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martes, 18 de junio de 2019

El tal "estado de opinión" no existe, pero el estado de impunidad de Uribe sí

OPINIÓN

El 14 de junio de 1983 Alberto Uribe Sierra (AUS) murió en un enfrentamiento contra la entonces guerrilla de las Farc-EP.

El 14 de junio de 2019 Álvaro Uribe Vélez (AUV) renueva su sed de vengar la muerte de AUS contra las extintas Farc eliminando la JEP.

La nueva enfermiza cruzada peligrosamente contagiosa como un virus letal, ahora es contra la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) y, además, hacerse del poder del Congreso, de las Cortes, de la Constitución.

(El referendo a la JEP no es nuestro, pero yo firmaría varios puntos: Álvaro Uribe. Escuchar audio de entrevista WRadio).

Su mecanismo del "estado de opinión", primo hermano del discurso de la "seguridad democrática" y del "estado comunitario", es más un "estado populista" cuyo propósito último es electorero.  

Todos pelos de una misma marrana que galopa a lomo su más efectiva estrategia: utilizar -con su complacencia o ignorancia- los medios, pero no cualquier medio de información, para movilizar su mensaje y ponerlo en el centro de la conversación pública. Rápido, inmediato, barato.

Es posible, como en 2005, que una vez más su treta para apoderarse del poder usando los medios masivos le funcione. La única manera que su mensaje tenga vida y vigencia es contando con la amplificación comunicativa.

Primero, impuso la reelección en la Constitución 

En diciembre de 2004 AUV presidente le dice al país "el Estado soy yo", cuando sanciona el Acto Legislativo 02 con el que el Congreso de la República de entonces le otorga la reelección inmediata (2006-2010), que contó con el aval posterior de la Corte Constitucional.

Una reforma que rompió el equilibrio de los poderes y modificó las reglas del juego para la participación electoral.

Hoy el presidente puede incidir directamente en la composición política de la Corte Constitucional (de "bolsillo"), en la elección del Fiscal General (de "bolsillo") y decidir quienes son (de "bolsillo") los siete miembros de la junta directiva del Banco de la República.

Segundo, intento fallido para reelegirse por tercera vez 

El 10 de octubre de 2007 y apenas un año después de ser reelegido, la Registraduría Nacional del Estado Civil (RNEC) avaló un referendo para su reelección: AUV III.  

"Ningún ejército cambia a su general en el momento que está ganando la batalla", sentenció Luis Guillermo Giraldo secretario general del Partido de la U, y así proclamó esa tercera reelección y anuncio de recoger firmas para convocar un referendo para este propósito.

El 8 de abril de 2008 la RNEC inscribió el Comité de Promotores del referendo que pretendió reformar la Constitución Política para permitir que, quien haya ejercido la Presidencia de la República por dos períodos constitucionales, también pueda ser elegido para otro más.

Recolectaron 261.008 firmas de 140.000 exigidas, aunque la RNEC sólo les aprobó 238.224. 

El 11 de agosto el comité promotor entregó 5.021.837 firmas superando el 5% necesario de firmas según población censada, es decir, el mínimo de 1.405.000 firmas. Solo fueron validadas 3.909.825. Así empezó el trámite del proyecto de ley.

La idea del "presidente eterno" tuvo fuertes y argumentativos opositores en el Congreso y en distintos sectores académcios, periodísticos, sociales.

Germán Navas Talero, representante del Polo Democrático, acusó de prevaricato a 86 congresistas, pero eso no impidió la aprobación del Congreso. 

Lo que definió su fracaso fue que sobrepasaron los límites permitidos de financiación y las cuentas no eran claras.

El costo de la campaña y recolección de firmas declarado fue de $2.046 millones. 

"143 millones fueron por donación de 99 personas y los restantes 1.903 millones de pesos, de otros créditos", pero los soportes no aguantaron el tamaño despropósito.

El 9 de septiembre del 2008 el Consejo Nacional Electoral (CNE) impidió que sucediera este desastre institucional.

Si varios contratistas del Estado y grupos empresariales importantes financiaron la recolección de firmas respaldando un nuevo mandato de Uribe, ¿por qué tanto misterio con las cuentas?, se preguntaba la Revista Semana en ese entonces.

Vicios de procedimiento, conjueces, dineros de DMG y cuanta trampa y marulla desconocida, fue evidenciada a tiempo y así se salvó, una vez más, a la democracia.

El 26 de febrero del 2010, dos años después, la Corte Constitucional por 7 votos contra 2 y en una sentencia breve "declaró inexequible en su totalidad la Ley 1354 de 2009, con la que se convocó a al referendo para someter a consideración del pueblo el proyecto que buscaba reformar la Constitución.

