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sábado, 1 de junio de 2019

A Coronell lo echaron por cuestionar uso político de investigación periodística

SELECCIÓN DE OPINIÓN y ANÁLISIS
Gloria Ortega Pérez

Como lo señala el director de la Mesa del Centro, el abogado y periodista Carlos Cortes,  Semana apagó un incendio con gasolina.

Al periodista Daniel Coronell lo echaron por cuestionar el uso político de una investigación, como advierte Omar Rincónprofesor y director del Centro de Estudios en Periodismo (CEPER) Universidad de Los Ándes. 

"Semana y sus nuevos patrones  nos devuelven a la Época de la Violencia de los años cincuenta. ¿En adelante qué permitirán publicar?", se pregunta el periodista Germán Castro Caycedo

A pesar de que a Daniel Coronell le interesó siempre que Semana existiera como proyecto periodístico y estaba dispuesto a hacer lo necesario para que así fuera, los dueños no creyeron que fuera así. Seguramente vendrán más opiniones y análisis. Por ahora, va esta primera parte de lo que hasta hoy se ha escrito sobre el episodio más amenazante contra la libertad de expresión, el derecho a la información de la sociedad y un golpe contra la democracia.

El caso de Daniiel Coronell lo que confirma es que las amenazas contra la libertad de prensa - no solo de expresión- para ejercer el periodismo en Colombia ya no solo provienen de los poderosos a quienes afecta la información, sino de los mismos medios de información.

Semana censuró y sacó de la publicación a  Coronell por lo que hace usualmente un reportero: dudar y preguntar. 


Los contenidos que se presentan a continuación han sido traídos a este post mediante una entrada y link que lleva al medio a dónde fue publicado el contenido. Están dispuestos por fecha de publicación, de manera secuencial, a partir de la columna del periodista (mayo 26).  
Este post se actualizará continuamente, pues busco relacionar todos los análisis y opiniones relevantes sobre el tema aparecidos en los medios de comunicación (periódicos y revistas), en medios digitales y en portales de centros de estudio.
Me propongo crear un lugar a dónde se pueda consultar los más relevantes. Así que, sí conoce algún otro análisis documentado y columnas de opinión, le agradezco me lo haga saber en las comentarios para incluirlo.  
Fuentes: La Silla Vacía, El Espectador, La Patria, El Heraldo, El Tiempo, El Colombiano, Vanguardia Liberal, Razón Pública, Las2Orillas, Pulzo.com, Cerosetena, Las2Orillas, Revista Semana.    


Me cuesta mucho trabajo escribir esta columna. He pasado días y noches enfrentando el dilema de si hacerlo o no. Por un lado, tengo enorme gratitud con la revista SEMANA, que durante 14 años ha publicado mis investigaciones y opiniones. Particularmente tengo mucho que agradecerle a Alejandro Santos, que en el año 2005 me invitó a ser parte de este equipo y quien siempre me ha brindado respeto y apoyo en estos años duros en los que mi familia y yo hemos sufrido persecuciones, amenazas y campañas de desprestigio.



¿Qué indujo al cabo aquel a matar a Dimar Torres, el exguerrillero? ¿Por qué han matado a 126 exguerrilleros que habían entregado sus armas? 
¿Por qué abandonó su silla en el avión en que iba a viajar aquella dama que dijo no querer  estar allí con un guerrillero? ¿Por qué se consideran y se premian como operaciones militares exitosas las que culminan con muertos? ¿Y porqué a pesar de ser vergonzosas para nuestro ejército, regresaron las órdenes que hicieron posibles los falsos positivos?
La información se desmintió, sin embargo se echó atrás esa directiva; ¿qué hubiera pasado si el hecho no hubiera sido denunciado por la prensa extranjera?
Son suficientes, quizás excesivas las preguntas que los colombianos nos hacemos por estos días bajo el temor y la vergüenza de que, según esos hechos nuestro ejército prepara y estimula la acción de matar. 
(Continuar en el siguiente link  https://bit.ly/2WqchD1)



Video. Las denuncias de The New York Times sobre el supuesto regreso de los falsos positivos en Colombia revive un viejo debate. ¿A quién le sirve la prensa en el mundo? Grandes investigaciones del periodismo internacional y nacional. 
(Ver video en el siguiente link: https://bit.ly/2HX6qx1)




