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viernes, 13 de septiembre de 2013

Maltratos al aire - Los gallos - Pronunciamiento - El Twitter y los mocos - La prensa y el poder - Sexismo en Blu Radio - El encierro de las mujeres - La emboscada - Renuncia de Laura Gil a Blu Radio

Como un ejercicio de documentación temática, Sentipensantes ha traído a este espacio (copiar, pegar e indicar debidamente la fuente), todas las columnas de opinión que han surgido como resultado de la salida de la analista Laura Gil de la emisora radial BluRadio.

Aunque este ejercicio apareció publicado inicialmente el 26 de agosto, lo he traído al presente (septiembre 13) ,en razón a que después de lo sucedido a Laura Gil el 16 de agosto, el 12-13 de septiembre el tema estuvo nuevamente comentado en la red social tuiter bajo el hashtag #DiscriminoComoBluRadio

Si conoce una columna o texto que traiga nuevamente el tema, le agradezco hacérmelo saber para incorporarlo en este extenso post.

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Renuncia de Laura Gil a Blu Radio plantea dilemas éticos

Septiembre 13 de 2013
Tomado de Portal Ética Segura FNPI


La politóloga y analista internacional Laura Gilanunció hace un mes su renuncia a la mesa de trabajo del programa Mañanas Blu en la emisora Blu Radio, argumentando que no soportaba más el maltrato de su compañero de micrófonos Felipe Zuleta.
“Me despido de ustedes en la mañana con el corazón arrugado por haber tenido que decir al aire algo que se debería haber manejado en privado”, dijo Gil a través de su cuenta deTwitter.
Ante las diferentes versiones sobre las causas de la salida de Gil que comenzaron a circular a través de las redes sociales, entre las cuales varias mencionaban que se trataba de un caso de censura, el director del espacio informativo, Nestor Morales, abordó al aire lo sucedido.
“Con todo el cariño y afecto que le he tenido siempre, no quiero dejar prosperar ni un solo segundo la idea de que usted (Laura) o cualquier persona que trabaja conmigo haya sido censurada”, dijo Morales.
La misma Gil aclaró que no se sintió censurada en la emisora, pero dijo que sí lamentó que en la mayoría de sus intervenciones había  tenido que pedir insistentemente que la dejaran hablar, sumado a que tuvo que soportar la agresividad del periodista Felipe Zuleta.
“Con los demás panelistas he tenido diferencias, pero por fuera del aire seguimos teniendo un trato lleno de compañerismo”, afirmó Gil lamentando que el asunto se hubiera tenido que ventilar a través de la emisora, y destacando que sintió un trato diferente y grosero por parte de Zuleta hacia ella.
Uno de los más recientes enfrentamientos al aire de Zuleta con Gil, se presentó cuando se discutió el tema de la estrategia de Colombia para recuperar el mar territorial perdido con Nicaragua, donde ambos dejaron en evidencia la diferencia en sus puntos de vista.
Tras conocerse la renuncia, en el programa La Luciérnaga de Caracol Radio se afirmó que la salida de Gil se produjo en realidad porque la canciller María Ángela Holguín lo había pedido así, aunque no se citó ninguna fuente que lo certificara.
Más recientemente, la publicación de un blog titulado La emboscada contra Laura Gil en Blu Radio en el portal Kien&Ke provocó una fuerte reacción de los lectores a través de Twitter, que manifestaron su opinión usando la etiqueta #DiscriminoComoBluRadio.
Sobre el tema de la confidencialidad de los asuntos tratados en los consejos de redacción, el Consultorio Ético de la FNPI ha recibido varias preguntas por parte de periodistas de toda Iberoamérica.
En una de sus respuestas, Javier Darío Restrepo afirma “el periodista no podrá ventilar en las páginas del diario, reyertas o conflictos de carácter personal ni podrá utilizarlas para crearle vacío a un personaje por motivos de simple antipatía o para vengar determinado acto que dicho personaje pudo haber cometido contra él”, citando el Manual del Redactor de El Tiempo.
En otra respuesta publicada recientemente, Restrepo añade que “hacer pública una conversación privada es una forma de deslealtad, una traición a la confianza y un golpe destructor para la unidad de un grupo de trabajo. Al  periodista  se le juzga por sus informaciones públicas, no por sus conversaciones privadas”.
Información de encuesta al 13 de septiembre de 2013
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La emboscada contra Laura Gil en BluRadio
Por: Alejandra Coll Agudelo
septiembre 12, 2013
Tomado de KienyKe