Tercer intento no para reelegirse, sino para su estado de impunidad

La semana pasada y por arte de birlibirloque, aparece en la escena publica el "Movimiento Libertad y Orden", avalado por RNEC.

Este "Movimiento" conformado por seguidores de AUV le hacen la segunda para tumbar la JEP, columna de los Acuerdos con las extintas Farc-EP y de la PAZ, las altas Cortes y hasta el Congreso.

Dar un golpe para consolidar su poder de impunidad.  

AUV necesita con los Acuerdos de Paz, modificar las leyes y utilizar todo en su propio beneficio. 

Como las veces anteriores necesita de la gente, es es su fuerza, sobre la que tiene que incidir e influir en su forma de ver, sentir y pensar con el tal "estado de opinión".

Derogar la JEP, crear salas especiales en la Corte Suprema de Justicia para juzgar a los agentes del Estado y exguerrilleros de las Farc y cambiar el Congreso de la República, no será fácil, pero el poder y capacidad de corrupción, lo pueden todo.

La sociedad del Estado Social del Derecho, la democrática, debe estar alerta. "Requieren más de 1,853.083 firmas" para promover el tal referendo y consolidar la destrucción del país. 
Como explica PublimetroCo, si la Registraduría verifica las firmas, que deben ser recogidas en seis meses. Si consiguen el mínimo requerido por la ley, la Corte Constitucional entraría a estudiar el texto de la consulta que sería sometido a votación para determinar si se ajusta a la Constitución".

Pueda que, el referendo contra la JEP no salga, pero servirá para hacer campaña, como escribe La Silla Vacía.

El tal "estado de opinión" no existe

¡Qué cansancio!, la derecha uribista sigue obsesionada con hacer trizas la paz, exclamó la economista Cecilia López Montaño. 

La más reciente "bomba molotov" contra el país de AUV y tumbar la JEP se apalanca en la mentira de siempre: el tal "estado de opinión".

Los medios -con su complacencia o ignorancia-, le entregaron la amplificación para que, en "una entrevista" carente de sinderésis y contexto (investigación documental), comience a posicionar, como otrora, eso de que "el Estado soy yo".

"La aproximación de los medios, corta e inmediatista, soslaya la profundidad de un asunto que compromete la misma concepción de Estado y que, por alejado que se encuentre el ciudadano de los entresijos  del mundo político, tarde o temprano tendrá efectos sobre su vida pública y privada", escribió en 2009 Armando Guio Español, profesor de Derecho en la Universidad de los Andes y de Oxford University. 

Lo primero: el "Estado de opinión" no es ningún concepto de la ciencia política, sino un invento que distorsiona el sentido y propósito que tiene mecanismo de participación directa del pueblo y sustituye su voz mediante el uso de recolecciones de firmas noc santas para imponer lo que se quiere hacer.

Lo segundo, el tal "el estado de opinión como "fase superior del Estado de Derecho", fue un invento de José Obdulio Gaviria (JOB) para impulsar en 2005 la reelección de AUV (2006-2010).

Una idea y miles de veces repetida desde el 2004 en sus intervenciones publicas y registrada sin pudor (y menos sapiencia) por los medios. Así consiguió su reelección.

El concepto político y constitucional del "Estado Social de Derecho" de la democracia colombiana fue sustituido por AUV y su tal "estado de opinión" en su discurso del periodo legislativo del Congreso en el 2009.  

“El sentir de las masas debe estar por encima del diseño institucional”, lo que también podría interpretarse como “la dictadura de las mayorías”, como señala Juan Martín Caballero


¿Qué cuentas hace AUV? Una ciudadanía con bajo nivel de educación, con limitado acceso a la formación universitaria, con amas de casa agobiadas rindiendo un mercado con ingresos de ficción, con jóvenes resentidos en una geografía olvidada.

Para AUV la ciudadanía es su palanca y "estado de opinión" donde él es más importante que las leyes avalado con las firmas del engaño.

El Estado y gobierno, aunque son dos cosas e instancias diferentes, no constituyen algo que le importe a AUV y su secta de venganza y odio.

Escribe el profesor Guío Español que, "cuando los filósofos ilustrados tales como Voltaire, expusieron la democracia participativa,  postulaban el derecho de las gentes a opinar y actuar pero previa superación de los lastres de la ignorancia y de la superchería mediante  el desarrollo de una  educación libre, laica y  universal que hiciera de los ciudadanos personas morales  verdaderamente libres".

viernes, 14 de junio de 2019

No es periodista quien juzga y sentencia desde un micrófono

ANÁLISIS y OPINIÓN
por Juan Carlos Acevedo*

"Luis Carlos Vélez hizo explícitos sus criterios para "no entrevistar" a un personaje público controversial como Santrich [Seuxis Pausias Hernández Solarte]. Revisándolos, surgen varios interrogantes.

