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jueves, 30 de mayo de 2019

Revista Semana censura a la sociedad por preguntar


 Trabajo del caricuaturista Bacteria @eltajalapiz tomado en redes sociales.

OPINIÓN y ANÁLISIS

Gloria Ortega Pérez

Hablar de periodismo independiente, investigación y denuncia informativa en Colombia, casi siempre, es hablar de Daniel Coronell.

Esto, que debería ser una condición general para todo reportero y periodista, en Colombia termina siendo algo excepcional.

Recuento 

Desde el 18 de mayo, cuando el diario estadounidense New York Times publicó en primera página de su impreso a una columna que en Colombia se estaría reeditando la política del "conteo de cadáveres" o mal llamados "falsos positivos" un malestar general recorrió a la sociedad.

La primera pregunta de ese malestar no fue sobre la comisión de estos crímenes, sino por qué nos teníamos que enterar por el periodismo gringo y no el colombiano que estos graves hechos estaban ocurriendo en  nuestro país, y otra vez.
Solo pasaron tres días para que la gente tuviera respuesta a esa primera pregunta sobre la noticia del NYT que, para ese momento, ya era viral en redes sociales y estaba en boca de la gente de aquí y de acullá, de orilla a orilla entre continentes. 

El periodista Juan Esteban Lewin reveló en La Silla Vacía que antes del NYT la revista Semana tenía la investigación, pero no en "el congelador" a dónde están las historias por salir, sino en una "gaveta". 

Y contó las "varias versiones sobre lo ocurrido", es decir, planteó a los lectores algunas hipótesis. 
La verdad de por qué Semana no alertó a la sociedad con esta investigación, aún hoy está por descubrirse.

A partir de ese momento en periodistas, medios y la sociedad comenzó a gravitar más, muchas más y distintas preguntas y, por supuesto, toda suerte de especulaciones.

Qué no publicaron la investigación por conveniencia con el gobierno Duque; qué los nuevos socios Gilinski no dejaron; qué desde ese negocio María y Felipe López -los otros socios- andaban distanciados y no se ponían de acuerdo en nada; qué prefirieron proteger la vida del periodista porque era muy grave lo hallado...

Todas, disertaciones ampliamente difundidas y hasta creíbles, pero solo en el terreno siempre fértil de la especulación.

Ese murmullo de voces encontró oídos en Daniel Coronel que va más allá de lo revelado por La Silla Vacía y amplia el cuestionario de preguntas netamente periodísticas que conocimos en la que fue su última columna en esta publicación.

En "La explicación pendiente", el investigador Coronell, de manera directa y precisa le formula a la Revista tres preguntas obvias  y razonables que haría un buen reportero:

"¿Por qué semana no publicó las directrices del comandante del Ejército de Colombia que ordena a sus subalternos duplicar las bajas y capturas si esas evidencias eran conocidas por la revista desde febrero? 

¿Por qué en Colombia y el mundo sólo supieron por The New York Times que las órdenes incluían no exigir perfección en el momento de efectuar operaciones militares?

¿Por qué Semana no pudo concluir en tres meses la verificación de autenticidad de los documentos que pudo hacer el periódico estadounidense en unos días?"

Daniel Coronell acostumbró a leer en la tarde de los domingos su columna a miles de seguidores y absolver algunas preguntas en una transmisión vía Facebook Live desde Miami, y en compañía de su mascota Nutela. Pero el domingo 26 de mayo fue distinto. 


Foto pantalla FacebookLive - Abril 7 de 2019
Por primera vez este ejercicio lo harían casi todos los columnistas del impreso ante un "petit comité" de cerca de 100 personas y en un auditorio de Semana en Bogotá destinado para este propósito. 

Sería la primera y última puesta en escena de un acto que en mi opinión era innecesario, antipático y harto farandulero. 

También, la última vez que Daniel Coronell leía su columna  de investigación y denuncia periodística en este medio.

Daniel, calladito te ves más bonito

En la mañana del lunes 27 Coronell y los otros columnistas del impreso desayunaron con el director de Semana Alejandro Santos, como los contó en declaraciones a algunos medios. 

El periodista Coronell estaba en Bogotá para atender diligencias judiciales esa mañana del lunes.

Después del medio día recibiría una respuesta a sus tres preguntas por parte de una de las cabezas editoriales y periodísticas del medio.

"Felipe López, fundador de Revista Semana, me acaba de comunicar la decisión de la empresa de cancelar mi columna. Le agradezco a él, a @asantosrubino y especialmente a los lectores por estos años", nos contó Daniel Coronell en su cuenta de Twitter.
La credibilidad es el único capital real de un periodista y de un medio de comunicación. Son los periodistas los que hacen los medios y no al contrario. Por eso la credibilidad es la esencia de un medio. 
Semana optó por tirar al caño ese capital real -en buena medida obtenido por el trabajo periodístico de Coronell- y dejar en la bancarrota su credibilidad al sacar de sus páginas el excelso periodismo de investigación que realizaba en su columna de opinión, desde hace 14 años, Daniel Coronell.

¡En bancarrota y una deuda inmensa con la sociedad!

"Utilizar la información como poder es poner uno de los fundamentos de la desconfianza", dice el maestro de ética Javier Darío Restrepo (JDR).

Y eso fue lo que hizo Semana al no publicar la investigación y al prescindir del periodista que preguntó por qué no la publicó. Utilizó su poder.

La revista no soló atacó de frente y sin rodeos la libre expresión del periodismo, sino que censuró a la sociedad por preguntar. 

Aunque las preguntas las formuló Coronell las respuestas no eran para él, sino para la sociedad.

No es difícil ni triste, sino MUY GRAVE 

Esto no se trata del periodista Daniel Coronell, sino de todos nosotros, el periodismo y la sociedad.

Sus preguntas pusieron el dedo en la llaga: Semana ocultó una muy grave denuncia sobre crímenes de Estado. 

Ocultarle a la sociedad la existencia de una política de crímenes de Estado, esto es, muertes de personas inocentes que quizás se hubieran podido evitar, es una muy grave omisión periodística. 

Por eso no "es triste lo que ha pasado con la salida de Coronell", como trinó la directora de RCN Noticias Yolanda Ruíz, sino GRAVE, MUY GRAVE y no por la persona del periodista, sino por el mensaje. Tampoco se trata de "un difícil episodio para el gremio". 

El periodista está ante el poder para criticarlo - y esto incluye a los medios-, dando voz a la sociedad para ejercer esta crítica sobre los poderosos. 

Tampoco se trata como dijo la periodista de opinión Paola Ochoa en #MañanasBluRadio (martes 28) que con su columna Coronell busca aumentar sus seguidores y lectores en sus redes, la Revista y en Noticias Uno. 

Pocas horas antes de que Semana sacará al columnista de sus páginas el director de Blu Radio, Néstor Morales, pretendió mancillar la credibilidad de Daniel Coronell acusándolo de favorecer a Juan Manuel Santos durante sus gobiernos. 

Especies y acusaciones soltadas al aire disfrazadas de preguntas y "cortina de humo" desviando el foco sobre la revista y el gobierno, únicos reales implicados con la no publicación de la denuncia.

No le tomó mucho tiempo a Coronell desvirtuar a Morales y sus acusaciones de manera documentada en cinco trinos que recuerdan que, por sus denuncias periodísticas y el peso de la ley cayeron muchos corruptos del equipo ministerial de Santos.


Lo que hace un periodista es cuestionar al poder. El que sea: un gobierno, una empresa, una institución o un medio de comunicación. Y eso fue lo que hizo Coronell: preguntar por qué el medio no publicó la noticia sobre la existencia de crímenes de Estado (mal llamados "falsos positivos"). Eso es, realmente, lo de fondo.

