este episodio no hay daños a terceros para que por esos terceros La Silla Vacía tenga que rectificar. El jurista Alfonso Gómez Méndez con su característico humor  me explica: ¿Acaso dijeron que Cano era homosexual? Si fuera así, el único que tiene derecho a solicitar una rectificación si tuviera lugar es él. Cano. Pero no La Silla Vacía por informar que murió. ¿Cuántas veces los medios mataron a Tirofijo?.

Muchas y diversas fueron las opiniones y reflexiones que proporcionaron los usuarios en twitter con los que conversé sobre el tema. El periodista Juan Manuel Ruíz @jmruizmachado del equipo de La Escalera (FM/RCN) nos compartió en trinos lo siguiente: “Bueno, cuando informé el asilo de María del P Hurtado, me desmintieron durante 6 horas...Eso es duro...Pero uno cree en su fuente...”. “Cuando saco primicias, tiemblo y dudo, y eso que tengo fuentes cultivadas en 22 años de ejercicio...No es fácil...Uno cree en su fuente...”

¿Qué sigue para La Silla Vacía?

Continuar. Nada más. Complementar, si es del caso, la nota aclaratoria que publicaron a las 10:10 pm Presidencia desmiente a La Silla Vacía http://ow.ly/3ZOk3 No renunciar a la libertad y a la exigente responsabilidad de seguir informando con independencia y solidez. Pero para Juanita León la autocrítica no se hace esperar: 'Si 'Cano' no está muerto sería un duro golpe para La Silla Vacía'. http://ow.ly/3ZOkw 

Hay asuntos de este suceso que aún me inquietan. ¿Quién o quiénes podrían estar interesados en difundir esta especie? ¿Quién o quiénes ganan y quiénes pierden con el anunció anticipado y lejano a la realidad de la muerte de Alfonso Cano? ¿Qué ocurrió o iba a ocurrir anoche para crear este alboroto utilizando a uno de los medios de mayor prestigio en el periodismo de Colombia hoy? 

Comparto lo que escribió @jmruizmachado:  
“En @lasillavacia hacen un gran esfuerzo independiente que debe ser valorado con madurez y sin pasiones... No es fácil echarse al agua...” “Mantengo mi confianza en @lasillavacia...Si no es cierto lo de Cano, no es el fin, es un buen punto de partida... Respeto su trabajo...”

La muerte de Alfonso Cano está próxima. No fue ayer al parecer, pero el presidente Juan Manuel Santos scree que será así cuando le anuncia al país que “le estamos respirando en la nuca”.

Por último una cita de Azorín. ¿Por dónde ha entrado usted? Por la puerta. ¿Sabe usted que no se puede pasar? He pasado. ¿Quién es usted? Un periodista. 

jueves, 17 de febrero de 2011

La conversación: un paso en la participación ciudadana



El profesor universitario Juan Carlos Acebedo (usuario en Twitter @jcacebedo7) nos invitó a un grupo de usuarios de Twitter a realizar una evaluación sobre la  jornada de libertad de opinión y de expresión alrededor del periodista Daniel Coronell (#apoyoaCoronell), y que se desarrolló durante las festividades de navidad y año nuevo. Juan Carlos es docente e investigador en comunicación y cultura de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Surcolombiana. Con el fin de sistematizar la experiencia y recoger sus apredenizajes el investigador utilizó la entrevista como herramienta del análisis. 

Luego de responder la entrevista Juan Carlos publicó el análisis en su Blog Lectores en la Red  http://ow.ly/3YluP  bajo el titulo de Elementos para un balance de la maratón en Twitter #apoyoaCoronell, cuatro  entregas que dan cuenta del análisis desde distintos ámbitos que invito a mis visitantes a que lo lean. 

Por lo pronto publicó las reflexiones que le proporcioné a manera de ensayo.
 
La conversación: un paso en la participación ciudadana
By @bunkerglo

En la edición de la revista Semana que circuló el domingo 19 de diciembre, el periodista Daniel Coronell escribió en su espacio habitual y semanal una columna titulada “El amigo secreto” (sábado 18 Diciembre 2010) en la que, apoyado en informaciones de El Nuevo Herald, cuestionó la falta de delicadeza de que Tomas Uribe Moreno (uno de los hijos de Uribe Vélez), haya buscado una asociación entre proponentes para presentarse en Panamá en una licitación pública para la construcción de la vía Ruta del Sol.

La reacción de los Uribe Vélez no se hizo esperar. Tanto padre como hijo la emprendieron, ese mismo domingo, contra el periodista a través de sus respectivas cuentas de Twitter con mensajes en los cuáles trataron al comunicador de periodista mafioso, ladrón y calumniador. Fueron 23 tweets ofensivos (http://ow.ly/3NFZl) en los que Uribe Vélez no sustentaba lo que decía ni con pruebas documentales o testimoniales, y más bien lo que buscaba era mover el foco de atención de los planteado en la columna por Coronell, a diferencia de los 17 serenos y respetuosos trinos de respuesta del periodista reafirmando lo que hace en su espacio de opinión y, también, en el noticioso a través de Noticias Uno.