Cuando Vélez dice: "las acusaciones y pruebas en su contra lo muestran como narcotraficante", refiriéndose a Santrich, está pasando por alto nada menos que la PRESUNCIÓN DE INOCENCIA como principio de nuestro ordenamiento jurídico, y la garantía del DEBIDO PROCESO que es aplicable a todo ciudadano, independientemente de si nos simpatiza o no. 

Santrich, hasta donde sabemos, está siendo acusado de unos supuestos delitos, y le asiste el derecho que tiene todo ciudadano de demostrar su inocencia o de ser vencido en juicio. En este punto Vélez sigue la directriz trazada por uno de sus jefes políticos, el señor Iván Duque, quien ya sentenció a Santrich como narcotraficante, sin que ningún juez o tribunal de justicia lo haya vencido en juicio.

Si Vélez fuera coherente y aplicara ese criterio para todos lo casos y no solo para sus adversarios políticos, yo le podría presentar más de una docena de casos de personajes públicos a los que debería dejar de entrevistar hasta que la justicia finalizara los procesos en su contra; por ejemplo, el senador Uribe Vélez, con un record de más de doscientas investigaciones en su contra engavetadas en la Comisión de Acusaciones del Congreso y otros procesos en curso nada menos que en la Corte Suprema de Justicia, por gravísimos delitos. Pero Vélez no aplica un rasero similar para entrevistar o no a todos los personajes públicos, porque el periodismo que practica no se orienta por el afán de servir al interés público, sino a los intereses corporativos de su patrón y de sus jefes políticos.

No sé si Santrich es culpable o inocente de los delitos que se le imputan en este caso; lo que sí se es que se acogió a un proceso de paz en virtud del cual puede ejercer, como cualquiera de nosotros, sus derechos como ciudadano, entre ellos el de responder en un juicio imparcial a las acusaciones que le imputan, en este caso, una agencia internacional como la DEA cuyas actuaciones en Colombia no están claras y un siniestro personaje como el exfiscal Nestor Humberto Martínez, que no dudó en utilizar los más retorcidos métodos para desacreditar a la JEP mientras hacía todo lo posible para garantizar la impunidad en el caso Odebrecht para todos los implicados en el escándalo".

* Doctor en Comunicación ( Universidad Nacional de La Plata, Argentina); Magister en Historia ( Universidad Nacional); Especialista en Comunicación y Creatividad para la Docencia (Universidad Surcolombiana); Comunicador Social-Periodista (UdeA).
"Es profesor en el programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Surcolombiana. Realizo investigaciones en torno a problemas del campo de la comunicación, tales como el análisis del discurso periodístico, las funciones del lector/usuario de la prensa digital, la historia de la prensa, y la comunicación medioambiental. En 2008 publiqué el libro: "El apetito de la injuria: libelo, censura eclesiástica y argumentación en la prensa del Huila (1905-1922)." (está disponible en PDF en forma gratuita para quien le interese".   

Nota del editor. Sentipensantes reproduce el texto publicado en el muro de Facebook del autor con su expresa autorización. Curaduría digital del texto (para la social media) y título "No es periodista quien juzga y sentencia desde un micrófono" es de Sentipensantes.   

domingo, 19 de mayo de 2019

Twitteros y periodistas cuestionan recientes coberturas noticiosas

OPINIÓN y ANÁLISIS
Gloria Ortega Pérez

La pregunta en Twitter del medio digital El Molino OnLine no sólo es válida, sino urgente.

Una especial controversia generó que "uno de los dos únicos periódicos nacionales, @elespectador, tenga que citar a uno extranjero, @nytimes acerca de los abusos del estado colombiano es muestra de la mediocridad profesional y complicidad con los crímenes de estado de los medios en Colombia", considera la usuaria Isis Giraldo @laladyoracleY va más allá.
Mediocridad profesional sí, mucha, permanente y creciendo.

Complicidada también, entendida esta como un trabajo marcadamente deficiente cargado de omisiones, imprecisiones y opinón de quién informa y decarente de seguimiento, contexto y explicaciones para comprender los hechos.

"El desequilibrio es evidente. El periodista tiene que conocer a profundidad los hechos para poder opinar, y conocerlos es haberlos investigado e informado. El receptor debe tener siempre claro sobre qué está opinando. Todos los días y solo viendo, escuchando o leyendo noticias se comprueba lo que señala el maestro de periodismo Javier Darío Restrepo en una reciente entrevista en Sentipensantes.