Decir que estas preguntas no merecían siquiera un comentario es tan perverso como la amenaza que constituye para la libertad de expresión que a medios, periodistas y el periodismo no se les pueda pedir explicaciones de su ejercicio profesional o empresarial. 

El investigador y profesor en  comunicación y periodismo Juan Carlos Acebedo señala que Daniel Coronell dio una lección de ética periodística.

Lo suyo ha sido siempre un ejercicio profesional, con el hilo y aguja periodística, poniendo en riesgo su vida y enfrentando junto con su familia permanentes amenazas y acoso judicial.

Los Gilinski y la decisión

Los grandes empresarios no se ocupan en este tipo de decisiones. Para eso están los directores periodísticos para sus negocios de información.

Así lo hizo saber Jaime y Gabriel Gilinski cuando en enero pasado se anunció en un escueto comunicado de tres puntos que ellos y Publicaciones Semana habían "llegado a un acuerdo preliminar para la adquisición, por parte de estos últimos, del 50 por ciento de las acciones del grupo editorial".

El segundo punto del comunicado aleja la idea de que los Gilinski formaron parte de la decisión de Felipe López de sacar a Coronell.

"2) Para garantizar la independencia editorial, la responsabilidad periodística quedaría exclusivamente en cabeza de Felipe López y Alejandro Santos".

Lo que pasó es que no pasó reflexión alguna sobre las preguntas. Es fácil imaginar que tan solo Felipe López dio un manotazo en la mesa desde su más rancia cultura bogotana, clasista, excluyente y segregacionista y gritó: ¡Coronell no va más! Punto.

La sociedad perdió su voz en esta Revista. El periodismo muy mal herido sin uno de sus investigadores indispensables. La democracia más debilitada.

La Revista Semana no reveló una investigación de interés fundamental para la sociedad para evitar que el Estado asesinara personas por intereses no periodísticos y que aún desconocemos.

Seguramente, superando todo tipo de dilemas personales, éticos y profesionales Daniel Coronell coherente y valiente pregunta lo que muchos colegas y la sociedad nos preguntábamos.

Pidió explicaciones para entender cómo, ante graves delitos de lesa humanidad -el asesinato de personas por parte del Estado- el NYT sí publicó la denuncia y Semana no. Es eso no se puede perder de vista.

Más allá de que sea Coronell -aunque es Coronell-, el respeto y afecto de miles de personas se expresó de manera contundente por las redes sociales.

Miles de personas en protesta dejaron de seguir la cuenta de la revista en Twitter que no para de recibir unfollowing (UF). Cientos más comenzaron a cancelar sus suscripciones. Otros tantos lo invitaron a escribir en sus medios digitales e impresos.


Foto de pantalla lunes 27 de mayo 6 pm
Pasados tres días me surgen otras preguntas.

¿Por qué los directores de los medios han estado tan silenciosos en esta grave situación? 

¿Por qué los gremios periodísticos, aunque pocos, no han dicho ni pío?

¿Por qué María Jimena Duzán en su cuenta de Twitter se impuso el silencio sobre el tema y ella ni Antonio Caballero han renunciado a sus columnas en la Revista Semana? 

No es por solidaridad con Daniel Coronell, sino por pura coherencia profesional, ética y humana.

Duzán, Caballero y Coronell han estado comprometidos desde el periodismo contra la violación de los Derechos Humanos y crímenes de lesa humanidad. María Jimena aún más en calidad de víctima del conflicto armado.  

Daniel Coronell se llevará su capital de ética y credibilidad a donde sea que ejerza el periodismo. Es respetado en Colombia y su voz es universal.  

domingo, 19 de mayo de 2019

Twitteros y periodistas cuestionan recientes coberturas noticiosas

OPINIÓN y ANÁLISIS
Gloria Ortega Pérez

La pregunta en Twitter del medio digital El Molino OnLine no sólo es válida, sino urgente.

Una especial controversia generó que "uno de los dos únicos periódicos nacionales, @elespectador, tenga que citar a uno extranjero, @nytimes acerca de los abusos del estado colombiano es muestra de la mediocridad profesional y complicidad con los crímenes de estado de los medios en Colombia", considera la usuaria Isis Giraldo @laladyoracleY va más allá.
Mediocridad profesional sí, mucha, permanente y creciendo.

Complicidada también, entendida esta como un trabajo marcadamente deficiente cargado de omisiones, imprecisiones y opinón de quién informa y decarente de seguimiento, contexto y explicaciones para comprender los hechos.

"El desequilibrio es evidente. El periodista tiene que conocer a profundidad los hechos para poder opinar, y conocerlos es haberlos investigado e informado. El receptor debe tener siempre claro sobre qué está opinando. Todos los días y solo viendo, escuchando o leyendo noticias se comprueba lo que señala el maestro de periodismo Javier Darío Restrepo en una reciente entrevista en Sentipensantes.

"Es un deber enumerar las distintas opiniones y ejercer una función crítica sobre las mismas. Señalar, por ejemplo, cuando una opinión no tiene en cuenta un hecho; exagera las cosas; incorpora datos falsos para una argumentación. Es decir, el periodista debe convertirse en un crítico agudo para orientar a su receptor. La gente es inmensamente sensible a toda tetra de parcialización con la información. Sabe cómo está siendo informada, puede distinguir si están haciendo propaganda a favor de alguien. Y, cuando descubre a un periodista que sesga la información y las mismas opiniones el periodista cae. La gente no le creerá más, ni lo perdonará nunca. La tarea de opinar debe estar completamente separada de la tarea de informar. Cuando un periodista opina se pone de un lado y eso hace que los que están del otro no le crean".

Así ocurre, por ejemplo, con el origen, la razón, y cuál la verdad sobre el asesinato sistemático de personas, ciudadanos líderes sociales y de derechos humanos, más o menos conocidos en toda la geografía de Colombia, pero en particular, en los territorios a donde se libran los debates humanos más definitivos sobre la tierra y sus recursos naturales.
Los medios no. Los reporteros, tal vez. Los periodistas, jamas. Y hago estas distinciones porque así ocurre en la labor informativa.

A veces los medios extranjeros tienen que hacer nuestro trabajo por una razón de seguridad propia y de proteger la información pública. Así lo entendí y viví hace 30 años cuando por falta de fuentes no podía arriesgar una investigación que involucraba al director nacional de la policía en narcotráfico, y tampoco exponer al medio a una demanda y tampoco mi propia vida.

Los MCD Medios de Comunicación Dominantes y mainstream en Colombia (y desde luego en el mundo), tienen como premisa básica que "la información (a saber, su control, selección y emisión) es, más que nunca, poder", o como lo diría Noam Chomsky, control de la opinión pública (o control del pensamiento)".

Desde hace 30 años los medios, el periodismo e incluso sus periodistas tal y como se le conocía iniciaron un proceso de desaparición. La propiedad, dirección y control de los mismos cambió y también sus propósitos. (*1).

Dejaron de ser el sueño quimérico liberal de la élite de familias, humanistas y pensadores con una ideología definida, las más de las veces, para ser lo menos desde hace más de 10 años propiedades de las corporaciones privadas al servicio, igualmente, de las corporaciones gubernamentales sin que dejaran de ser medios de comunicación masivos, pero al servicio de otras causas.

Como escribió Pablo Solana, editor de la Revista Lanzas y Letras y de la Editorial La Fogata de Colombia, "la concentración de los medios en Colombia es tan obscena como la concentración de la tierra".