Un reportero es un periodista que trabaja haciendo reportajes y transmitiendo informaciones desde el lugar donde se producen los hechos. El origen de su oficio se remonta a las últimas décadas del siglo XIX, cuando el invento del telégrafo y la creación de las agencias de noticias permitieron la aparición del periodismos informativo moderno. Su misión principal no es complacer, ni adular, sino informar con la mayor exactitud sobre los hechos que suceden en una ciudad o un país defendiendo el bien común. 
(Continuar en el siguiente link: https://bit.ly/2WbCR3F)


Por Álvaro Duque

El debate surgido a raíz de la publicación de un reportaje del diario estadounidense NYT sobre medidas y documentos al interior de las Fuerzas Militares que podrían estar incitando al asesinato extrajudicial de ciudadanos, dejó una coletilla: la discusión sobre por qué medios nacionales no publicaron esas informaciones siendo que las tenían.
El asunto pone sobre la mesa algo recurrente: el poder de los medios de comunicación deriva más de las informaciones y cuestiones que ocultan que de cuanto publican.
(Continuar en el siguiente link: https://bit.ly/2MbYZpZ)



Más que rasgarse las vestiduras frente al artículo del New York Times que alerta sobre la posibilidad de tener nuevamente ‘falsos positivos’ en Colombia, la pregunta pertinente es que hubiese pasado sin esta advertencia del prestigioso diario. Para entender la gravedad de la respuesta es bueno que se sepa que existe actualmente suficiente documentación sobre lo que ha sido la terrible historia de esta práctica en Colombia. De acuerdo a un informe de la Fiscalía, recogido por varios medios, aunque se dieron hechos aislados desde décadas anteriores, en el siglo XX, “fue solo a partir del año 2002 cuando la judicialización del fenómeno presentó un aumento significativo, al pasar de 14 hechos investigados en 2001 a 92 en 2002. La tendencia ascendente se mantuvo entre 2002 y 2005, año en el que se presentaron 265 casos”.
(Continuar en el siguiente link https://bit.ly/2WfUj6Y)




Bieri, el que censuró a Los Puros criollos, tenía razón. En Colombia hay que hacer periodismo a lo Arizmendi o Gurisatti, arrodillado al poder y al servicio de sus dueños. Coronell pensó que por ser el mejor columnista del país y el más leído podía al menos dudar de su medio, y lo echaron. Pierde el periodismo, pierde la libertad de expresión, pierde el rigor, pierde Semana, pierde la democracia. Con la echada de Coronell perdemos todos. Todos menos Uribe y los medios como actores políticos. 
(Continuar en el siguiente link: https://bit.ly/2W1KO6k)




Para los que llegaron tarde: The New York Times denunció el 18 de mayo que el comandante del Ejército colombiano había impartido una directriz que ordenaba a sus hombres duplicar el número de bajas del enemigo sin preocuparse mucho por la “perfección de los operativos”.
Que se expidan este tipo de ‘directivas’ en cualquier país es gravísimo, pero que se quiera reeditar en Colombia la pesadilla de los falsos positivos es algo que solo puede caber en cerebros muy retorcidos. 
(Continuar en el siguiente link:https://bit.ly/2Wz6f36)



La salida del columnista Daniel Coronell de la revista Semana simplemente es el aterrizaje a una realidad que los comunicadores se niegan a entender. Los medios de comunicación no son de los periodistas, tampoco son intocables y nadie es imprescindible así tenga el nombre y la historia que posea.
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2YYK8AS)




La salida de un columnista en cualquier periódico o revista del mundo, es un hecho que no puede ser celebrado en cuanto que su voz, muchas veces en discordia, es precisamente esa acción que permite fortalecer la diversidad de pensamiento, el fundamento de la democracia.
Una prensa libre no atada a compromisos comerciales o contratos políticos con el Estado, es la que puede informar de manera imparcial, y es la que en últimas gana el favor de la comunidad por dejar con claridad los elementos de juicio que permitan definir un criterio, una opinión. 
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2JQdhdU)



Por los mismos días en que estalló el escándalo por el artículo de The New York Times que denunciaba el regreso de los falsos positivos mediante directrices trazadas por la comandancia del Ejército, y se conocía del bochornoso ocultamiento que hizo Semana de esa misma información, se supo también de una carta que más de 260 intelectuales de Colombia y el mundo le dirigieron al presidente Iván Duque, donde le expresan su preocupación por el “sistemático derramamiento de sangre” y advierten que “desde los lugares de poder gubernamental y los medios de comunicación, se incita a una escalada de odio y violencia que rompe la poca paz alcanzada”. 
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2XlzDHk) 