Este episodio de Uribe Vélez contra Daniel Coronell no era el primero. Podría decirse que no hay periodista al que le teman más Uribe Vélez y su familia que a Coronell. Pero también, que no hay periodista al que la sociedad hoy le tenga más confianza y respetabilidad que a Daniel Coronell.

El nuevo espectáculo de persecución y acusación pública comprometía a la comunidad de Twitter, medio que utilizó Uribe Vélez y que, por su naturaleza, nos involucra a todos.

Me pareció excesivo, ofensivo y maledicente que una vez más, AUV acosara a Coronell y  de manera fundamental, que con ello buscará amedrentar la libertad de opinión y expresión mía o la de cualquier otro colombiano como de hecho ocurrió durante los 8 años de su gobierno. No podía ni quería permitir como me paso a mí, regresar otra vez al silencio, a temer enfrentar el unanimismo y permitir que el ex funcionario sub judice contaminara de temor el espacio de opinión de Twitter. Mi primera reacción ese lunes 19 de diciembre fue enviarle un primer trino que decía: “@AlvaroUribeVel: se le comunica y advierte que la comunidad twitera respalda y apoya la libertad de expresión que encarna @DCoronell”, con el que buscaba despertar la atención de la comunidad sobre el tema encarnado en Daniel Coronell.

La polémica, comentarios y expresiones de solidaridad se continuaron dando de manera espontánea en las siguientes horas. El día 20 y luego y en un ejercicio aparentemente inútil, decidí responder de manera directa a Uribe Vélez cada uno de los trinos que envió a Daniel Coronell. En los mismos términos, lenguaje y tono acusatorio que el ex gobernante había utilizado con el periodista en el último le dije: “Lo que es con @DCoronell, es conmigo. La libertad de expresión, la ética y la decencia NO TIENE PRECIO.”

Llegó pocos segundos después un trino de @oldie_laurie que me decía: “@Bunkerglo: Si denunciar los atropellos contra la población y querer justicia es ser mafioso, ok, nos declaramos mafiosos. #HágameElFavor”, y de manera privada continuaron llegando muchos más.

En Web 2.0 y en particular en Twitter todo ocurre de forma muy rápida y simultánea. Pocos minutos después de que escribí y envié a la comunidad un post  (bajo la herramienta Twitterlonger) que titulé:  “Uribe se pasó de la raya con @DCoronell” (http://ow.ly/3NIEh), la acogida fue inmediata entre algunos de mis seguidores. Simultáneamente recibía un DM de @jcacebedo7 y de @analisisdemma, personas de las que no conocía ni sus nombres ni sus oficios y quienes me proponen escribir un texto para recoger firmas de apoyo a Coronell. Se establece el TAG #apoyoaCoronell y comienza una movilización de opinión cuya participación y dinámica natural y espontánea lleva a crear una MARATON de TRINOS para el lunes 27 de diciembre.

El post Twitterlonger “Uribe se pasó (otra vez) de la raya con @DCoronell” sirve de base para el texto final con el que se promueve la campaña, el día de la MARATÓN y alguien más abre un grupo de apoyo en Facebook con los mismos elementos.

Mi participación en los días subsiguientes consiste, de manera permanente, en mantener el tema vivo #apoyoaCoronell para lo cual destino un alto porcentaje de trinos para hablar de periodismo, libertades y derechos desde mi punto de vista y de otros, mensajes que buscaban mantener la reflexión sobre el tema y promover la vinculación masiva de personas en twitter para el 27 de diciembre.
 
EXPECTATIVAS y PROCESO

La libertad de opinión, expresión y el derecho a la información en Colombia han sido atacadas a muerte y amenazadas gravemente en los últimos 30 años desde los gobiernos y la criminalidad de toda especie y naturaleza, en particular, de la mafia del narcotráfico y el paramilitarismo.

Sin embargo creo no equivocarme al decir que no hemos tenido un periodo más largo en nuestra reciente historia en la que la libertad de opinión y de expresión han recibido mayores embates que durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, para quien la persona o medio de información que no pensara como él era sencilla y llanamente señalado como un terrorista. Terrorista en épocas en la que ese “concepto” y denominación se constituyó en el único y mayor enemigo por aniquilar.

La falta de información, la desinformación, la autocensura y la liviandad informativa se convirtieron en el común denominador de la mayoría de los medios de información, de manera fundamental, de los medios medianos y pequeños que vivien de manera permanente y cercana el acontecer social, político y, desde luego el criminal, en las pequeñas ciudades y municipios en donde el conflicto armado salido de madre fue y es más cruel. Ni qué decir de los grandes medios como RCN (llamado Radio Casa de Nari)  y que estuvo al servicio del régimen de Uribe haciendo propaganda de su proyecto político “Seguridad Democrática”, sirviendo de caja de resonancia a las especies que como gobernante esparció contra los periodistas, los líderes de derechos humanos, los políticos de fuerzas minoritarias, los jueces, etc.