Por eso son tan evidentes los desaciertos mientras sus aciertos se ahogan en la desinformación como lo señala la usuaria @periodistica: "hace mucho los medios tradicionales manejan líneas editoriales a favor de las instituciones, los políticos y el empresariado que no los hacen confiables para una fuente".

Y también ocurre lo que señala la directora de @NoticiasUno y columnista de opinión Cecilia Orozco Tascón @CeciliaOrozcoT en su respuesta a Gina Montealegre: "No tienes por qué saberlo porque no eres periodista. Pero, a veces, y con razones por ejemplo de repercusión internacional, las fuentes prefieren entregar información valiosa a medios extranjeros (..)".

El buen periodismo siempre estará en la mira de sus detractores y, como advierte la periodista Olga Behar @olgabehar1"a veces los periodistas terminan siendo carne de cañón".



Y así ocurrió.

Al periodista del New York Times le ocurrió lo que advirtió el bloguero @NestorMel15 le podría pasar a un colombiano si hacía la misma noticia: "aquí, hoy, ese reportero tendría una que otra amenaza a la cual pararle bolas".


Nicholas Casey (@caseysjournal) salió del país. En un breve mensaje vía correo electrónico dirigido a El Espectador el director de la oficina de los Andes para The New York Times escribió:

“He tomado la medida de mantenerme fuera del país por las acusaciones falsas que fueron lanzadas ayer en Twitter por María Fernanda Cabal y replicadas por varios políticos en las últimas 24 horas. Este tipo de acusación no tiene sustento y es grave dado la falta de seguridad que Cabal ya sabe que encontramos en este país como periodistas”.


No puede pasar desapercibido un trino del jurista y columnista de opinión @RamiroBejaranoG

Qué un medio nacional haya tenido esta investigación y en lugar de buscar confirmaciones haya optado porno publicar debería suscitar un debate de fondo.

Tarde que temprano, seguramente, se conocerá la respuesta.

Aunque la noticia del New York Times no haya sido producida por un medio de Colombia -que junto con los siguientes dos casos motivan este post- es impresentable que algunos periodistas en Colombia, sin más que su propia opinión, levanten un manto de duda sobre la veracidad y credibilidad del periodista Nick Casey y el medio norteamericano.

Tampoco es en lo que debería concentrarse la sociedad y, de manera especial el mismo periodismo, sino en lo denunciado: que "las órdenes de letalidad del ejército colombiano ponen en riesgo a los civiles".
No se puede perder de vista que "el comandante del ejército de Colombia le ha ordenado a sus tropas que dupliquen la cantidad de criminales y rebeldes que matan, capturan u obligan a rendirse en batalla".

No hay estado de conmoción sino de desinformación

En pocas palabras y mucha claridad es lo que se observa ocurre desde hace meses o años en la sociedad: que esta muy desinformada.

Los responsables de que esto no ocurra son los medios de comunicación.

Sin embargo, todos los días y a cada momento escuchar la radio o ver una noticia supone un ejercicio supremo de disección para cualquiera, pues se debe descubrir qué, de lo que se dice, es información y qué opinión.

En lo personal termina siendo una labor nata de "llamados de atención" por la carencia de precisión, deficiente uso del lenguaje y desconocimiento absoluto y hasta cínico del ABC del periodismo y la reportería.

"¿Quién y por qué se soltó el rumor de que habría conmoción interior y que se extraditaría a Jesus Santrich. ¿Qué se buscaba? Grave", advertía la directora del Sistema Informativo Integrado de RCN Radio @EsperanzaRicoL

El se dice qué, se rumora qué, es posible qué... más la opinadera y especulación de reporteros y periodistas en los medios y en el microblogging Twitter sobre la inminente declaratoria presidencial de declarar "Conmoción Interior", lo único que consiguió fue alterar el ánimo social y confundir a un país que requiere información y explicaciones con plastilina.

Así lo advertía el editor y columnista de La Patria, el periodista Fernando-Alonso Ramírez, cuando se comenzó a esparcir el rumor de que el Presidente declararía la conmoción interior en el país.

Quizás algunos periodistas, reporteros, e incluso mucha gente no se sorprenda ya del trabajo en los medios de información de algunas personas.

Y digo personas porque, por su inobservancia desde hace muchos años al ABC del periodismo, perdieron su condición de periodistas.

"Ojalá se trate de un rumor falso lo de que Duque está contemplando el estado de conmoción: sería la entrada a una dictadura...", escribió alguno más. Pocos actuaron con prudencia.



Libertad, captura y linchamiento mediático

El caso más aberrante dónde el periodismo fue sustituido sin más por consideraciones, opiniones juzgamiento y calificaciones saltando toda norma básica y ética fue en la cobertura noticiosa, más no informativa, de la libertad y recaptura del excombatiente de la extinta guerrilla de las Farc ciudadano Seuxis Paucias Hernández Solarte, conocido como Santrich.

Muchas fueron las formas como llamaron en Twitter a los reporteros y periodistas de los mainstream de la radio y la televisión. 

"Publicistas con micrófono".. "Asesores de ventas de multiniveles".. "Propagandistas".. "Se Graduaron en una Notaría como Jueces".. "chicas pre-pagos".."Pseudo periodistas".. "Mercenarios de la Información”.





Es difícil aceptar y entender cómo la cobertura de este hecho noticioso haya sido descrito, narrado y transmitido como si se relatara un partido de fútbol: sin contexto, explicación y creando para la sociedad tensión e incertidumbre durante horas.  

Solo escuché, miré y atendí los sucesos del 17 de mayo por pocos minutos. Era suficiente. 

Las trasmisiones en directo con reporteros que parecían inexpertos, desinformados y sin visión del alcance de su relato y palabras en un lugar y escenario de los hechos complejo y atiborrado de personas sin que ello no terminará en un desastre, fueron innecesarias.

Lo único que se evidenció fue la notoria violación a sus derechos humanos del detenido en su proceso de puesto en libertad y captura y traslado en helicóptero a la Fiscalía General de la Nación.  

Falló el Inpec. Falló la policía. Falló el CTI. Falló la Fiscalía. Falló el periodismo.

Ninguno consiguió apartar a la ciudadanía del lugar ni controlar un suceso que parecía más la salida de un pop start de prisión que la de un ciudadano custodiado y protegido por el Estado.


Los periodistas no somos dueños de la verdad. Tampoco estamos autorizados a imponer una visión propia de los hechos pero, si así fuera, no se puede confundir a la gente sin diferenciar qué es información y donde empieza su opinión.

"El actual momento de la vida del país es particularmente propicio para que se haga esa clase de análisis. Cómo tema de estudio académico identificar cuáles son las noticias que se están publicando. ¿Van a cambiar la vida de la sociedad, o estas noticias van aumentar los dolores de la sociedad?", es la pregunta que me queda como lo advirtió el maestro de periodismo Javier Darío Restrepo en una reciente entrevista que se publicó en este Blog.

No. No fue un día trivial y menos divertido. 

Los colombianos vivimos una semana de una gran tensión, pero sobre todo, de una gran desinformación.

Los acontecimientos que se sucedieron después de la decisión de la Jurisdicción Especial para la Paz de "aplicar la garantía de no extradición porque con las pruebas aportadas no se puede evaluar la conducta atribuida a Hernández Solarte ni tampoco determinar la fecha precisa de su realización" y por tanto solicitar su libertad, puso de manifiesto el bajo interés del periodismo por su responsabilidad con la sociedad.

