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martes, 16 de abril de 2019

A veces las cosas se destruyen para hacerse más visibles: Carolina Sanín

Nota del editor. La Catedral Nuestra Señora de París fue consumida por un voraz incendio en la tarde de hoy. El fuego que ardió por casi 14 horas, destruyó casi todo el techo y la aguja central del monumento gótico construido entre 1163 y 1345. El edificio medieval, aparentemente, no fue afectado. La Catedral estaba siendo intervenida por obras de renovación.  
Foto recibida por WathsApp sin autor 

A veces las cosas se destruyen para hacerse más visibles 

Carolina Sanín
Tomado de su Facebook – Abril 15 de 2019

"Lo que hoy ha ardido y en parte ha colapsado en París no es simplemente un "templo católico". Es uno de los testimonios vivos de que hubo un tiempo —la baja Edad Media— en que el conocimiento, el arte, el trabajo (individual y colectivo) y la educación se concibieron de una manera más integral y acaso menos ingenua que hoy. Las catedrales góticas respondían al deseo de hacer un libro vivo universal que mostrara que el universo es habitable y cognoscible (aún hoy es ese el fundamento de todo afán científico y también de toda presunción política, en últimas). Las catedrales góticas eran —son— edificios legibles que vinculaban la breve y frágil vida del hombre con el largo pero finito tiempo del mundo (con la historia y las generaciones) y con la eternidad de Dios. En la construcción de una catedral gótica se involucraban todas las disciplinas del saber y del quehacer. La construcción no culminaba en una generación, ni en dos: quienes terminaban de hacer la catedral (si es que una catedral se termina de hacer) eran hombres a quienes los iniciadores no habían conocido ni concebido. Con ello, la catedral era construida por la ciudad entera: por su pasado, su presente y su futuro. Los vitrales, las esculturas, la pintura, la arquitectura buscaban transmitir la historia de la humanidad, o lo que se conocía de ella, y a la vez formular las preguntas correctas para llegar a entender cómo estaba estructurada la realidad. Un público —que en la época era iletrado en su mayoría— podía adquirir conocimientos (algunos explícitos, otros más sutiles, herméticos, espirituales) observando la catedral, viviéndola y compartiéndola. La catedral tenía una aspiración universal, que quizás no haya tenido ninguna otra empresa educativa hasta hoy (tal vez internet sea su correlato más exacto). Hoy el incendio de Nuestra Señora de París, un lugar donde he pasado horas deseando entender y a veces recibiendo la promesa de que un día entenderé algo, me ha recordado que todo es perecedero. Que más que los empeños del hombre y que todos sus amores puede el fuego del sol.  Días después de que viéramos la foto del agujero negro, también leo este incendio como una invitación a volver los ojos hacia el saber de las catedrales (a veces las cosas se destruyen para hacerse más visibles): a recordar que los arquitectos y masones góticos ( y los autores de los enormes libros de cuentos ensartados, que eran catedrales escritas) se acercaron también (no menos que nuestra ciencia empírica —que entre otras cosas es un desarrollo de la alquimia y los cálculos de los medievales—) a ver más allá; a imaginar más y más lejos. Las torres y la aguja de Notre Dame, y todos sus altorrelieves, sus esculturas y sus vitrales claman una sola cosa: el ser humano puede conocer y elevarse. Hoy la humareda, que se eleva más alto que la aguja, afirma lo mismo. Todo en el mundo es finito, y todo se levanta".

Texto reproducido con autorización de su autora.


viernes, 15 de marzo de 2019

Carlos Ossa Escobar: tendió puentes, abrió puertas y sembró esperanza

Carlos Ossa Escobar entrevista Telenoticiero del Medio Día - Foto Luis Córdoba Prensa INCORA

No sé en qué lugar de la geografía colombiana tomaron la foto. 

Si a orillas del río Duda en la Uribe Meta, en zona rural de María La Baja al Sur de Bolívar, en un resguardo indígena del Tolima o en San Alberto César...  

Lo cierto es que, en la vida de un reportero existen sucesos que el tiempo se encarga de cuidar haciéndolos imborrables. También, las personas que dejan huella.

Dos sucesos y un trazo vienen a mi memoria con el nombre de Carlos Ossa Escobar.

Uno, su quiebre e inconsolable llanto de dolor esa sombría y lluviosa tarde del domingo 20 de agosto. 

Lo encontré saliendo del Salón Elíptico del Capitolio Nacional dónde se rendía un desolador adiós a Luis Carlos Galán. Asesinato que Carlos recibió como un puñal en el alma.   

El otro, cuando le reveló al país el "mapa rojo de la contrarreforma agraria", y que presenté en primicia noticiosa al país.

Dos sucesos del terrorífico 1989. 

El mapa rojo de la reforma agraria de los narcos

Carlos Ossa Escobar lideró a finales de los 80 la incipiente ‘reforma agraria’ de la época.

Como gerente del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA), tenía la tarea de impulsar las políticas agrarias en el marco del Plan Nacional de Rehabilitación PNRpara una Colombia rural signada por las Farc y el narcotráfico.

Ámbitos y fuentes de mi asignada cobertura informativa. 

En ese entonces, como ahora, los medios de información invertía poco o nada de recursos en desplazar a sus reporteros para realizar coberturas noticiosas, y tampoco informativas, dentro y fuera del país.

Era una práctica usual que, para llegar a muchos lugares, las entidades públicas invitaran a la prensa a donde tenían algo por contar de su interés. El INCORA era una de estas entidades.

Vivíamos el convulsionado 1989 año que nos exigió a los periodistas estar siempre listos.

Nos movíamos en manada a dónde fuera y a la hora que fuera y todos los medios. Casi siempre, para hacer reporteria en el lugar de los hechos, observar, mirar, documentar y recoger testimonios para contar una muy mala noticia.  

