Y Gaitán, ahí. Foto by Bunkerglo - Marcha por la paz. Bogotá abril 9 de 2013 |
Cada vez que me refería la misma terrible y triste historia, seguramente producto de mis preguntas, tampoco podía evitar, por obra y gracia de mi imaginación, convertir su relato en un cuento lejano, en una película desteñida y marcada de hilitos (rayada) porque había pasado en otro lugar y con otra gente.
Sin embargo, muchas veces y con cierta fascinación, escuché el discurso que pronunció Jorge Eliecer Gaitán en la Plaza de Bolívar el 7 de febrero de 1948, y que se conoce como Oración por la Paz.
No se si era su voz o sus palabras pero escucharlo hablar en el LP (Long Play), me producía un magnetismo increíble. Recuerdo que todos, pero en especial ese disco, negro, pesado, delicado, había que cogerlo con sumo cuidado, con las manos muy limpias, casi que con guantes, cuidando de no rayarlo con la aguja al ponerlo en el tocadiscos.
Los domingos en la tarde, después de escuchar por la radio un partido de fútbol y los resultados de la hípica, mi papá ponía los discursos de Gaitán, alternando nuestra atención con el lago de los cisnes de Tchaikovsky o las seductoras voces de Nat King Cole y sus aquellos ojos verdes y la Violetera de la recién fallecida Sarita Montiel, entre otros hits de la época.
La historia nos cuenta que ese 7 de febrero, hace 65 años, más de cien mil de las cuatroscientas mil personas que vivían en Bogotá, colmaron la Plaza de Bolívar. También quizás ahí estuvieron nuestros papás, los tíos y abuelos, atendiendo el llamado del líder político y jefe del Partido Liberal, Jorge Eliecer Gaitán.
La multitud protestaba, como hasta hoy lo hacemos, contra la violencia política, pero en ese entonces, por la que ejercía el gobierno del presidente de la República Mariano Ospina Pérez sobre los liberales, en especial, contra los gaitanistas.
Desde antes de esa fecha como hasta hoy, la desigualdad, la exclusión y la pobreza, siguen siendo una constante nacional. Lo más fácil era convertirla en una efermedad endémica, incurable. Solo pasamos (¡por dios!) del criminal tiempo del corte de franela al de la motosierra.
En esa marcha del silencio, porque no hubo consignas, ni aplausos, ni vivas, Gaitán pronunció, según opinan los historiadores y los viejos, su más auténtico y conmovedor discurso. Tal vez, el más importante de su corta y truncada vida política.
Con la vehemencia de su ser le pidió al presidente Ospina Pérez concordia, hechos de paz y de civilización. "¡Piedad para la patria!".
Con la vehemencia de su ser le pidió al presidente Ospina Pérez concordia, hechos de paz y de civilización. "¡Piedad para la patria!".
El recién 9 de abril de 2013, como en 1948, una multitud 'de todas las latitudes, de los llanos ardientes y de las frías altiplanicies, llegaron a congregarse en esta plaza, cuna de nuestras libertades'. Vinieron con la historia de su dolor y sufrimientos, y otra vez, desbordaron la Plaza de Bolívar para
decir que le apuestan, decididamente, a un nuevo intento de paz.Que quieren, que requieren, que necesitan paz.
La marcha fue la manera como se conmemoró, por primera vez en la historia de Colombia, el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas, (instaurado por la Ley 1448 de 2011 Art. 142).
Se honró la memoria de los desaparecidos y asesinados, a sus miles de familias, a los millones de personas que se encuentran en situación de desplazamiento forzado, a las que han sido despojadas, a los que fueron violentados sexualmente (mujeres y hombres), se honró a las comunidades, a las poblaciones y a los niños y niñas cooptados por los distintos actores del conflicto armado.
Los que marcharon no eran los enruanados de sombrero de la marcha del silencio de Gaitán, pero por la "pasarela de la paz", (esto es la carrera séptima hasta la Plaza de Bolívar), pasó la geografía humana nacional, centenares de miles de personas en cuyos rostros se dibujaba un ¡Sí! ¡Hágamos la Paz!