Pocos fueron los medios y entre ellos los periodistas que, contra viento y marea, han conseguido hacer del periodismo una actividad al servicio de la sociedad, sin desistir de su papel fiscalizador inclusive del régimen de Uribe Vélez. Entre estos están la Revista Semana, Noticias Uno y la Revista Cambio, está última, cerrada en un episodio oscuro en el que primero cancelan el contrato de su director y subdirector que dizque por problemas financieros.

Este era el contexto que recién vivía el país y el periodismo (sin entrar en mayores detalles) bajo el gobierno de Uribe Vélez. Pero Uribe Vélez ya no gobierna el país.

Como señalé en mi texto (“Uribe se pasó de la raya con @DCoronell”) cuanto se ataca, persigue y agrede a un periodista se atenta con el derecho al acceso a la información real y equilibrada que tenemos toda la sociedad. También, que un ex funcionario de Estado y subjudice tenga la prepotencia de creerse con el derecho de difamar, insultar y atacar a ningún periodista en el ámbito de lo público y tampoco en el privado, por el hecho de que se publique y cuestione sobre hechos que vulneran a la sociedad, a la Nación y al Estado colombiano.

Uribe Vélez se equivocaba una vez más. Sus trinos no van a amedrantar o impedir que el periodismo independiente y crítico se callé, ejerza otra vez la autocensura o la sociedad no exija el derecho a estar informado, tal y como lo garantiza en su actividad periodística Daniel Coronell informando de manera documentada, clara y equilibrada sobre los asuntos de su competencia informativa.

TWITTER, PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y LIBERTAD DE OPINIÓN

Este tipo de campañas y ejercicios de largas conversaciones – eso es Twitter, un espacio de conversación- demandan tanto o igual tiempo que una Campaña hecha de manera presencial, la diferencia radica en los costos y complejidades de movilización de las personas para, por ejemplo, concertar un texto de apoyo.

La primera campaña de apoyo y solidaridad en la que participé de manera activa por la libertad de expresión y opinión en torno a un periodista fue a principios de la de década de los 80 bajo el gobierno de Julio Cesar Turbay Ayala. Escribí el texto inicial (que aún conservo), junto con otra colega con la que trabajaba en una agencia internacional de noticias. Hay que ubicar bien el asunto: época del télex, en pleno salto de la máquina de escribir manual a la eléctrica, no había celulares, tampoco fax y las comunicaciones solo eran posibles de manera presencial o por teléfono. Bajo esas condiciones, ese primer texto dirigido al Pte. de la República para conseguir la libertad de un periodista detenido en La Picota, tardó aproximadamente dos semanas entre conseguir el consenso del contenido y tono de la carta, la recogida de firmas y su entrega. Únicamente la respaldaban un poco más de 60 periodistas que era más o menos lo que había por la época, pues solo la suscribían los que cubrían temas políticos, sociales y de orden público. Conseguir que algún medio la publicara o difundiera era absolutamente impensable.

La comunicación, la participación y la acción hoy son otra historia, más rica, más dinámica, más horizontal e increíblemente rápidas.

Las personas en Twitter sin que sean periodistas y muchísimas veces sin que se sepa cuál es su identidad pueden entablar una conversación con un director de un medio –como tantas veces ocurrió con Daniel Coronell- expresar su pensar y sentir y por ello recibir  o no de manera inmediata un comentario de aceptación (RT) , de rechazo o de lectura. La exigencia es suprema en la concreción, uso del lenguaje y la gramática para decir lo que se quiere decir en 140 coherentes caracteres.

Mediante la plataforma de Internet las campañas de solidaridad o de apoyo pueden ser fomentadas inicialmente de manera individual. Unipersonal. No se tiene que hacer ningún tipo de consultas pedir permisos o hacer consensos. Cada persona tiene voz, seguidores que los leen y la abierta posibilidad de plantear conversaciones sobre toda índole y materia en las que pueden o no estar de acuerdo quienes los leen, pero no por ello desistir en proponer o promover un debate. Este sin duda es el nuevo escenario de conversación y de construir vínculos de pensamiento e incluso de amistad de manera serena, a veces documentada pero siempre reflexiva y todos con la misma herramienta: la palabra.

En el caso de la Campaña #apoyoaCoronell así como la Campaña #apoyoaClaudiaLopez, esta última a que pude dedicarle el 100% del tiempo, lo que reflejan es un ejercicio de colaboración colectiva, simultánea, ágil, espontánea, rápida, decidida a pensar, reflexionar y apoyar la defensa de la libertad de opinión.