El 19 de marzo de 2018, la revista Semana publicó un artículo con el siguiente título: Trino de Álvaro Uribe contra Daniel Coronell desata dura controversia (ver). La atención de la revista se centró en el escándalo que produjo un trino que Uribe había publicado y en el que expresaba sus intenciones de desaparecer el noticiero que descubrió que su reelección, en 2006, había sido bastarda y corrupta por cuanto se logró mediante la compra de votos en el Congreso (yidispolítica). El expresidente ordenaba en su mensaje cortarle la cabeza a Noticias Uno: “Daniel Coronel, político y contratista de Santos, tiene pánico y con razón; un Gbno de Iván Duque manejará con transparencia las concesiones de televisión”. Hoy, el sueño de Uribe podría convertirse en realidad puesto que tiene poder sobre el jefe de Estado. 
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2MleGLr) 



Por: Claudia Palacios  29 de mayo 2019 

La conclusión más fácil es que como los Gilinski, que han sido afines al expresidente Uribe, ahora son los dueños mayoritarios de Semana; y como Daniel Coronell, columnista más leído de esa revista, es el mayor contradictor y denunciante de Álvaro Uribe desde el periodismo, a Daniel le fue cancelada su columna en Semana porque los Gilinski lo pidieron, luego de que este cuestionó a la revista por no haber publicado el informe sobre la directriz del Ejército que abriría la puerta a nuevos ‘falsos positivos’ –en un gobierno uribista– a pesar de tener la misma información que sí publicó el NYT. Y, aunque esa conclusión fácil puede ser la verídica, veo pertinente hacer análisis difíciles.
(Continuar en el siguiente link https://bit.ly/2wsTFUD)



El 28 de mayo de 2019 fue un día triste para el periodismo en Colombia. Autodestruyeron a Daniel Coronell. El medio donde publicó durante los últimos 14 años decidió cancelar su columna por cuestionar, por pedir respuestas, por hacer su labor, por ser periodista. 
(Continuar en el siguiente link: https://bit.ly/2QH5qQx)



Hablar de periodismo independiente, investigación y denuncia informativa en Colombia, casi siempre, es hablar de Daniel Coronell.
Esto, que debería ser una condición general para todo reportero y periodista, en Colombia termina siendo algo excepcional.
(Continuar en el siguiente link: https://bit.ly/2wvC0M2








Hoy se escribió un capítulo más sobre la historia del oprobioso periodismo colombiano: a Daniel Coronell le cerraron el espacio que tenía habitualmente en la Revista Semana. Felipe López le comunicó que ya no podía escribir más en su innoble medio. Pero, ¿por qué sucedió esto?
(Continuar en el siguiente link: shorturl.at/kpFOT 



Creo que existe, so pena de equivocarme, una especie de crisis existencial en Colombia. Tan existencial como cuando Sartre mencionaba en su obra El diablo y el buen Dios que “es a través de la violencia que terminaremos por educarnos”. Esta crisis se junta a muchas otras y puede que se esté convirtiendo en el colofón de la extrema politización de la paz a la que nos hemos visto enfrentados en los últimos meses. Aunque no se habla mucho de esta politización, es evidente que si la paz sigue siendo vista como un producto de intereses personales y políticos no va a llegar muy lejos. Una cosa es debatir sobre cómo buscar la paz y otra andar poniéndole trabas al vecino para que no se logre.
 (Continuar en el siguiente link: https://bit.ly/2IaYffr)




La guerra que se ha desatado en las redes sociales a raíz de la última columna de Daniel Coronell en la revista Semana y la posterior decisión de la publicación de cancelarle el espacio que le otorgó hace 14 años, tiene un origen netamente político y cero periodístico. Por la sencilla razón de que Coronell se convirtió en el principal contradictor del expresidente Álvaro Uribe. Con lo cual, los antiuribistas se alinderaron en torno al columnista y los uribistas se alinearon con la revista.
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2Z6JilJ)





Es difícil imaginarse a Colombia sin las plumas valientes que expusieron sus vidas para alumbrar verdades que, de otro modo, hoy seguirían en la oscuridad.  El periodismo es publicar lo que alguien más no quiere que sea publicado. Todo lo demás son relaciones públicas.

