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lunes, 9 de marzo de 2015

Tengo pérdida una bala de Carlos Pizarro

Foto de El Espectador
"La fe es la fuerza de la vida. Si el hombre vive, es porque cree en alguna cosa". 
León Tolstoi.
En homenaje a Antonio Navarro-Wolff

Este carnet nos identificaba y permitía acceder a la “Ciudadela de la paz” o campamento del M-19 en Santo Domingo Cauca, epicentro a principios de los años 90 del que sin duda ha sido un hecho político importante y trascendental en la precaria (aún hoy) vida democrática colombiana.

La guerrilla del M-19 era una de las organizaciones armadas ilegales que existían en Colombia que buscaron hacer la revolución al lado de los pobres y más humildes y derrotar al Estado por la vía de las armas. 

El fin del conflicto armado y transformación de la guerrilla del M-19 en movimiento político legal, pleno de derechos y posibilidades reales de participar en comicios electorales, marcaban un nuevo derrotero para la Nación. 

El M-19 dejó las armas y aceptó el reto de no desistir de sus ideales bajo el naciente movimiento político: la Alianza Democrática M-19 (AD M-19). 

Sin embargo, el adiós a las armas de esta organización guerrillera, también fue el inició de la cadena de asesinatos que terminó con la vida de sus militantes más valiosos ya en la vida legal. 

Un plan sistemático y criminal que ejecutaron "fuerzas oscuras" del país, así como lo habían hecho con los combatientes desmovilizados de las FARC y simpatizantes del movimiento Unión Patriótica el mismo año de su nacimiento en 1984.

Junto con el corresponsal del noticiero en Cali, tuvimos la misión de informar sobre la dejación de las armas del M-19 para el Telenoticiero del Medios Día.

Estuve yendo y viniendo al campamento en el caserío de Santo Domingo. Un lugar que se convirtió para numerosos periodistas en nuestra casa durante semanas

Pernoctábamos en una vivienda hecha de guadua de dos niveles y adecuada para la prensa (creo que es la que se observa en la foto de cabecera).

Comíamos fritos, arepas y café montañero en inéditos asadores proporcionados por habitantes del pequeño territorio cercado por montañas y el gélido río Cauca, nuestra más preciada (y para mí) escurridiza opción de baño. 

“¡Por Colombia, por la paz, dejad las armas!”, fue el llamado que, visiblemente emocionado, proclamó a sus hombres el comandante Carlos Pizarro en la tarde del viernes 9 de marzo de l990 en el Campamento de Santo Domingo, Cauca.

Después de envolver en una pequeña bandera de Colombia su pistola de 9 mm, uno a uno fueron pasando los combatientes para depositar sus armas y municiones en una mesa que se había dispuesto para ello. Armamento que después se fundió para convertirse, según dicen, en campanas de iglesias.

En la víspera de este suceso, el “comandante papito” Carlos Pizarro, me había dado en recuerdo un proyectil de su fusil. Bala que hoy tengo perdida en mi piso.  

La historia  

En 1979 supe de la existencia del M-19. El profesor de Constitucional I me "castigó" nombrándome monitora de su clase, por no asistir a la misma en la Facultad de Comunicación y Periodismo en la Universidad Externado de Colombia. 

La "reprimenda" supuso, además de asuntos de la clase que no recuerdo, asistirlo en distintas actividades de su trabajo como abogado, algo que consiguió, hasta hoy y de manera inquebrantable, establecer mi primera y única conexión y polo a tierra con el país y con la vida.

El profesor tenía fama entre los estudiantes de derecho de ser un buen constitucionalista y un teso penalista y abogado. Solo que sus defendidos eran, ni más ni menos, campesinos, profesores, estudiantes y por supuesto, guerrilleros. Presos políticos, una noción desconocida para mi.

Detenidos que eran o habían sido acusados gratuitamente de ser combatientes urbanos del ADO (Movimiento de Autodefensa Obrera), del EPL (Ejército Popular de Liberación), de las FARC... y muy especialmente por su número, del Movimiento 19 de Abril M-19.

Por su actividad como abogado defensor de mujeres y hombres militantes del M-19 perseguidos, detenidos ilegalmente y torturados, acompañé al profesor y al abogado a las cárceles del Buen Pastor y La Picota. 

Estuve en Consejos Verbales de Guerra en las Brigadas de Institutos Militares (BIM) en Usaquén como fotógrafa de casos de campesinos torturados, y en particular, al que se adelantó contra cerca de 200 militantes del M-19.