"Es un deber enumerar las distintas opiniones y ejercer una función crítica sobre las mismas. Señalar, por ejemplo, cuando una opinión no tiene en cuenta un hecho; exagera las cosas; incorpora datos falsos para una argumentación. Es decir, el periodista debe convertirse en un crítico agudo para orientar a su receptor. La gente es inmensamente sensible a toda tetra de parcialización con la información. Sabe cómo está siendo informada, puede distinguir si están haciendo propaganda a favor de alguien. Y, cuando descubre a un periodista que sesga la información y las mismas opiniones el periodista cae. La gente no le creerá más, ni lo perdonará nunca. La tarea de opinar debe estar completamente separada de la tarea de informar. Cuando un periodista opina se pone de un lado y eso hace que los que están del otro no le crean".

Así ocurre, por ejemplo, con el origen, la razón, y cuál la verdad sobre el asesinato sistemático de personas, ciudadanos líderes sociales y de derechos humanos, más o menos conocidos en toda la geografía de Colombia, pero en particular, en los territorios a donde se libran los debates humanos más definitivos sobre la tierra y sus recursos naturales.
Los medios no. Los reporteros, tal vez. Los periodistas, jamas. Y hago estas distinciones porque así ocurre en la labor informativa.

A veces los medios extranjeros tienen que hacer nuestro trabajo por una razón de seguridad propia y de proteger la información pública. Así lo entendí y viví hace 30 años cuando por falta de fuentes no podía arriesgar una investigación que involucraba al director nacional de la policía en narcotráfico, y tampoco exponer al medio a una demanda y tampoco mi propia vida.

Los MCD Medios de Comunicación Dominantes y mainstream en Colombia (y desde luego en el mundo), tienen como premisa básica que "la información (a saber, su control, selección y emisión) es, más que nunca, poder", o como lo diría Noam Chomsky, control de la opinión pública (o control del pensamiento)".

Desde hace 30 años los medios, el periodismo e incluso sus periodistas tal y como se le conocía iniciaron un proceso de desaparición. La propiedad, dirección y control de los mismos cambió y también sus propósitos. (*1).

Dejaron de ser el sueño quimérico liberal de la élite de familias, humanistas y pensadores con una ideología definida, las más de las veces, para ser lo menos desde hace más de 10 años propiedades de las corporaciones privadas al servicio, igualmente, de las corporaciones gubernamentales sin que dejaran de ser medios de comunicación masivos, pero al servicio de otras causas.

Como escribió Pablo Solana, editor de la Revista Lanzas y Letras y de la Editorial La Fogata de Colombia, "la concentración de los medios en Colombia es tan obscena como la concentración de la tierra".

Por eso son tan evidentes los desaciertos mientras sus aciertos se ahogan en la desinformación como lo señala la usuaria @periodistica: "hace mucho los medios tradicionales manejan líneas editoriales a favor de las instituciones, los políticos y el empresariado que no los hacen confiables para una fuente".

Y también ocurre lo que señala la directora de @NoticiasUno y columnista de opinión Cecilia Orozco Tascón @CeciliaOrozcoT en su respuesta a Gina Montealegre: "No tienes por qué saberlo porque no eres periodista. Pero, a veces, y con razones por ejemplo de repercusión internacional, las fuentes prefieren entregar información valiosa a medios extranjeros (..)".

El buen periodismo siempre estará en la mira de sus detractores y, como advierte la periodista Olga Behar @olgabehar1"a veces los periodistas terminan siendo carne de cañón".



Y así ocurrió.

Al periodista del New York Times le ocurrió lo que advirtió el bloguero @NestorMel15 le podría pasar a un colombiano si hacía la misma noticia: "aquí, hoy, ese reportero tendría una que otra amenaza a la cual pararle bolas".


Nicholas Casey (@caseysjournal) salió del país. En un breve mensaje vía correo electrónico dirigido a El Espectador el director de la oficina de los Andes para The New York Times escribió:

“He tomado la medida de mantenerme fuera del país por las acusaciones falsas que fueron lanzadas ayer en Twitter por María Fernanda Cabal y replicadas por varios políticos en las últimas 24 horas. Este tipo de acusación no tiene sustento y es grave dado la falta de seguridad que Cabal ya sabe que encontramos en este país como periodistas”.


No puede pasar desapercibido un trino del jurista y columnista de opinión @RamiroBejaranoG

Qué un medio nacional haya tenido esta investigación y en lugar de buscar confirmaciones haya optado porno publicar debería suscitar un debate de fondo.

Tarde que temprano, seguramente, se conocerá la respuesta.

Aunque la noticia del New York Times no haya sido producida por un medio de Colombia -que junto con los siguientes dos casos motivan este post- es impresentable que algunos periodistas en Colombia, sin más que su propia opinión, levanten un manto de duda sobre la veracidad y credibilidad del periodista Nick Casey y el medio norteamericano.