(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2MqfiQb)



Desde hace meses, los lectores han cuestionado el timonazo editorial de Semana. Atrás quedaron las portadas sobre las chuzadas del DAS y los falsos positivos, ahora éstas muestran al presidente Duque sorteando, como el capitán Ahab, las turbulentas aguas del país. Sin embargo, para muchos, la independencia aún se mantenía a través de sus columnistas, pues, más allá de las portadas gobiernistas, la fuerza de Coronell, Caballero, Duzán y Samper ejercía un contrapeso al interior de la publicación. Pero esta pluralidad interna al parecer no era un gesto democrático, sino una contradicción parecida a la esquizofrenia.
(Continuar en el siguiente link https://bit.ly/2IcK2Pi)  




Por: Ricardo Silva Romero  30 de mayo 2019  

Suena a noticia falsa: ‘Semana le quita la columna a Daniel Coronell’. Quizás la palabra sea ‘inverosímil’ porque parece un chiste fallido e infame: que el columnista más leído del país insistiera en preguntarle a su revista querida, como dándole una mano en la vorágine, por qué no publicó en sus páginas valientes aquella historia sobre el posible regreso de los ‘falsos positivos’ no era un desafío de semidiós, sino una oportunidad para reivindicar el periodismo asediado en tiempos de posverdades, para probarles a los lectores que las salas de redacción no son –me consta– gobernadas desde un cuarto a media luz, para respaldar una vez más a un periodista irrepetible al que no habían podido callar mil enemigos, para ahondar, ahora sí, en la trama macabra de las “órdenes de letalidad”. 
(Continuar en el siguiente link https://bit.ly/2EHi7pt)


Semana lleva casi quince días sin explicar por qué engavetó una investigación sobre el germen de los 'falsos positivos'. Mientras tanto, Felipe López sacó a Daniel Coronell por criticar a la revista. Para rematar: la preocupación de importantes analistas. 
(Continuar en el siguiente link: https://bit.ly/2WHOjDo)



(Puede ver el video aquí o en el link: https://bit.ly/2Kq1mmK)




El caso de Daniel Coronell es un símbolo de la radicalización del país que desde siempre ha sido controlado por élites locales que han abusado de su acceso al poder. Callar, es el camino más fácil es la regla en muchos medios de comunicación que alinean su trabajo al gobernante de turno, en muchos casos la factura del medio depende de los planes de medios que son contratados por las entidades públicas, y por tal razón los periodistas viven de un par de monedas que logran raparle a las entidades que en teoría deben cubrir. 
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/312vMkP)




En mi opinión, el periodismo de Daniel Coronell se puede resumir en tres palabras: “mirar, ver, reparar”, como José Saramago recomendó alguna vez. Mirar los contrasentidos de la vida colombiana. Ver los exabruptos, abusos y estropicios de los políticos en el poder y/o en la oposición. Reparar —en el sentido de notar o advertir— en los chanchullos, las componendas y los subterfugios de ricachones, burócratas y gobernantes. Tres palabras que él manejó hasta la excelencia en sus columnas de la desagradecida revista Semana.
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2WgIDkt)



Por: María A. García de la Torre 31 de mayo 2019  
La semana pasada será recordada con congoja. Ya no tendremos este domingo la columna semanal de Daniel Coronell publicada en la revista Semana. Su ausencia dejará un vacío tan grande como el que quedó tras el retiro voluntario de ‘Contraescape’, la columna de Enrique Santos Calderón y de ‘Cambalache’, de Daniel Samper Pizano en las páginas de El Tiempo.
(Continuar en el siguiente link: https://bit.ly/2MpD3b0) 


Una empresa tiene la potestad de prescindir de cualquiera de sus empleados, sobre todo de quienes se atreven a cuestionar sus políticas corporativas, sus métodos o las decisiones que toman los directivos para proteger sus intereses. A pesar de que esa premisa suene lógica –y hasta sana y deseable– en el caso de una constructora, una panadería, un banco o una aseguradora, cuando se trata de un medio de comunicación el asunto es a otro precio. 
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2QC8j53)



La revista Semana necesita más a Coronell que lo que él a ella, porque las dinámicas de producción y de divulgación periodística no son las mismas de 1977, cuando Hernando Santos echó a Klim de El Tiempo por criticar a López (Alfonso, no Felipe). Hoy, a diferencia de Lucas Caballero, el columnista silenciado no requiere más que un blog, un portal Web o su Twitter para, soportándose aún en los principios que le llevaron al lugar de prestigio en que se encuentra, esquivar las arbitrariedades editoriales o empresariales de una revista que, como Semana, fichó a Vicky Dávila y pateó al columnista más leído de Colombia, poniendo en riesgo financiero un producto que perdió en pocos días una cantidad significativa de suscriptores y seguidores, cambiando un Ferrari por un Simca.
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2Wf0uIy)