Hace poco, mientras escuchaba Bluradio, fui testiga de uno de los momentos mas deprimentes de la história de la Radio Colombiana.
La periodista Colombo-uruguaya Laura Gil, reconocida internacionalista que viene ejerciendo desde hace varios años en el país, renunciaba a su puesto en esa emisora, cansada de luchar contra las prácticas excluyentes de sus compañeros en la mesa de trabajo. No, este no es un memorial de agravios feminista y sin sentido, como muy seguramente lo calificará Mauricio Rubio (quien pese a ser un detractor acérrimo de las feministas se empeña en escribir y hablar sobre ellas). Es más bien una protesta formal y un llamado a que nos pongamos a pensar porqué en este país las opiniones de las mujeres no tienen el mismo eco que las de los hombres.
Quienes en algún momento escucharon la emisora, pudieron ver que Laura debía luchar para que la dejaran hablar, y cuando lograba hacerlo, Felipe Zuleta caía sobre ella de inmediato a desautorizarla, muchas veces siendo  irrespetuoso y cuestionándola como profesional. La pregunta es: ¿Por qué lo hacía? No vi una conducta similar de Zuleta frente a ninguno de sus compañeros de trabajo, (Todos hombres). Cuando le preguntaron por qué no dejaba hablar a Laura, Zuleta solo decía  ” Es normal disentir, yo peleo con todos y es normal ” (Vean el audio que está disponible en la web  bluradio.com).
 Sí señor, a lo mejor discutía con todos, pero nunca les decía ridículos, o hablaba por encima de ellos. ¿Por qué hacerlo con Laura Gil? ¿Le inspiraba menos respeto? El lio no es que le valoren la opinión solo por ser mujer, sino que en efecto la dejen expresar su punto de vista.  Por otro lado, Zuleta esta validando una práctica supremamente molesta de la Radio Colombiana, que es volver el debate periodístico un despelote magnánimo en donde todos se gritan, y  el que habla más duro, es el mejor. En esos espacios que una columnista que admiro mucho calificó  acertadamente como ” pelea de gallos”, no cabemos las mujeres, según parece. A veces me pregunto que pensará una persona extranjera que escuchara nuestra radio.  No, Dr. Zuleta, no es normal que para opinar las personas deban tratarse a las patadas y hablar al mismo tiempo.  Por ese lado, celebro la salida de Laura de ese espacio: Podrá preservar su salud mental de ese maremágnum de testosterona. Perdieron una gran periodista, y nos quedamos sin una opinión autorizada sobre las dinámicas internacionales. El pecado de Laura fue disentir, no estar de acuerdo con la Mesa de Trabajo sobre la perdida de mar territorial que tuvimos ante Nicaragua. Parece que de Néstor Morales para abajo, nadie en Blu Radio sabe admitir opiniones contrarias.
Que me desmientan las periodistas del país si me equivoco, pero creo que estamos viviendo un momento de “inclusión formal” de las mujeres en la radio de opinión y espacios en donde antes no estaban como el periodismo deportivo, pero en donde les toca estar bajo la batuta de un Caballero para que les crean.
El problema no es solo de Bluradio, ni solo de exclusión de las mujeres: Nuestra radio está en crisis. El lio es que ya no queda donde escuchar  un periodismo decente. Que opciones tenemos? ¿Aguantarnos a don Albertico Casas en la W informando sobre los cocteles en el nogal? ¿Escuchar a Vicky Dávila y sus opiniones sobre ” 50 shades of grey”? Estoy segura que el periodismo Colombiano tiene mucho más que ofrecer. El lio es que mientras los mismos 3 personajes sean los dueños de todos los medios de comunicación, vamos a quedar escuchando lo que ellos quieran. Para la muestra el botón de la cadena Radial Todelar: El grupo Santodomingo y el Ardila Lülle están como aves de rapiña esperando el resultado del pleito existente entre los hijos de los fundadores de esa emisora para quedarse con los restos. (Vean esta nota: http://www.semana.com/nacion/articulo/llega-todelar-juicio-radio/356120-3). La pregunta que hay que hacerse aquí es: ¿Cuál es la postura del gobierno frente a la posición dominante de los grupos económicos en los medios de comunicación?. Mintic nada dice al respecto.

Así las cosas, ya que no se puede ver  televisión, ni escuchar radio, en este pais aplica más que nunca ese adagio popular: Apague y vámonos.

Tomado de KienyKe http://www.kienyke.com/kien-bloguea/la-emboscada-contra-laura-gil-en-bluradio/
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El encierro de las mujeres
Por: FLORENCE THOMAS  
10 de Septiembre del 2013
Tomado de El Tiempo

Tanto en Laura Gil como en Pili, la protagonista de la película de Priscila, está representada la eterna historia del encierro y silenciamiento de las mujeres.

En los últimos días, los medios han difundido debates acerca de la renuncia de la investigadora y periodista Laura Gil a Blu Radio. Decidí, entonces, escuchar los dos últimos programas en los que ella participó, ante los numerosos mensajes de correo de grupos y organizaciones de mujeres que manifestaban su solidaridad con Laura.