Se tiene a través de Twitter una posibilidad y situación excepcional: pensar y actuar a través de una herramienta que permite escuchar muchas voces al tiempo, la polifonía sobre un tema y a la vez movilizar la intención y el acto de apoyar a una persona que personificaba en ese momento los derechos y libertades que nos da la Constitución Política Nacional y las leyes universales. 

En este sentido insistí a través de distintos twitters, algunos utilizados de manera repetitiva, sobre el cuerpo legislativo, cite artículos, sentencias, pensamientos de grandes periodistas, de humanistas y filósofos y, desde luego los propios acerca de la libertad de opinión, del derecho al acceso a la información en el contexto del Estado social de derecho y democracia colombiana.

Es claro que los ciudadanos colombianos y muchos más se interesan por la situación de los comunicadores en el país. La acogida en su número y calidad de los tweets dan cuenta de una vinculación amplia que desbordó los naturales limites de periodistas y comunicadores para vincular en la acción a todo tipo de personas en diversos lugares del planeta que  comprenden también que, quien afecte y vulnere la libertad de expresión y el derecho a informar de un periodista o de cualquier ciudadano, es un enemigo de la sociedad no solo la colombiana sino la del mundo y el mayor vulnerador de derechos que son Universales.

La única jerarquía posible de acuerdo fue la palabra misma. No había expertos, tampoco alguien que supiera más que otro. Solo importaba movilizar ideas, pensamientos y conceptos, todas reflexiones con un propósito claro: expresar que apoyábamos la labor de un periodista pero al mismo tiempo, que defendíamos nuestros propios derechos a pensar en voz alta y hablar de lo que nos gusta y no, lo que toleramos y no, y presentar las preguntas que nos hacemos sobre nuestra propia realidad. 

En Twitter es claro que a través de una conversación viva, abierta, que fluye a velocidades inimaginables como el pensamiento mismo, se comparten intereses personales para lo cual producimos un pensamiento a través de la palabra propia o de otros de manera permanente y constante, y generamos una acción colaborativa masiva al compartir de manera horizontal esta gigantesca producción de manera libre. No tenemos que consultar a nadie ni pedir permisos de lo que decimos en 140 carácteres.

La manera como se tejen y suceden las muchas, múltiples y simultáneas conversaciones en Twitter tiene que ver, en gran medida, con el mensaje que envías, pero especialmente, por la atención que das a los comentarios y respuestas que tienen los mismos. Las palabras son palabras, pero no son solo palabras cuando lees, piensas y reelaboras el pensamiento (trino) del otro y el propio.

La palabra es el eje de las conversaciones en Twitter cuyos interlocutores conforman comunidades de comunidades, articulados por intereses comunes que surgen en la diletancia sobre los asuntos que interesan en el ámbito de lo público, en donde cada quien llama las cosas por su nombre, superando los eufemismos con los cuales los medios análogos abordan muchos de los asuntos de la vida política y social de la Colombia de hoy.

La conversación parece ser hoy el primer paso en la participación ciudadana y la palabra vuelve a ser la más efectiva manera de conseguirlo si se tiene en cuenta los ocho años de unanimismo vividos recientemente en el país en los que pensar, y pensar de un modo diferente y en voz alta podía costar la vida.

Creo que en Twitter se retoma el uso de la palabra para tramitar el disenso y el consenso, ejercer la ciudadanía, plantear para reconocer, comprender y apropiar derechos humanos fundamentales.

La expectativa no era otra que introducir una conversación colaborativa en la comunidad: la libertad de opinión, “cuyo pretexto central” fue la situación del colega Daniel Coronell (después vino la de #apoyoaClaudiaLopez), pero también, procurando que la misma trascienda como tema y se instale en el ámbito de la vida cotidiana de cada persona, como un derecho propio, inalienable y que debe proteger siempre. “La acción crea la realidad”.  


Gloria Ortega Pérez
Periodista de profesión, comunicadora por opción y fotógrafa por pasión
Bogotá D.C., enero 30 de 2011

miércoles, 9 de febrero de 2011

Para desarmar la palabra

Para desarmar la palabra es el resultado de una cuidadosa investigación entre los periodistas responsables, desde sus medios de información, de hacer la cobertura informativa del conflicto armado interno desde distintos lugares del territorio colombiano.

Con el acervo informativo de más de 250 entrevistas a profundidad con periodistas, Medios para la Paz (MPP) consiguió identificar una necesidad y producir sin duda una de las herramientas más poderosas e importantes en la labor periodística: "Para desarmar la palabra". Un esfuerzo colectivo que tomó tiempo y que, cada día, cobra mayor vigencia en el periodismo colombiano.