Ahora que se ha hecho público el desenlace de la permanencia de Daniel Coronell como columnista de la revista Semana es cuando podemos empezar a hacer un balance de perdedores y ganadores en este difícil asunto. En primer lugar gana el periodismo independiente, ese que corre riesgos y asume las consecuencias de los actos con gallardía. Hay que ver y oír a Coronell hablando del suceso para comprender y aprender sobre la importancia de asumir cada embate con dignidad; y es que aún con el arma humeante en la escena y la calentura que produce un hecho de esta naturaleza, al columnista más leído del país no se le ha conocido una salida desafortunada, o un comentario grosero o tendencioso que le acabe de echar leña al fuego. 
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2QFu5Fe)











VIDEO. La pelada de cobre de la semana. La pregunta que queda después de la salida de Coronell de Semana es ¿cómo se ubican los periodistas ¿Arrodillados o autónomos?  A Alejandro Santos: si tiene dignidad, “renuncie”. A María Jimena Duzán y Antonio Caballero, periodistas realmente independientes, que se unan con Coronell para abrir una nueva publicación más autónoma: Fin de Semana. 
(Ver video en el siguiente link: https://bit.ly/2HQDLK3)



Lo decían las abuelas. Lo repetían las madres hasta el cansancio y lo escuchábamos en el sirirí interminable de las vecinas: “el remedio salió peor que la enfermedad”. Debe ser –digo yo acá desde la cocina—que por los tranquilos pasillos de la Revista Semana nadie recordó el refrán de los mayores. Y es que intentar darle sepultura al cuestionamiento al medio sobre el por qué engavetó una investigación de profundo interés para la comunidad despidiendo al columnista que, precisamente lo cuestionó en una de sus mismas páginas, no fue de modo alguno un acto de inteligencia.
(Continuar leyendo en el siguiente link:  shorturl.at/dpZ25)



No solo no explicaron las razones de su sospechoso y prolongado silencio ante un escándalo que sigue implicando vidas de civiles bajo las nuevas directrices de un gobierno desbordado y delirante. Ahora expulsan al columnista que cuestionó esa sospechosa postura, y ponen una clara y dura advertencia a los periodistas del medio si deciden escribir contra las decisiones internas y los nuevos lineamientos de la empresa.
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2HNDbwt)


Según la creencia popular, todos podemos fungir como técnicos de la selección Colombia de fútbol o como presidentes de la República. He escuchado a irrefutables expertos pontificar sobre qué debió haber hecho Belisario Betancur durante la toma del Palacio de Justicia o cómo José Néstor Pékerman podría haber logrado que Colombia le ganara a Inglaterra “sin necesidad de penaltis” en el Mundial 2018. Ni dudan ni se sonrojan. 
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2MBZbPJ)


El espectáculo nacional de estos días se puede sintetizar en pocas palabras: acomodarse al nuevo poder. Es lo que hizo la revista Semana, cuya extraña jugada de sacar a Coronell parece formar parte de un juego que ocurre en otro tablero, no exclusivamente en el de la prensa, pues desde el universo periodístico, con el escándalo de The New York Times encima, equivale a pegarse un tiro en un oído. ¿A cambio de qué? Los dueños de esa publicación son buenos ajedrecistas y es obvio que hay algo más entre bambalinas; por eso la idea de “acomodarse” me parece justa.
(Continuar en el siguiente link: https://bit.ly/311ckEQ) 
   

La última columna de Daniel Coronell, la del lío, es una pieza antológica porque: es columna, no reportaje; fue escrita con tacto, carácter y dolor de país; el asunto es de vida o muerte, literalmente hablando; afecta la caja de Semana y cuestiona los métodos de los bárbaros; puede conjurar la reedición de los falsos positivos; nos enrostra que fue un diario extranjero el que nos salvó de nuestro propio Ejército. 
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/312bQOY)




(...) "En un sentido amplio, entonces, la valoración de la libertad de expresión existente en un país puede medirse según si el Estado permite o no el acceso libre a la Red, y si controla o no la publicación de opiniones en páginas personales o colectivas. Y sin embargo, incluso en el caso de Daniel Coronell, y en este momento de tránsito entre lo impreso y lo digital, uno tiene la impresión de que cerrarle un espacio de opinión en una publicación con millones de lectores es privarlo también de un espacio de libertad. La página web de un portal con prestigio (verbigracia la de una revista como Semana o un diario como The New York Times) funciona todavía como un gran megáfono que hace que la voz de sus colaboradores llegue a más lectores. Naturalmente no sería lo mismo que la investigación de Nick Casey sobre las circulares del Ejército colombiano hubiera sido publicada en su página web personal y no en uno de los periódicos más respetados del mundo".
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2ELcwOX) 