Por supuesto, me uno a todas estas voces y a sus llamados a revisar comportamientos misóginos y sus diferentes manifestaciones de acoso y discriminación contra las mujeres que trabajan en los medios de comunicación. Insistimos en que corresponde a los hombres y mujeres periodistas generar igualdad de género desde sus ambientes laborales, buscando el equilibrio y el respeto hacia la palabra de las mujeres que laboran en los medios. Y sí, escuchar a las mujeres es hoy un imperativo inaplazable, porque en estos principios del siglo XXI las voces femeninas continúan encerradas en la contundencia de la hegemonía masculina.

Cuando Néstor Morales, refiriéndose al caso de Laura Gil, dice a la opinión pública que “no ha habido ninguna censura” y añade: “Respeto a los oyentes”, cierra la comunicación e impide la respuesta de Laura, su palabra de mujer queda enclaustrada y encerrada en mordazas tan simbólicas como reales. Ella, gracias a su profesionalismo, ha sabido quitarse la mordaza renunciando y diciendo su palabra en otros medios. ¿Será suficiente para que ellos aprendan a valorar las voces de las mujeres?

El mismo día en que la periodista renunciaba se estrenaba en las salas de cine de Bogotá la película La eterna noche de las doce lunas, de Priscila Padilla. Doce meses de otro encierro, el de Pili, ligado a los rituales de paso de niña a mujer. Hermosa película que, al describir una experiencia vivida en una ranchería wayú, invita a interrogar la persistencia de los múltiples encierros de las mujeres.

Por su calidad cinematográfica, por los premios ya recibidos, por la belleza de su fotografía, que nos permite apreciar un territorio guajiro habitado, y por el rigor de la investigación que la sustenta, es una película que merece ser vista una y más veces, para descubrir los hilos conductores de prácticas y experiencias culturales diversas para silenciar y controlar a las mujeres. Basta observar con cuidado la vida cotidiana para develar las sutiles y al mismo tiempo burdas y dolorosas expresiones de encerramiento que restringen sin cesar su autonomía.

Aún persisten en estas primeras décadas del siglo XXI los velos reales y simbólicos con los cuales se cubren los rostros, los cuerpos y las mentes de las mujeres; los viejos cinturones de castidad, que han tomado distintas formas a lo largo de siglos de sexualidad reprimida, silenciada, vigilada e, incluso, prohibida; la infibulación y la escisión del clítoris que todavía se practican en nuestro país; la exclusión o tan difícil inclusión de las mujeres en la creación artística, que las obligó muy a menudo a tomar nombres y apellidos de varones o a abandonar sus ideales; las amenazas, los azotes, las bofetadas, la prohibición de salir, de decir lo que se piensa y lo que se siente, la humillación pública, las lapidaciones y los feminicidios, entre muchas otras prácticas sistemáticas de producción sociocultural del miedo y del terror.

Hoy, tanto en Laura Gil como en Pili, la protagonista de la película de Priscila, está representada la eterna historia del encierro y silenciamiento de las mujeres. También en nuestras palabras está representada hoy la posibilidad de resistir y de construir autonomía para todas nosotras.

* Coordinadora del grupo Mujer y Sociedad
Tomado de El Tiempo. 
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/florencethomas/el-encierro-de-las-mujeres-florence-thomas-columnista-el-tiempo_13056944-4

