Pasaron tres, ocho, quince días y ningún medio masivo de información
dijo nada. Pocos lo anunciaron, pero ninguno registró que pasó al fin con la
anunciada marcha de las Mujeres por la Paz.
En los medios y redes sociales bajo el hashtag #LaPazSiVaConLasMujeres
fue un tema viral, si bien esto no se reflejó en el número de personas que
llegaron a Plaza de Bolívar.
"Yo soy, yo soy, yo soy, yo soy
Soy agua, playa, cielo, casa blanca
Soy mar Atlántico, viento de América
Soy un montón de cosas santas
Mezclado con cosas humanas
Como te explico cosas mundanas...". Piero.
La Marcha, cuya convocatoria inicial era para repudiar la violencia
contra las mujeres en el conflicto armado en el marco del Día Internacional de la Eliminación de laViolencia contra la Mujer, terminó, con el paso de los días, siendo una mezcla
de propósitos que desdibujaron su carácter de fondo. Al propósito inicial le
colgaron dos asuntos más: la defensa de la democracia y el apoyo al plan de
gobierno distrital “Bogotá Más Humana”.
Nadie puede desconocer que el alcalde Gustavo Petro es uno de los
gobernantes más implicados y comprometidos con el éxito del fin del conflicto
armado que concerta el Gobierno en La Habana con las Farc.
Pero, aunque
promovió, convocó y hasta declaró el 22 de noviembre como Día Cívico en Bogotá,
el haberle “colgado” más propósitos distintos al concebido, distorsionó y
afectó en gran medida la participación, especialmente de las mujeres para que
se expresara, como en años anteriores, el rechazo a cualquier tipo de violencia
contra ellas y contra la impunidad.
La manifestación no fue tan nutrida pese a las expectativas. Esa
“mezcla” arbitraria de propósitos, a lo que se le suma que era viernes, hizo
que fuera notoria la ausencia de estudiantes, de más profesionales y diversos
sectores, si bien llegaron más de 5 mil personas, especialmente mujeres
campesinas.
En medio del colorido y ruidoso recorrido del septimazo hasta el escenario de la oratoria junto al buen
Simoncito, también se ofrecían y daban
“abrazos gratis”, las mujeres dieron un mensaje inequívoco de
disposición y apoyo al diálogo de La Habana.
Los evidentes mensajes “no queremos partir más hijos para la guerra”,
“terminemos la guerra, construyamos la paz” en pancartas y consignas lo
confirman, pero muy especialmente, los rostros de las mujeres campesinas e
indígenas como las de Cumaribo en Vichada y del que escuchamos hablar hace
apenas unos días atrás por la muerte violenta y absurda -¡como todo en
Colombia!-, de tres niños, cuyos nombres desconocemos, cuando jugaban, seguramente, con
una granada abandonada por el ejército después de un ejercicio de polígono.
El significativo número de mujeres de este municipio en la Marcha suscitó
preguntas que google ayudó a responder.
Cumaribo es el municipio más grande del mundo (más que Israel y Suiza
juntos), con una extensión de 65.193 km² y una población de 28.718 habitantes.
Solamente 4.312 viven en el área urbana.
Allende el Orinoco, de donde sabemos poco y casi nunca, sus gentes “sedebaten entre los efectos del ‘boom’ petrolero y palmero, y los de la degradaciónde la guerra”, nos contaba el sociólogo y cronista Alfredo Molano, en diciembre del 2012.
Un territorio, como los centenares que en Colombia sufrieron lo
indecible con los “señores de la guerra”, los ejércitos del Estado, de los
paramilitares y de las
FARC. Aunque en 2005 se produjo la desmovilización de209 combatientes paramilitares en Meta y Vichada, el control territorial de las
rutas del narcotráfico hacia Venezuela, sigue cobrando víctimas civiles
silenciosa en la última (ojalá!) de las disputas entre Bacrin y Farc.
Pero las mujeres no viven tranquilas desde que se instaló en Cumaribo “el Batallón de Infantería No. 43 cuyo número de efectivos supera con creces a
la población indígena, trayendo consigo creciente prostitución que involucra a
niñas indígenas, los embarazos no deseados, las enfermedades de trasmisión
sexual, el involucramiento afectivo y la violencia sexual”.
Conocí todo esto después de la Marcha. En el escenario de la oratoria a
donde escuché a Piedad Córdoba, Patricia Ariza, Ángela María Robledo y algunas
otras mujeres, no escuché mencionar a este Municipio. Tampoco la voz de alguna
de sus mujeres que venían del centro de Vichada.
“Cada 6 horas, una mujer colombiana es abusada por causa del conflicto armado y un promedio diario de 245 son víctimas de algún tipo de violencia.
Entre el 2001 y el 2009, más de 26.000 mujeres quedaron embarazadas a causa de
una violación, y en la última década cerca de 400 mil fueron abusadas”,
revelaba ese día un multimedia especial de el diario El Tiempo.
"Soy pan, soy paz, soy mas
Soy el que esta por acá
No quiero más de lo que quieras dar
hoy se te da, hoy se te quita
igual que con las Margaritas
igual el mar,
igual la vida, la vida, la vida, la vida..."
Fotos by Bunkerglo.
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