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lunes, 18 de mayo de 2015

Un Óscar para Collazos

Texto publicado por el heraldo y escrito POR RENATA CABRALES  @CABRALITA - JEFA DE REDACCIÓN DIGITAL

Gloria Ortega, periodista y amiga desde hace 30 años del escritor chocoano, recuerda cómo empezó a despedirse de sus amigos.
Óscar empezó a despedirse de sus amigos y de su familia de a poco. Se fue a su manera, lejos de cualquier posibilidad artificial que lo mantuviera con vida. No quería terminar conectado a un respirador de forma indefinida o ser objeto de una traqueotomía, un procedimiento quirúrgico que permite crear una abertura a través del cuello para poder respirar. Salió de la unidad de cuidados intensivos para despedirse rodeado de amor y afecto. Así lo recuerda su amiga desde hace 30 años, la periodista Gloria Ortega.
“Nos vemos en estos días. Si cambias de habitación nos avisas”. Esas palabras fueron quizá las últimas que intercambió con el escritor Óscar Collazos. El pasado martes, Gloria, el poeta Jotamario Arbeláez y el escritor Guido Tamayo tomaron conciencia y llegaron a la conclusión de que les estaba diciendo adiós, un pensamiento que selló un abrazo.
“Mi relación con él no dejó de ser fresca, espontánea, no hubo conmiseración", recuerda Gloria, una de sus primeras guías en el mundo de Twitter. La prueba de que seguía siendo el mismo dicharachero de siempre son los últimos trinos que escribió, “con el arrojo que los escribió”, caracteres en los que le pidió a Juan Gossaín no matarlo antes de tiempo: “No mates al perro que todavía ladra”, una fuerza que se siente al leer su última columna en El Universal. “En la bella y castigada Cartagena no se inscriben proyectos de ciudad sino ambiciones personales, de familias políticas o de partidos”.
Parece que fue ayer cuando Gloria lo conoció, recién desempacado de Barcelona, y cuando lo fue a visitar a Cartagena la primera semana de febrero de este año y confirmó que ambos estaban felices de reencontrarse físicamente. Fue la semana en la que usando su columna en EL TIEMPO, Óscar Collazos le escribió desde su apartamento en El Cabrero una carta abierta al doctor Rodolfo Llinás pidiéndole respuestas sobre la enfermedad que también aqueja al científico Stephen Hawking, ELA, y que poco a poco fue atrofiando sus músculos hasta que no pudo hablar más.
Óscar recibió a Gloria en Cartagena con total disposición. “Para mí fue muy fuerte verlo en ese estado. Había perdido mucho peso. Ver a una persona de palabra sin posibilidad de hablar...”. Pero sus pensamientos seguían siendo los mismos: conscientes, brillantes, llenos de humor, sarcásticos y claros. Para esos días el escritor chocoano“hablaba” a través de un programa que su hija Laia le instaló en la tableta y que amplificaba con un parlante. “Tenía voz de charro mexicano”, recuerda entre risas su amiga de los años ochenta. En esa ocasión recordaron a viejos amigos, hablaron del país, los problemas, las libertades y los deseos inagotables de Óscar de que el proceso de paz saliera adelante.
Luchador
“Fue muy consciente de lo que le estaba pasando. Pese a que sabía que no mejoraría, nunca sintió autocompasión. Jamás lo sentí o vi triste. Siempre estuvo dispuesto, afectuoso, interesado por el otro”, recuerda quien también fuera su cuidadora en varias ocasiones durante sus días en una clínica de Bogotá. Un día convirtieron la habitación de Óscar en un “rumbiadero” por cuenta de la visita de su tío Hansel Camacho Santos, el autor de una de las canciones salseras más románticas de Colombia: Verdades.  “Quiéreme con verdades, de esa manera se quiere de veras , porque al amor no se le puede mentir, una mentira lo hace sufrir”.
“¿Quién iba a pensar que un mulato, chocoano como yo, iba a ser tío de un blanco con ojos claros?", cuenta Hansel, quien siempre tuvo una gran relación con el escritor oriundo de Bahía Solano, donde viven orgullosos de un “grande" como su sobrino y donde serán llevadas las cenizas del escritor, como él mismo lo pidió.
Gloria recuerda ese encuentro con una emoción al límite. Ella no tenía idea alguna de que Hansel fuera tío de Óscar. “Cantamos, Óscar puso los videos de Hansel en Youtube. Fue una gran tertulia, hablamos de literatura, de música, del proceso de escribir una canción. Fue una conversación absolutamente inteligente”. Les faltó ir por el hielo y media de ron. Ese día Hansel “desmadejó la madeja” y juntos, escritor y cantante, recordaron como por las “sinvergüenzuras de Francisco, el abuelo”, Óscar terminó teniendo un tío mucho menor que él. Hansel le prometió llevar la guitarra la próxima vez. El cantante le cumplió ayer cantándole Sin regreso, una canción “bellísima” que habla de la muerte.
El hijo adoptivo de Cartagena también llegó a usar un tablero acrílico para comunicarse, “de esos en los que uno escribe y luego borra. Escribía rapidísimo”, recuerda Gloria, quien una vez regresó a Bogotá de visitarlo en su apartamento de El Cabrero, en La Heroíca, decidió organizarle en compañía de Juan Manuel Roca y Carlos Adolfo González un homenaje en vida al escritor, como debe ser.
Cita de afecto
       La tarjeta de invitación a la fiesta que los amigos le dieron al escritor.
El encuentro “para celebrar la amistad” se realizó el pasado 19 de marzo en Bogotá. A este asistió su más íntimo círculo de amigos, mientras Óscar, su esposa Jimena, y su hija Laia, vía streaming, participaron del homenaje desde Cartagena y Nueva York, respectivamente. En la fiesta no solo hubo copas y recuerdos, también unos textos “hermosísimos” sobre la amistad, como los califica Gloria, algunos de ellos inspirados en columnas de opinión en los diarios El País y EL TIEMPO.
Así fue como Gloria Ortega, Jotamario Arbeláez, Guido Tamayo, Joe Broderick, Rafael Vergara, Juan Manuel Roca, Santiago Mutis, Piedad Bonnett, y muchos amigos más del escritor chocoano crearon un homenaje llamado “Un Óscar para Collazos”, conferido por la “real cofradía de sus amigos”, quienes tuvieron la necesidad de decirle en vida que lo amaban, porque como él mismo escribió el pasado 18 de marzo:  “nos queda la amistad para ir convirtiendo este país en una geografía vivible”.