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Sexismo en Blu Radio
Por Mauricio Albarracín
Miércoles 28 de agosto 2013 
Tomado de La Silla VacíaPor estos días se producen noticias trascendentales para el país. Desde el paro agrario hasta las próximas sobre el marco jurídico para la paz, pasando por la estrategia jurídica de Colombia frente al fallo de la Corte Internacional de Justicia. Ante hechos como estos, la ciudadanía necesita información de calidad y análisis rigurosos que generen una opinión pública democrática. Necesitamos la libertad de expresión para la búsqueda colectiva de la verdad. En esta tarea, las voces de las mujeres son indispensables y deben ser estimuladas. 
En este país de gran agitación noticiosa un hecho ha quedado sepultado: la salida de Laura Gil de Blu Radio es un atentado contra la libertad de expresión que no sólo cierra espacios a mujeres críticas e inteligentes en los medios de comunicación, sino además nos priva a los oyentes de información plural. Callar a las mujeres no sólo lesiona su dignidad sino también afecta gravemente la construcción común de la verdad.
¿Por qué sale Laura Gil? ¿Por censura Néstor Morales, director del programa? ¿Por sexismo? ¿Por desacuerdos con el periodista Felipe Zuleta? ¿Por desacuerdos con el director? El diálogo al aire entre Morales, Zuleta y Gil es revelador (Escuchar audio de la discusión). Primero porque el diálogo es toda una encerrona contra la analista quien se mantiene serena.
El director del programa hizo la llamada preocupado por la acusación de censura contra ella. Ante esta pregunta, Gil responde que no se ha sentido censurada pero agrega: “pero si he sentido que en la mayoría de mis intervenciones me toca estar pidiendo que me dejen hablar… y además he sentido una enorme agresividad de mi colega Felipe Zuleta”. Para Morales y Zuleta estos son simples desacuerdos, para Laura Gil se trata de un “tratamiento diferente”. El director insiste: “ninguna persona ha sido censurada”… “los micrófonos están abiertos”… “aquí pueden decir lo que quiera”. Néstor Morales confunde “decir lo que quiera” con libertad de expresión. De hecho él dice lo que quiere y controla a los demás, es un moderador inmoderado. 
La consecuencia de esta discusión y del ambiente laboral previo es la salida de Laura Gil del programa “Mañanas Blu”. La encerrona fue la fase final de la hostilidad laboral que terminó en una forma de censura (el blog de Gloria Ortega hace un análisis detallado de lo que ocurrió).  
Creo que Gil salió de Blu Radio por una censura sexista que se puede evidenciar en distintos momentos. Durante los debates se hacían constantes interrupciones a Gil que eran claramente desproporcionadas frente a los otros panelistas. En el desarrollo de las discusiones se notaba la forma agresiva y despectiva como se referían Morales y Zuleta a las opiniones de Gil. Posteriormente, cuando Morales y las directivas de Blu Radio tuvieron conocimiento de la situación no tomaron medidas correctivas para proteger a la periodista  y evitar estos hechos. Blu Radio no protegió una periodista que estaba recibiendo un trato diferente por su jefe y su compañero de trabajo. Finalmente, la encerrona al aire demuestra un profundo desprecio por las opiniones de Gil y sus derechos laborales. Todo esto en un espacio de muy pocas mujeres que también son también tratadas diferente que a los hombres (ver también las excelentes columnas “Los gallos” de Catalina Ruiz-Navarro en el Espectador y “Maltratos al aire” de  Hugo Quintero en el Nuevo Siglo
Néstor Morales y Felipe Zuleta usaron su privilegio masculino para excluir a una mujer brillante de la radio. Lo que es aún más vergonzoso es que Zuleta como hombre gay conoce bien los rigores de la discriminación. Pero creo que ser hombre de clase alta pesó más que la solidaridad con las discriminadas, de hecho cada vez pesa más en todos sus comentarios. Al fin y al cabo ser gay no libera a un hombre de ser sexista ni de otras formas de discriminación.
Lo que es más grave en este caso es que la emisora no ha dado una explicación oficial o una disculpa ni a los oyentes ni a la analista. Gil siguió el conducto regular con profesionalismo y prudencia. Por el contrario, la respuesta de Morales fue una emboscada al aire. Tampoco los compañeros de Laura Gil se han solidarizado en público con ella. Lo mismo puede decirse de otros medios de comunicación (con la excepción del programa la Luciérnaga y algunos columnistas), periodistas o agremiaciones de periodistas que no se han pronunciado sobre el caso. La falta de crítica interna entre los medios de comunicación se traduce en una unidad de cuerpo que no le hace ningún favor a la libertad de expresión ni a las mujeres periodistas.
El sexismo en los medios de comunicación es una forma poderosa y generalizada de censura. No basta “tener los micrófonos abiertos” a las mujeres. Lo más importante es que las mujeres tengan voz propia, es decir, derecho real a poder hablar por sí mismas sin machos que actúen como sus maridos o sus padres. También los medios deben garantizar que las mujeres no sean maltratadas en el trabajo ni que su palabra sea menoscabada, no hacerlo los hace cómplices del sexismo. Quien silencia a una mujer como resultado de un ambiente de trabajo sexista es un censurador. Así el señor Néstor Morales diga lo contrario.
Tomado de La Silla Vacía http://www.lasillavacia.com/elblogueo/blog/sexismo-en-blu-radio-45489
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La prensa y el poder: el caso de Laura Gil y Blu Radio
LUNES, 26 DE AGOSTO DE 2013
Tomado de Blog Picotazos de Gaviota

La semana inmediatamente anterior he tenido la posibilidad de conocer el caso de la internacionalista, politóloga y periodista Laura Gil y su salido de Blu Radio.  Me enteré a raíz de esta gran columna de la periodista Catalina Ruiz Navarro titulada "Losgallos".  Laura, de origen uruguayo, pero "adoptada" por Colombia, ha sido objeto de una reciente controversia en el país, que ha pasado inadvertida en muchos de los medios de comunicación.  Afortunadamente para aquellos a quienes nos interesa que las contradicciones de los poderosos no pasen inadvertidas, me encontré con un muy buen artículo del blogSentipensantes, titulado "A la internacionalista Laura Gil la querían en Mañanas Blu, peromuda".  Su autora, Gloria Ortega Pérez, hace un recuento del episodio, agregando algunas de las reacciones principales que se han generado en torno del mismo.