Un "Tribunal de Justicia" que adelantaron los militares entre 1979-1982 en la Capilla de la Penitenciaría Central de Colombia “La Picota” contra esta guerrilla por asonada, sedición y otros delitos subversivos*. 

Con timidez, supina ignorancia, pero gigantesco asombro, me asomaba a lo que desde entonces sería mi vida profesional: la cobertura informativa de la guerra y de la paz bajo la luz de la defensa de los derechos humanos. Algo que fui descubriendo y aprendiendo a la sombra y de la mano de mi profesor en derechos Eduardo Umaña Mendoza.

Después vendrían otros sucesos de la guerra con esta guerrilla a los que me aproximé ya como periodista como el de la "Operación Antonio Nariño por los Derechos del Hombre", conocida como la “Toma del Palacio de Justicia” y que hasta nuestros días se ha convertido en un fantasma irresoluto en nuestra historia. 

El 9 de marzo de 1990

"Ha llegado el tiempo de convertirnos todos en verdaderos conductores de esta nación, le dijo Carlos Pizarro a sus hombres una vez entregaron las armas.


Quizás es más difícil, para los que estamos aquí, que hemos vivido durante muchísimos años en la guerrilla, hacer este acto simbólico y real de dejación de armas, que cualquiera de los combates que hemos tenido en el pasado. 

Pero creo que todos sabemos que ante nosotros, se abre la gran apuesta. Una apuesta en la que nos vamos a jugar la vida, donde nos vamos a jugar nuestros sueños, donde nos vamos a jugar saltando al vacío y a cara y sello la suerte de Colombia. 

Se que la soledad que hoy se siente en los corazones, la iremos desalojando poco a poco, en la medida en que sintamos la calidez de la gente que nos espera afuera. 

La calidez de un pueblo que nos está expresando multitudinariamente su afecto. Iremos comprendiendo, en el fenómeno político, que hoy es el M-19 en Colombia, la certeza de este paso (...)"



"El M-19, en manos de su comandante general, hace dejación pública de la última arma en manos del movimiento 19 de Abril por la paz y la dignidad de Colombia", dijo Pizarro hace 25 años, el 9 de marzo de 1990, y le dijo Sí a la paz, Palabra que sí… 

A partir de ese momento hasta hoy, han asumido los riesgos de la paz, pese a que sus mejores hombres fueron acribillados meses después hasta que despareció el Movimiento AD-M19. 

Los que sobrevivieron a la aún existente exclusión y discriminación, son relevantes hombres y mujeres al servicio del bien común, de lo público y la sociedad, guiados por de una indeclinable decisión de tramitar los conflictos a punta de babas y no de balas. 

Mismo propósito y fin del actual proceso de Conversaciones del Gobierno con las FARC para el fin del conflicto armado y casi 60 años de violencia política. 

*(Ver: "Los primeros pasos de los derechos humanos en Colombia: la adaptación estratégica del gobierno de Julio César Turbay". Sebastián Bitar Giraldo).

miércoles, 5 de septiembre de 2012

¿Está preparado el periodismo para diálogo Gobierno-Farc?

El pasado 4 de septiembre el presidente Juan Manuel Santos le anunció al país que habían terminado las reuniones exploratorias en el exterior para terminar el conflicto armado con la guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Farc-EP.

Santos indicó que estos avances los hacía a partir de tres principios: "aprender de los errores y aciertos del pasado para no crear falsas expectativas, lograr el fin del conflicto no su prolongación, y no ceder ni un solo milímetro del territorio nacional". 

Las reuniones exploratorias con las Farc, explicó el presidente, habían terminado con la firma del "Acuerdo General para la terminación del conflicto".

Este Acuerdo es el procedimiento u hoja de ruta para llegar a un "Acuerdo Final que termine de una vez por todas con esta violencia entre hijos de una misma nación", conflicto armado que Santo había reconocido que existe en mayo de 2011. 

Han sido casi dos años de avances que se ha sucedió en medio del secretismo y la reserva absoluta, todo lo cuál ha hecho que el poco periodismo interesado en el tema enfrente dificultades de acceder a fuentes e información veraz y completa.  

¿Qué debe hacer el periodismo? ¿Cómo debe ser su trabajo sobre este nuevo y urgente intento por terminar casi cincuenta años de muerte, destrucción del tejido y geografía humana de una nación como Colombia?