No acertó la revista Semana al decretar unilateralmente el arbitrario retiro de Daniel Coronell de sus páginas editoriales, pretendiendo resolver las inquietudes legítimas que planteó el reputado columnista sobre el episodio de la información que, a sabiendas, no divulgaron sobre el probable regreso de los “falsos positivos”. Fue una respuesta soberbia y descomedida con los miles de lectores que nos sentimos ultrajados por privarnos del placer de seguir los agudos artículos de Coronell.
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2JTL8m4)



"El despido de Daniel Coronell de la revista Semana a través de una llamada de Felipe López no sólo es un rudo golpe a la libertad de expresión, sino una muestra de hasta qué punto pueden llegar las alianzas de los poderosos cuando se trata de callar verdades incómodas. Muchos aducen que Semana es una empresa privada y que sus dueños pueden prescindir de sus “empleados”, máxime cuando estos ponen en duda los principios éticos de sus patrones. Pero resulta que una revista no es una empresa cualquiera: de su compromiso con la verdad, de su objetividad, dependen su credibilidad y el respeto y fidelidad de sus lectores. Un medio de comunicación serio debería no sólo estar abierto a la diversidad de posturas ideológicas, sino a la disidencia crítica en su interior, siempre y cuando esta se exprese con rigor, altura y decencia. Cualidades que ha tenido siempre Daniel Coronell, y que se manifestaron claramente en el tono de su columna “La explicación pendiente”.
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2wE1VAV)




Una cosa está completamente confirmada y es que, como lo estableció La Silla Vacía, a finales de abril el saliente secretario general de Presidencia, Jorge Mario Eastman, visitó al director de Semana, Alejandro Santos, para hablar de los documentos y testimonios sobre las directrices del comandante en jefe del Ejército que tenían el fin de “doblar los resultados” de operaciones en combate. La historia que después publicó el diario The New York Times.
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2IclF4i



Todo privilegio trae como consecuencia cierta ceguera. Así lo revelaba el grandioso y penitente Oscar Wilde, en uno de sus cuentos más famosos. Un gallardo príncipe ajeno a la realidad de su pueblo, disfrutó feliz y dichoso, de sus años de reinado sin saber de qué trataba la condición originaria del mundo: el sufrimiento. Tuvo que morir y reencarnar en estatua de oro, de ojos de zafiros azules, para que desde su pedestal (quedándose sordo por los cumplidos de los muchos que adoraban su bella presencia) pudiera observar -teniendo a una enamoradiza golondrina como cómplice- que más allá de las murallas de su castillo, las personas sobrevivían adoloridas por el hambre, atragantadas por la pobreza y sumisas ante la violencia del más fuerte. Lloró desconsolado al conocer de la atroz realidad que lo circundaba y se dispuso a perder todo brillo y ornamento, despedazándose, para curar, así fuera por un momento, el dolor que aquejaba a los otros. Su amada golondrina lo destrozó, de a poco, con su pico.
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2IijNqr)



EDITORIAL  | 6/2/2019  
En algunos momentos hay que hacer un alto en el camino para reflexionar. Esta es una de esas semanas.
(También puede leerla en el siguiente link: https://bit.ly/2ELfgw4)



Cuesta aceptarlo: la decisión de Felipe López de retirar la columna de Daniel Coronell es una equivocación que muy seguramente va a afectar la reputación de una revista como SEMANA, reconocida por haber sido el medio que destapó escándalos de la talla de los falsos positivos, las chuzadas del DAS, y que se la jugó por la paz.
El retiro de la columna de Daniel Coronell lo convierte a él en una víctima de la libertad de expresión de manera innecesaria, y a Felipe López, en un censurador, un cargo inmerecido porque desde que fundó SEMANA, López siempre se ha caracterizado por respetar no solo la independencia de los columnistas, sino la de sus directores. Absurdo.

(También puede leerla en el siguiente link: https://bit.ly/2WKWzT6)



En primer lugar, la revista SEMANA cometió un error al demorar la publicación de su investigación sobre las directivas del Ejército sobre conteo de muertos en la guerra hasta cuando el New York Times la chivió: es decir, se le adelantó en publicarla. Una falla periodística, que es la de dejar que otro medio vaya por delante. Y una equivocación política, al tratarse de un asunto tan trascendental: la posible incitación a la repetición del horrendo episodio de los falsos positivos que manchó para siempre al gobierno de Álvaro Uribe.