Este ingreso no pretende ser una reproducción del artículo de esta periodista, por lo que recomiendo su lectura para mayores detalles.  Sí interesa aquí revisar dos aspectos especialmente relevantes para aquellos que nos apasiona aquello que llamamos justicia, y que todavía creemos que el derecho no es simplemente un recurso retórico para legitimar el actuar de los poderosos.  El primero de ellos es la existencia de acoso laboral y matoneo patrocinado en la prensa.  El segundo guarda relación con el cambio que se ha presentado con la prensa, en relación con la época en que fue necesario garantizar la libertad de prensa.

¿Qué debemos entender como acoso laboral o matoneo en la radio?  La pregunta es engañosa en su misma formulación.  Parecería inferir que la radio tiene un régimen especial de tratamiento laboral.  Parecería indicarnos que de una u otra manera, en la radio está tolerado el maltrato.  Exponentes de esta línea de pensamiento abundan.  Basta, por no ahondar demasiado en el tema, mencionar mi entrada titulada "Aquel que se considera feliz oafortunado" en donde precisamente critiqué la agresividad del periodista Félix De Bedout hacia sus entrevistados.  Lo de Laura Gil es diferente.  A Félix De Bedout podían literalmente mandarlos "pa´l carajo" los entrevistados que se sintieran ofendidos.  Lo de Laura Gil, en cambio era un cuestionamiento mordaz, una burla hegemónica y maltrato cínico por parte de sus coequiperos.

No es de extrañar que a Néstor Morales le guste la riña, la discordia y el  malentendido al aire.  De hecho, llegó a donde está a raíz del exitoso formato de "Hora 20" de Caracol Radio.  Por lo tanto, no es de sorprender que al ser cuestionado directamente por Laura Gil sobre el maltrato que ella recibía de Felipe Zuleta, él la cortara agresivamente, omitiera sus reclamos, y se centrara en intentar mostrar que él no censura.  El mensaje es claro: "nos podrán decir que maltratamos, pero nunca que censuramos".  Centrémonos, entonces, en el maltrato.

Empecemos por hechos: 1) Felipe Zuleta es un patán.  Lo ha sido desde que escribe contra Álvaro Uribe en El Espectador, en términos despectivos, como es usual en él.  2) Felipe Zuleta es el #2, después de Néstor Morales.  3) Laura Gil sostiene una postura profesional que no concuerda con el de la mayoría de profesionales consultados (colombianos) sobre el problema limítrofe con Nicaragua.  Sostiene que Colombia realmente nunca tuvo "derecho" sobre las aguas que fueron reconocidas como nicaragüenses por la Corte Internacional de Justicia. 4) Felipe Zuleta está entre aquellos que no les gusta la opinión de Laura Gil. 5) Felipe Zuleta incrementó sus comentarios ácidos y agresivos contra Laura Gil (estos ya venían desde hace algún tiempo). 5) Néstor Morales observó con complacencia, y pudiendo detener los agravios, omitió hacerlo. 6) Laura Gil renunció.

Se ha especulado sobre si la salida de Laura tuvo que ver con una orden de la Canciller María Ángela Holguín.  Algunos sostienen que ella pidió la cabeza de Laura Gil debido a sus posturas "anti-colombianas". No me sorprendería que así fuera.  Finalmente, la agresión hizo lo suyo, y la dignidad lacerada de la internacionalista finalmente gritó "no más".

El artículo 2o de la Ley de Acoso Laboral (Ley 1010 de 2006) define el acoso laboral como "toda conducta persistente y demostrable ejercida sobre un empleado, trabajador por parte de un empleador, un jefe o superior jerárquico inmediato o mediato, un compañero de trabajo o un subalterno, encaminada a infundir miedo, intimidación, terror y angustia, a causar perjuicio laboral, generar desmotivación en el trabajo, o inducir la renuncia del mismo.".  Se trata de una diferente clase de conductas, como son las demaltrato laboral, persecución laboral, discriminación laboral, entorpecimiento laboral, inequidad laboral, y desprotección laboral.  Revisadas los conceptos que trae la misma ley, observo que con Laura Gil hubo maltrato, persecución y entorpecimiento laboral.  Por razones de espacio, no me detendré en cada una de las adecuaciones típicas.  Lo de la discriminación lo dejo en el aire, porque entiendo que Felipe Zuleta es misógino, pero no me consta.  Sí me consta que es homosexual, y no es infrecuente que se den en pareja.  Sin embargo, eso no constituye una certeza de ningún tipo, tan solo una posibilidad.