Tampoco es en lo que debería concentrarse la sociedad y, de manera especial el mismo periodismo, sino en lo denunciado: que "las órdenes de letalidad del ejército colombiano ponen en riesgo a los civiles".
No se puede perder de vista que "el comandante del ejército de Colombia le ha ordenado a sus tropas que dupliquen la cantidad de criminales y rebeldes que matan, capturan u obligan a rendirse en batalla".

No hay estado de conmoción sino de desinformación

En pocas palabras y mucha claridad es lo que se observa ocurre desde hace meses o años en la sociedad: que esta muy desinformada.

Los responsables de que esto no ocurra son los medios de comunicación.

Sin embargo, todos los días y a cada momento escuchar la radio o ver una noticia supone un ejercicio supremo de disección para cualquiera, pues se debe descubrir qué, de lo que se dice, es información y qué opinión.

En lo personal termina siendo una labor nata de "llamados de atención" por la carencia de precisión, deficiente uso del lenguaje y desconocimiento absoluto y hasta cínico del ABC del periodismo y la reportería.

"¿Quién y por qué se soltó el rumor de que habría conmoción interior y que se extraditaría a Jesus Santrich. ¿Qué se buscaba? Grave", advertía la directora del Sistema Informativo Integrado de RCN Radio @EsperanzaRicoL

El se dice qué, se rumora qué, es posible qué... más la opinadera y especulación de reporteros y periodistas en los medios y en el microblogging Twitter sobre la inminente declaratoria presidencial de declarar "Conmoción Interior", lo único que consiguió fue alterar el ánimo social y confundir a un país que requiere información y explicaciones con plastilina.

Así lo advertía el editor y columnista de La Patria, el periodista Fernando-Alonso Ramírez, cuando se comenzó a esparcir el rumor de que el Presidente declararía la conmoción interior en el país.

Quizás algunos periodistas, reporteros, e incluso mucha gente no se sorprenda ya del trabajo en los medios de información de algunas personas.

Y digo personas porque, por su inobservancia desde hace muchos años al ABC del periodismo, perdieron su condición de periodistas.

"Ojalá se trate de un rumor falso lo de que Duque está contemplando el estado de conmoción: sería la entrada a una dictadura...", escribió alguno más. Pocos actuaron con prudencia.



Libertad, captura y linchamiento mediático

El caso más aberrante dónde el periodismo fue sustituido sin más por consideraciones, opiniones juzgamiento y calificaciones saltando toda norma básica y ética fue en la cobertura noticiosa, más no informativa, de la libertad y recaptura del excombatiente de la extinta guerrilla de las Farc ciudadano Seuxis Paucias Hernández Solarte, conocido como Santrich.

Muchas fueron las formas como llamaron en Twitter a los reporteros y periodistas de los mainstream de la radio y la televisión. 

"Publicistas con micrófono".. "Asesores de ventas de multiniveles".. "Propagandistas".. "Se Graduaron en una Notaría como Jueces".. "chicas pre-pagos".."Pseudo periodistas".. "Mercenarios de la Información”.





Es difícil aceptar y entender cómo la cobertura de este hecho noticioso haya sido descrito, narrado y transmitido como si se relatara un partido de fútbol: sin contexto, explicación y creando para la sociedad tensión e incertidumbre durante horas.  

Solo escuché, miré y atendí los sucesos del 17 de mayo por pocos minutos. Era suficiente. 

Las trasmisiones en directo con reporteros que parecían inexpertos, desinformados y sin visión del alcance de su relato y palabras en un lugar y escenario de los hechos complejo y atiborrado de personas sin que ello no terminará en un desastre, fueron innecesarias.

Lo único que se evidenció fue la notoria violación a sus derechos humanos del detenido en su proceso de puesto en libertad y captura y traslado en helicóptero a la Fiscalía General de la Nación.  

Falló el Inpec. Falló la policía. Falló el CTI. Falló la Fiscalía. Falló el periodismo.

Ninguno consiguió apartar a la ciudadanía del lugar ni controlar un suceso que parecía más la salida de un pop start de prisión que la de un ciudadano custodiado y protegido por el Estado.


Los periodistas no somos dueños de la verdad. Tampoco estamos autorizados a imponer una visión propia de los hechos pero, si así fuera, no se puede confundir a la gente sin diferenciar qué es información y donde empieza su opinión.

"El actual momento de la vida del país es particularmente propicio para que se haga esa clase de análisis. Cómo tema de estudio académico identificar cuáles son las noticias que se están publicando. ¿Van a cambiar la vida de la sociedad, o estas noticias van aumentar los dolores de la sociedad?", es la pregunta que me queda como lo advirtió el maestro de periodismo Javier Darío Restrepo en una reciente entrevista que se publicó en este Blog.

No. No fue un día trivial y menos divertido. 