Estás son algunas opiniones de periodistas y juristas. 

Hay que ser mejor periodista que hace 20 años: Miguel Ángel Bastnier

Sentipensantes: ¿Qué papel debe cumplir el periodismo en el diálogo Gobierno Farc para poner fin al conflicto armado? 

Absolutamente ninguno. Debe cumplir el mismo papel que ha tenido siempre: explicar por qué pasan las cosas que pasan.

¿Qué eso es bueno para la ciudadanía porque lógicamente eso cree la ciudadanía mejor? Me parece bien. ¿Qué eso contribuirá -a la larga- a que la paz va a ser más rica y más completa? También parece razonable. 

El periodismo no está ni para la paz ni para la guerra, sino para tratar que el público tenga la mejor representación posible, más rica y más completa de la realidad. ¿Eso es bueno? Opino que sí. Pero si fuera malo, opino que habría que hacerlo por igual.

Sentipensantes: ¿Lo periodistas tendrían que prepararse para hacer una cobertura más eficiente?

Todos los periodistas tienen que prepararse para hacer mejor lo que hacen: la guerra, la paz, el amor... lo que sea. Todo.

Evidentemente, en este mundo con una asechanza absolutamente mortal contra la prensa, hay que ser mejor periodista que hace 20 años. 

Hacen falta muchos mejores periodistas hoy que hace 25 años. Hay que tener buenos periodistas, que conozcan la historia de las Farc, que hayan leído el libro de [Carlos] Pizarro León Gómez, que hablen con todo el mundo, con cualquier fuente que puedan iluminar algún aspecto.  

Un periodista no va a entrevistar a alguien sin saber quién es. Hay que hacer cosas que no siempre hacemos. Hay algunos periodistas muy buenos en Colombia. 

Todo el mundo que haga cobertura de información nacional tendría que estar preparado para ese tema. 

El periodismo es investigación. La agenda propia es la investigación. No soy partidario de crear cuerpos o equipos específicos porque eso desmoviliza al resto de la redacción. El medio debe saber a quien contrata.

Sentipensantes: Desde que se filtró la existencia de un diálogo Gobierno-Farc los medios no han hecho otra cosa que buscar romper ese hermetismo. ¿Qué piensa? 

Es difícil contestar. Cada sociedad tendrá sus exigencias. Qué lo hagan lo entiendo perfectamente, qué el resultado sea satisfactorio o no es otra historia.

"Piensa en algo que no he dicho y que no digo nunca. Hace unos años estuvo de moda en Europa el pensamiento pobre. El periodismo es el pensamiento pobre. Es todo aproximado, es todo una tentativa, es todo  acercarse a algo.  Nunca llegas a ninguna parte. Nunca hay ninguna metáfora que llegue. Nunca hay nada seguro. Nunca hay nada cerrado completamente".    

El periodismo es un viaje, es un camino… es multiviaje. El periodismo es el recorrido porque no llegas a ninguna parte.

Foto de Bastenier by Bunkerglo a la salida de la Universidad del Rosario, Bogotá. Septiembre 2012.


El periodismo debe saber que están dos adversarios enfrentados negociando: Arturo Guerrero  

Sentipensantes:  Desde el punto de vista del contenido informativo, ¿qué hizo mal el periodismo en El Caguán?

Un análisis del contenido del trabajo periodístico en El Caguán estableció que, desde el comienzo mismo del anuncio del acuerdo de despeje entre el gobierno y la guerrilla, la prensa torpedeó el proceso no desde los editoriales ni de manera explícita, sino desde la información misma. 

Entre líneas, de forma subliminal, creó una atmósfera de duda sobre el despeje. Que los guerrilleros iban a engañar, que la gente y los ganaderos iban a ser atropellados porque les iban a robar todo el ganado de la zona. Es decir, hubo un proceso sistemático de siembra de dudas y de desprestigio del mecanismo que había sido acordado conjuntamente por las partes. 

En segundo lugar, de la misma forma empezó un trabajo sinuoso de advertencia a la ciudadanía de que no se podía confiar en las negociaciones de la guerrilla, porque los guerrilleros no negocian sino que se aprovechan de cualquier posibilidad para favorecer sus intereses. 

En tercer lugar se atacó la participación de la población, que todo debería ser entre las cúpulas de los negociadores de un lado y del otro para que la gente no se metiera.  En general el trabajo periodístico que se produjo no fue consciente o que los periodistas se propusieran hacerlo. 

