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domingo, 5 de marzo de 2017

Somos polvo de estrellas


...“Este mundo no es para quedarse
pero es que no hay otro mejor
para mudarse”...

Este sonado estribillo de El Negrito del Gran Combo de Puerto Rico relata, cabalmente, que no existe la más mínima posibilidad de que ocurra ni en el mediano ni en el larguísimo plazo, un éxodo terrícola hacia los “nuevos” siete mundos alienígenas presentados al mundo el pasado 22 de febrero.

La sorpresiva conferencia de prensa en la que la NASA (Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio EEUU) hizo el anuncio, pero además se atribuyó el descubrimiento del trabajo científico que durante años realizaron numerosos astrónomos del mundo y los lentes telescópicos en Bélgica, Chile, Sudáfrica, Marruecos, isla de La Palma (Canarias) y EEUU entre otros, es apenas uno de los muchísimos asombros que veremos en los próximos años.

La noticia ocupó durante días las primeras planas de los medios y una gran visibilidad en las redes sociales, suscitando una gran emoción entre quienes creemos que no estamos solos en el universo, así este nuevo sistema solar este ubicado un tris lejos para mudarnos: a la vuelta de la esquina de 12 parsecs (39 años ligeros) años luz de la Tierra.

El descubrimiento de estos seis mundos extraterrestres del tamaño de la Tierra que giran alrededor de la estrella TRAPPIST-1, realmente no son ninguna novedad. Su existencia es más corriente y más abundante de lo que se cree según informa la Revista Científica NATURE que ya había revelado parte de este descubrimiento en el 2016.

Quizás por esto ronda un cierto escepticismo entre algunos científicos como el que manifiesta el profesor José Gregorio Portilla, doctor en Física e investigador de Astronomía extragaláctica, director del Observatorio Astronómico Nacional de Colombia.


Si un año luz (distancia que la luz recorre en un año utilizada como patrón para distancias interestelares) son 3.7842921890327E+14 (ni idea como se lee esta cifra), que equivaldría a 9,5 billones de kilómetros aprox., pasarán muchos, muchos, muchísimos años antes de que sea posible llegar a alguno de los siete magníficos que están a casi 40 años luz de distancia.

Las expectativas sobre los siete exoplanetas  ̶ que aún no tienen nombre oficial ̶  son todas. Pero, ni por la tecnología ni por el tiempo se podrá llegar nunca a la estrella TRAPPIST-1, según Yilen Gómez Mateo, astrónoma e investigadora mexicana del Instituto de Astronomía (IA) de la Universidad Nacional Autónoma de México.

La Tierra y los nuevos mundos alienígenas habitan el mismo sistema solar y la misma galaxia, la Vía Láctea.

Aunque tanto TRAPPIST-1 como los seis planetas tengan un tamaño similar a la Tierra y sean rocosos como Marte, Venus, Mercurio y la misma Tierra, esto no significa que haya agua o vida como la conocemos.

(TRAPPIST-1 se llama así por el acrónimo del telescopio robótico ubicado en Chile Telescopio Pequeño para Planetas en Tránsito y Planetesimales).

Para la comprensión humana tipo Santo Tomas de Aquino – ver para creer – el mundo ha conocido la noticia de voz de cinco astrónomos y a través de algunas ilustraciones artísticas que muestran a los planetas del tamaño de la Tierra.

César Catú (@CCantuQ), fotógrafo y miembro del Observatorio Amateur  Milenio de Monterrey (México) considera que estas 'ilustraciones artísticas, así como las fotografías, no son científicas sino objetos celestes en una dimensión visual'. 


Los desarrollos tecnológicos y el siempre constante interés por saber si estamos o no solos en el universo, sigue siendo el propulsor a chorro para los científicos y astrónomos, pero también, para los filósofos y poetas en el mundo.  

“A no ser que detectemos un mensaje procedente de una inteligencia fuera de nuestro sistema solar, nunca estaremos 100% seguros”, señala el astrónomo Michaël Gillon de  University of Liège in Belgium, uno de los encargados de dar a conocer el hallazgo.

Sin embargo, el repentino anuncio de la NASA sobre la existencia de los “siete magníficos” ha despertado suspicacias globalmente. 

Algunos piensan que se trató de una estrategia para concertar la atención del Congreso Norteamericano frente al anuncio de Donald Trump de recortar su presupuesto.

Mientras el presidente Barack Obama fortaleció en casi un 50% el presupuesto anual de la NASA para investigaciones del Cambio Climático, Trump, que no cree en la existencia de este problema global pondrá 2 mil millones de dólares, pero solo para que la NASA siga viendo hacia las estrellas pero sin conexión con la tierra.

Después de ser elegido presidente, su consejero en materia de ciencias espaciales  Robert Walker dijo al diario The Telegraph, según publicó El Espectador en noviembre pasado, que “la Nasa ha sido reducida a una agencia logística concentrada en reabastecer sus estaciones especiales y en un monitoreo políticamente correcto del espacio”.  

No es descabellado pensar, aunque esta en todo su derecho, que lo que hizo la NASA ante la posibilidad de reducción de su presupuesto, fue dar simplemente un paso adelante convocando un evento que le permitiera autopromocionarse para asegurar recursos.

Como dijo el siempre memorable divulgador científico,  ̶ amén de astrónomo, astrofísico, cosmólogo y escritor estadounidense Carl Sagan ̶ , las afirmaciones extraordinarias requieren siempre de evidencia extraordinaria.

“A veces creo que hay vida en otros planetas y a veces creo que no. En cualquiera de los dos casos la conclusión es asombrosa (…) Hemos averiguado que vivimos en un insignificante planeta de una triste estrella perdida en una galaxia metida en una esquina olvidada de un universo en el que hay muchas más galaxias que personas. Somos polvo de estrellas”.


Imagen superior ilustración TRAPPIST-1.