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jueves, 29 de marzo de 2012

Fidel Cano al desnudo - 125 años de El Espectador, un acto de supervivencia


El Espectador, más que un periódico longevo (¡125 años!), es un sobreviviente de la historia del país. Desde Rafael Nuñez hasta nuestros días, sus biógrafos destacan al unísono su indeclinable talante para enfrentar la intolerancia (la de los conservadores); la censura (la de la Junta Militar de Gustavo Rojas Pinilla, 1955); la “tenaza económica” (del Grupo Grancolombiano, 1982); el asesinato (aún hoy en la impunidad) de su director Guillermo Cano Isaza (1986), y el atentado a sus instalaciones ordenado por el narcotraficante Pablo Escobar Gaviria (1989), batallas, todas, difíciles y dolorosas en la larga lucha que sigue dando por salvaguardar sus principios fundacionales en defensa de las libertades. 

Muchos otros periódicos en Colombia también son antiguos pero, El Espectador es de una estirpe periodística y marca familiar que ha trascendido más allá de las fronteras. Quizás no sorprende por eso que para celebrar sus 125 años de existencia, su director consiguiera reunir 125 voces autorizadas en distintos temas en el mundo que no dudaron en aportar, en la edición especial número 35.683 de 128 páginas, 125 miradas ambiciosas del futuro. El único periódico del país que de manera efectiva y desde hace más de dos años, le apuesta a la conservación de la naturaleza utilizando tintas ecológicas fabricadas con aceites derivados de la soya para su impresión.

Este nuevo cumpleaños del periódico fue el pretexto oportuno para conocer y entrevistar al director y bisnieto del fundador, quien regresó en 8 años el periódico semanario a diario y arraigar su prestigio periodístico en dos plataformas: el impreso y el digital (www.elespectador.com), este último desde donde construye un relevante diálogo con los usuarios de la red social Twitter. 

Fidel Cano Correa en el mundo impreso y digital es hoy un referente del periodismo comprometido, crítico y fiscalizador en defensa de los intereses de la sociedad, sucesor cabal de don Guillermo Cano y descendiente relevante de una familia que por todas las puntas entendió el periodismo como servicio público.

Es un tipo sencillo, fácil de tratar y al que la vanidad (¡qué fortuna!) no logró atrapar. Siente todo lo que expresa y lo dice con moderación sin perder la espontaneidad, incluso en sus largos silencios y estallidos de risa. La puerta de su oficina siempre está abierta para los de adentro y también para los de afuera. Los redactores más jóvenes del diario lo llaman simplemente por su nombre y lo tratan con mucha naturalidad como a un igual.

Fidel Cano no habla de la verdad en el periodismo sino de la transparencia y la independencia como sus principios fundamentales. “El periodismo de hoy es distinto y el negocio también cambió”, advierte

Durante el último año he intercambiado menciones en Twitter con el director, casi siempre para indicar llanas observaciones a yerros y gazapos en el digital. Sin embargo, no me seguía hasta que se lo pedí unas semanas atrás, única manera para poder enviarle un DM (Mensaje Directo) y solicitarle, sin mayor expectativa, me concediera esta entrevista. Su respuesta fue inmediata: “Con gusto. El lío es la agenda”. 

Qué el director de El Espectador aceptara dialogar para Sentipensantes era una señal que me indicaba su amplio conocimiento y comprensión sobre el periodismo digital. El reto crecía. No entrevistaría a un “dinosaurio”

Pocos días después ya estaba en su oficina. La misma en la que se "desnuda" semanalmente ante los lectores del digital para, en casi 7 minutos, poner los puntos sobre las íes y "jalar orejas" con absoluto respeto pero de manera clara empezando por él y continuando con quienes, durante la semana, hayan metido la pata en la redacción del diario. Basta observarlo en su Redacción al Desnudo para saber que es una actividad que disfruta mucho.  

Esa semana andaba muy liado con la producción de la edición especial “Año 125”. Así que aprecio mucho que sin afanes y con especial consideración destinara casi dos horas que tomé de su ocupada agenda para atender generosamente mi pretenciosa y extensa entrevista. “¡Tremendo trabajo de edición el que le espera!” me dijo al final de la misma y tenía razón. La conversación está dividida en dos partes, primero, porque no hice delete a nada y, segundo para facilitar a mis amables visitantes su lectura.  

Fidel Cano Correa habló del periodismo, del país, del presidente Juan Manuel Santos y, por supuesto, de Uribe y su gobierno; también de la crisis ética, del poco optimismo que tiene por el país que tendremos en 20 años y, desde luego, de los 125 años de El Espectador que se cumplieron el pasado 22 de marzo. Por ahí empezamos. 



I PARTE
Los 125 años de El Espectador: un acto de supervivencia, dice Fidel Cano Correa
por Gloria Ortega Pérez


Sentipensantes - El fundador y director del periódico Fidel Cano Gutiérrez escribió hace 125 años: “El Espectador trabajará en bien de la patria con criterio liberal y en bien de los principios liberales con criterio patriótico”. ¿Sigue siendo esta la máxima del periódico?  