Ese año me encontré con la Colombia profunda por cuenta del INCORA y de la guerra. Realicé el mayor número de desplazamientos periodísticos por municipios y zonas rurales a las que nunca regresé.

El asesinato de un líder social, un político, una masacre de campesinos, o funcionarios, actos de terrorde las Farc, del ELN, de los carteles de la droga, de sicarios, bandas criminales, de las AUC del momento.. constituyeron la razón de este encuentro. 

Pero también, de la mano del INCORA, para contar de una titulación de tierras, la entrega de maquinaria agrícola, capacitaciones a campesinos y  sobre avances de la ‘reforma agraria’ (ley 30 de 1988). 

El conflicto armado estaba en la cúspide de su demencia. 

La conformación de grupos armados de los terratenientes que poco después se convertirían en la más cruenta organización criminal amparada por políticos, partidos y narcotraficantes: las AUC, Autodefensas Unidas de Colombia. 

La sociedad vivía bajo el terror de la más cruenta ofensiva militar estatal contra las guerrillas de las FARC y el ELN.

Un tiempo siniestro para miles de campesinos, colonos e indígenas rehenes del paramilitarismo y las guerrillas, y en las ciudades por el sobresalto permanente del accionar narcoterrorista.  

La titulación a campesinos sin tierra, mediante la compra de haciendas de la incipiente reforma agraria no tenía contento a ningún actor armado: militares, paramilitares, terratenientes, guerrillas y narcotraficantes. 

¿Qué pasaba?


Qué la decisión de titular baldíos hizo que la tierra se valorizará y con ello, que creciera el accionar de los capos de la droga. 

"Repentinamente", la tierra baldía y de campesinos pasó a manos de los narcotraficantes que, ayudados del paramilitarismo, se apropiaron de grandes zonas del país.

Ese fue el "mapa rojo de la contrarreforma agraria” que Carlos Ossa Escobar dio a conocer al país a través del Telenoticiero del Medio Día (con la información), no recuerdo si antes o después del asesinato de Galán.

No tardaron en llegar amenazas contra el noticiero y el Incora. 

Era complejo identificar su origen. Podrían ser todos los actores armados del conflicto: terratenientes. Paramilitares. Narcos. Guerrilla. Militares. 

El INCORA se convirtió en el enemigo. Su acción agraria se detuvo. Las voces de derecha señalaron y estigmatizaron a su gerente poniéndolo en la mira de la criminalidad.

Actuaron como ahora, como siempre. Mediante la intimidación, asesinatos, desapariciones y torturas. Desplazaron, de manera forzada, a la población campesina. 

Una estrategia que les funcionó por años, que aun sigue operando. Siempre ha sido igual desde entonces, desde siempre.

Conseguir que los campesinos e indígenas abandonaran sus tierras para poder apropiárselas en nombre de la lucha contra la guerrilla de las FARC. 

La acción del Estado era inferior a la del accionar de las metrallas y las motosierras. La masacre como estrategia de terror. 

Ese 1989 y los subsiguientes crece el asesinato de funcionarios del Estado, jueces, dirigentes, políticos, campesinos, indígenas, militantes y simpatizantes de la izquierda, periodistas, sindicalistas, y continúa, sin tregua, el exterminio de simpatizantes y miembros de la UP.

El tiempo más azaroso y doloroso de mi vida. Asesinatos, crímenes de Estado, desplazamientos de población en el campo y destrucción en las grandes ciudades. 

Liberal, pero de izquierda y marihuanero

Sus convicciones humanas y responsabilidades públicas las asumió con pasión y decisión. 

Quizás por eso le apostó a hacer grandes transformaciones sociales allí donde fuera invitado hacerlo, bien como viceministro, gerente, consejero de paz, constituyente, contralor, profesor o rector universitario.

Comprometido no solo con la paz, sino más allá. Con un país en donde la justicia y la igualdad fueran posibles.  

Siempre recuerdo con gratitud los muchos desplazamientos y las historias contadas de la Colombia rural, la que sigue olvidada, ninguneada y a la que siempre se le hace trampa desde los gobiernos en nombre del Estado.

Carlos Ossa Escobar era una muy buena persona, liberal, pero de izquierdas, marihuanero social y un hombre que que le apostó, siempre, al fin del conflicto armado interno y la paz. 

Tendió puentes, abrió puertas y sembró esperanza.  

Buen viaje, admirable y querido amigo.

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lunes, 4 de marzo de 2019

Kapuscinsky, el periodismo como pasión, entendimiento y aprendizaje

"Antes, el periodismo era una misión practicada por unas pocas personas con amplios conocimientos de cultura e historia. Lamentablemente ahora ha pasado a ser una profesión de masas en la que no todos son competentes. Hoy lo tratan como una carrera más que puede abandonarse mañana si no rinde los frutos económicos esperados. En consecuencia ha perdido cierto aire aristocrático que lo distinguió en el pasado. Tan es así que en nuestros días, en cada pueblo hay una iglesia y una escuela de periodismo".

Así empieza el texto "El periodismo como pasión, entendimiento y aprendizaje", de autoría de R. Kapuscinski y cuya vigencia sigue siendo tan actual y urgente en nuestros días.

RK, sin duda, sigue siendo referente como uno de los más relevantes reporteros del mundo, oficio que constituye el pedestal desde el que se alza el periodismo.

Reproduzco a continuación y mediante imágenes (PrintPant), el hilo que publiqué en Twitter del contenido del texto, para con ello, traer al presente y compartir algunas de sus lecciones como uno de los más relevantes reporteros del mundo.