Los colombianos vivimos una semana de una gran tensión, pero sobre todo, de una gran desinformación.

Los acontecimientos que se sucedieron después de la decisión de la Jurisdicción Especial para la Paz de "aplicar la garantía de no extradición porque con las pruebas aportadas no se puede evaluar la conducta atribuida a Hernández Solarte ni tampoco determinar la fecha precisa de su realización" y por tanto solicitar su libertad, puso de manifiesto el bajo interés del periodismo por su responsabilidad con la sociedad.

La renuncia de Nestor Humberto Martinez Neira de la Fiscalía General de la Nación (1) a escasos días de presentarse ante la Corte Suprema de Justicia, la circulación "anónima" de un vídeo y presunta prueba de responsabilidad esperada en el caso (2); la especie ampliamente promovida de una inminente declaración del estado de Conmoción Interior en el país (3); la puesta en libertad y captura inmediata de Santrich (4) y la noticia de ordenar a las tropas que se dupliquen la cantidad de criminales y rebeldes que matan (5) indican un estado de cosas que debería poner a pensar, en serio, en el papel que debe cumplir el periodismo en la sociedad.
   

Todos estamos cansados de lo mismo a diario, como dice Sandra Granada. Soy de la idea de que, buena parte de lo que nos sucede como sociedad se debe, fundamentalmente, al deficiente trabajo de periodistas y reporteros informando al país. 


(*1). Ese proceso de desaparición se inicia con la aparición de la Internet hace 50 años y se impulsa de manera determinante con la llegada de la Web. La Internet surgió en 1969. La Web en 1989.

miércoles, 13 de febrero de 2019

La conexión química del narcotráfico, el ejército de Colombia y cómo proteger la información

Ocurrió hace 30 años. 

Un año y tiempo en el que los reporteros no tu vimos tregua, ni vida. 

Teníamos que informar sobre el estado ininterrumpido de sucesos de sangre y destrucción para garantizar el derecho que tenía la gente de estar informada, pero además, proteger nuestra vida. 

(Mal) Vivíamos de noticia en noticia sin tiempo para pensar, considerar y digerir.

Estábamos en medio de los ataques de la guerrilla (EPL, ELN, M19 o Farc), uno tras otro tras otro asesinato de líderes políticos de la recién creada Unión Patriótica (UP), los atroces y demenciales actos del narcoterrorismo y el asesinato masivo (masacres) de campesinos, mujeres, niños, hombres, ancianos a manos del paramilitarismo.

Apenas había el tiempo de ir a donde un jurista, un juez, un investigador social o un político (ni politólogos o analistas de ahora), para conseguir entender tanta criminalidad en la que estábamos y plantear consultas puntuales de todo cuanto ocurría en el país. 

Era un insumo fundamental que permitiría realizar entrevistas (in) y recoger testimonios que darían cuerpo al relato de la noticia en la narrativa televisiva. 

En general era lo que se hacía regularmente en la reporteria de muchísimos temas para contar la inédita e inenarrable historia de la guerra interna.

Es la historia que seguramente recogerá y de la que dará cuenta la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición CV junto al componente de justicia del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, la Jurisdicción Especial para la Paz JEP.

En ese 1989 estuve (no conocí) como reportera en muchos municipios del país dando cuenta de un hecho de muerte.

Innumerables veces le pedí perdón a mujeres destrozadas por el dolor de la muerte de un hijo, un hermano un papá o un esposo cuando, bajo mi adusta mascará inexpresiva de dolor (la tal objetividad antiséptica que ya dejé), tenía que solicitar un testimonio de su tragedia ante una cámara de televisión.

La información es un bien público 

Llevaba como tres meses acumulando papeles y datos de voces anónimas que indicaban que el entonces director Nacional de la Policía de Colombia mayor general José Guillermo Medina Sánchez, tenía vínculos con el narcotráfico.

En varias oportunidades presenté el "tema" en el consejo de redacción del Telenoticiero del Medio Día pero, también, siempre recibí la misma respuesta de su directora la periodista Gloria Pachón de Galán: "búnker, sin fuentes que corroboren la historia esa noticia no sale".  

Buena parte de la información me llegaba por escrito en diferentes papeles y escritura. Con ello podía contar una historia porque podía corroborar algunos datos, pero era necesario contrastar y una voz desde adentro y no las tenía. 

No era fácil conseguir que alguien en la institución confirmará datos e  información, tampoco, que me explicará por qué siempre se quemaba el pan en la puerta del horno, es decir, por qué se frustraban operativos para capturar al capo Pablo Escobar.

Decir algo sin certeza ni fuentes no solo era irresponsable de manera profesional, sino que podría significar una demanda contra el noticiero y, de paso, ponerse una lápida encima. 

