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domingo, 12 de diciembre de 2010

Inxilio, el sendero de lágrimas

Es así. No se puede ver sin llorar un poco. El arte eleva la dignidad de los colombianos en situación de desplazamiento. El Coliseo El Campin ocupado a borde. ¿Los asistentes? Centenares de personas en situación de desplazamiento forzado, el 100% víctimas de esta maldita guerra interna. 

Entre los 200 caminantes en escena y los que asistían a la presentación habían mujeres y hombres de todas las edades, niños, viejos, jóvenes, blancos, indígenas, afrodescendientes, campesinos...


Fue afortunado que ya cuando salimos del Coliseo el deportivo Tolima anotara en el estadio El Campin el único gol del partido, pues la silbatina y gritos de un gol hubieran quebrantado la intima y sagrada ceremonia que vivíamos en este recinto cuya música, plástica y coreografía nos movía y conmovía todas las fibras del alma.

El bailarín, coreógrafo, pero sobre todo el pedagogo Álvaro Restrepo entregaba la historia de los caminantes, esos 4 millones de colombianos que han tenido que dejarlo todo luego de una masacre, un asesinato o la desaparición de un hijo, un hermano, un padre y su historia de vida en ese o en cualquier lugar de este paisaje nacional.
La muerte y la vida.  
 
Una sinfonía de lamentos y lamentaciones exorcizan y liberan del sufrimiento, pero no del olvido la tragedia inhumana del hombre de estas tierras. 
La voz, la música, los sonidos y la danza proporcionan las imágenes del horror, del miedo, del abandono y desesperanza vividas por estos millones de personas, en donde un asesinato, un desaparecido, una  masacre de hoy era aplastada, olvidada, borrada por otra que aparecida de la nada y del todo en esta larga y horrible noche que aún nos acompaña.

“El poeta (…) ha madrugado en una visión franca del país y lo registra como una memoria en tiempos del olvido. El inxilio, el exilio interior, es posible que lo asedie, pero aún le queda el exorcismo del poema”, dice Juan Manuel Roca.

Todo eso y más vemos, escuchamos, sentimos los espectadores que, por invitación de Álvaro no interrumpimos con ruidosos aplausos, sino que imperceptibles expresamos con el maravilloso lenguaje de los ciegos y así, fue más el tiempo que mantuvimos las manos alzadas  que abajo en las revolcadoras escenas acompañadas por el lirico dolor de la Soprano Sarah Cullins y la magistral Filarmónica de Bogotá.

Y la palabra. Esa que ata y nos libera, que hiere, pero también que acuna. Doce palabreros reunidos en círculo, de lenguas diferentes y representando a las más de 60 etnias y lenguas vivas que aún subsisten en Colombia, brindan una polifonía de rostros y rastros que hablan de la Madre Tierra, la Mujer, y nos advierten de una diversidad rica, pero también maltratada hasta  desaparecer.

La última imagen (ver en esta secuencia de fotos) fue demoledora. El nuevo y último trabajo Álvaro Restrepo convoca al cuerpo y al alma para transformar desde lo profundo, el dolor, el miedo, la pérdida pero no para olvidar, sino para dignificar a las víctimas.
Fue un privilegio estar esta tarde allí, como una más, entre las víctimas del desplazamiento forzado.



Fotos by Bun. Bogotá D.C., Coliseo El Campin. Diciembre 12 de 2010

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Gabriel Calvo Massi

"Mire la calle. Cómo puede usted ser indiferente a ese gran río de huesos, a ese gran río de sueños, a ese gran río de sangre, a ese gran río? 
Nicolás Guillén. 


A Gabriel Calvo Massi
Día Mundial de Lucha contra el VIH/Sida
Diciembre 1 de 2010   

Artista plástico que vivió y enfrentó con lucidez la discriminación y el rechazo en medio de una, aún muy precaria, atención en salud. 

Gabo nos abrió las puertas de su vida para conocer y comprender la dimensión de una situación de salud pública de la que apenas en 1991 el Ministerio de Salud se había empezado a ocupar. 

Lo conocí durante un almuerzo que preparó para mí en su piso de Chapinero. Lo visité como funcionaria del MinSalud en donde era Jefe de comunicación y prensa. Conversamos toda la tarde. Mi inconsciente miedo desapareció entre preguntas, asombros, risas y abrazos.  

Desde esa tarde nos acompañó en todas las iniciativas de prevención, primero desde el Ministerio, y poco después desde Apoyémonos. 

Caminamos también con él hasta que regresó al agua en la sagrada laguna de Guatavita en una corta travesía en barquitos de papel amarillos, rosados, verdes, azules...      

Han pasado casi 20 años y aún sigue siendo un poco tabú saber de personas viviendo con el VIH/Sida. La discriminación sexual sigue enervada. El aprendizaje sigue siendo lento y doloroso. La atención defificiente.    

Cuando creamos la ONG Apoyémonos, Gabo nos acompañó al combo de profesionales, casi todos entre sí amigos, para poner el tema en la mente y corazones de la gente. 

El talento y conocimiento de Manuel Velandia Mora, quien para ese entonces ya era un notable conocedor en prevención de enfermedades de transmisión sexual y SIDA, fueron un faro en el recorrido. 

Mirando hacia el cielo Gabo en medio de la muchedumbre que camina indiferente, una foto del también fotógrafo Rafael Baena. 

La imagen forma parte de uno de seis carteles de prevención e información de la Campaña "Impacto de opinión pública" que Apoyemonos desarrolló. Era directora y formaba parte de un extraordinario grupo de personas sensibles, creativas y solidarias.  

Diciembre 1 de 2010