Paisa y ciudadana catalana, hincha del Barça, rigurosa, metódica, apasionada con lo
que hace y realizadora de sus sueños, Luz Eugenia Sierra es la más relevante antologista
y editora de la poesía colombiana. El domingo 21 de abril nos entregó su último
proyecto: María Mercedes Carranza. Poesía
reunida & 19 poemas en su nombre.
Llueva,
truene o relampaguee, los poetas siempre llegan en abril de la mano de Luz Eugenia Sierra, la paisa.
Aparecieron por primera vez en 1982, una noche de abril, en la histórica Plaza del Chorro
de Quevedo. En la noche del domingo 21, lo hicieron también, en la anual Feria Internacional del Libro de Bogotá.
Entre uno y otro evento han
pasado 30 años, y desde entonces, no ha dejado de descubrir,
conocer, reunir, editar y entregarnos, cuidadosamente y en espléndidas ediciones, el rico trabajo de los poetas colombianos.
Como la describió el poeta Joaquín Mattos Omar en la Revista Ulrika (edición especial 45-46), Luz Eugenia Sierra es "la más relevante antologista en el panorama de bibliográfico de la poesía colombiana. Ninguna otra persona como ella han contribuido al enriquecimiento crítico del corpus de la lírica nacional”.
Como la describió el poeta Joaquín Mattos Omar en la Revista Ulrika (edición especial 45-46), Luz Eugenia Sierra es "la más relevante antologista en el panorama de bibliográfico de la poesía colombiana. Ninguna otra persona como ella han contribuido al enriquecimiento crítico del corpus de la lírica nacional”.
En
su último trabajo, “Poesía reunida & 19 poemas en su nombre”, rinde homenaje, diez años después de su muerte, a una persona que fue
apasionada, íntegra y convencida que era posible construir un país mejor con
las voluntades alzadas en almas: María Mercedes Carranza, de quien fue su asistente en la Constituyente de 1991, su brazo derecho en la Casa de Poesía Silva y su más admirada y querida amiga.
Poetas
en abril
Transcurrían
los meses previos al fin de la doctrina de la "seguridad nacional", que Turbay Ayala (1978-1982) nos había impuesto desde el primer mes de su mandato bajo el nombre de estatuto de seguridad. Que dizque para ‘defender a los
asociados y las instituciones democráticas asediadas por serios peligros y toda
clase de asechanzas y lograr una patria donde se viva en paz y toda clase de
seguridades para la vida y el trabajo'... según informó en su momento el El Espectador.
Fueron
cuatro oscuros y temidos años en los que, en nombre de los “valores políticos” y defensa de la patria, las incipientes organizaciones sociales, sindicales, los
partidos de izquierda y de manera especial los estudiantes y los artistas, fueron presionados,
hostigados, perseguidos, coartadas todas las libertades civiles, violentado su derecho humano a la vida y reprimida toda manifestación de protesta en la sociedad.
Sí. Tal y como ocurrió con Uribe (2002-2010). Cualquiera que pensara diferente, fuera opositor o crítico de su
gobierno, era sindicado de subversivo, comunista o guerrillero, un enemigo del
Estado que había que acallar, someter, borrar del mapa de la democracia. Bajo
el estatuto de seguridad fueron detenidos en guarniciones militares y de torturas, el poeta Luis Vidales (tenía 80 años en ese entonces), la pianista Teresita Gómez y la bailarina Priscila Welton, entre otros colombianos
del mundo de la cultura.
Este
fue el contexto de vida, de estudio, de crecimiento y evolución de una generación
de jóvenes y estudiantes en la Colombia de finales de los 70 y primeros de los años 80. Un tiempo en el que pese a que habían más noticieros
diarios de televisión -8 en total- y menos realitys show y telebovelas, pocos hablaban de las violaciones a los derechos humanos que ocurrían a diario. Estudiábamos y soñábamos.
¿Como
cabía la poesía en ese contexto?
Luz Eugenia Sierra.
“Queríamos ‘romper’ el estado de sitio, pero de una manera distinta, festiva.
No con consignas ni pancartas. Pensamos con el pintor y promotor cultural vallecaucano Mario Quintero (q.e.p.d.), amigo y vecino, que lo mejor era hacer un encuentro con poetas y juntar sus poemas para un libro. Me había retirado dignamente -subraya- pocos días antes de la facultad de derecho de la Universidad Libre y tenía el dinero del reintegro de la matricula.
