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lunes, 9 de diciembre de 2019

Qué la diferencia no sea una razón para extinguirnos, declara Francia Márquez

Francia Helena Márquez Mina, activista y defensora de los DDHH, fue galardonada con el Premio Joan Alsina de Derechos Humanos que concede la Fundación Casa Amèrica Catalunya. Esta distinción le fue entregada, en su XVIII edición, el 9 de diciembre en un acto en la sede de Casa Amèrica Catalunya, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de los Derechos Humanos. La Fundación Amèrica Catalunya reconoce a Márquez su labor  en defensa del medio ambiente y de los derechos de la comunidad afrocolombiana y destacar su contribución a la paz en Colombia.


Núria Marín, presidenta de la Diputación de Barcelona, entregó el Premio Joan Alsina a la activista medioambiental y defensora de los derechos humanos Francia Márquez en el acto presidido por la Directora General de la Fundación Marta Nin i Camps con la asistencia de diversas personalidades, colombianos y amigos de la Casa América.

"Antes de venir acá estaba pensando en qué decir. En si escribía un texto para compartirlo con ustedes y tome la decisión que esta noche, quien hablara a través de mí, fueran mis ancestros, mis ancestras, los líderes sociales que han asesinado en nuestro país, la gente que sigue muriendo en el mundo. Que sean sus espíritus quienes hoy se expresen ante ustedes.

Quiero iniciar agradeciendo a la Casa América Cataluña por este Premio, por este reconocimiento. Un premio de derechos humanos en honor a un líder, Joan Alsina, quien de alguna manera también ejerció el liderazgo por cuidar la vida, por cuidar el territorio y que fue asesinado en Chile.

Hoy el mundo y la vida en mi planeta se están agotando. Mucha gente está muriendo, no solo porque nos asesinan, sino también porque nos dejan morir.

Levantar nuestra voz es una necesidad. Levantar la voz colectivamente.

Este premio no es un premio entregado a Francia Márquez, es un premio en honor y en homenaje a toda la gente que sigue luchando en Colombia.

El pueblo afrocolombiano, el pueblo indígena, el pueblo campesino, a los jóvenes estudiantes, a las mujeres que usamos nuestro amor maternal, que usamos nuestro instinto del cuidado para seguir defendiendo la vida, para seguir demandando garantías para la paz.

Este es un reconocimiento a los niños y niñas que también hoy levantan la voz. A los que están demandando de nosotros, los adultos, cuidar su futuro, cuidar la casa grande, cuidar el planeta tierra que se está extinguiendo.

Esos jóvenes, que con rebeldía, están diciendo: ¡basta ya! No queremos seguir viviendo una política de muerte.

Este es un homenaje a esos jóvenes que hoy están diciendo, con fuerza, que los políticos, que los gobiernos, se han metiendo con la generación equivocada. Porque esta generación que se está levantando, que está despertando, no se va seguir dejando pisotear su humanidad.

Este es un premio a esa gente que está levantando la voz en Colombia, a los artistas que están acompañando, con el lenguaje del amor, la música, al paro nacional.

Estar aquí en España para mí no es fácil. Y no es fácil porque venir aquí también recuerda la historia de lo que fue la esclavitud para nuestro pueblo, en la cual, España, fue responsable de las consecuencias de la esclavitud que hoy seguimos padeciendo en el mundo.

Yo viaje a Senegal hace unos meses atrás y pude visitar la Isla de Gorée, uno de los puertos de donde enviaban a la gente que fue desarraigada de África.

Estando ahí me pregunté: qué clase de seres humanos pudieron hacer esto; qué clase de seres humanos pudieron arrancarnos de nuestras familias; qué clase de seres humanos pudieron deshumanizarnos de esa manera tan cruel como lo están haciendo.

Seis millones de seres humanos murieron ahogados en el mar. Pero esa barbarie no ha parado. Hoy la gente sigue muriendo. Hoy África sigue muriendo. En las narices de ustedes. En la puerta de su casa. Tenemos que parar esa muerte ya. No es justo que, después de haber sufrido la esclavitud, la barbarie de lo que fue la esclavitud, nuestro pueblo siga condenado a morir.

La gente que está huyendo de África, cruzando el mediterráneo, no está muriendo porque quieren venir buscando mejores oportunidades acá. Está muriendo porque Europa, EEUU, y todos estos países que dicen ser desarrollados, destruyeron su casa. Porque ya no hay vida en su casa. Por eso están huyendo. Buscando vivir en otro lugar. Buscando evitar que los sigan asesinando en su país.

Entonces esto tiene que parar. No podemos seguir contando muertos que el mar se sigue tragando. Es hora de seguir levantando la voz como seres humanos y de parar la violencia en el mundo, de luchar porque la paz sea en el mundo. De luchar porque no nos matemos como seres humanos. Que la diferencia no sea una razón para extinguirnos. Para asesinarnos. Luchar, para que todos podamos vivir en paz. En paz con nosotros y en paz con la naturaleza. En paz con la casa grande.

Me duele el alma, me duele el corazón de ver tantas injusticias en el mundo. Y por eso sigo levantando la voz. No como individuo, sino como parte de un pueblo racializado, excluido, marginado y violentado.

Un pueblo al que no se le garantiza el acceso a la justicia, un pueblo al que no se les considera seres humanos. Esa es la lucha que seguimos empujando. Esa es la lucha que iniciaron hace 400 años lo ancestros y ancestras, y esa es la lucha que, como afrodescendientes, que como seres humanos ustedes y nosotros debemos seguir empujando.

La lucha es contra el patriarcado que sigue violentando a las mujeres, que sigue asesinando a las mujeres. Que sigue negándonos oportunidades a las mujeres.

La lucha es contra el racismo estructural que envenena nuestros cuerpos, que nos deja morir, que permite que nuestros niños y niñas hoy mueran de hambre.

La lucha es contra la política de la muerte, que sigue privilegiando a unos, que sigue planteando a unos como superiores y a otros simplemente definen que rumbo les toca asumir. Define la vida que queremos vivir y nos desecha como cosa, como basura.

Es frente a eso que seguimos levantado la voz y que la vamos seguir levantando hasta el día que ya no existamos en este planeta, hasta el día que nos vamos.

Soy porque somos. 

¡El pueblo no se rinde carajo!

El territorio es la vida. La vida no se vende, se ama y se defiende.

¡Y que viva el paro nacional en Colombia!

¡Qué viva la lucha de los pueblos en América Latina!

¡Qué viva la lucha del pueblo indígena afrodescendiente y campesino en Ecuador!

¡Qué viva la lucha del pueblo chileno que hoy se levanta en contra de la tiranía!

¡Qué viva la lucha en el mundo!

Muchas gracias".

Francia Márquez
Barcelona, diciembre 9 de 2019