Listado parcial de sus libros traducidos al español. Escribió 19.





viernes, 1 de marzo de 2019

Colombia, al filo de su atraso

El filósofo, teólogo, matemático, físico y educador, Carlos Eduardo Vasco Uribe, quien fuera uno de los 10 miembros de la Misión de Sabios (1994), le suscribió una dura carta a Iván Duque, a quién conmina a que este asuma la "misión histórica de ser nuestro Jefe del Estado colombiano" y no "el mayordomo de la finca de cierto ex-presidente". 

Vasco Uribe, quien fue "sacerdote Jesuita y en su paso por la Compañía de Jesús estudió su licenciatura en filosofía y letras en la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá), una maestría en física teórica y un doctorado en matemáticas, en San Luis (Estados Unidos) y otra licenciatura en teología en Frankfurt (Alemania)", cuestiona las pretensiones que  busca Duque de la nueva Misión de Sabios. 

Carta Abierta sobre la nueva Misión de Sabios al Sr. Presidente, a la Sra. Vicepresidenta, a los 43 miembros de la nueva Misión y a todos los académicos y académicas del país, del comisionado coordinador de la antigua Misión de Exsabios, Carlos Eduardo Vasco Uribe.

Esta es la Carta:

Foto Entrevista Facultad de Educación - Uni. Antioquia
"Estimado Sr. Presidente, apreciada Sra. Vicepresidenta, queridos miembros de la nueva Misión de Sabios y colegas académicos y académicas: 

Dejé pasar 20 días desde aquel memorable jueves 8 de febrero en el Jardín Botánico, fecha de la cual ya no quisiera acordarme, para darme el tiempo de “contar hasta diez” dos veces antes de enviarles esta misiva, profundamente sentida, tal vez insolente por demasiado sincera y muy probablemente impertinente, defectos de los cuales les pido de antemano me excusen con mucha empatía por encontrarme ahora avanzando lentamente por el noveno piso de mi vida, a mis 81 años de edad, ya por encima del bien y del mal.

1. Las trivialidades de la convocatoria

Todavía no puedo creer lo que viví el jueves 8 de febrero en el Jardín Botánico. Recuerdo claramente el día 24 de julio del año pasado, hace ya siete meses. Nos reunimos en la sede de la Academia Colombiana de Ciencias tres antiguos comisionados de la antigua Misión de Sabios, Eduardo Posada, Fernando Chaparro y yo, su antiguo comisionado coordinador, y los presidentes de la Academia de Ciencias y del Colegio de Academias. 

Agradecimos mucho al entonces Sr. Presidente electo que nos aceptara sin tardanza nuestra invitación a conversar con él y con la Sra. Ministra de Educación, recién nombrada y aún no posesionada, sobre la posible convocatoria de una nueva Misión de Sabios. 

Grande fue mi alegría e ilusión ese día, en el que, después de 25 años, parecía resurgir de su tumba oscura la primera Misión, y parecía que el informe “Colombia, al filo de la oportunidad” iba a tener una segunda. Pero después de seis meses de silencio total, ese jueves 8 de febrero en el Jardín Botánico, a las nueve de la mañana del día de la instalación de la nueva Misión, me vine a enterar de que yo había sido excluido de la misma y, eso, por parte de uno de los acomodadores.

Tres de mis colegas de la antigua Misión de Sabios, el Dr. Rodolfo Llinás, el Dr. Eduardo Aldana y el Dr. Fernando Chaparro, estábamos esperando la llegada del Sr. Presidente para la inauguración, conversando sentados en la segunda fila de las sillas, cuando el acomodador llegó con el Dr. Eduardo Posada. Le pidió al Dr. Llinás pasar con él a la primera fila, y nos indicó a los otros tres que nos sentáramos unas filas más atrás, pues esas sillas estaban reservadas para los comisionados. Al decirle que nosotros tres también éramos comisionados, releyó su lista y nos confirmó que no figurábamos en ella. Nos pasamos para la cuarta fila, y al empezar a llegar los otros 40 comisionados, nos volvió a pedir levantarnos de allí y pasar al lado izquierdo de la sala. Solo entonces me di por enterado.

Según mis expectativas, que creí que eran acuerdos, el entendimiento inicial en la reunión del 24 de julio y en los primeros documentos que entregué al Dr. Enrique Forero, era que acada uno de los seis o siete comisionados de la antigua Misión que aceptáramos seguir colaborando con la nueva nos nombrarían una persona más joven de nuestra confianza como nuevo comisionado para seguir llevando nuestra antorcha, y que se escogerían unas diez o quince personas más con los criterios muy loables de presencia internacional, de mayor participación femenina y de personas que vivieran fuera de la capital.

Tanto la Dra. Ángela Restrepo como yo enviamos algunos nombres de la persona que podría acompañarnos y de otros candidatos más, como sugerencias a la Sra. Vicepresidenta, a quien el Presidente Duque había encargado por decreto de la organización de la nueva Misión, a través del Dr. Forero, presidente de la Academia y del Capitán Ariza, pero nunca recibimos ninguna consulta, pregunta ni respuesta, a menos que pueda considerarse como tal la respuesta tajante del acomodador de marras.

No esperaba yo de dama tan bien educada este tratamiento, y aunque por algún motivo pudiera tal vez explicarse su conducta con nosotros los tres comisionados varones, no veo 
cómo justificarla con la Dra. Ángela Restrepo, quien estaba presente virtualmente ese día jueves, y quien, por supuesto, no se atrevería jamás a quejarse, como sí me atrevo yo a 
cometer tal atrevimiento.

2. Las infortunadas coincidencias con el Bicentenario

Es verdad que no se le puede pedir mucha profundidad de memoria histórica a tan joven Presidente, pero no puedo pasar por alto recordar ahora que hace precisamente doscientos años, en la reconquista española de nuestra patria de 1815 a 1819, Morillo y Sámano estaban fusilando a nuestros pocos sabiossobrevivientes de la Expedición Botánica. Por ello me impresionó mucho, tal vez indebida pero inevitablemente, que en este bicentenario de la independencia y la república se nombrara a una persona de nacionalidad española para coordinar a los nuevos sabios de Colombia. No es culpa de ella, por supuesto.