Hasta que la causalidad y la casualidad, con la historia en la mente, encontró el camino de la publicación. 

La entrega de la carpeta fue cinematográfica

El 9 de febrero de ese año me encontré con el corresponsal para la región andina de la Revista Time, mi colega y amigo Tom Quinn (Thomas Quinn), en la siempre animada celebración del día nacional del periodista que organizaba el Círculo de Periodistas de Bogotá. 

No recuerdo si la fiesta que conseguía reunirnos anualmente ocurrió en el Salón Rojo del Hotel Tequendama o unas calles más abajo en el Centro de Convenciones Gonzalo de Jimenez de Quesada.

Hacía unos años atrás nos conocimos con Tom cuando estuve de corresponsal de la Agencia de Prensa Novosti. Formábamos parte de la Asociación de Prensa Extranjera (APE).    

En "la noche de los mejores" lo acompañaban dos colegas más a quienes me presentó. 

Algo en ese momento me resultó inusual y mi "olfato" me llevó a decirle de manera espontánea: si tienes refuerzos es porque hay algo "gordo". 

Sonrío, como sabemos que nos sonríen para decir sin decir y, entonces, persistí. ¡No me digan que andan tras las huellas de un general narco! 

La sonrisa de Tom se convirtió en una estruendosa carcajada confirmando mi atrevido "anzuelo" por saber en que andarían los guapos colegas de Time que observaban la escena sin comprender mi "juego".

Tom no tuvo otra salida que confirmarme que así era, que había algo muy importante pero, además, revelarme que la noticia saldría en la siguiente edición. 

¡Bien por ustedes que pueden hacerlo! Tengo información pero sin fuentes y.... ya sabes, no puedo decir ni pío. No se lo que sé, dije. ¿Qué sabes tú?

Así que nos apartamos de la algarabía a un rincón y conversamos los tres hasta que concluyó la fiesta.  

Tuve la certeza de la seriedad de su trabajo cuando me confirman algo que sabía por una fuente que no quería hablar: que el retiro de Medina Sánchez se debía a sospechas fundadas de ayudar a Escobar. 

Un hecho que les había confirmado el mismísimo presidente Barco y corroborado por algunos altos oficiales del ejército y la policía descontentos.

Coincidimos en la importancia y valor de los hechos. En la necesidad de dar a conocer esto para comprender la maraña de intereses y corrupción que impedían no solo la detención de los capos de la droga, sino la misma inútil lucha contra el narcotráfico en Colombia.

Tenían lo que yo no tenía: fuentes que confirmaban sus hallazgos periodísticos. 

Acordé entregarles lo que tenía, pues era la única manera de proteger la información y garantizar que este hecho fuera publicado y conocido. Compartíamos una visión común: la información es un bien público.

El país estaba sometido cruelmente a las bombas donde todos los días morían víctimas inocentes en calles, centros comerciales, CAI, bancos, aviones, la calle... y eran asesinados policías por "sapos".

Después de cuatro días de trabajo en Colombia confirmando los hallazgos periodísticos sobre las rutas del narcotráfico, los periodistas de Time regresarían al día siguiente a EEUU con la historia confirmada.  

Mi carpeta contenía una relación de lo que encontrarían y origen y fuentes de los datos y documentos. 

Hicimos un acuerdo entre colegas: la primicia.

Es decir, que el Telenoticiero del Medio Día conocería de inmediato cuando la Revista Time edición February 20, 1989 | Vol. 133 No. 8 del 20 de febrero estuviera en las calles. 

Al día siguiente y después del medio día llegué al segundo piso de ElDorado para traspasarles mi carpeta. Habíamos planeado como sería, dónde y que no nos saludaríamos ni haríamos nada que nos relacionara.

Existía la sospecha de que estaban siendo seguidos por unidades secretas de la policía y del ejército porque "sabían demasiado".

Nos reconocimos con la mirada. Puse el material en el lugar acordado. El proceso fue rápido. Tres minutos después los vi cruzar sin problema la puerta de inmigración.

Los días siguientes previos a la publicación fueron conversaciones telefónicas en las que los apoyé para precisar algún asunto, revisar y reconfirmar datos. No podía quedar ningún "cabo" suelto. Tenían que blindarse por completo ante una demanda. 

En 18 líneas la publicación internacional semanal más leída en ese entonces confirmaba la sospecha: Medina Sánchez estaba en la nómina del narcotraficante y excongresista Escobar. Esta fue la razón del retiro ordenado por el presidente Virgilio Barco en enero de 1989.

La Revista Time publicó un reportaje de página y media titulado: "La Conexión Química. Por qué el comercio de cocaína en América del Sur es una calle de doble vía". 

El recuadro informativo "RETIRO CURIOSO" ocasionaría un suceso sin precedentes en la lucha contra el narcotráfico en la Colombia de los años 80: la comprobación que el director de la policía nacional protegía a Pablo Escobar.

