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miércoles, 5 de diciembre de 2007

INRI BETANCOURT

Como en la canción de Gallinazo, Ingrid, te robaran el bluyín. Contemplamos con los brazos cruzados a estos dejados de la mano de Dios.
La fotografía de Ingrid Betancourt, que el secretariado de las FARC –a través de nuestras redes de inteligencia- tuvo a bien poner a los ojos del mundo como prueba de supervivencia luego de cinco años de oprobioso cautiverio, es la viva imagen de Colombia víctima del flagelo en la humanidad de 3000 ciudadanos, hombres y mujeres, civiles y militares, adultos, jóvenes, adolescentes y niños. Es el retrato del desamparo, la huella del sufrimiento, la nota de burla y afrenta –como el diccionario define INRI- de una guerrilla a un pueblo flagelado y crucificado. Por las dos caras de la cruz, si se quiere, porque si por una están los reos del secuestro criminal insurgente, por la otra están las miles de víctimas de las motosierras paramilitares. Los secuestrados padecen su infierno en vida. ¿Será vida esa vecindad de la muerte? Es la muerte sin el descanso, con toda la carga de sufrimientos: la ausencia, el despojamiento, el cautiverio, la indefensión, la humillación, el sobresalto, la selva inhóspita, el hambre, el calor, el frío, el miedo, las alimañas, el dolor físico, la enfermedad, la desesperación, el delirio. Culpable la guerrilla por capturarlos y retenerlos. Pero también los gobiernos de los últimos 10 años por no haberlos liberado, por negociación o por fuerza, como es su deber constitucional. Y también sus 40 millones de compatriotas que contemplamos con los brazos cruzados a estos dejados de la mano de Dios. Sin hacer nada sensible por ellos, como es nuestra moral obligación solidaria. Deberíamos hacer una inmovilización colectiva, hasta que nos regresen a quienes han pagado inocentemente por los males de la patria. Para empezar, la noche de las velitas, el 7 de diciembre, encendámoslas en los andenes, en silencio e inmóviles, hasta que el organismo resista. Que será poco en comparación con lo que ellos han resistido. Y qué la foto ampliada de Ingrid, que es un INRI para Colombia, penda de los muros de nuestras mil alcaldías. Ingrid, cuando hablo de ti, hablo de todos los secuestrados, que padecen por igual tu infortunio. Desde que vi la prueba de tu martirio en tu foto (1) y en tu carta, no hay paz en mi corazón ni sequedad en mis ojos. Pocas personas en el mundo están sufriendo como ustedes en esta hora. Comprendo la inmensidad de su angustia, producto de la extrema crueldad de los secuestradores. Y de la indolencia de sus conciudadanos que la permite. Detalles aparentemente menores me fueron dolorosas punzadas: que para bañarte en los charcos con sólo varones, por dignidad o pudor tengas que hacerlo prácticamente vestida; que como en la canción de Gallinazo te robaran el bluyín; que te de diarrea cada vez que tienen que salir corriendo; que no te alleguen el diccionario enciclopédico que les suplicas; que ya no tengas ganas de comer ni de nada, cosa que se nota, chiquilla, y que cada día te quede menos de ti misma. Desconéctate del suero de cianuro que te gotea entre las venas. Mantén la esperanza porque te quiero viva. Y dale mis recuerdos al puñado de olvidados que te acompaña. Reconozcámoslo: el fotógrafo de las FARC, ¡de concurso! Jotamario Arbeláez
Caricatura de Vladdo publicada en la Revista Semana Edición 10 - 15 de diciembre de 2007.