Es posible que haya sido resultado de las redacciones o ciertos aleccionamientos de las directivas que hicieron que los redactores comenzaron a hacer este tipo de manejos para redactar, editar y componer los textos.    

Más que un problema de ética, es un problema de cómo se está ejerciendo la profesión, de criterios de calidad. No se le proporcionó a la sociedad una información balanceada, verdadera, sino que se le metió miedo. 

Sentipensantes: ¿Qué tendría que hacer el periodismo en un proceso que se adelantará fuera de Colombia y con cierta restricción al acceso de la información?

Se está haciendo mucho énfasis el famoso miedo a que las cosas se divulguen mucho, a que hay que ser prudentes y mantener todo un poco a la sombra. Eso tiene una parte de sensatez  pero si se exagera y se le pone mucho énfasis a eso nos quedamos solo en eso dejando a la sociedad en un terreno abonado para los rumores, para que esa “la mano negra”, “los enemigos de la paz” –que sí lo saben hacer- siembren toda clase de consejas.

Desde este punto de partida la labor de los periodistas en este nuevo proceso no es la de ser voceros de la paz ni militantes de la paz porque eso no somos los periodistas. 

Lo que debe hacer simplemente es cumplir las reglas básicas de la calidad y la ética periodística: contrastar fuentes, presentar las dos caras de la moneda, rigor frente a los hechos y la no especulación. 

Un trabajo así contribuiría a la “producción de la esperanza” que consiste en no ser abanderados de ninguna causa, ni siquiera la de la paz, sino dejar de hacer lo que se hizo en El Caguán: dejar de sembrar la no esperanza, dejar de torpedear las cosas, dejar de decirle a la gente que no crea, dejar de calificar a la contraparte como malintencionados, etc.  

Solamente con ceñirse a los hechos de lo que vaya pasando, sin el síndrome del enemigo, se ayudaría en la “producción de la esperanza”.

Sentipensantes: ¿Qué debería saber el periodista hoy para tener una aproximación rigurosa, clara y generosa para la comprensión de sus audiencias?

Tendría que saber que están dos adversarios enfrentados negociando. Eso supone que son distintos, que no piensan igual, que tienen una historia de 50 años de hostilidad, de altas hostilidades armadas, violentas y con muerte. Eso hay que aceptarlo y hay que conocerlo. 

También, conocer cuál ha sido la historia del conflicto armado, cuál es su causa, cuál es su conformación, por qué se ha degradado con el narcotráfico, hasta que punto esa degradación supone la desaparición completa de los cometidos políticos de la guerrilla o es apenas en vez de ser el 100% es el 20 o el 30… 

Todo eso tiene que saberlo el periodista para no exigir que el resultado de esa negociación sea según piensa  el gobierno, según piensa la clase dirigente, o los políticos que siempre tienen la vocería de la opinión pública. Eso no es posible que suceda así. 

Habrá que tragarse sapos, habrá que ceder de un lado y del otro, habrá que bajar los dogmatismos del un lado y del otro. Si el periodista no sabe qué clase de dogmatismo maneja las Farc, como es para ellos la famosa dialéctica, el materialismo histórico congelado y acartonado que no los deja actuar sino de una manera rígida. Si no sabe, si no conoce ese pensamiento no va a entender muchas de las reacciones de la guerrilla. 

Y por otro lado debe conocer como ha funcionado la clase dirigente en esta guerra desde los últimos 200 años, desde que se fueron los españoles, desde Simón Bolívar, sus guerras civiles, sus ninguneos de la clase popular… pues no va a entender tampoco muchas de las reacciones que se sucedan.

El periodismo debe ser neutral: Esther Rebollo

Sentipensantes: ¿Qué papel debe cumplir el periodismo en el diálogo Gobierno Farc para poner fin al conflicto armado? 

El papel de los periodistas tanto nacionales como extranjeros debería ser cumplir los principios de la profesión. 

Ser neutrales en un asunto tan sensible como un proceso de paz que busca terminar con un conflicto armado de casi 50 años y que aliviará a la sociedad de una lacra histórica. 

Esa neutralidad puede lograrse dando el mismo espacio a las dos partes negociadoras y no incurrir en juicios de valor. Eso permitiría difundir a los ciudadanos de Colombia y del resto del mundo, una visión del proceso con las inquietudes de todas las partes.