Vi marchar campesinos, indígenas, afros, obreros, trabajadores, estudiantes, intelectuales, artistas, mujeres… A las minorías más vulnerables mujeres, niños y viejos que han padecido y sufrido lo indecible en este país.
Marchó la solidaridad por ellos mismos como víctimas de la endémica guerra colombiana. Todos traían deseos, sueños, esperanzas, el clamor porque pueda empezar a construir una vida distinta, con un presente feliz y prometedor.
Su masiva presencia simbolizó, en el simbólico espacio de la democracia nacional, el beneplácito expreso de poner fin al conflicto armado. Un gesto de humanidad, de generosidad, de vida si se tiene en cuenta que son los historicamente excluidos. Están convencidos de que no todo está pérdido y venían a ofrecer su corazón.
La "marcha por la paz" no fue una movilización silenciosa como la de Jorge Eliécer Gaitán el 7 de febrero de 1948 cuando pronunció su Oración por la Paz, sino todo lo contrario, fue expresiva, festiva, multicolor y ruidosa, como lo muestra el vídeo (ver más abajo), cuyo paisaje sonoro fue realizado por el periodista Pablo Medina Uribe, director de RadioPachone (www.radiopachone.org) y Julian Camacho García. Las imágenes de mi autoría fueron tomadas en un punto obligado del recorrido de la "marcha por la paz", carrera séptima con avenida Jiménez, camino a la Plaza de Bolívar.
La marcha fue la manera como se conmemoró, por primera vez en la historia de Colombia, el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas, (instaurado por la Ley 1448 de 2011 Art. 142).
Se honró la memoria de los desaparecidos y asesinados, a sus miles de familias, a los millones de personas que se encuentran en situación de desplazamiento forzado, a las que han sido despojadas, a los que fueron violentados sexualmente (mujeres y hombres), se honró a las comunidades, a las poblaciones y a los niños y niñas cooptados por los distintos actores del conflicto armado.
Los que marcharon no eran los enruanados de sombrero de la marcha del silencio de Gaitán, pero por la "pasarela de la paz", (esto es la carrera séptima hasta la Plaza de Bolívar), pasó la geografía humana nacional, centenares de miles de personas en cuyos rostros se dibujaba un ¡Sí! ¡Hágamos la Paz!
Vi marchar campesinos, indígenas, afros, obreros, trabajadores, estudiantes, intelectuales, artistas, mujeres… A las minorías más vulnerables mujeres, niños y viejos que han padecido y sufrido lo indecible en este país.
Marchó la solidaridad por ellos mismos como víctimas de la endémica guerra colombiana. Todos traían deseos, sueños, esperanzas, el clamor porque pueda empezar a construir una vida distinta, con un presente feliz y prometedor.
Su masiva presencia simbolizó, en el simbólico espacio de la democracia nacional, el beneplácito expreso de poner fin al conflicto armado. Un gesto de humanidad, de generosidad, de vida si se tiene en cuenta que son los historicamente excluidos. Están convencidos de que no todo está pérdido y venían a ofrecer su corazón.
La "marcha por la paz" no fue una movilización silenciosa como la de Jorge Eliécer Gaitán el 7 de febrero de 1948 cuando pronunció su Oración por la Paz, sino todo lo contrario, fue expresiva, festiva, multicolor y ruidosa, como lo muestra el vídeo (ver más abajo), cuyo paisaje sonoro fue realizado por el periodista Pablo Medina Uribe, director de RadioPachone (www.radiopachone.org) y Julian Camacho García. Las imágenes de mi autoría fueron tomadas en un punto obligado del recorrido de la "marcha por la paz", carrera séptima con avenida Jiménez, camino a la Plaza de Bolívar.
Esta entrada al blog incluía el texto del escritor y poeta William Ospina, presentado como una nueva Oración por la Paz y que leyó la líder política y defensora de los derechos humanos Piedad Córdoba. Dada su extensión, el texto aparece el el siguiente post bajo el título: Dignidad, confianza y afecto entre los ciudadanos es el verdadero nombre de la Paz: William Ospina
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