La renuncia de Nestor Humberto Martinez Neira de la Fiscalía General de la Nación (1) a escasos días de presentarse ante la Corte Suprema de Justicia, la circulación "anónima" de un vídeo y presunta prueba de responsabilidad esperada en el caso (2); la especie ampliamente promovida de una inminente declaración del estado de Conmoción Interior en el país (3); la puesta en libertad y captura inmediata de Santrich (4) y la noticia de ordenar a las tropas que se dupliquen la cantidad de criminales y rebeldes que matan (5) indican un estado de cosas que debería poner a pensar, en serio, en el papel que debe cumplir el periodismo en la sociedad.
   

Todos estamos cansados de lo mismo a diario, como dice Sandra Granada. Soy de la idea de que, buena parte de lo que nos sucede como sociedad se debe, fundamentalmente, al deficiente trabajo de periodistas y reporteros informando al país. 


(*1). Ese proceso de desaparición se inicia con la aparición de la Internet hace 50 años y se impulsa de manera determinante con la llegada de la Web. La Internet surgió en 1969. La Web en 1989.

domingo, 21 de abril de 2019

El periodista debe ser indispensable y un líder político para la sociedad: Javier Darío Restrepo

ENTREVISTA

Javier Darío Restrepo - Foto @Bunkerglo - Marzo 2019
Pérdida de identidad, carencia de pasión, falta de rigor, pereza intelectual, facilismo, “yoismo”, poca humildad para la autocrítica, pero especialmente olvidar que el periodismo está al servicio de los otros, de las comunidades y de nadie más, son todos asuntos que han hecho que la gente pierda confianza y credibilidad en los periodistas en un momento en el que, más que nunca, la sociedad necesita confiar en el periodismo. Cambiar su ADN y restituir su perfil para el siglo XXI es su mayor reto.  


Javier Darío Restrepo es un maestro y referente en los asuntos prácticos de la ética periodística en Latinoamérica.

A sus 87 años, 60 de los cuales ejerciendo el periodismo, no le hizo el quite o huyó de la vorágine tecnológica del mundo contemporáneo, sino que apropió herramientas que estudia y adopta siendo hoy un usuario cotidiano de Twitter.

Leerlo o conversar con él es fácil. Sapiencia y paciencia juntas. Escucha, mira, atiende con genuino interés a su interlocutor para responder, con su mirada y gestos antes que con su voz, llamando con precisión las cosas por su nombre.

Sostiene sin titubeos y diáfano que se necesitan más periodistas indispensables y bastante menos prescindibles. 

El periodista, subraya, debe asumir de manera consiente su rol político como líder de la sociedad y ejercer esta misión con pasión.

Cita a Gabriel García Márquez para afirmar que “ser periodista es tener el privilegio de cambiar algo todos los días”.

Javier Darío siempre plantea más preguntas que respuestas, como lo hace de manera habitual en sus columnas dominicales de opinión en El Heraldo.

El otro, que vendría siendo el prójimo, es el objetivo y manifiesto interés de su mirada crítica sobre lo que lee, ve y escucha en los medios corporativos.  

Por eso desafía y convoca la reflexión y el debate: “¿Qué le pasaría a la sociedad si dejará de tener periodistas?”.

Más que vigor lo suyo es un ímpetu retador con su intelecto.

Ya no traza historias, sino que piensa el oficio del periodismo en el horizonte de los medios y en cómo salir del atolladero de la mediocridad informativa.

Nunca he tenido el privilegio de estar en un taller o una clase suya, pero he sido una discípula solicita que a través de una conversación permanente busca en sus lúcidas y pertinentes reflexiones una guía para tramitar el triste declive de un periodismo que está lejos del otro y de la sociedad.   

Esta entrevista que, aunque extensa también es insuficiente, buscó indagar  y conocer sus reflexiones sobre algunos de los muchos asuntos que entretejen el oficio del periodista.  


GOP.  ¿Cómo se hizo usuario de Twitter?

JDR. "Mis hijas me iniciaron en las primeras letras de todo lo digital. Lo utilizo para estimular pensamiento, conocer puntos de vista, pero no es una pasión. Lo dosifico muy bien. Tiene que esperar porque estoy leyendo, escribiendo, digitando… Después de eso, le hago caso.

He logrado imponer el orden de las prioridades: primero soy yo y después Twitter. Claro que lo uso, pero Twitter no me usa a mí. Esa es la gran diferencia. Es otro de tantos instrumentos de conocimiento".

GOP.  ¿Qué ha descubierto? ¿Cómo ha sido la experiencia?

JDR. "Tal vez lo que he descubierto es que me había demorado en tuitiar. Ahora desde @JaDaRestrepo comparto mi columna del Heraldo para destacar algunos pensamientos.

Me impresiona la reacción casi inmediata de la gente que la retuitea. Pero también, que hay pocos comentarios o muy escuetos. No se llega al fondo del tema tratado para avanzar.

Ese el problema de Twitter y todas las redes sociales: son de reacción, no de profundización de pensamiento. Esa es la gran pobreza de este medio".

Sin confianza el periodismo es inútil

Una de las mayores alarmas de las sociedades en el mundo hoy es el creciente deterioro de la confianza y que en Colombia es monumental.

Se desconfía de las personas, de las instituciones, de los gobiernos. Se desconfía de todos y de todo. 

El periodismo también es otra institución con un enorme desprestigio y desconfianza. Su credibilidad y reputación están por el piso.

Soledad Gallego-Díaz Foto El País
Una estado que, como lo advertía la directora de El País de España, Soledad Gallego-Díaz, “la desconfianza en el periodismo es también desconfianza en la democracia”.

Así como la verdad existe, también siempre han existido la noticias falsas, subraya.

Ahora la posverdad “está organizada en las redes, donde se parte de la idea de que no existe la verdad de los hechos. Y si no existe la verdad de los hechos tampoco existe el periodismo. Sin periodismo perdería su esencia la democracia. La desconfianza que se intenta expandir sobre el periodismo está también organizada para que se desconfíe de la democracia”.

GOP. Sin embargo, la gente hoy confía más en los veloces contenidos de las redes sociales, y cada vez menos en los periodistas y medios de información. ¿Qué piensa de esto?

JDR. "Para un periodista la confianza es irreemplazable. Necesita de la confianza lo mismo que el organismo vivo necesita del aire. Informamos para que nos crean, pero sin confianza el periodismo es inútil, desechable.

El periodista necesita que le crean y la sociedad necesita creer en quién le informa. Cuando desaparece la confianza el periodista es manipulable. Nunca tendrá una información verosímil, y sobre todo, está perdido porque la desconfianza es una especie de ceguera colectiva.

Javier Darío Restrepo - Foto @Bunkerglo
En su Ensayo sobre la ceguera Saramago describe una sociedad enceguecida en la que sólo una mujer ve. Todos se apoyan y le entregan su confianza a esta única persona.

Esto constituye un símbolo para nuestra sociedad que tiene muchos motivos para no mirar lo que está sucediendo pero, por lo mismo, necesita más que nunca de la confianza.

Los periodistas tenemos la obligación de fortalecer la confianza de la sociedad, pero eso no es un asunto fácil, ni de técnicas, sino de actitudes. Actitud de apego a la verdad y, particularmente, de servicio a los otros a través de la información.

Utilizar la información como poder es poner uno de los fundamentos de la desconfianza.

La Web tiene un enorme poder, pero un poder que será lo que uno haga de él. Si se le confiere a la web ese poder, se volcará hacia la desconfianza. Pero, si por el contrario se entiende que la confianza se construye todos los días, en ese momento se entenderá que el periodismo es, ante todo, una construcción diaria de confianza a través de una información creíble porque es exacta.