Otro asunto fundamental es que hay que ser serios en los análisis que se presente sobre el proceso de paz. Huir del sensacionalismo y estar bien informados de los acontecimientos, tanto del presente como del pasado, así como usar un lenguaje correcto y no recurrir al que utilizan las fuerzas militares o los insurgentes, que suele estar cargado de retórica y propaganda.

Si las partes negociadoras no son serias, entonces los medios de comunicación tienen la obligación de contarlo para no engañar a la sociedad.

Sentipensantes: ¿Está el periodismo lo suficientemente preparado para hacer la cobertura requerida, en que debería formarse?

Los periodistas colombianos deberían ser los informadores mejor preparados para cubrir este proceso de paz por las experiencias del pasado. Eso debería servir para evitar los errores cometidos en los procesos anteriores. 

Sin embargo, los años de violencia acumulada, la distorsión del conflicto de los últimos años por parte de algunos medios y las experiencias personales, en muchos casos por ser víctimas de la violencia de uno u otro bando, ponen en riesgo coberturas limpias y transparentes

Los periodistas a veces están contaminados, que esto les impide ser neutrales a la hora de tratar la información proporcionada por las partes que van a negociar la paz.

Sentipensantes: ¿Qué aprendizaje tiene el periodismo de España en la cobertura ETA?

El caso de ETA ha ofrecido una gran experiencia a los periodistas españoles que nos debería servir para manejar el proceso de paz colombiano, con distancia pero también con la sensibilidad de conocer un conflicto cercano.

La realidad es que, a lo largo de historia de ETA, también cargada de violencia, la gran mayoría de los medios españoles tomaeon partido contra ETA y eso les impidió ser neutrales en la cobertura del conflicto, y por tanto ofrecer contenidos de paz a los ciudadanos.

Además, la información sobre ETA casi siempre se originó en fuentes oficiales y no en el grupo armado, que se ha presentado ante la sociedad en distintas formas violentas.

Algunas medidas tomadas en España, como la ilegalización de partidos y el cierre de medios de comunicación del entorno de ETA, también han impedido que la sociedad tuviera información de todas las partes.

Si bien estas experiencias deberían ayudar a los periodistas a la hora de cubrir un conflicto o un proceso de paz, la realidad es que un periodista de una nacionalidad distinta, con visión de corresponsal, puede tener una visión más neutral, pero al tiempo tiene la responsabilidad de informarse en profundidad de los antecedentes.


Lo importante en la cobertura de un proceso de paz no es quedarse con lo superficial, sino ahondar en las informaciones y en los análisis para intentar explicar las causas, la evolución y las consecuencias de un conflicto tan largo. Los medios, sin duda, van a ser el acompañamiento de la sociedad colombiana durante el proceso de paz que se avecina y eso es una gran responsabilidad.

Sí hay periodistas formados para este diálogo: Gustavo Gallón

Foto by Bunkerglo
Sentipensantes: ¿Qué papel deber cumplir el periodismo en el diálogo Gobierno Farc para poner fin al conflicto armado? 

El periodismo debe informar y analizar al máximo lo que se está desarrollando, debe abstenerse de inmiscuirse en los asuntos que son reservados, que deben ser reservados en procesos de esta naturaleza para que sean exitosos. Es un doble papel, un papel inmenso.

Sentipensantes: ¿Está la prensa debidamente formada para afrontar este proceso de diálogo?

Hay en Colombia periodistas, hombres y mujeres muy importantes formados que sí están en capacidad de hacerlo y hay otros que no. Hay que apostar a que sean más, a que se hagan sentir más los que sí están capacitados y formados.


Sociedad debe estar suficientemente ilustrada: Eduardo Montealegre, Fiscal General de Colombia

Sentipensantes: ¿Cuál cree deber ser el rol del periodismo en el diálogo Gobierno-Farc para poner fin al conflicto armado? 

La misión central del periodismo es informar conforme a la verdad. Ser equilibrado en la información. 
 
En este momento van a existir sectores adversos a iniciar un eventual proceso de paz. Por esto, su gran tarea es presentar con gran equilibrio los puntos a favor y los puntos en contra. 

Uno de los temas centrales es el que la sociedad colombiana este suficientemente ilustrada de cuáles son los alcances de este eventual proceso, cuáles son las medidas que se van a tomar, cómo se van a proteger a las víctimas, cuál va a ser la participación de la sociedad. 

Lo fundamental es el equilibrio y que no se vaya a convertir esto en un espectáculo público.