El enlace entre nuestro primer problema, y el segundo es el siguiente hecho, no mencionado en la numeración anterior: A Laura Gil no la dejaban hablar.  Justo después de que Néstor Morales le reiteró que los micrófonos de Blu Radio estarían abiertos para ella cuando así lo quisiera, le cortó el uso de la palabra cuando quiso despedirse de los oyentes.  Esto permite concluir con absoluta claridad, que Laura no estaba allí para hablar.  En las redes sociales, algunos empezaron a hacer la ecuación: "No dejar hablar + existencia de un medio para difundir opinión = censura".  No parece alocada la conclusión.  Para Néstor Morales, en cambio, la ecuación no es esa.  No explicó cual era su particular noción de censura, pero según él, esto era otra cosa.

Quizá Néstor (me excusarán que no esté usando nombre y apellido cada vez que me refiera al señor) lo que piensa es que la censura sólo se puede dar en los eventos clásicos que él estudio, y es cuando el poder público quiere acallar a los medios de comunicación.  Se trata de casos que se dieron cuando Nariño y otros criollos querían escribir para que la gente se diera cuenta de las atrocidades de quienes gobernaban en nombre del rey español.  Este fenómeno subsiste en el mundo (para no ir más lejos, basta revisar los casos de Venezuela y Ecuador), pero no es el que se presenta aquí.  El último caso de censura a ese nivel se dio con el cierre de la revista Cambio (sugiero revisar mi ingreso sobre el tema titulado "Qué 'bonita' ironía").

En Colombia, la censura ahora funciona de manera diferente.  Aquí los medios son mayoritariamente aliados (y en algunos casos lacayos) del Gobierno de turno.  Aquí la censura no se da por factores exógenos a los medios de comunicación.  La censura en Colombia es un fenómeno que ha ascendido al nivel de la autorregulación, es decir, que los mismos medios callan a los inoportunos o las inoportunas.  Néstor no es el único caso.  Las entrevistas de Caracol Radio tienen ese componente cuando se trata de enemigos del Director, Darío Arizmendi.  Hasta cuando escuché La W, era igual.  El Tiempo dejó de ser una casa editorial seria hace mucho tiempo.  Tal vez el diario El Espectador sea de los pocos que aún creen en la libertad de prensa, como derecho fundamental ligado al de la libertad de expresión y no en la libertad de prensa ligada a la libertad de empresa.

Para Néstor, es mucho mejor dejar insultar, porque eso muestra respeto.  Le gusta más que garantizar el respeto, porque eso sería insultar.  Respecto de Felipe Zuleta no me desgasto, porque creo que el que recurre al insulto fue porque hace mucho se divorció de aquello que en la teoría retórica se denomina "argumento".  A Laura Gil, mi respeto y me solidaridad.  No estoy de acuerdo con su postura teórica sobre el caso de Nicaragua, pero eso es otra historia.  Sí estoy de acuerdo en que merece mi respeto y solidaridad ante los agravios recibidos.  'Pico para ella'.  Para los otros, varios repetidos (y ojalá censurados) 'picotazos'. (@Gaviotajuridica)

TOMADO DE BLOG PICOTAZOS DE GAVIOTA http://picotazosdegaviota.blogspot.com/ 
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El Twitter y los mocos
Por: Felipe Zuleta Lleras
Opinión |24 Ago 2013 - 11:00 pm

NO SOY ADICTO A LAS REDES SOCIAles por cuanto no tengo el tiempo para hacerlo y a veces me aburren, aun cuando entiendo que son un instrumento del siglo XXI que resulta invaluable para el trabajo de un periodista o cualquier otra persona que quiera estar informada sobre lo que acontece segundo a segundo.
Para continuar leyendo ir al siguiente link:
http://www.elespectador.com/opinion/el-twitter-y-los-mocos-columna-442204
Para su comprensión sobre términos y lenguaje de autor, ampliar información en link: http://www.elespectador.com/opinion/columna-365232-gurrupletas
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Pronunciamiento sobre la Renuncia de Laura Gil

23 de agosto de 2013 a la(s) 22:32
Tomado de Facebook

Desde el pasado 16 de agosto se confirmó que en el programa “Mañanas Blu” de Blu Radio, en hechos reiterativos y bajo el pretexto de las dinámicas propias de los debates, se irrespetó, ridiculizó y por lo tanto violentó a Laura Gil, politóloga y analista de temas internacionales. 

El Director del programa, Néstor Morales, preguntó a la analista si ella se sentía censurada, a lo cual respondió: “yo no me he sentido censurada pero si he sentido que en la mayoría de mis intervenciones me toca estar pidiendo que me dejen hablar, y si he sentido una enorme agresividad de nuestro colega Felipe Zuleta”.