En su primera edición (1999) el diccionario incluyó 600 términos y en su segunda (2005) mejorada corregida y aumentada ( y de la que fui Co-coordinadora junto con la periodista Gloria Moreno de Castro), el Diccionario Para Desarmar la Palabra recoge cerca de 1,000 términos alusivos al conflicto armado que con frecuencia son mal utilizados o son confundidos por las fuentes y periodistas, originando con ello desinformación y haciendo imposible la comprensión de la gente de sus realidades.

Los autores del diccionario fueron los miembros de MPP Germán Castro Caycedo (periodista), Arturo Guerrero (filósofo y periodista), Andrés Restrepo (PhD en historia y periodista) y Darío Villamizar (politólogo y escritor).

“No es un simple glosario para satisfacción de eruditos, sino un instrumento de periodistas para periodistas, gracias al cual los profesionales del oficio más bello consigan dos premios: la precisión, que engendra la claridad y el sentido; y la gracia, que produce la fluidez, la revelación, la eficacia. Precisión y gracia pueden convertirse en el aporte fundamental de la prensa hacia el descrédito de la guerra, hacia la exaltación del pan de la paz”, escribe Arturo Guerrero en el prólogo del libro.

Un motor de inspiración de este diccionario fue William Ospina cuya reflexión fue un faro de luz constante: “El lenguaje puede ser un arma. Puede servir para serenar o para intranquilizar, para explicar o para confundir, para acusar o para absolver, para investigar o para distraer”.

Y es que, como dice Arturo Guerrero, “desarmar la palabra equivale a proscribir el enmascaramiento y el embuste, y a propiciar una luz sobre la voz inocente de las mayorías (…) Acertar con la palabra indispensable para nombrar cada situación es una proeza que requiere destreza. Sobre todo si se tiene en cuenta que el bosque de las palabras es penumbroso, pues el lenguaje más que una matemática es un embrujo (...)”

Prosigue Guerrero: “No es lo mismo, por tanto, hablar de bandolero o guerrillero, de chulo o de soldado, de cuadrilla o de frente, de dar de baja o de asesinar, de retención o de secuestro, de terrorismo o de acto de terror, de desplazado o de persona en situación de desplazamiento, de autodefensa o de paramilitar, de muñeco o de cadáver, de niña o de ametralladora, de minas quiebrapatas o de minas antipersonal, de pescas milagrosas o de retenes ilegales…)”.

Las piezas del texto periodístico, explica Guerrero, el párrafo de entrada, el cuerpo, el final, el título, el sumario, los destacados, los intertítulos, son unidades de sentido bien caracterizadas que contribuyen, cada una en su rol, a que la información sea un potente conjunto de argumentación o de tensión dramática o de contundencia sensitiva. Pero la mejor arquitectura narrativa –puntualiza Guerrero-, naufragaría de faltar los vocablos puntuales, las certeras palabras imprescindibles.

No sé en qué momento dejó de ser importante para los medios de información el conflicto armado interno. Lo cierto es que el mismo no ha terminado, sigue vigente en su crueldad y luto. Sin embargo, ahora y como siempre es urgente que los periodistas tengan a mano esta herramienta.

El diccionario Para desarmar la palabra es “un dispositivo de inteligencia para el gremio de los periodistas en un país y en un mundo signados por las armas. Armas y municiones que no se rendirán para fundirse en esculturas, si antes no dejan de ser tormentos de las mentes. Mentes que no pasarán de ser pacíficas, si no se desarman las palabras”, advierte Arturo Guerrero.  


La desaparecida Medios para la Paz* surgió en marzo 1998 y se extinguió en marzo de 2012. Doce años de un trabajo genuino de cara a la responsabilidad del periodismo ante la sociedad. Lo que buscaba era generar un mejoramiento continuo en la calidad de la información periodística en el cubrimiento del conflicto armado colombiano. 

Fui Miembro de la Corporación y también su directora, algunas veces por encargo y una más en propiedad (2005 - 2007). Nos ocupamos en desarrollar proyectos en formación y producción de herramientas periodísticas que fueron proporcionadas a los periodistas en medios de información en más de 2000 talleres de capacitación, seminarios, cursos y diplomados especializados.

La meta, además, era transformar el discurso haciendo un uso preciso y claro del lenguaje, desarmar la palabra y proporcionar contenidos que permitiera que entendiéramos de que se informaba cuando se hablaba del conflicto armado. En últimas, hacer de la palabra un instrumento de paz y no de conflicto.

Los retos no eran pocos y lo que era peor no eran conocidos por ninguno. Empezando por conocer, administrar y dirigir una organización de periodistas para periodistas sin ser gremial. 

Gloria Moreno de Castro consiguió convocar a los periodistas en Bogotá que comprendíamos y apoyábamos un proyecto de esta naturaleza. Mucho tiempo como directora en propiedad y otras en la sombra, siempre estuvo presente en el destino de una organización a la que la venció la carencia de recursos, pero también de algún modo, un tanto de miopía ante la necesidad de adecuarse a las necesidades y demandas que, en todos los frentes, tenía la profesión y ejercer el periodismo en Colombia. 