Esto sería simplemente una infortunada coincidencia, si no me asaltara al mismo tiempo la comparación con otros recientes nombramientos en otras comisiones de memoria o falta de ella, y por lo tanto no puedo disimular mis encontrados sentimientos. Me refiero a la ausencia de la dimensión histórica en la nueva Misión y en quienes la convocaron. 

Obviamente parece que el gobierno y el partido de gobierno no se considerara a la historia como ciencia, sino como herramienta de indoctrinación y control, al tiempo que se propone un proyecto en el congreso para penalizar a quienes señalen a sus estudiantes las dimensiones críticas, éticas y políticas de la historia. Una Misión sin historia no es misión.

Por ello entiendo y me parece apropiado, como lo hicieron los profesores de historia de la Universidad Nacional, pedirle a Darío Acevedo su renuncia, y si no renunciare, pedirle al Sr. Presidente la revocatoria de su nombramiento. Me uno a ellos.

Entiendo, pues, y hasta me alegro ahora de que nuestro antiguo comisionado, Marco Palacios, no hubiera querido formar parte de la nueva, y no veo en ella ningún colombiano que tome su lugar. Por más que, afortunadamente, se nombró al Dr. Johan Schot, no creo 
que su especialidad en la historia de la tecnología le permita llenar ese vacío.

Tal vez este alejamiento de la historia no ocurra por culpa del Sr. Presidente ni su Vicepresidenta, sino por ciertos ex presidentes, congresistas, y partidos antidemocráticos que comparten con Torrijos o Acevedo, con Plinio Apuleyo o José Obdulio, esa extraña enfermedad degenerativa que llamo “amnesia doble”: no tienen memoria ninguna de los discursos y argumentos que hace pocos años esgrimían tan elocuentemente contra el capitalismo, y parecen haber olvidado totalmente que hubiera habido algún conflicto social y político en Colombia en los últimos 50 años. No se acuerdan tampoco de los millones de víctimas ni de los falsos positivos, pero sí estoy seguro de que recuerdan algo, porque ellos también se declaran víctimas de los “sicarios morales” que alguna vez los criticamos y quieren ahora impedir a toda costa el trabajo de la Comisión de la Verdad y el de la Justicia transicional. No entiendo cómo se convoca una Misión a espaldas de nuestra historia.

Por supuesto, todo esto no quiere decir nada negativo sobre la persona misma de la nueva coordinadora, la Dra. Cristina Garmendia, muy sabia, exitosa e inteligente exministra del gobierno español. Su nombramiento es un acierto. Estoy seguro de que no solo no tomará ella a mal mi ambigua nota histórica, sino que se sentirá muy estimulada y obligada a hacer todo lo posible para apoyar a los otros 42 comisionados en el éxito de esta nueva Misión, así sea por resarcir en algo a nuestra patria de lo que otros gobiernos anteriores hayan podido hacer tan mal (no me refiero al gobierno del presidente Santos sino al del Rey Fernando VII).

Es claro que yo mismo, por mi edad y mi estado de salud, no podría de ninguna manera coordinar a tantos sabios, pues con solo nueve ya me quedó otrora bien difícil. Pero ya hablé con la Dra. Cristina, quien me sedujo a primera vista (en el buen sentido de la palabra), y le entregué personalmente la antorcha de la antigua Misión: el informe “Colombia, al filo de la oportunidad”. Le manifesté mis mejores augurios para una exitosa coordinación y mi disponibilidad, que ahora le renuevo, para ayudarla en lo poco en que pueda asesorarla.

3. La relación con el Plan Nacional de Desarrollo

Debo confesar públicamente que tampoco se cumplieron mis expectativas ni mis propuestas, que creí que eran acuerdos, entre los que estuvimos presentes en esa reunión inicial en la Academia respecto a la convocatoria de la nueva misión de sabios. Como dije arriba, ese día acordamos convocar la nueva misión para asesorar al Sr. Presidente en la formulación de políticas públicas para su gobierno y de políticas de Estado por otros 25 años. Sentí mucha alegría con su decisión de acoger esa propuesta lo más pronto posible.

La misma Sra. Ministra de Educación, recién nombrada aunque todavía no posesionada, le indicó al Sr. Presidente la necesidad de reunirnos pronto, ojalá comenzando en ese mes de agosto mismo, para revisar las conclusiones de la antigua Misión que estuvieran aún vigentes y lograr que quedaran de una vez integradas al articulado el Plan Nacional de Desarrollo que el nuevo gobierno debía que elaborar en los seis meses siguientes, desde agosto del año pasado hasta enero de este año, y presentarlo para al Congreso para su aprobación. La misma Sra. Ministra le recordó que las recomendaciones que no se integraran al articulado del Plan de Desarrollo, tanto en educación como en ciencia y tecnología, tendrían que esperar otros cuatro años para llevarse a la práctica.

Es claro que fue culpa mía haber creído que el presente gobierno estaba inclinado al cumplimiento de acuerdos, y mucho menos en este caso, en el que ni siquiera eran acuerdos. Pero, de todas maneras, me siento obligado a confesar públicamente mi sorpresa mayúscula cuando me llegó la convocatoria para la inauguración de la nueva Misión el jueves 8 de febrero en el Jardín Botánico cuando se anunció al mismo tiempo para el día anterior la radicación en el congreso del Plan Nacional de Desarrollo.