domingo, 17 de mayo de 2015

Collazos estará entre Bahía Solano y Cartagena: de un mar a otro mar

Rafa Vergara es padrino del matrimonio de Jimena Rojas y Óscar Collazos. Son amigos, vecinos y contertulios de la vida. Bajo el título "Un Digno Hijo de CARTAGENA", Rafael escribió este texto sobre su amigo Collazos que Sentipensantes comparte.

  
Óscar Collazos: un digno hijo de Cartagena
En los balcones del amor en Crespo, Foto Rafael Vergara, 2013
Se nos fue Oscar Collazos y nos dejó la vida, su inteligencia, coherencia y entereza, su inagotable amor al prójimo, la enseñanza y las letras.

Cuando a principio de semana se le dio por muerto, los que  hemos estado cerca sabíamos que había llegado el fin, los músculos pulmonares avisaron seriamente que ya no iban más. Pero Oscar, vigoroso como era, sacó la energía de reserva y salió del túnel que en la UCI lo succionaba para así regresar al seno de las mujeres que lo esperaban y acompañaron hasta el último minuto. Jimena, su mujer, Laia, su hija, sus hermanos lo recibieron y se despidió con buen humor y sin llantos antes de partir a su nuevo destino cobijado por el amor,  el sentimiento que siempre activó sus pasos en la tierra y en su extensa creación literaria y periodística y en la cátedra donde aportó las últimas notas de su voz.

Nos queda su obra llena de mensajes, sus palabras grabadas, sus múltiples ensayos y cientos de columnas rigurosas y punzantes, el  ejemplo del demócrata inclaudicable que fue, del escritor comprometido con la verdad y su tiempo, con Cartagena y el país, con la paz de Colombia  y sobre todo, nos dejó su incondicional amistad, su voz de aliento certera y sin concesiones.

Más que dolor por su rápida partida tengo saudade: nostalgia cálida, afectuosa con al amigo entrañable que se va, el cómplice de luchas y batallas inconclusas, el inolvidable contertulio con quién compartí su cocina gourmet, mejor que la mía, y los disfrutados, bebidos, y hasta debatidos diálogos en su casa o la mía. Oscar cocinaba como escribía y era un gozón, que disfrutaba con moderación el buen vino o el ron, un anfitrión inigualable que transmitía compromiso y enorme valentía.

Al regresar de Europa encontró en Cartagena de Indias el puerto donde fondeó su nave.  Con su libro Cartagena en la Olla Podrida dejó claro que se quedaba a combatir contra lo que lo asqueaba y a fustigar a aquellos que por sus malas mañas le indignaban. Culto e investigador conoció en detalle la ciudad y su historia y la hizo suya. Tejió redes y echo raíces, se encarnó. Collazos es hoy un referente de la cultura de la ciudad.

Por eso como cartagenero e interpretando el sentir de muchos pedí a Jimena y a Laia que parte de sus cenizas moren vigilantes en esta ciudad que amó y donde por más de 25 años, con garra, sabiduría y arte, se hizo uno de sus más dignos hijos.

No es un tema de adopción sino de esencia, de balcón y mar, de Rencor, Señor Sombra, Tierra Quemada,  Laguna Más Profunda, de  participación en eventos internacionales, nacionales y locales y de la sustancia infaltable en sus columnas semanales en El Tiempo y El Universal que nos harán falta.

La respuesta de la gran mujer que lo llenó de amor en sus últimos años fue un sí, para que como me dijo esté "entre Bahía Solano y Cartagena, de un mar a otro mar".