Sin embargo, la historia del periodismo en Colombia debe registrar esta gesta de acción y pasión por hacer de la actividad periodística en el país, un ejercicio que respondiera a las necesidades de una sociedad que vive debatiéndose por entender y tener una postura sobre su realidad.

Empezaron 7 periodistas y terminamos siendo 80 nucledos bajo un mismo propósito. Unos 15 de este grupo se formaron como formadores, pues todos los procesos de capacitación (talleres, seminarios, cursos y hasta un Diplomado) se hacía entre pares: de periodistas a periodistas.

Historia de Colombia, historia del conflicto armado interno nacional, el de muchos otros países, DDHH, DIH, desplazamiento forzado interno, todos los actores armados del presente como Farc-Paramilitarismo, EP, ELN y del pasado también como el M-19 y algunos más, eran las materias de estudio y formación de miles (quizás un poco más de 2000) periodistas a lo ancho y largo de la geografía nacional que, por lo menos, una vez, participaron en alguno de los ejercicios de reflexión, formación y capacitación.

Los periodistas talleristas (fui formada, no formadora) estuvieron en Bogotá, Bucaramanga, Barrancabermeja, Barranquilla, Leticia, Quibdó, Cúcuta, Cali, Medellín, Popayán, Neiva, Pasto, Arauca, Florencia, Montería... mirándose en el espejo, autocriticándose, analizando y conociendo las muchas de las posibilidades de informar, los géneros periodísticos para hacerlo y, también, la forma de proteger la información y protegerse ellos mismos. 

El período de mayor concentración y cobertura de las actividades de MPP coincide con el tiempo de gobierno de AUV, así que debo decir también que no fue fácil. Por un lado, un Presidente que negó durante su segundo periodo de gobierno la existencia del conflicto armado interno; a su vez, medios de información que sin análisis alguno aceptaron esta perspectiva gubernamental (lo que contribuyó a que se dejará de cubrir el conflicto armado), y la enorme presión del gobierno sobre las organizaciones de cooperación internacional (siempre donantes o socios de las iniciativas de MPP), hicieron que, igualmente, cada año fuera más difícil sostener el proyecto y a la Corporación misma.

Además del Diccionario, en su corta vida MPP recibió dos reconocimientos internacionales: el Premio Brajnovic de Comunicación (2002) y el Premio a la Libertad de Expresión Casa América Catalunya (2006).

Nota. La historia de MPP la iré aumentando y corrigiendo. Lo que aquí escribo es apenas un bosquejo.

domingo, 6 de febrero de 2011

La Constitución Política de 1991 o 20 años de impunidad en Colombia


Hace 20 años, 4 mujeres y 66 hombres elegidos mediante el voto popular debatieron durante cinco meses un nuevo pacto social y político para el país y cerar una nueva Carta Política, porque la que había no servía para buscar la paz, democratizar la vida social y desarrollar y proteger los derechos humanos y fundamentales. Sinembargo, desde esa fecha hasta hoy el crimen organizado,  la corrupción  y la impunidad sigue siendo el mandato y el pan nuestro de cada día.

Los que se inventaron tremendo desafío no fueron ni los parlamentarios y menos aún los partidos políticos que hoy están como desde entonces, igual o peor. 

Los intrépidos y audaces innovadores son los mismos que hoy están mamados de la violencia y la corrupción, que sienten frustradas sus esperanzas en intentos fracasados de tímidas reformas constitucionales para que cupiéramos todos con los mismos derechos y oportunidades, pero sobre todo, para conseguir la paz en Colombia. Lo apostaron todo. Son los de la “Séptima papeleta” o papalote (?), los mismos o parecidos a los que encarnan en el presente la “Ola Verde”, jóvenes y muchísimos seguidores, seguramente, los hijos del siglo XXI llevando a cuestas el XX sin mayores cambios.  
El 11 de marzo de 1990 además de elegir al heredero (Gaviria) a la Presidencia de la República ya que no  dejaron que fuera Luis Carlos Galán, 5.095.631 de colombianos estuvieron de acuerdo con convocar una Asamblea Nacional Constituyente como en efecto ocurrió ocho meses después. 

El 9 de diciembre por primera vez  mediante el sufragio y sin tinta indeleble, los colombianos eligieron a los 70 Constituyentes de entre postulantes en 119 listas para que tramitaran deliberaciones, acuerdos y disensos  de la nueva guía. El debate, fundamentalmente, era entre los dos partidos políticos  hegémonicos de siempre, pro además el Comunista que nunca nadie lo menciona, el  amnistiado, indultado y desarmado M19 y el de la Salvación Nacional desaparecidos ya, por primera vez los indígenas y afro descendientes en calidad de minorías, algunas iglesias y gremios, estudiantes, periodistas… una buena muestra del amplio y rico variopinto paisaje nacional. 