Quedaron así mis colegas de la nueva Misión en la misma triste condición que nosotros con la antigua, condenados de nuevo a que los ocho documentos de propuestas y las recomendaciones globales que se entreguen al país dentro de diez meses se queden de nuevo en los anaqueles, esperando tal vez una tercera oportunidad en el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno siguiente dentro de cuatro años. Y anoto, con temor, que, si el gobierno siguiente lo va a encabezar el Dr. Holmes Trujillo, tendrían que esperar ocho.

4. La exclusión de la educación

Me extrañó más todavía, especialmente por lo orgullosos que nos sentíamos del nombre y del informe de nuestra antigua Misión: Ciencia, Educación y Desarrollo, y por haber empezado a organizar la nueva Misión con la Sra. Ministra de Educación para poner en el centro de los nuevos documentoslas recomendaciones sobre la educación, notar ahora que precisamente todos los aspectos y personas de la educación hubieran desaparecido de la nueva Misión y prácticamente también del articulado del Plan de Desarrollo. 

Afortunadamente dos de los coautores de un celebrado informe sobre la educación, Guillermo Perry y Sandra García, me ahorran páginas de análisis. Indican ellos que solo se plantean en el nuevo Plan de Desarrollo algunas metas de aprendizaje para el grado 11, y 
no para los demás grados de básica y media y que no hay metas para las áreas específicas. De los 73 artículos que quedaron en el pacto por la equidad, solo 4 son de la “subsección” de educación y solo uno de los 4 artículitos se relaciona con la calidad de la educación básica y media, y eso solo para el mejoramiento de infraestructura.

¿Dónde están las principales metas de la antigua Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, casi todas orientadas a la educación? ¿Dónde está la planeación y la garantía de financiación de los acuerdos logrados en diciembre con los maestros, con los estudiantes universitarios, sus profesores y rectores? No encuentro nada en el Plan de Desarrollo ni en el encargo a los comisionados de la nueva Misión ni en las personas seleccionadas para ella.

¿Dónde están las principales metas de la antigua Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, casi todas orientadas a la educación?

Fue nadie menos que el mismo Premio Nobel Serge Haroche, nombrado ese día como nuevo comisionado, quien le tuvo que recordar al Sr. Presidente al día siguiente de la Instalación que lo más importante para impulsar la ciencia y la tecnología en un país en desarrollo es la educación. Lástima que tampoco tuvo tiempo el Sr. Presidente para haberse quedado a escuchar el discurso de aceptación por parte del Dr.Wasserman, en el que él hizo también el debido énfasis en la educación en todos sus niveles. ¿Se excluyó al MEN, a la Comisión Académica y a la Comisión Gestora de la conformación del Plan Decenal de Educación, tanto de la elaboración del articulado del Plan de Desarrollo como de las decisiones sobre las temáticas y sobre todo sobre los miembros de la nueva Misión de Sabios?

Francamente, aunque es claro que sí hay una despreocupación real por la educación en buena parte del gobierno y en todo el partido de gobierno —ojalá no en el Sr. Presidente mismo y ciertamente no en la Sra.Vicepresidenta— la realidad es que no nombraron a nadie relacionado con la educación en la nueva Misión ni insertaron ninguna de las propuestas de la antigua en el articulado del Plan, excepto tal vez los consabidos saludos a la bandera en la retórica introductoria del documento, en la que me extrañó también el inusitado elogio nominal a un personaje nefasto para la ciencia, la educación y la paz.

Se desatendió también mi propuesta de involucrar a la Academia Colombiana de Pedagogía y Educación, de la cual soy también miembro honorario, y mi sugerencia de nombrar en la nueva Misión a su presidente, el Dr. Rafael Campo, cuya amplia visión de la educación debería tenerse especialmente en cuenta por ser él invidente.

Infortunadamente, no se me ocurre ningún otro criterio que se hubiera tenido en cuenta para excluir a los antiguos comisionados más directamente relacionados con la educación, como a Ángela Restrepo, a Fernando Chaparro, a Eduardo Aldana y a mi. En especial, siento que se haya excluido a la Dra. Ángela Restrepo por haber sido ella quien había ofrecido avanzar en una propuesta específica sobre enseñanza de las ciencias y preparación de docentes, y más que todo, siento que se haya desechado la propuesta del Dr. Eduardo Aldana sobre los Institutos regionales “Innovar” para cada departamento (y a mediano plazo para cada cuenca hidrográfica), la propuesta más valiosa de la antigua Misión de sabios para la educación secundaria, media y terciaria en el sector rural.

Siento pues decir que la educación desapareció del todo en la convocatoria de la nueva Misión de ciencia, tecnología e innovación, y casi totalmente del articulado del Plan de 
Desarrollo. No es pues, ni de lejos, la nueva Misión una continuación y perfeccionamiento de la antigua. Es más bien el entierro de tercera de la sección más importante del informe “Colombia al filo de la oportunidad”, en el que esta lápida funeraria le cambia totalmente el sentido a aquella frase del Maestro Gabo sobre la educación: que debería ser “una educación desde la cuna hasta la tumba”. Pero no esta.

Me temo ver pronto de nuevo en las calles a los maestros, a los estudiantes de educación media, a los estudiantes y profesores universitarios, esta vez también con sus rectores, exigiendo el cumplimiento de todos los acuerdos de diciembre y la reinserción de la educación en el centro de todas las políticas de Estado y de gobierno.

5. La contradicción entre políticas de gobierno y políticas de estado

Finalmente, lo que me tiene más apesadumbrado es que después de redactado el Plan Nacional de Desarrollo no haya en este momento ya lugar para que la nueva Misión pueda
formular políticas para este gobierno, sino solo algunas políticas de Estado a largo plazo. 

Así intentamos hacerlo hace 25 años en la antigua Misión, con la intención de que nuestras conclusiones comprometieran a futuros gobiernos. Lamentábamos expresamente que en 
Colombia solo hubiera políticas de gobierno y de ministro, pero no políticas de Estado.