Quienes hacemos periodismo desde la inclusión y en clave de los derechos humanos de las mujeres, llamamos las cosas por su nombre: Discriminación y no “desacuerdos al aire”, o que “cada uno percibe las cosas como las quiere percibir”, en palabras de Felipe Zuleta en el último programa en el que estuvo Laura Gil.


La actitud del periodista Zuleta, es una clásica forma de violencia ejercida por quienes de manera consciente o inconsciente, reproducen modelos patriarcales que menosprecian el saber y la participación de las mujeres en las actividades sociales privadas y públicas. Estas expresiones en la actualidad son ilegales.

La ley 1257 que previene las violencias contra las mujeres, en ell artículo 3, ordinal a), tipifica la falta en la que incurrió el periodista Zuleta:
“Daño psicológico: Consecuencia proveniente de la acción u omisión destinada a degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de otras personas, por medio de intimidación, manipulación, amenaza, directa o indirecta, humillación, aislamiento o cualquier otra conducta que implique un perjuicio en la salud psicológica, la autodeterminación o el desarrollo personal”.

En este caso, tal y como lo escuchamos, percibimos la responsabilidad de Blu Radio como una omisión. Laura Gil manifestó: “si ha habido un tratamiento diferente hacia mí, y si lo he sentido así. Lamento mucho que se tenga que decir al aire, no lo hubiese elegido así, usted sabe Néstor el cariño que yo le tengo y yo a usted esto se lo planteé en privado,…” La respuesta de Néstor Morales fue minimizar la situación, solidarizarse y justificar el comportamiento de Zuleta.

Además de violentarla al aire, ejercieron presión sobre sus decisiones, lo que se conoce como acoso laboral. Por estas razones, Gil renunció. Actuó bajo presión. ¿Fueron incómodos los planteamientos de la analista? ¿Libertad de expresión?

“Ha habido agresividad, ha habido maltrato al aire de Felipe”, afirmó al aire Laura Gil. ¿Por qué el señor Zuleta no trata igual a sus colegas varones cuando existen desacuerdos?  

Dice la Convención sobre todas las formas de eliminación de discriminación contra la Mujer
(CEDAW):
Artículo 1: A los efectos de la presente Convención, la expresión "discriminación contra la mujer" denotará toda distinción, exclusión a restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer… de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica,  social, cultural y civil o en cualquier otra esfera.

¿Por qué periodistas y medios no cumplen con la normativa nacional e internacional? 

Cordialmente,
Red Colombiana de Periodistas con Visión de Género 
(@PERIODISMGENERO)

TOMADO DE PÁGINA EN Facebook: Red Colombiana Periodismo Género  
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Los gallos
Por: Catalina Ruiz-Navarro
Agosto 21 de 2013 
Tomado de El Espectador


Cuando Néstor Morales se fue para las mañanas de Blu Radio se llevó el exitoso formato de Hora 20, en el que gladiadores de la lengua saltan al ring a deshuesar el escándalo de turno, con un ligero cambio: ahora los panelistas serían siempre los mismos: Felipe Zuleta en el rol de “el cachaco sin pelos en la lengua”; Héctor Abad Faciolince como “el liberal culto”; Nicolás Uribe, “el conservadurismo moral”; Paloma Valencia, “el uribismo teocrático”; Aurelio Suárez como “la izquierda”, Héctor Riveros, “el político periodista”, y Laura Gil como “la experta informada”.

Con el paso del tiempo, el formato se fue haciendo pesado. Morales cada vez es menos moderador y más panelista y hay que tener mucho estómago para levantarse cada mañana escuchando peleas que harían vibrar a la mamá de El Flecha en Lorica. Como oyente, muchas veces cambié el dial, exasperada específicamente por el trato que le daban al aire a Laura Gil. “Néstor, déjeme hablar” se estaba volviendo el nuevo “Julito, no me cuelgue” de la radio colombiana, como bien lo dijo en Twitter el periodista Jorge Espinosa. No era sólo que no la dejaran hablar. Cuando no estaba de acuerdo, Zuleta descalificaba las opiniones de Gil diciéndole “cálmese”, “no grite”, “no se exaspere”, “eso es desvariar”, es decir, tratándola como si fuera una mujer histérica e irracional cuando toda la audiencia podía escuchar que Gil continuaba con un sorprendente ánimo reposado —que a lo largo del programa iba mermando en energía, apabullado por el matoneo machista—.

Cansada de los malos tratos, y en un momento especialmente tenso por sus opiniones sobre el conflicto con Nicaragua —inconvenientes para el populismo patriotero del Gobierno—, Laura Gil decidió renunciar. Ante los rumores de censura, Morales y Zuleta intentaron probar que no la trataban mal. Para mostrar su bondad y buenas intenciones le montaron una emboscada al aire en donde le preguntaron insistentemente si se sentía censurada (tan sapa, tan llorona, quéjese en público, a ver) y Gil, incómoda, sólo logró decir que Zuleta era muy grosero con ella. Para nada, dijo Zuleta, así son los debates: caldeados. Sí, claro. Pero Zuleta nunca le habló con tan sistemática altanería a Héctor Abad, Aurelio Suárez o ningún otro panelista. No es una opinión. Todos lo escuchamos y está grabado.