(También puede leerla en el siguiente link: https://bit.ly/2QHbiZY)



Sé que hoy miles de lectores están tristes; yo también lo estoy. Después de casi 15 años, en esta edición de SEMANA ya no escribe Daniel Coronell. Abrir la revista y no encontrar su columna nos deja muchas dudas y un inmenso vacío. Aunque a veces no estemos de acuerdo, su tenacidad como investigador y su compromiso con la búsqueda de la verdad siempre me han causado admiración, por ser el mejor reportero que he conocido en mi vida.

(También puede leerla en el siguiente link: https://bit.ly/2WI59SH)



Desde febrero de 2009, fecha en que me vinculé como columnista a esta revista, hasta esta semana, he escrito 561 columnas, más de 28 millones de caracteres, con la pretensión, unas veces más lograda que otras, de entregar a los lectores un artículo que asimile la espesa realidad colombiana a través de la sátira o el humor. Esta vez no pude hacerlo de esa manera. La abrupta decisión del dueño de esta empresa editorial de suspender de un tajo la columna del periodista Daniel Coronell, a quien expreso mi solidaridad, me produjo una tristeza reflexiva por culpa de la cual prefiero exponer mis puntos de vista en tonos menos alegres: a lo mejor parecidos a los momentos que atravesamos.

(También puede leerla en el siguiente link: https://bit.ly/2ESD29j)



50 Reflexiones y curiosidades de la salida de Daniel Coronell de la revista Semana. (Sobre todo para los que no están en el juego de los medios comunicación). 

LOS HECHOS
1. Un resumen de lo que pasó, en este video del portal Pulzo:
https://youtu.be/PR32joIuMeY

Entrevista a Daniel Coronell en RCN
https://www.rcnradio.com/colombia/explicaciones-son-insuficientes-daniel-coronell-tras-su-salida-de-revista-semana

Entrevista a Daniel Coronell en W Radio
https://www.wradio.com.co/noticias/actualidad/la-solucion-para-atacar-la-fiebre-no-es-romper-el-termometro-daniel-coronell/20190...

Entrevista a Felipe López en El Tiempo
https://www.eltiempo.com/cultura/gente/felipe-lopez-de-semana-explica-por-que-se-termino-columna-de-daniel-coronell-370094
2. Gloria Ortega Pérez, recopiló acá más de 30 artículos artículos de opinión que han sido publicados sobre el tema.
https://somossentipensantes.blogspot.com/2019/06/a-coronell-lo-echaron-por-cuestionar.html? 
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2ERH9lZ)



Daniel Coronell fue echado de la revista Semana, que así perdió su legitimidad periodística y demostró que ahora milita en los negocios de su dueño Gilinski. Coronell era el periodista que definía en sus columnas la agenda del rigor y ponía a temblar a los cínicos. Era también el que le daba rating a Semana.
Si lo echaron a él, ahora podrán echar a cualquiera que piense con su propia cabeza y no con la chequera del dueño. Fin del periodismo. Bienvenidos a la prensa militante y mascota, prosigue el periodismo arrodillado de Arizmendi, Gurisatti, Vélez y Morales. Inmunidad permanente para Uribe. Higienización de Duque. Victoria para los dueños del país.
Esta es la patética historia de un país que premia el periodismo mascota, militante y arrodillado y castiga el periodismo que molesta, cuestiona, pregunta y exige.
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2Xr3Dl6)



Se ha armado un enredo grande con la salida de Daniel Coronell, gran columnista de esa casa, y del cual usted ha sido el protagonista. La gente conoce la versión de Daniel, pero todavía no la de ‘Semana’...
Para mí, este lamentable episodio comenzó relativamente normal, pero gradualmente se fue saliendo de madre, hasta que explotó.
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2IecAb5)

Nota de la editora. Aunque la entrevista apreció publicada en El Tiempo impreso con fecha del 2 de junio, en el sitio digital del medio aparece con fecha del 3 de junio). 