Detrás de la confianza lo que existe es rigor informativo. Cuando este existe, se reconoce. Cuando no, la información es superflua".


GOP. Desde los medios hoy se recibe más opinión qué información, por esto la gente desconoce los hechos, la verdad y anda ‘despistada’ porque se informa con opinión que, como se sabe, es subjetiva, tiene prejuicios y es lo que piensa o cree el periodista.

JDR. "El desequilibrio es evidente. El periodista tiene que conocer a profundidad los hechos para poder opinar, y conocerlos es haberlos investigado e informado. El receptor debe tener siempre claro sobre qué está opinando.

La primera necesidad de un periodista cuando informa es que le crean. Es un deber enumerar las distintas opiniones y ejercer una función crítica sobre las mismas. Señalar, por ejemplo, cuando una opinión no tiene en cuenta un hecho; exagera las cosas; incorpora datos falsos para una argumentación. Es decir, el periodista debe convertirse en un crítico agudo para orientar a su receptor.

La gente es inmensamente sensible a toda tetra de parcialización con la información. Sabe cómo está siendo informada, puede distinguir si están haciendo propaganda a favor de alguien. Y, cuando descubre a un periodista que sesga la información y las mismas opiniones el periodista cae. La gente no le creerá más, ni lo perdonará nunca.

La tarea de opinar debe estar completamente separada de la tarea de informar. Cuando un periodista opina se pone de un lado y eso hace que los que están del otro no le crean".

Periodismo sin pasión

Ryszard Kapuściński, Gabriel García Márquez y Guillermo Cano compartían en común que, para los tres, el periodismo fue una misión y una pasión desbordante.

En un texto sobre el "periodismo como pasión, entendimiento y aprendizaje", escribió Kapuściński que "antes, el periodismo era una misión practicada por unas pocas personas con amplios conocimientos de cultura e historia. Lamentablemente ahora ha pasado a ser una profesión de masas en la que no todos son competentes. Hoy lo tratan como una carrera más que puede abandonarse mañana si no rinde los frutos económicos esperados. En consecuencia ha perdido cierto aire aristocrático que lo distinguió en el pasado. Tan es así que en nuestros días, en cada pueblo hay una iglesia y una escuela de periodismo.

Los reporteros significan un grupo especial entre los periodistas: entregan tiempo, ambiciones, aspiraciones y energía para cumplir con su oficio. Dedicación, concentración y reflexión permanentes constituyen su savia. No obstante, algunos se duermen en sus laureles por enfocarse más en el dinero a costa de la calidad".

Gabriel García Márquez - Foto Centro Gabo
Por su parte, Gabriel García Márquez, en su discurso el Mejor Oficio del Mundo describió cómo el periodismo era para él una pasión insaciable que sólo podía digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad.  

“Nadie que no la haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente”.

Para Guillermo Cano el periodismo no fue una fiesta, ni una carrera por el dinero o por la fama; tampoco fue una rutina de oficina ni un entretenido quehacer para pasar el tiempo; era, ante todo, una misión, nos cuenta Javier Darío Restrepo.  

Entre sus más remotos recuerdos solía inventariar aquella sensación de admiración cuando a los 10 años le dijeron que su abuelo había estado muchas veces en la cárcel “para defender la libertad de sus conciudadanos”. Entonces no fue fácil entenderlo, “más tarde pude comprender que cuando se defiende honradamente un principio de justicia, no importan ni el fuego, ni el terror, ni la cárcel, ” consignó en su “Libreta de Apuntes”.

GOP. Quiénes estudiaron periodismo unas décadas atrás sabían para dónde iban y por qué lo estudiaban. Hoy hacer periodismo no es una actividad duradera. El revolcón de lo digital sigue creando inestabilidad y desdibujando su propia identidad. ¿Eso va a cambiar?

JDR. "Hay un reacomodamiento comercial.

Una de las preguntas más frecuentes que atendemos en el consultorio ético de la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) tiene que ver con eso. Al fin de cuentas, ¿Qué somos los periodistas? ¿Influencer? ¿Creadores de contenidos? ¿Qué diablos somos nosotros?

Esa es la consecuencia del predominio de lo comercial sobre lo profesional. Cuando es así se imponen las reglas publicitarias.

Uno de los esquemas a los que más se acude en la publicidad es darle nombre comercial a todas las cosas. Y hoy decir periodista ya parece poca cosa. En cambio, “influencer” o “creador de contenidos”, le hace creer a la persona que es una especie de “deidad” que llega a las salas de redacción. ¡Creador de contenidos!

¿Y el periodista qué? ¿Por qué está ocurriendo eso? Porque permitimos qué así ocurriera.

Una de las razones de la crisis del periodismo es que subestimamos la profesión. Nos limitamos a creer que periodista es el que registra el escandalito del día y punto. Por eso todos los días va tras el escandalito, lo registra y no es más. Su profesión no es otra cosa que eso.

Si como periodista día tras día le doy tan poco contenido y tan pobre alcance a mi actividad profesional, es natural que llegue a despreciarla. Que no la tenga en cuenta. Que nunca haga el ejercicio de preguntarme para qué soy periodista". 


GOP. Es común detectar todo tipo de deficiencias en los contenidos. No hay contexto, ni recordación de los hechos. Lo que evidencia es pereza por hacer el oficio. ¿Por qué con tantos recursos digitales hace 20 años se hacía mejor?

JDR. "Porque el de hoy es un periodismo sin pasión. Un periodismo de cálculo. Siempre está pensando en dónde pagan mejor y a qué hora le van a pagar. No digo que eso sea trivial, pero eso no es lo esencial para el periodismo.

Cuando ha sido distinto es porque eran periodistas que asumían su función como una misión.

Así fue a lo largo de su vida para Guillermo Cano quien entendió y ejerció el periodismo como una misión. Tuvo que culminar como culminó, porque quien trabaja en esto como una misión, lo entrega todo.

No hay cálculos. La persona vive para eso. Su mayor ilusión en la vida es hacer periodismo. Si le preguntan dirá: yo quiero morirme en esto porque es la razón de ser de su vida.

¿Cuántos periodistas hoy pueden decir con sinceridad que la razón de ser de su vida es el ejercicio profesional? Eso es lo primero que hace falta.

Hay que entender que todos los instrumentos que da la tecnología son medios y no fines que el periodista puede utilizar al servicio de los demás.

A veces el acceso de los periodistas a los medios digitales es como la llegada de un conquistador: ¡tengo que ganarme esto y utilizarlo para mi beneficio!. Una actitud que esteriliza todo.

En cambio, el que se acerca y se apropia de lo digital pensando que puede informar mejor y prestar un servicio mucho más cabal, ese periodista está en una actitud mental que podrá valerse de todo eso para progresar. El ejercicio del periodista tiene que partir de esa actitud frente a su profesión.

En el consultorio ético he respondido 1875 consultas. Desde estas ha crecido mi convicción de que los problemas éticos que tiene el periodista comienzan con la debilidad de su definición profesional. Más periodistas de los que uno cree no pueden responder para qué es periodista".

GOP. Un diagnóstico poco optimista. ¿Murió el periodismo como lo reconocíamos usted y yo?

JDR. "Está en crisis y toda crisis es una oportunidad porque nos muestra las debilidades que tenemos y nos obliga a buscar caminos, a reinventarnos, a superarlas, pero no nos damos cuenta porque los periodistas somos poco autocríticos.

En Colombia y en el mundo el periodismo está ante una gran oportunidad para reinventarse, pero parte de esa reinvención debe comenzar con la convicción de que el periodismo no es un ejercicio profesional para poder, sino para servir".