Haciendo cuentas alegres -porque uno no hacía presupuestos ni nada parecido- en esa semana santa hicimos la convocatoria. Llegaron
82 poemas, muchos manuscritos”.
En
su buhardilla de La Candelaria Luz Eugenia mecanografió en una máquina de escribir IBM ejecutiva (lo último de lo último y lo más
cercano a la tipografía), las 89 páginas que fueron fotocopiadas y compaginadas manualmente y durante dos noches, para hacer 1.000 ejemplares del memorable libro.
Esa primera
edición fue el comienzo espontáneo de la serie de cinco volúmenes (1982-1987) que comprendió la colección
de Poetas en Abril, cuyo primer tomo que circuló con portadas en propalcote de 250 gramos color rosa sin ninguna información, fue en homenaje al escritor Andrés Caicedo. "Después de iniciar la impresión de las portadas en serigrafía (screen), una noche antes del proceso final, fui víctima de un atraco, y aunque me defendí, -cargada de tigre mordió al
ladrón-, las portadas no pudieron estar a tiempo", recuerda entre asombro y risas.
¿Cómo se hizo la convocatoria?
LES. “Aún no había computadores, celulares y menos Internet. El correo de las brujas, el voz a voz, los cartelitos
y las fotocopias funcionaron muy bien. En menos de 15 días lo pensamos y se produjo el primer libro. ¡Aparecieron 82 poetas y poemas!”
Conversamos con la paisa en el Chorro de Quevedo, allí a dónde don Gonzalo
Ximenez de Quesada hizo la primera fundación de Bogotá el 6 de agosto de 1538 y
también, el lugar en donde Luz Eugenia inicia su intensa y feliz travesía como editora.
"Esa noche de la presentación
de Poetas en Abril llovía con ganas. El
sonido no funcionó, la leña se mojó, pero los poetas celebraron su fiesta
leyendo sus poemas, todos, regocijados con la publicación, para algunos, de sus primeros trabajos. Poetas que hasta hoy siguen vigentes y escribiendo como Anabel
Torres, Eduardo Escobar, Fernando Linero, Rafael del Castillo, Guillermo
Martínez, Giovanni Quessep, Harold Alvarado Tenorio, Jotamario… entre otros".
¿Si
en 1982 fueron 82 poetas los que atendieron la convocatoria, cuantos llegarían hoy?
LES.
“En la época en que María Mercedes Carranza hacía las convocatorias en la Casa
de Poesía Silva, llegaban 10 mil, 12 mil sobres. Hoy con Internet y todo lo
demás… pues dímelo tu… " (Risas).
Luz Eugenia dejó el derecho y se hizo periodista aunque nunca ha ejercido. Se marchó del país durante diez años para cumplir una nueva meta: hacerse maestra de edición, pero en Catalunya. Lo suyo son las palabras, la gramática, los textos, el papel, el diseño, los libros.
LES.
“El título de la colección fue un acierto de
las siempre espontáneas expresiones del poeta Juan Manuel Roca. Abril es el florecimiento, la
primavera, lo que está en desarrollo. Muy ecléctica, claro, pero la realidad es tan
diversa como para ponerle un solo prisma. La poesía colombiana tiene 80 mil
expresiones”.
Eran los años dorados de muchos autores en agraz, en pleno florecimiento, como escribiera el
poeta Joaquín Mattos.
Un
mes después, Luz Eugenia crea la Fundación Talleres y presenta una nueva
edición del primer libro en Medellín, esta vez, con la portada impresa y 300 ejemplares exclusivamente
para las bibliotecas. Con esto comienza una aventura y empresa
que ha ocupado buena parte de su vida.
La
colección Poetas en Abril investiga,
indaga, recupera, recoge y publica más de 1500 páginas de la poesía de cerca de
un centenar de poetas colombianos durante cinco años continuos.
LES.
“Por intuición y asombro, que en 30 años, no se me ha acabo. La
poesía es testigo excepcional de un momento de la historia de un país, de la
vida de la gente”.
Luz
Eugenia no es una crítica de poesía, pero sabe cuando un poema y un poeta son
buenos. Es cuando “intentan resonar más que sonar. La poesía se escucha como un
jazz… una sinfonía…”, dice.