(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2ZcQoVR)



(...) "En este caso, el asunto es aún más grave no sólo porque despedir a quien cuestiona la línea editorial de un medio con credenciales de equilibrio informativo puede ser interpretado por el resto de los periodistas como una censura y a su vez generar autocensura, sino por el calibre de la  noticia que no se expuso y por los efectos en el nivel informativo. Se trata nada más y nada menos que del cuestionamiento a la política del ejército para doblar sus resultados.  Lo que The New York Times ha llamado “las órdenes de letalidad del ejército colombiano” es una evidencia de que la fuerza pública no ha logrado dimensionar los graves daños en muertes civiles que ocasionaron políticas anteriores. En un país que atraviesa el posconflicto y trata de implementar los acuerdos de paz, una tal política choca frontalmente con el objetivo que deben tener todas las instituciones, y en particular la fuerza pública, de proteger los derechos humanos y ofrecer garantías de no repetición".
(Continuar leyendo en el siguiente link: https://bit.ly/2ZdOmET)


Felipe López insiste en que 'Semana' no engavetó la noticia sino que tenían que
hacer otras verificaciones, ¿por qué no les cree? y ¿qué es lo que, según usted, 'Semana' tiene aún pendiente por explicar?
Hasta el día que hablé con Felipe no había ninguna explicación. Es más, él me dijo que 'Semana' no tenía por qué explicar nada.
Finalmente, la explicación llegó este domingo, en forma de editorial y luego de mi despido que califica como “salida”. Allí, 'Semana' reconoce que sí cometieron errores. Entre otros, el de no publicar cuando ya tenían información suficiente.
En este caso, publicar con el rigor necesario y en el momento oportuno podía salvar vidas. Desde febrero hay varios episodios que están en investigación. El asesinato de Dimar Torres es uno de ellos. 'Semana' informa hoy que a Torres lo iban a hacer pasar por un guerrillero del Eln.
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Daniel Coronell es uno de esos dinosaurios. Los medios son como resortes que se estiran en tolerancia y aguante ante publicaciones “inconvenientes”, pero lo que definitivamente no soportan es la autocrítica. SEMANA, al sacar de sus páginas al columnista más leído del país, supongo que tenía previstas las consecuencias reputacionales y económicas que esta decisión traería. Recuerdo que cuando El Tiempo cerró la revista Cambio, justo después de haber publicado la investigación de Agro Ingreso Seguro, miles cancelamos la suscripción al periódico en señal de protesta. Cancelar la suscripción es la manera legítima de protestar que tenemos los espectadores cuando estamos en desacuerdo con las decisiones editoriales de un medio; eso, y los reclamos desde las trincheras digitales, que ocasionan desplome en el número de seguidores y alebrestan a las hordas de indignados.
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Sorprendió porque expulsar un columnista estrella, comprometido con la verdad e investigador serio, va en contra del sentido de respeto a la opinión de quien interroga y difiere en su casa. Más sorpresivo aún fue el hecho de que esa decisión la tomara el dueño de la revista. Y sorprende porque SEMANA como empresa ha establecido una relación casi de familia con los lectores y esta decisión hizo que muchos sintiéramos el hecho como una agresión.
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Por Javier Darío Restrepo @jadarestrepo
Cuando Nicolás Casey, corresponsal de The New York Times, concluyó su investigación, tenía sobre su mesa de trabajo testimonios de oficiales y documentos que le deban la certeza de que no era una información cualquiera la que estaba a punto de enviar a su periódico, y que produciría reacciones de rechazo en el gobierno, en las fuerzas armadas y en los políticos cercanos al presidente Iván Duque. Por eso cuando el sábado 18 de mayo apareció bajo el titular “Las órdenes de matar del ejército ponen en riesgo a los civiles, según oficiales”, supo que una tempestad estaba a punto  de estallar sobre su cabeza.
Y no se equivocó: su fotografía apareció enseguida en las redes sociales junto con la indignada reacción de una congresista: “este es el periodista que estuvo de gira con las Farc….¿cuánto le habrán pagado por el reportaje contra el ejército de Colombia?” “Es un artículo lleno de inconsistencias” dijo el ministro de defensa antes de anunciar que había pedido a la fiscalía una investigación.
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Como él mismo ha asegurado después, pudo haber mirado para otro lado. Pudo haber priorizado el altavoz que cada semana le brinda ese medio. Pero no lo hizo. Decidió pedir explicaciones. Y eso ha tenido consecuencias. De nuevo, gana la dirección de 'Semana' pero pierde Colombia. A diferencia de lo que ocurrió hace unos años, en el siglo XXI gracias a las redes la voz pausada de Coronell se seguirá escuchando seguro en otro medio o en un espacio propio. No andamos sobrados de voces pausadas y valientes dispuestas a plantar cara al poder una y otra vez. Cueste lo que cueste.
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Tomado del muro de su FB 
"Con la echada de Coronell perdemos todos. Todos menos Uribe y los medios como actores políticos. Pierde el periodismo, pierde la libertad de expresión, pierde el rigor, pierde Semana, pierde la democracia".