El periodismo es una actividad política

Si el periodismo está hecho para servir a los otros a través de su labor informativa y, ese sentido de su trabajo es un trabajo para la sociedad, el periodismo, sin duda, es una actividad política por excelencia.

Quizás esto hace que su trabajo deba estar en el ojo social y escrutinio permanente, pero sobre todo, debería estar en la mira del mismo periodismo.

Su labor de informar implica aclarar, explicar, orientar a la gente sobre su entorno, comunidad, territorio… Conocer lo que pierde o lo que gana como individuo, como persona y sociedad con el hacer o no de quienes administran sus bienes públicos.
  
Ryszard Kapuściński Foto Web
Pero, para esto, el periodista debe ser una buena persona como declaró Kapuściński, y además buscar siempre ser un profesional excelente.

“Para ejercer el periodismo ante todo, había que ser un buen hombre o una buena mujer, buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas.

Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino.

Es una cualidad que en psicología se denomina ‘empatía’. Mediante la empatía, se puede comprender el carácter propio del interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás. En este sentido, el único modo correcto de hacer nuestro trabajo es desaparecer, olvidarnos de nuestra existencia. Existimos solamente como individuos que existen para los demás, que comparten con ellos sus problemas e intentan resolverlos, o al menos describirlos”.
GOP. ¿Le está hablando a la sociedad el periodismo en Colombia?

JDR. "No. Se está hablando más así mismo. El “yoismo” lo está destruyendo.

El periodismo por esencia es servir al otro, estar abierto al otro y esto ignora por completo al periodista. Si no es así este profesional debe replantearse para qué hace periodismo.

¿Hago periodismo para que mi medio suba los ratings, la circulación? ¿Porque es lo que me indican los que me pagan la comida? ¿Porque tengo que destacarme, pero primero actúo para que me conozcan y luego que aprecien de mi trabajo?

Ese es un periodismo alrededor del yo.

El periodismo y el periodista se salvan en el momento que se entienda, con todas sus letras, que el periodismo es un servicio en función de los demás. Que el periodista está al servicio del otro y trabaja para que el otro sea conocido, atendido, defendido.

La única satisfacción posible para un periodista es haberle prestado un servicio a los demás. Su éxito consiste en que la información sirva de impulso, de cambio para los otros en la sociedad.

Desde la expresión de Gabriel García Márquez “ser periodista es tener el privilegio de cambiar algo todos los días”.

El “gacetillerito” que registra el escándalo del día ¿Qué cambia? ¿Qué importancia tiene eso? Los curiosos leen aquello y a la basura, porque eso ni merece recordarse.

¿Me hice periodista para escribir cosas que no merezca recordarse? ¿Tengo una definición tan pobre del periodismo que se agota con el reportero que entrega su notica y se olvida del resto?

El periodismo es ante todo liderazgo social. Cumple un rol político porque implica un trabajo con la sociedad.

Pero, cuando a la gente escucha “rol político”, de inmediato se escandaliza. ¿Cómo así? ¿Ahora serán del partido de los comunistas? ¡Tienen la vulgaridad de identificar político con partidito!

El periodista no es para un partido, tampoco tiene por qué estar en uno, pero sí tendría que estar ejerciendo una influencia política en la vida de la sociedad.

Si le preguntan a los redactores de cualquiera de nuestros medios: ¿Usted hace un ejercicio político de su profesión? ¡Se asustan! Entienden mal esto, piensan que lo están acusando de estar al servicio de la u,  la h, la j o cualquier denominación.

El periodismo tiene que reinventarse y redefinir su esencia. Esto significa elevar la profesión y sacarla de ser un simple elemento de entretenimiento para la gente que no tiene qué hacer".

Reflexionando sobre el encuentro del hombre con su semejante, aquello que para él constituía “la experiencia básica y universal de nuestra especie y un reto inexorable del siglo XXI”, Kapuściński sostenía que para entender al otro el reportero tenía que implicarse activamente en su universo emocional y antropológico con todas sus inquietudes y su propio mundo. También, que era imprescindible una sincera humildad, porque la buena disposición hacia otro ser humano era la única base que puede hacer vibrar en él la cuerda de la humanidad".

GOP. Usted plantea que “el otro constituye el centro de la ética de un periodista”. ¿Quién son los otros en el periodismo?

JDR. "El otro es la fuente, el protagonista de la información, pero sobre todo, las personas víctimas.

Todo periodista debe tener absolutamente claro que estas personas son los primeros personajes de la información. Ahí aprendemos, de manera radical, a desconfiar de todos los que tienen poder. Sea el poder que sea.

El periodista es alguien que rechaza visceralmente el poder. Que, ante este, se pone a la defensiva porque sabe que es dañino, contagioso, la peor de las enfermedades.

Debe conocer y entender esto para tratar a los poderosos. No para condenarlos de antemano, sino porque sabe que entre el poder y él debe existir distancia de por medio para ejercer su función crítica.

El periodista está ante el poder para criticarlo, pero no por su cuenta, sino dando instrumentos y voz a la sociedad que necesita ejercer esta crítica sobre los poderosos, porque, al fin y al cabo, manejan el bien común que afecta a todas las personas, por tanto, es un mecanismo de defensa que tiene la sociedad: ejercer una crítica al poder".

GOP. ¿No cree que la sabida sentencia de que “la prensa es el cuarto poder” le ha hecho daño a la reporteria y al periodismo en general?

JDR. "Es la historia de la humanidad. Todas las instituciones se han sentido seducidas por los brillos del poder, comenzando por la iglesia católica y al periodismo le pasa lo mismo.

Cuando el periodismo se convence de que es un poder se debilita, porque es comprable, negociable. Un periodista que se respete y respete su profesión nunca negocia, ni se negocia. La clave, la gran fortaleza de su credibilidad es su independencia frente al poder.

Así como las instituciones han tenido que tomar conciencia del peligro que tiene el poder, los periodistas estamos en mora de enterrar y darle sepultura a ese mito del cuarto poder.

No nos imaginamos todo el daño que nos ha hecho. Por tanto, todo cuánto se haga para hacer del periodismo un servicio, nunca un poder, es una forma de reinventarlo".

Medios deben cambiar su estructura financiera

Después de más de 160 años de existencia, el The New York Times consiguió recuperarse de su  emergencia financiera del 2008 y hoy parece tener liquidez y zanjar la amenaza de desaparecer. ¿Cómo lo lograron? Más de 3.3 millones de personas pagaron por los productos digitales del New York Times en el 2018 generándole ingreso por  más de $ 709 millones de dólares desde su plataforma en la web. Estos resultados los obtuvieron a través de sus más de 4 millones de suscriptores, según informó la periodista de este medio Jaclyn Peiser (@jackiepeiser).

Esto que fue posible en el mayor diario del mundo es el predicamento de Javier Darío y al que le temen los empresarios de la información en Colombia.

“Si no cambiamos las fuentes de financiación y mandamos para fuera a los empresarios industriales que vienen a comprarlos, los medios de comunicación seguirán languideciendo. Y es una languidez con la boca llena de oro”, sostiene.


GOP. El New York Times es de propiedad de un conglomerado de medios, pero en Colombia los dueños de los grandes medios son empresarios, industriales, banqueros. En estas condiciones, ¿Es fácil pensar en replantear la profesión para aprovechar esa gran oportunidad para el periodismo?

JDR. "No. Va a ser inmensamente difícil. Piensa en la reacción de cualquiera de las gerencias de los grandes medios que celebraron y se sienten bien bajo el “paraguas” de uno de nuestros riquitos, ricotes o cualquiera de ellos.