Lo que hacía Zuleta con Laura Gil suena a una forma de abuso psicológico bautizada gaslighting y usada con demasiada frecuencia por agresores machistas. El gaslighting consiste en hacerle creer al oponente que está loco, que nada está pasando, que nadie lo está agrediendo, que todas sus quejas son exageraciones; hasta que la víctima cree efectivamente que no pasa nada “que no había censura, pero sí era muy grosero conmigo”. Si les parece “muy histérico” definirlo como abuso psicológico, la Ley 1010 de 2006 reconoce que la persecución laboral es “toda conducta cuyas características de reiteración o evidente arbitrariedad permitan inferir el propósito de inducir la renuncia del empleado o trabajador, mediante la descalificación, la carga excesiva de trabajo y cambios permanentes de horario que puedan producir desmotivación laboral”.

Una emisora cuyo “programa para chicas” se llama Agenda en tacones debería poner más atención a las acusaciones de machismo. Blu Radio se vende como una opción diferente, pero ni siquiera escapa a la misoginia mañanera. En los programas de opinión colombianos son pocas las mujeres. También son poco frecuentes los analistas sensatos y bien informados. Laura Gil es ambas. Sin ella sólo le queda a la audiencia levantarse con el insufrible cacarear de los gallos más gallitos de la gallera. (@Catalinapordios)
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Maltratos al aire
Por HUGO QUINTERO BERNATE
Agosto 20 de 2013 
Tomado de El Nuevo Siglo

La semana pasada las redes sociales daban extensa cuenta de que Laura Gil, una comentarista especializada en derecho internacional cuya voz  se escuchaba en “Mañanas Blu” de Blu Radio, había renunciado a sus labores allí. Como la versión que circulaba era la de la censura, el director de la emisora la obligó a salir al aire a rectificar. Ella lo hizo, aclaró que no era un problema de censura, sino de maltrato. Y señaló a su maltratador: Felipe Zuleta Lleras.

Lo primero que sorprende del incidente es el absoluto silencio que reconocidas feministas o activistas de todos los asuntos de género han mantenido al respecto. Esa asombrosa velocidad con la que reaccionan cada vez que a algún político se le va la lengua contra el género o con la que salen a increpar al Procurador o a la Jerarquía Eclesiástica, ahora no aparece. Se ha trocado en un alarmante inmovilismo, que más bien parece de franca y clara solidaridad con el maltratador.

Lo segundo es la actitud del periodista acusado por la señora Gil de haberla maltratado. Ni una disculpa. Ni una excusa. Simplemente refiere que el tono de los debates es acalorado y que “cada uno percibe las cosas como las quiera percibir”, mientras que el director del programa, quien ya había recibido quejas en privado sobre el comportamiento de Zuleta, se limitó a calificarlo de simples “desacuerdos”.

El audio colgado en la página web de la emisora, en el que aparecen las versiones de cada uno de los involucrados, recuerda al de cualquiera de los que uno oye en los colegios o en los juzgados, cada vez que se discuten casos de matoneo o de violencia intrafamiliar.
Los niños o las mujeres víctimas de los matones de colegio o de sus parejas, respectivamente, siempre han cubierto los mismos pasos que recorrió Laura Gil: una queja ante el director de curso o ante el comisario de familia. Allá como en Blu Radio, siempre hay algún directivo escolar o funcionario público, dispuesto a minimizar la agresión y a responsabilizar a la víctima.

Las autoridades escolares argumentan que el niño tiene que dejar tanta sensibilidad y afrontar con fortaleza lo que seguramente fue solo una chanza. Que la mujer no puede leer maltrato en lo que es la voz enérgica de los varones, es lo que dicen las judiciales. El maltratador se esconde detrás del argumento de que él es así. El maltratado tiene que aguantar o largarse.

Es muy mal ejemplo pedagógico el del medio de comunicación y los periodistas involucrados en ese incidente. Si una persona percibe que la maltratan y lo denuncia públicamente es muy probable que así esté ocurriendo, y lo menos que se esperaría del acusado del maltrato, es  la consideración de advertir que pudo haberlo hecho, así fuera inconscientemente.

Agregar a la agresión y al maltrato, la arrogancia del victimario, es una forma de revictimización habitual, pero más condenable aun cuando proviene de alguien que tiene el deber moral de ser más tolerante por pertenecer a una minoría perseguida, ser liberal y hacer ostentación de su condición de “canadiense”.

@Quinternatte