Pero hay aquí una contradicción fundamental, para mí insoluble. En los últimos meses del año pasado y los dos primeros de este año, el Sr. Presidente, varios de sus ministros y todo el partido de gobierno han estado proclamando a todo el mundo civilizado el incumplimiento de muchos compromisos que, como Estado colombiano, deberíamos cumplir, con la excusa de que habían sido firmados por gobiernos anteriores.

No faltaría ya, Sr. Presidente, sino que otro de sus Ministros decidiera no pagar los próximos vencimientos de la deuda externa por haber sido esta contraída por gobiernos anteriores.

Siento decirles, Sr. Presidente y Sra. Vicepresidenta, que en esas condiciones yo me sentiría moralmente impedido para asesorar a su gobierno en la elaboración de políticas de Estado.

Menos mal no me nombraron ustedes en la nueva Misión, para evitarme el penoso incidente de tener que rechazar mi postulación. Si acaso la hubiera aceptado, ahora tendría que decir que yo sí siento una incompatibilidad moral que me obligaría a renunciar a una Misión que no tuviera memoria de la antigua ni de su diferenciación entre políticas de gobierno y políticas de Estado.

Espero, eso sí, que mis colegas de la nueva Misión no sientan tan profundamente como yo esta incongruencia que ahora siento y continúen pacientemente con su trabajo de elaborar políticas de Estado para un próximo gobierno, a pesar del fundado temor de que tal vez el siguiente no acepte nada de lo elaborado en el presente.

Propongo pues a los 43 comisionados que sigan calladamente su tarea de formular políticas de Estado a largo plazo, pero sin entregar ningún documento hasta que el Sr. Presidente no se posesione realmente como Jefe de Estado, como rector y representante responsable del Estado colombiano, no de un partido antidemocrático y unos votantes engañados.

Siento decirle, Sr. Presidente, que no por culpa suya sino más bien de cierto partido de extremo centro, del cierto senador ya tristemente célebre y de cierto expresidente conocido de autos, usted no se ha posesionado todavía como Jefe de Estado sino como jefe de gobierno, y de un gobierno que no reconoce obligaciones del Estado, como para nuestra vergüenza nos lo han tenido que reprochar públicamente los gobiernos de Alemania, de Noruega y de Cuba.

No veo que haya rechazado usted, ni su embajador, ni sus ministros con toda la contundencia requerida que cualquier Mister Bolton mande 5000 soldados a Colombia sin ni siquiera consultarlo con usted, con su embajador en Washington ni con su ministro de relaciones exteriores. Humillar así a un país no es asunto para risas y bromas con regalitos de bloques amarillos.

Lamento decirle Sr. Presidente, que en mi no muy humilde opinión, usted no se ha posesionado todavía como Jefe de Estado de la digna y altiva República de Colombia, sino solo como mayordomo de la finca de cierto expresidente, que resultó ser, como lo temíamos, una plantación colonial más de los Señores Trump, Pence y Bolton, amenazando así con reversar otra vez 200 años de la tenue independencia de nuestra república.

"Usted no se ha posesionado todavía como Jefe de Estado de la digna y altiva República de Colombia, sino solo como mayordomo de la finca de cierto expresidente". 

Posesiónese usted, Sr. Presidente, como Jefe del Estado soberano de Colombia; autojuraméntese si es necesario, como está de moda, como se lo pidió Daniel Samper Ospina; pero yo no se lo digo en broma, sino con toda la seriedad del caso: no permita que ni cierto senador, ni cierto expresidente, ni cierto partido antidemocrático quieran reducirlo a manejarles la finca a los señores Trump, Pence, y Bolton, y menos todavía, exigiéndole que se ofrezca a administrarles también la finca vecina.

Si por fin en algún momento de este año logra usted posesionarse como Jefe de Estado y no solo de gobierno, y empieza a comprometerse a mantener en alto el honor de Colombia ante los países civilizados, especialmente ante Alemania, Noruega y Cuba y a excusarse ante ellos, jurando cumplir todos los compromisos de Estado adquiridos por los gobiernos anteriores, tendremos alguna oportunidad de que las políticas de Estado que acuerden los nuevos comisionados sean respetadas y seguidas por los gobiernos posteriores.

Si así, como lo espero, sucediere en algún momento de este año, podrán con tranquilidad los 43 comisionados continuar su difícil labor de elaborar a conciencia esas políticas de Estado, no de gobierno y menos de ministro. 

Termino pues pidiéndole y animándole a hacerlo cuanto antes: Sr. Presidente, asuma usted su misión histórica de ser nuestro Jefe del Estado colombiano. Dios y la Patria os lo demandan; que Él y Ella os lo concedan.


miércoles, 13 de febrero de 2019

La conexión química del narcotráfico, el ejército de Colombia y cómo proteger la información

Ocurrió hace 30 años. 

Un año y tiempo en el que los reporteros no tu vimos tregua, ni vida. 

Teníamos que informar sobre el estado ininterrumpido de sucesos de sangre y destrucción para garantizar el derecho que tenía la gente de estar informada, pero además, proteger nuestra vida. 

(Mal) Vivíamos de noticia en noticia sin tiempo para pensar, considerar y digerir.

Estábamos en medio de los ataques de la guerrilla (EPL, ELN, M19 o Farc), uno tras otro tras otro asesinato de líderes políticos de la recién creada Unión Patriótica (UP), los atroces y demenciales actos del narcoterrorismo y el asesinato masivo (masacres) de campesinos, mujeres, niños, hombres, ancianos a manos del paramilitarismo.

Apenas había el tiempo de ir a donde un jurista, un juez, un investigador social o un político (ni politólogos o analistas de ahora), para conseguir entender tanta criminalidad en la que estábamos y plantear consultas puntuales de todo cuanto ocurría en el país. 

