Los ‘pelaos’ del seleccionado perdieron por un gol ante un equipo cuya mayor fortaleza hoy radica en su fama y no en su juego: Brasil. Aunque no se lucieron como en los cuatro partidos anteriores, dejaron todo su aliento en el campo.
Lo que vimos en Fortaleza fue justamente eso: fuerza, valor y lucha hasta el último segundo en el verde campo del Castelao. El juez central del partido ya sabemos que camiseta llevaba puesta: la de la política, no la del deporte. Ni siquiera la del onceno anfitrión.
Es entendible que muchos tengan tristeza, incluso piedra por que el equipo no pudo seguir avanzando en el torneo. Esas emociones hay que desterrarlas pronto para ocuparnos de lo que sigue. Recoger, cuidar y acrecentar lo aprendido y con gratitud inmensa continuar el camino. No nos hicieron (en pasado) felices: ¡SOMOS y estamos felices!