En fin... Creo que todo eso se hizo bien y funcionó a las mil maravillas en lo formal. Tenía una presidencia colegiada repartida en tres presidentes (Navarro, Serpa, Gómez), mesa directiva, comisiones, subcomisiones, secretaría y secretarias a granel, asistentes, asesores, oficina de prensa, y por supuesto las reglas del juego para la deliberación en un ambiente de tolerancia y pluralismo e x c e p c i o n a l e s.
 
Y la tarea se hizo. Se tiró por tierra la Constitución de 1886 y se creó la de 1991. Que dizque para que cupiéramos todos, mujeres, niños, adultos, blancos, mestizos, negros, indígenas, liberales, comunistas, conservadores, de derechas, de izquierda, de centros, agnósticos, cristianos, judíos, amarillos, grises, los del sur, los del norte, del oeste al este… Por fin se cerraría la brecha social, económica y política entre los excluidos, los pobres y minorías de toda índole. La nueva Constitución haría que participáramos más, fuéramos más a las urnas (y no las de cristal de ahora), el Estado sería más legal, más gerente, más eficiente y los gobiernos nunca jamás serían más corruptos. La sociedad más corresponsable, compasiva, justa, solidaria. Nos podríamos juntar gentes de derechas con gentes de izquierdas a tomar café en los Valdez (como con mi amigo Juan Manuel Saenz) sin que fuéramos vistos de manera sospechosa. La justicia sería digna, rápida y eficiente, así que la Tutela y las Acciones Populares serían meros mecanismos ocasionalmente utilizados para garantizar derechos y libertades. El sindicalismo se convertiría, también al fin, en una opción colectiva en defensa de los derechos de los trabajadores, de organización y participación política y social. La democracia participativa sería nuestro norte y la fundación de partidos de oposición, de izquierda las más de las veces, serían organismos vivos, dinámicos, crecientes y respetados. Transitaríamos el presente construyendo un futuro prometedor de progreso, de igualdad, de respeto, de soberanía, de armonía, de inclusión… de paz.  Un mar de mermelada, como diría mi amiga la educadora María Victoria Estrada. Así era, ¡el renacimiento de Colombia! ¡La democrática al fin! Refundaríamos la Patria.

Y ocurrió. Se refundó la patria. 
La del narcotráfico. La del paramilitarismo. La de la corrupción. 

Pasaron de agache y complicidad Gaviria, Samper, Pastrana y Uribe y, en 20 años, se cogieron, manosearon, abusaron y violaron, entiendo, casi 30 veces a la Constitución Política dejando todo tipo de hijos y de engendros regados. Eso sí, todos con el mismo propósito que en 1991: buscar la tan anhelada paz, democratizar la vida social y desarrollar y proteger los derechos humanos y fundamentales de todos. 

“La inmoralidad que hoy invade todos los estamentos de la sociedad colombiana tuvo su origen en la desarreglada conducta de los congresistas. Si hoy se consultara a los colombianos, la inmensa mayoría, cercana a la unanimidad, se mostraría partidaria de que se cerrara el Capitolio y en sus entradas se pusiera la célebre leyenda de Cromwell: Se alquila esta casa, por merecido desahucio de sus voraces e inescrupulosos inquilinos. Pero, cuidado. Los que merecen ser sancionados con una reforma sustancial que elimine de raíz los vicios del clientelismo, son los congresistas, no el Congreso, que tiene que existir como una pieza maestra, fundamental e insustituible de la democracia”. Escribió un editorialista en El Tiempo pero no de este fin de semana, sino del 9 de diciembre de 1991. http://ow.ly/3R33q
 
No es verdad, como señala El Espectador que “al estancamiento social, por fortuna, no lo ha seguido un incremento de la violencia. Aunque muchos oscurezcan este logro con el final de los 90, época de auge de las guerrillas, expansión del paramilitarismo y del narcotráfico, lo cierto es que la tasa de homicidios en 1991 era de 70 por 10 mil habitantes, en 1999 descendió a 60 y hoy oscila alrededor de los 40. Al igual que la libertad, el orden del país ha mejorado gracias a la Constituyente”. http://ow.ly/3R32P  
En 1991 fueron asesinados 13 periodistas y según el DAS se registraron 46 masacres. Urabá se convirtió “en la bisagra entre un antes y después de la dinámica del conflicto armado en la segunda mitad de los años noventa, permitiendo la consolidación de la estructura paramilitar, despliegue ofensivo de mayor cobertura territorial y con mayor liderazgo político dentro de las Autodefensas Unidas de Colombia: las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá(ACCU).” http://ow.ly/3R3bA
 
Así que las armas las dejaron unos y las tomaron otros. Pero el poder no lo han soltado los mismos desde entonces. Nunca ha sido posible que sean monopolio del Estado. Dos décadas más sin que el conflicto armado interno se resuelva. 60 años perdidos entre balas, cementerios y lutos sin cuidar.