Era un insumo fundamental que permitiría realizar entrevistas (in) y recoger testimonios que darían cuerpo al relato de la noticia en la narrativa televisiva. 

En general era lo que se hacía regularmente en la reporteria de muchísimos temas para contar la inédita e inenarrable historia de la guerra interna.

Es la historia que seguramente recogerá y de la que dará cuenta la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición CV junto al componente de justicia del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, la Jurisdicción Especial para la Paz JEP.

En ese 1989 estuve (no conocí) como reportera en muchos municipios del país dando cuenta de un hecho de muerte.

Innumerables veces le pedí perdón a mujeres destrozadas por el dolor de la muerte de un hijo, un hermano un papá o un esposo cuando, bajo mi adusta mascará inexpresiva de dolor (la tal objetividad antiséptica que ya dejé), tenía que solicitar un testimonio de su tragedia ante una cámara de televisión.

La información es un bien público 

Llevaba como tres meses acumulando papeles y datos de voces anónimas que indicaban que el entonces director Nacional de la Policía de Colombia mayor general José Guillermo Medina Sánchez, tenía vínculos con el narcotráfico.

En varias oportunidades presenté el "tema" en el consejo de redacción del Telenoticiero del Medio Día pero, también, siempre recibí la misma respuesta de su directora la periodista Gloria Pachón de Galán: "búnker, sin fuentes que corroboren la historia esa noticia no sale".  

Buena parte de la información me llegaba por escrito en diferentes papeles y escritura. Con ello podía contar una historia porque podía corroborar algunos datos, pero era necesario contrastar y una voz desde adentro y no las tenía. 

No era fácil conseguir que alguien en la institución confirmará datos e  información, tampoco, que me explicará por qué siempre se quemaba el pan en la puerta del horno, es decir, por qué se frustraban operativos para capturar al capo Pablo Escobar.

Decir algo sin certeza ni fuentes no solo era irresponsable de manera profesional, sino que podría significar una demanda contra el noticiero y, de paso, ponerse una lápida encima. 

Hasta que la causalidad y la casualidad, con la historia en la mente, encontró el camino de la publicación. 

La entrega de la carpeta fue cinematográfica

El 9 de febrero de ese año me encontré con el corresponsal para la región andina de la Revista Time, mi colega y amigo Tom Quinn (Thomas Quinn), en la siempre animada celebración del día nacional del periodista que organizaba el Círculo de Periodistas de Bogotá. 

No recuerdo si la fiesta que conseguía reunirnos anualmente ocurrió en el Salón Rojo del Hotel Tequendama o unas calles más abajo en el Centro de Convenciones Gonzalo de Jimenez de Quesada.

Hacía unos años atrás nos conocimos con Tom cuando estuve de corresponsal de la Agencia de Prensa Novosti. Formábamos parte de la Asociación de Prensa Extranjera (APE).    

En "la noche de los mejores" lo acompañaban dos colegas más a quienes me presentó. 

Algo en ese momento me resultó inusual y mi "olfato" me llevó a decirle de manera espontánea: si tienes refuerzos es porque hay algo "gordo". 

Sonrío, como sabemos que nos sonríen para decir sin decir y, entonces, persistí. ¡No me digan que andan tras las huellas de un general narco! 

La sonrisa de Tom se convirtió en una estruendosa carcajada confirmando mi atrevido "anzuelo" por saber en que andarían los guapos colegas de Time que observaban la escena sin comprender mi "juego".

Tom no tuvo otra salida que confirmarme que así era, que había algo muy importante pero, además, revelarme que la noticia saldría en la siguiente edición. 

¡Bien por ustedes que pueden hacerlo! Tengo información pero sin fuentes y.... ya sabes, no puedo decir ni pío. No se lo que sé, dije. ¿Qué sabes tú?

Así que nos apartamos de la algarabía a un rincón y conversamos los tres hasta que concluyó la fiesta.  

Tuve la certeza de la seriedad de su trabajo cuando me confirman algo que sabía por una fuente que no quería hablar: que el retiro de Medina Sánchez se debía a sospechas fundadas de ayudar a Escobar. 

Un hecho que les había confirmado el mismísimo presidente Barco y corroborado por algunos altos oficiales del ejército y la policía descontentos.

Coincidimos en la importancia y valor de los hechos. En la necesidad de dar a conocer esto para comprender la maraña de intereses y corrupción que impedían no solo la detención de los capos de la droga, sino la misma inútil lucha contra el narcotráfico en Colombia.

Tenían lo que yo no tenía: fuentes que confirmaban sus hallazgos periodísticos. 

Acordé entregarles lo que tenía, pues era la única manera de proteger la información y garantizar que este hecho fuera publicado y conocido. Compartíamos una visión común: la información es un bien público.

El país estaba sometido cruelmente a las bombas donde todos los días morían víctimas inocentes en calles, centros comerciales, CAI, bancos, aviones, la calle... y eran asesinados policías por "sapos".

Después de cuatro días de trabajo en Colombia confirmando los hallazgos periodísticos sobre las rutas del narcotráfico, los periodistas de Time regresarían al día siguiente a EEUU con la historia confirmada.  

Mi carpeta contenía una relación de lo que encontrarían y origen y fuentes de los datos y documentos. 

Hicimos un acuerdo entre colegas: la primicia.

Es decir, que el Telenoticiero del Medio Día conocería de inmediato cuando la Revista Time edición February 20, 1989 | Vol. 133 No. 8 del 20 de febrero estuviera en las calles. 

Al día siguiente y después del medio día llegué al segundo piso de ElDorado para traspasarles mi carpeta. Habíamos planeado como sería, dónde y que no nos saludaríamos ni haríamos nada que nos relacionara.