"Cuando el general José Guillermo Medina Sánchez, de 53 años, se retiró como jefe de la Policía Nacional de 80 mil miembros de Colombia el mes pasado, los oficiales de la ley del país se presentaron con el uniforme completo y espadas ceremoniales doradas. Pero, la partida de Medina no fue tan honorable como parecía. Los oficiales de la policía colombiana le informaron a TIME que Medina fue despedido por orden del presidente Virgilio Barco Vargas luego de que el general fuera sospechoso de estar en la nómina de Pablo Escobar Gaviria, patriarca de una de las principales familias del cartel de la droga en Medellín.

Después de que Escobar escapó por poco de la captura en una redada del ejército en una de sus propiedades el año pasado, los funcionarios colombianos sospecharon que podría haber sido informado por Medina. Posteriormente se asignó un equipo de vigilancia militar para seguir al general. Al parecer, la operación de espionaje estableció lazos entre Medina y Escobar y otro barón de la droga, Gonzalo Rodríguez Gacha, apodado "El Mexicano". Al parecer, no estaba seguro de que la evidencia se sostuviera en los tribunales, el gobierno permitió que Medina se retirara. Dos días después de que el sucesor de Medina, el general Miguel Antonio Gómez Padilla, se hiciera cargo, la Policía Nacional lanzó la Operación Primavera, el ataque más exitoso contra los productores de cocaína en la historia de Colombia".

El presidente Barco no le dio la baja cuando tocaba a Medina Sánchez, sino que simplemente lo retiró del ejército. Al parecer era más denigrante y escandaloso que EEUU le quitara la visa que destituir, de manera fulminante, a un narcotraficante general de la República y director Nacional de la Policía.

Preferimos perder una noticia antes que una vida

También sería el inicio y durante más de un año de mi vinculación a un proceso penal acusada de no se qué por dar a conocer la noticia de la Revista Time. Medina Sanchez acusó de demanda y, bueno, el episodio fue de unas proporciones inimaginables.

Durante ese tiempo una vez por semana me reuní a tomar café con el Juez en su despacho de Paloquemao para declarar, una y otra vez, que bajo la Ley 51 del periodista Art.11. (derogada ya), no  estaba  obligada a  dar  a  conocer  mis  fuentes de información ni revelar el origen de la noticia. 

Ese lunes 20 de febrero durante el habitual consejo de redacción de las 6 am se incluyó en la relación de los temas del día: "La noticia de búnker". No se decía más. Sabíamos que ese día saldría a circulación la edición semanal de la publicación esperada. 

Entre esa hora y el momento en que entró vía fax el facsímil de la portada y las paginas 18, 19 y 20 de la noticia en un blanco y negro altamente contrastado, el subdirector Ignacio Greiffenstein y la directora Gloria Pachón orientaron las notas informativas de contexto y reacciones que había que tomar.   

Aun conservo el texto que escribí, tan escueto y preciso como la noticia misma, para revelar en primicia un trabajo periodístico que no pudo dar a conocer el Noticiero en primera persona.

Más allá de la historia periodística que rememoro como anécdota y casi que por completo, lo que quiero resaltar es cómo, para los reporteros de entonces el compromiso con la verdad era una responsabilidad inalterable.

Conseguíamos proteger la información y el derecho que tiene la ciudadanía a enterarse de lo que ocurría más allá de las camisetas de los medios y los egos. 

No fue esa la primera vez ni sería la última en la que, de manera informal y también institucional, acudiríamos a algún tipo de estrategia que consiguiera garantizar el derecho a informar y el derecho de la ciudadanía a estar informada.

Desde la Corporación Medios para la Paz y el Proyecto Antonio Nariño y durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, se desarrollaron iniciativas entre medios y periodistas para proteger la información, especialmente de las regiones, sobre hechos del conflicto armado para publicarlos, de manera simultánea, en varios medios de información escritos.

Eran noticias relacionada con la violación de derechos humanos y que revelarlas en el mismo lugar podría ocasionar amenazas y hasta la muerte del reportero.

En noviembre de 1999 y ante las amenazas y asesinatos de periodistas, 32 directores de medios del país firmaron un Acuerdo por la discreción para elevar el nivel de calidad y responsabilidad en el cubrimiento y difusión de hechos violentos.

Sí. Existió un tiempo del periodismo en el que la pasión, la búsqueda de la verdad y el compromiso con el derecho de la sociedad a estar informada estuvo por encima y constituyeron un ejercicio periodístico responsable y una lucha permanente contra la autocensura. 

La información es un bien público. No le pertenece a los reporteros, periodistas, y tampoco al medio, sino a la sociedad.