Y
lo tiene claro, como clara fue su respuesta a uno de sus maestros del Postgrado de Estudios Avanzados en Edición en
Barcelona. ¿Cuál
sería la estrategia para publicaciones sobre armas en fascículos? Ella responde
de manera inmediata. “No me ocupo de ese tema. Soy editora pero no para hacer
libros sobre la guerra”.
En el año 2000 edita y publica en Barcelona uno de los dos libros que ha preparado de autores de manera individual: Poemas de la guerra de la poeta Anabel Torres.
En el año 2000 edita y publica en Barcelona uno de los dos libros que ha preparado de autores de manera individual: Poemas de la guerra de la poeta Anabel Torres.
¿Qué
se necesita para ser editor de poesía?
LES.
“Vocación de pobre (risas). No tener aspiración de lucro ni de gran
renombre sino voluntad de aprender, de hacer preguntas y de cuestionarse. Los
poetas tienen una atención especial por la realidad. La poesía da
eso. Una nueva emoción cada vez. Leo a Juan Manuel Roca, a Giovanni Quesepp... y se me abre otro espacio. La
poesía sacude, emociona”.
Como conmovió, en 1997, la colección de postales con poemas de 33 autores colombianos titulada Correo de las Novias. Un proyecto editorial cuya edición limitada de 3.000 ejemplares fueron impresas en papel propalcote de 250 gramos, proveniente de la fibra de la caña de azúcar y presentadas en una caja de madera de comino reciclado de una vieja construcción febril de Medellín. Las Postales (no la caja) se han reeditado muchas veces y aún hoy se pueden conseguir en la Casa de Poesía Silva.
¿Antologista
o editora?
LES.
“Me divierten mucho las antologías porque, al mismo tiempo, se pueden pulsar
distintos lenguajes y se pueden reunir públicos diversos. Cada poeta tiene su
parcela de amigos, de afectos y reunidos todos juntos pueden mostrar más la diversidad.
Es un oficio que me divierte, que me enseña. Que me emociona”.
Sin
duda su obra más ambiciosa como editora y antologista es Colombia en la poesía colombiana/Los poemas
cuentan la historia, publicada en 2010 bajo el sello editorial Asociación Cultural Letra a Letra que ella preside.
El libro es el resultado de siete años continuos de investigación que realizó
junto al poeta Robinsón Quintero. Con este trabajo, Luz Eugenia Sierra obtiene el
premio Literaturas del Bicentenario otorgado por Ministerio de Cultura en el marco del Bicentenario. Una elevada y fecunda edición poética, literaria e historiográfica cuyos 186 poemas retratan cinco siglos de la vida cotidiana, social y política de Colombia.
¿Es
distinta la poesía que hacen las mujeres a la que hacen los hombres?
LES.
“No.. no.. no. Uno no escribe con la falda. Uno escribe con las manos, con el
cerebro y con el corazón y hombre y mujeres tenemos de lo mismo. Es el universo propio de los
poetas lo que se impone en sus textos”.
Su siguiente proyecto, el del 2014 es “una colección de libros
individuales de 7 mujeres colombianas con voces muy potentes”, me revela, pero no me
adelanta más.
LES.
“Que ha pasado el tiempo y no he dejado nunca de asombrarme. La poesía abre
otras ventanas, plantea otras preguntas.
Hace 30 años era una buena estudiante. Formaba parte de un comité de solidaridad de presos políticos... de una fundación de promoción de los artesanos y las expresiones culturales del barrio, trabajaba en una empresa francesa, y estudiaba francés y derecho”.
Hace 30 años era una buena estudiante. Formaba parte de un comité de solidaridad de presos políticos... de una fundación de promoción de los artesanos y las expresiones culturales del barrio, trabajaba en una empresa francesa, y estudiaba francés y derecho”.
Luz
Eugenia no se detiene. Soy testiga de ello. Desde su primera quijotada (de la cual formé parte) hasta la última. Así como es rigurosa, profesional y puntillosa al
momento de enfrentar un texto o un poema, también es metódica, exigente, planea
al detalle cada acción, cada actividad, tanto de su labor poética y empresarial,
como la personal. Se pone y cumple todas sus metas. No deja casi nada al azar. Ese es quizás el más caro de sus secretos.
Fotos by Bunkerglo.