El hecho de que un grupo de ricos se haga cargo de uno de los medios más importantes del país es una pésima noticia para el periodismo, pero lo ven como algo para celebrar".

GOP. … También puede ser una oportunidad de negocio desde la perspectiva del medio, pero una mala noticia para la sociedad…

JDR. "Y para el propio periodismo, porque se va acabando hasta convertirse en una triste pieza de publicidad. Nada más.

La estructura financiera de los medios se debe reformar si queremos reinventarnos. El periodismo debe prescindir de todo apoyo publicitario, de todo patrocinio de gobiernos y de instituciones, pero al enunciar esto abren los ojos hasta que casi se les salen.

- ¿Y entonces de qué vamos a vivir?, me preguntan-. Su desconcierto es mayor cuando respondo: el único dinero sano para un medio de comunicación, sobre todo para su credibilidad, es el dinero que viene del suscriptor.

La gran autoridad de un medio es su suscriptor. En muchas partes del mundo ya es así. Se dieron cuenta que era una herejía el dogma de que, sin publicidad, el periodismo no podía vivir. Es un cambio radical, mucho más de lo que nunca soñaron, pero indispensable.

Si no cambiamos las fuentes de financiación y mandamos para fuera a los empresarios industriales que vienen a comprarlos, los medios de comunicación seguirán languideciendo. Y es una languidez con la boca llena de oro".

Ricardo Trotti - Foto EFE
GOP. Pero hay otra situación y es la calidad de los contenidos. En la IV Conferencia Hemisférica de Medios y Servicios Digitales 2018 de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), su director Ricardo Trotti (@RicardoTrotti) advirtió que “sin contenidos y buena calidad los medios de comunicación y el periodismo iban camino al suicidio, y sin periodismo las consecuencias son letales tanto para la sociedad como para la democracia”.  

JDR. "La relación es lógica. Si quiero mantener suscriptores leales que lo arriesguen todo por mantener la suscripción, tengo que proporcionar un material que ellos nunca se lo quieran perder. El desechable no sirve.

Hay otra clase de material hecho por gente de una alta calidad, periodistas a los que vale la pena que se conserve lo que escribieron porque son contenidos valiosos para cualquiera.

Lo que pasa es que hay miedo de prescindir de lo que siempre se ha estado haciendo, porque el tratamiento de la información se convirtió en una cobertura automatizada, una forma demasiado primitiva e innoble.

La información exige trabajo, capacidad crítica, que el periodista esté dudando de todo, preguntando, que siempre tenga algunos objetivos por cumplir con su información. Un periodista que esté pensando en lo que le dice al lector y en darle respuestas. 

La autonomía de que el periodista es quien hace las preguntas y da la información se perdió.

Comenzó una época en la que al periodismo le vendrá muy bien una dosis de humildad. Nos falta mucha humildad. Someternos a la crítica y criticarnos a conciencia y a sabiendas de que ningún producto periodístico es perfecto, que todos son perfectibles".    

GOP. Me comenta que usted todos los días hace recortes de prensa. ¿Qué observa en ese periodismo que recorta, qué guarda, qué tiene de especial?

JDR. "Que son artículos que explican lo que se ve como complejo.

No tiene nada de complejo todo lo que hay alrededor de la polémica sobre las 6 reformas que el presidente hace a la Ley de la JEP, pero fueron muy pocos los que se le midieron a leerse todo eso y explicarlo.

En política internacional - otro ejemplo- , cuando se informa sobre las muchas salidas del señor Trump, nadie se toma el trabajo de examinar cuáles son los antecedentes de esas salidas, qué es lo que decía antes, lo que dijo en otras partes.  

Pero no. Son prisioneros del presente. El periodista tiene que romper las cárceles del presente para ver el futuro, pero sobre todo, para reconocer las raíces del pasado en el presente.

Esto que enuncio de una manera tan fácil es un trabajo arduo. Nuestro trabajo se ha convertido en un trabajo muy complicado en el que hay que sudar cada párrafo".


II Parte


¿Qué le pasaría a la sociedad si dejará de tener periodistas?, pregunta Javier Darío Restrepo

El periodista es hoy un profesional que perdió su identidad. Desde los años 90 se gradúan por “montones”. Las universidades expulsan a la sociedad más profesionales de los que cabe emplear, por lo menos en las grandes ciudades. Lo que se requiere es redefinir el periodismo, recuperar su identidad y formar periodistas que sean imprescindibles, no prescindibles.  

En medio del miedo y silencio de los medios, sin titulares, reacciones, ni protección de nadie, más de 300 profesionales en el ámbito de la comunicación y el periodismo perdieron sus puestos de trabajo en el país en los últimos seis meses.

Los 162 programas activos de comunicación de 34 de universidades públicas y 128 de privadas, entre las que se cuentan 154 presenciales, 6 virtuales y 2 a distancia en formación técnica (16), tecnológica (27) y profesional (119), votan cada año a un mercado laboral inexistente o ficticio cerca de 5000 profesionales que no tienen dónde trabajar.

El proyecto – y a su vez valiosa herramienta de la FLIP– Cartografías de la Información, reveló que hay 585 municipios en Colombia sin medios de comunicación. También, que pasan cosas insólitas como que, solo en un departamento como Casanare, existan 46 medios en 19 de sus municipios, peor el 12 ninguno.

Aunque ya a finales de los años 90 existía la alarma del Ministerio de Educación de entonces advirtiendo que se graduaban periodistas por ‘montones’, en la actualidad “cada vez menos egresados de comunicación se definen como periodistas y lo hacen más como creadores de contenido o expertos en redes sociales”, según reveló Microsoft en un reciente estudio realizado a través de su red social de empleo LinkedIn.

Mabel Lara
Foto (editada) KienyKe
GOP. La periodista Mabel Lara, especialista en desarrollo social y ciencias políticas, en su columna de opinión El Periodismo como oficio (El país), exhortó a las generaciones venideras a no estudiar comunicación social o periodismo y a que se debata sobre el tipo de periodistas y qué habilidades tienen los profesionales que están formando las universidades. ¿Qué piensa de este planteamiento?

JDR. “Existe un problema inicial del que nadie se ha querido hacer cargo: las escuelas de periodismo están formando y expulsando hacia la sociedad más profesionales de los que cabe emplear.

¿Quién está investigando eso? ¿Quién está ejerciendo control sobre esta situación?

Hasta el momento el único control lo ejerce la economía. Hoy se convierten en periodistas todos los que puedan pagar para obtener ese título. Y sí muchos pueden, no hay problema.

¿Pero, hay alguna preocupación por convertir al periodismo en algo que contribuya a la vida de la sociedad de modo definitivo? Ninguna.  

La falta de una identidad profesional fuerte en el periodismo es la causa de todos sus problemas éticos. La sociedad no tiene una idea clara sobre cuál es esa identidad profesional.

El periodismo está, en este momento, ante una inmensa oportunidad de saber para qué sirve y de sentirse indispensable. Ese debería ser el objetivo de toda facultad de comunicación: un periodismo indispensable.

Eso supone un examen de la idea que se tiene de periodismo y de los instrumentos que se están creando para formar periodistas. Hacer una profesión que sea indispensable, no únicamente rentable.

Para las facultades de comunicación es comercialmente productivo tener periodismo porque son muchos los muchachos y muchachas que buscan una profesión que no tenga matemáticas, ni mayor rigor académico, con materias relativamente “fáciles”, “votadas”, según dicen.

El periodismo es hoy una profesión sin un perfil claro. Todo el rasgo que se tiene es que da la oportunidad de “hacerse conocer y ganar plática”.