Existía la sospecha de que estaban siendo seguidos por unidades secretas de la policía y del ejército porque "sabían demasiado".

Nos reconocimos con la mirada. Puse el material en el lugar acordado. El proceso fue rápido. Tres minutos después los vi cruzar sin problema la puerta de inmigración.

Los días siguientes previos a la publicación fueron conversaciones telefónicas en las que los apoyé para precisar algún asunto, revisar y reconfirmar datos. No podía quedar ningún "cabo" suelto. Tenían que blindarse por completo ante una demanda. 

En 18 líneas la publicación internacional semanal más leída en ese entonces confirmaba la sospecha: Medina Sánchez estaba en la nómina del narcotraficante y excongresista Escobar. Esta fue la razón del retiro ordenado por el presidente Virgilio Barco en enero de 1989.

La Revista Time publicó un reportaje de página y media titulado: "La Conexión Química. Por qué el comercio de cocaína en América del Sur es una calle de doble vía". 

El recuadro informativo "RETIRO CURIOSO" ocasionaría un suceso sin precedentes en la lucha contra el narcotráfico en la Colombia de los años 80: la comprobación que el director de la policía nacional protegía a Pablo Escobar.

"Cuando el general José Guillermo Medina Sánchez, de 53 años, se retiró como jefe de la Policía Nacional de 80 mil miembros de Colombia el mes pasado, los oficiales de la ley del país se presentaron con el uniforme completo y espadas ceremoniales doradas. Pero, la partida de Medina no fue tan honorable como parecía. Los oficiales de la policía colombiana le informaron a TIME que Medina fue despedido por orden del presidente Virgilio Barco Vargas luego de que el general fuera sospechoso de estar en la nómina de Pablo Escobar Gaviria, patriarca de una de las principales familias del cartel de la droga en Medellín.

Después de que Escobar escapó por poco de la captura en una redada del ejército en una de sus propiedades el año pasado, los funcionarios colombianos sospecharon que podría haber sido informado por Medina. Posteriormente se asignó un equipo de vigilancia militar para seguir al general. Al parecer, la operación de espionaje estableció lazos entre Medina y Escobar y otro barón de la droga, Gonzalo Rodríguez Gacha, apodado "El Mexicano". Al parecer, no estaba seguro de que la evidencia se sostuviera en los tribunales, el gobierno permitió que Medina se retirara. Dos días después de que el sucesor de Medina, el general Miguel Antonio Gómez Padilla, se hiciera cargo, la Policía Nacional lanzó la Operación Primavera, el ataque más exitoso contra los productores de cocaína en la historia de Colombia".

El presidente Barco no le dio la baja cuando tocaba a Medina Sánchez, sino que simplemente lo retiró del ejército. Al parecer era más denigrante y escandaloso que EEUU le quitara la visa que destituir, de manera fulminante, a un narcotraficante general de la República y director Nacional de la Policía.

Preferimos perder una noticia antes que una vida

También sería el inicio y durante más de un año de mi vinculación a un proceso penal acusada de no se qué por dar a conocer la noticia de la Revista Time. Medina Sanchez acusó de demanda y, bueno, el episodio fue de unas proporciones inimaginables.

Durante ese tiempo una vez por semana me reuní a tomar café con el Juez en su despacho de Paloquemao para declarar, una y otra vez, que bajo la Ley 51 del periodista Art.11. (derogada ya), no  estaba  obligada a  dar  a  conocer  mis  fuentes de información ni revelar el origen de la noticia. 

Ese lunes 20 de febrero durante el habitual consejo de redacción de las 6 am se incluyó en la relación de los temas del día: "La noticia de búnker". No se decía más. Sabíamos que ese día saldría a circulación la edición semanal de la publicación esperada. 

Entre esa hora y el momento en que entró vía fax el facsímil de la portada y las paginas 18, 19 y 20 de la noticia en un blanco y negro altamente contrastado, el subdirector Ignacio Greiffenstein y la directora Gloria Pachón orientaron las notas informativas de contexto y reacciones que había que tomar.   

Aun conservo el texto que escribí, tan escueto y preciso como la noticia misma, para revelar en primicia un trabajo periodístico que no pudo dar a conocer el Noticiero en primera persona.

Más allá de la historia periodística que rememoro como anécdota y casi que por completo, lo que quiero resaltar es cómo, para los reporteros de entonces el compromiso con la verdad era una responsabilidad inalterable.

Conseguíamos proteger la información y el derecho que tiene la ciudadanía a enterarse de lo que ocurría más allá de las camisetas de los medios y los egos. 

No fue esa la primera vez ni sería la última en la que, de manera informal y también institucional, acudiríamos a algún tipo de estrategia que consiguiera garantizar el derecho a informar y el derecho de la ciudadanía a estar informada.

Desde la Corporación Medios para la Paz y el Proyecto Antonio Nariño y durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, se desarrollaron iniciativas entre medios y periodistas para proteger la información, especialmente de las regiones, sobre hechos del conflicto armado para publicarlos, de manera simultánea, en varios medios de información escritos.

Eran noticias relacionada con la violación de derechos humanos y que revelarlas en el mismo lugar podría ocasionar amenazas y hasta la muerte del reportero.

En noviembre de 1999 y ante las amenazas y asesinatos de periodistas, 32 directores de medios del país firmaron un Acuerdo por la discreción para elevar el nivel de calidad y responsabilidad en el cubrimiento y difusión de hechos violentos.

Sí. Existió un tiempo del periodismo en el que la pasión, la búsqueda de la verdad y el compromiso con el derecho de la sociedad a estar informada estuvo por encima y constituyeron un ejercicio periodístico responsable y una lucha permanente contra la autocensura. 

La información es un bien público. No le pertenece a los reporteros, periodistas, y tampoco al medio, sino a la sociedad.