El poder ciudadano hoy tampoco existe, es un embeleco. Nadie dice  nada. Nadie ve nada. Nadie se subleva más. Nadie se indigna como en otras partes. La injusticia prevalece. La impunidad es la realidad pura y dura. Los privilegios son para los que tienen el poder. El legal y el ilegal económico, financiero y político. El atropello, el abuso y el crimen son las máximas normas, los valores fundacionales. Una sociedad de matoneo y de matones donde se hacen acuerdos privados para feriarse el Estado y sus instituciones en baños, hoteles y moteles.

Debo conceder, desde luego, que por entre las hendijas desvencijadas del remedo de democracia, el respeto a la identidad sexual se  viene abriendo camino a sangre y Tutela, también, el libre desarrollo de la personalidad y, aunque hay mayor libertad religiosa por ser un país Laico (aunque el mismisimo PGN se lo quiera pasar por la galleta), todos los gobernantes de turno hacen de la iglesia católica el credo nacional. 

Como conversaba con @danielruge y quien motivó este Post (en febrero pasado y que hoy 6 de junio retoco), hace 20 años como ahora el asunto no es de leyes ni de normas. La Constitución Política (1886) que guiaba a la sociedad no era la responsable de la exclusión, de la existencia de la guerrilla, tampoco de las autodefensas, de los narcos y menos de la corrupción. Se hizo una nueva Constitución para pactar la paz. ¿Cuál paz? Desde entonces hasta hoy (y antes también) lo único que ha habido es más, y más y más violencia, exclusión y corrupción sinigual. Las FARC siguen ahí. Los narcos también. Los paracos en el Congreso. Los corruptos devorando con cínica ambición el Estado. No hay partidos de oposición. El Congreso tiene el mismo letrero de entonces: “se vende”. Las minorías afrodescendientes y los indígenas siguen igual o peor. 

En ese momento histérico más que histórico como hoy mis argumentos siguen siendo los mismos. No es por la vía de las reformas o de una nueva Constitución que transformaremos  nuestra realidad. 

En 1991 hubo mucha pompa y pompas de jabón. Todo fue "un circo" montado desde el deseo, no con los pies en la tierra.  No eran esas las reformas que necesitábamos en ese entonces (como tampoco ahora), sino las que se siguen aplazando y ya no será posible hacer, como por ejemplo, una reforma agraria que, por vía de "reparar" el sufrimiento de 5 millones de víctimas, recientemente el gobienro de turno tuvo que acometer.  Ahora buscamos expropiar y recuperar la tierra que usurparon a sangre y fuero a dignos campesinos e indígenas, los ganaderos, terratenientes, narcos, paras, políticos... toda esa enjambre de hampones. 

La Constitución del 1991 fue una declaración a la bandera con fotos de primera plana.  Letra bella y muerta porque los colombianos capaces y con voluntad humanas para enfrentar la exclusión y garantizar el derecho a existir han terminado en las tumabas sometidos a bala. Todo se "montó" para darle ingreso a la vida civil al M19 (y detrás de ellos al EPL...), pero nada se hizo en serio. Ni siquiera para la misma guerrilla que había entregado las armas para incorporarse a la vida civil y política.   

El espectáculo mediático fue fascinante. Aunque en ese entonces cubría "el acontecer" político para un noticiero de TV, fueron pocas las veces que me asignaron informar sobre el desarrollo de la Constituyente. Mi centro de atención y ocupación fue seguir los no pocos sucesos de violaciones a los DDHH qué, como ahora, eran “hechos aislados” de las FFMM y de Policía. Un tiempo en el que estuve de cabeza entre expedientes y documentos que daban cuenta de las mismas espantosas historias de terror. Una sociedad sitiada por los mismos de siempre: ejército corrupto, policía corrupta, políticos corruptos, FARC, narcos y autodefensas. El terrorismo nos impedía dormir con tranquilidad hasta que nos acostumbramos tanto y tanto, que hoy somos prisioneros de la indiferencia. Por eso el asesinato de Mateo y Margarita en San Bernardo del Viento tan solo nos sacude, pero los de  Silvia Mora y Juan Carlos Ariza en Cereté no nos despierta al fin. Tampoco el de Ana Fabricia Córdoba.

Creo que los Constituyentes, en general, eran personas bien intencionadas con un resultado final de óptima calidad. La Constituyente fue una válvula social importante, una oxigenada, una esperanza (concepto en el que no creo) en medio del terror. Y ya ven como estamos aún hoy. Un país de víctimas sin dignidad e indigno, poblado  de viudas y huérfanos sumergidos en la sangre e impunidad; una sociedad sometida a un Estado corrupto, hurtado y en poder de las mafias. 
 Fotos by Bunkeglo Copyright