El objetivo, la finalidad social del periodista y del periodismo, no se están teniendo en cuenta como eje alrededor del cual se defina el pensum de una facultad de periodismo y de comunicaciones”.

GOP. Politólogos, antropólogos, sociólogos... están ocupando en las salas de redacción los puestos de trabajo que estaban destinados para los profesionales del periodismo, advierte Mabel Lara. ¿El periodismo debería ser una especialización o maestría y no una carrera de pregrado?

JDR. “Eso lo que hace es poner en evidencia, una vez más, la necesidad de identificar para qué es el periodismo. Cómo están las cosas en la actualidad, más valdría que fuera una especialización.

Hoy no existe una definición clara sobre el periodismo. La tecnología ha contribuido con la idea difusa de gente que se cree periodista porque, con cualquier medio o aplicativo, puede captar noticias, difundir datos y poner su pensamiento en blogs.

Somos nosotros quienes tenemos que convencer al mundo de la necesidad del periodismo y de formar periodistas que se vuelvan indispensables para la vida de la sociedad, sino, se seguirá creyendo que periodista es cualquier persona que maneja un aparato digital”.

Alberto Martinez
Foto ASFACOM
GOP. Por otro lado, desde la academia, el director de Periodismo Universidad del Norte y también de la Asociación de Facultades de Comunicación (ASFACOM), Alberto Martínez (@AlbertoMtinezM), en su columna de opinión de El Heraldo titulada  “Periodistas con más grandeza”, sostiene que “lo que hoy demanda el país no son menos sino más” periodistas, y que lo que hacen las facultades está muy bien. ¿Qué piensa de esta posición?

JDR. "Habría que preguntarle qué es lo que él entiende por profesionales de periodismo. Si profesionales del periodismo son los que redactan noticias con apoyo de “mister Google”, eso es una cosa.

¿Cuál es el profesional de periodismo? Al que se refiere, obviamente, es un profesional cualquiera que llegará a convertirse en prescindible.

Lo que hay que buscar es la formación de un profesional del periodismo, de tal naturaleza, que quién lo miré, lea o escuche encuentre que es alguien imprescindible. Ese es el tamaño del reto.

Y no es un reto para tomar a la ligera, ni para resolver con fórmulas comerciales. Es un reto que exige mirar las necesidades de la sociedad, no del mercado.

¿Qué le pasaría a la sociedad si dejará de tener periodistas?

Esta pregunta permitiría mostrar el papel que debe cumplir un periodista completo, no el que entretiene con deportes y todas las liviandades de hoy y que no le hacen ni bien ni mal a la sociedad y, por tanto, son inútiles".

Timothy Garton
Foto Universidad de Varsovia
Por su parte, Timothy Garton Ash (@fromTGA) periodista e historiador británico advierte que la pregunta de “quién es periodista” ha cambiado radicalmente hoy, “pero la respuesta a la pregunta ¿en qué consiste el buen periodismo? no ha cambiado en absoluto. Con independencia de que los demás lo vean a uno como periodista, uno puede hacer buen periodismo”.

GOP. Usted ha señalado que "el periodismo y los periodistas tendrían hoy que ser otra cosa, pero no por mandato de una “moda” como podría pensarse de lo que llaman “cambiantes ecologías mediáticas”, sino por la exigencia de una cultura nueva y de las audiencias que han cambiado por exigencia de una nueva historia. ¿En qué consiste esa novedad?

JDR. (0:06:28). "Esa novedad consiste, de manera fundamental, en responder a la necesidad social que satisface el periodista con su información.

Hay que mirar el impacto social que tiene la noticia. Cuando se mira esto se comprende que la noticia es otra cosa y que el periodista tiene que ser otra cosa. No es simplemente que cuente el cuento.

Preocupa la fijación que en cierto tiempo se promovió por que los periodistas aprendieran a contar historias, se convirtieran en cronistas.

Eso es convertir un instrumento en el objetivo central. Está muy bien manejar todas las técnicas de la crónica pero, ¿Para qué? ¿Para satisfacción personal o para cambiar algo en la sociedad todos los días?

El periodista no está solamente para contar historias, sino para movilizar a la sociedad.

¿Dónde está la cátedra en las facultades que enseñe o que analice noticias que movilizaron la sociedad? ¿Por qué la movilizaron? ¿Qué instrumentos utilizaron para movilizar la sociedad? ¿Qué clase de noticia se parece a esa?

Ahí es donde el periodista entendería cuál es su tarea de movilizar la sociedad. Esto supone en él periodista unas actitudes de identidad con la sociedad, de hacer inmersión en sus dolores para estar motivado en la necesidad de que la sociedad cambie.

El actual momento de la vida del país es particularmente propicio para que se haga esa clase de análisis. Cómo tema de estudio académico identificar cuáles son las noticias que se están publicando. ¿Van a cambiar la vida de la sociedad, o estas noticias van aumentar los dolores de la sociedad?  

Este planteamiento como indicación, como guía permanente, ayudaría mucho a orientar la formación en las universidades, y sobretodo, hacerle caer en cuenta y recordarle a los periodistas que su profesión es algo distinto".

En su más reciente libro “La constelación ética” (2018, FNPI), Javier Darío Restrepo sostiene que “uno es ético porque le da la gana, sin que se imponga desde afuera, porque es uno mismo quien se impone los requerimientos de la ética”.

Sin embargo, con la ética periodística pareciera que ocurriera lo mismo que con la corrupción. Se cree que la manera de preservar y ejercer el oficio de manera ética, hay que crear más normas deontológicas y más manuales de comportamiento saludable periodístico.

GOP. ¿Cuál es el deber interno del periodista en el ámbito de la ética?

JDR. "La ética es la vocación que tiene todo ser humano de ser excelente. Así de simple. Si se quiere ser excelente, siempre se debe someter a juicio lo que se hace.

El periodista nunca está satisfecho con lo que es, ni con lo que hace, por eso siempre se está reinventando. La ética, por tanto, es la pasión de crearse a sí mismo todos los días.

No se trata del simple hecho de acatar unos articulitos de un código de ética, eso solo es una ayuda.

La ética, en cambio, es una condición de las personas que quieren ser excelentes.

La gente tiene una equivocación continua cuando, al conocer las trampas de los congresistas, robos de los contratistas y demás, dicen: es que lo que hace falta aquí es ética. ¡Se equivocan! Ahí lo que hace falta es un juez y un policía. 

La ética es para otra clase de gente. No para ladrones, asesinos, ni para los que engañan, sino para la gente que quiere ser excelente, es decir, para lo mejor de la humanidad".

GOP. El panorama para el periodismo hoy es un tanto denso por donde se mire. Hay miles desempleados y aturdidos con el revolcón de la tecnología digital. También hay mucha incertidumbre entre los que empiezan a formarse. ¿Cuál es su mensaje?

JDR. "Mi mensaje se traduce en una pregunta: ¿En estos más de 60 años de su vida profesional ha aprendido alguna cosa, o no?

Primero, que el enfoque del periodismo cambia cuando se entiende como una misión y no como un simple ejercicio profesional. Segundo, que el ejercicio profesional cambia cuando este se ejerce como un servicio y no como un poder".

En la Foto @Bunkerglo durante la entrevista
con Javier Darío Restrepo.
NOTA.
Se autoriza la reproducción total o parcial de la entrevista citando como Fuente: Entrevista Gloria Ortega Pérez (@Bunkerglo). Versión completa: Blog Somos Sentipensantes y agregar el link: https://somossentipensantes.blogspot.com/2019/04/el-periodista-debe-ser-indispensable-y.html