Fidel Cano Correa - Sí. Por los principios liberales, aunque ese era un momento partidista. El Espectador sigue defendiendo las ideas liberales con criterio patriótico y siempre pensando en el bien de la patria. Pero hay otra máxima también de don Fidel que se aplica mejor para los tiempos: “El Espectador no irá en pos de los hombres, hechos o ideas que por ministerio del éxito están en boga, sino que por el contrario, se propone rendir culto a las grandes ideas proscritas por la apostasía o la debilidad; no dará a las buenas y a las malas acciones unos mismos nombres; no hablará a los dueños del poder el lenguaje de la lisonja, y no tributará aplausos ni a los hombres ni a sus actos sino cuando la Conciencia nos lo mande”, parafraseando su primera editorial. (Marzo 22, 1887).

S - ¿Qué significan 125 años para El Espectador en un país como Colombia?

FCC- Un acto de supervivencia. Una historia fuerte en la que, por defender los principios trazados por su fundador, ha enfrentado todo tipo de persecuciones poniendo su existencia en interrogante muchas veces. Llegar a sus 125 años fortalecido es una muestra de que sí se puede hacer un periodismo transparente e independiente, sus bases son sólidas para prever un futuro promisorio. Aunque seguramente también no faltarán adelante quienes quieran acallarlo.

S – ¿Solidez periodística, pero también mejor “músculo” financiero?

FCC-  Es mayor su solidez periodística que sus finanzas. Año tras año el periódico sigue dando pérdidas. Es una fortuna que sus dueños crean en la esencia de El Espectador y le hayan dado soporte económico y financiero sin aprovecharse de la marca para sus otros negocios. Lo asumen como un asunto de responsabilidad social.

S - La gente olvida con frecuencia quién es el dueño de El Espectador. Cuando se molestan por la calidad de la información en general recuerdan más a los dueños de otros medios...


FCC- Cuando el Grupo [del industrial Julio Mario Santo Domingo] compró El Espectador era “otro Grupo” con ambiciones e influencias políticas para otra cosa. Después de muchos vaivenes -cambiaban de director como cambiar de pocillo de tinto-, de intentar ser un periódico sin carácter fundacional, se dieron cuenta que El Espectador era necesario para el país solo sí hacía periodismo independiente, de lo contrario sería uno más y como no es el líder, su existencia no tendría ningún sentido. Así lo entendieron. El Espectador existe como una voz independiente y abierta. Eso lo respetan y apoyan. Quizás por eso para la gente no sea evidente quien sea su propietario.

S  - En una entrevistan celebrando los 120 años del periódico usted señaló que el país tenía la “tendencia a esconder los problemas y a barrer hacia adentro”. ¿Aún es así o algo ha cambiado?

FCC-  Este es un país que trata siempre de esconder los problemas. Cuando se observa lo que han develado los medios y la justicia en los últimos años, uno se pregunta cuántos países se atreven a levantar el tapete a tantas situaciones del poder real y del poder político. Lo cierto es que apenas se han destapado las punticas del tapete y no estoy seguro que se quiera levantar el tapete completo.

S  - ¿Eso significaría que hay cierta solidez en esta democracia?

FCC-  Sí. El hecho de que no haya habido una tercera reelección [de Álvaro Uribe] cuando tenían todo para imponer ese estado de opinión del que nos hablaban, es muestra de que pese a sus miles de problemas hay una fortaleza institucional. Si uno mira los países vecinos se da cuenta que, de todas maneras, este es un país serio, que tiene límites.

S - En el 2009 el diputado y ex alcalde de Palermo, Leoluca Orlando visitó a Bogotá. En una de sus intervenciones explicó cómo funcionaba la mafia italiana. Decía que “la mafia era un sistema de poder económico, un sistema de poder político, un sistema de poder religioso, un sistema de poder financiero”. Por todo lo revelado hasta hoy de los 8 años del gobierno Uribe me pregunto si no tuvimos un Estado mafioso.

FCC-  (Silencio). Son categorizaciones difíciles. En realidad sería del gobierno porque el Estado es mucho más amplio. La justicia está haciendo su trabajo. En ese gobierno había gente bien intencionada, limpia, que creía en un proyecto político. Pero al interior del grupo político de Uribe había otra gente más que venía de nexos con la mafia y el paramilitarismo, y con un estilo de poder mafioso que lograron imponer. No me atrevería a decir que fue un gobierno mafioso. Había de todo. Funcionarios muy decentes que simplemente creían, pero también muchos más ingenuos. En cambio, los del poder mafioso sabían para lo que estaban. Posiblemente por eso terminaron teniendo más fuerza dentro del gobierno.   

S - ¿Qué le faltó al periodismo durante ese gobierno para que la sociedad abriera los ojos a lo que hoy mira con asombro? O es que, ¿quiso ser sorda, muda y ciega y pasar de agache frente a lo que pasaba?

FCC-  Más lo segundo. Al comienzo éramos pocos los que mirábamos con voz crítica el gobierno de Uribe porque, evidentemente, tuvo unos resultados que afectaban mucho a la gente. Los avances en seguridad de su primer gobierno ante una sociedad hastiada por la burla de El Caguán, se constituyó en un logro que hizo que la gente amara a ese presidente y admirara su gobierno. Pero, paralelo a eso, había otras cosas que El Espectador desde el comienzo criticó alrededor del Estado Social de Derecho, la Constitución... El periódico fue de los pocos medios que se opuso a la primera reelección. En su segundo mandato hubo una creciente concentración de poder y deseo de imponer casi que una monarquía, además de todos los desarrollos criminales que se han venido conociendo en este tiempo. Pero solo en el segundo periodo el periodismo estuvo fuerte y reveló todo eso.

S-  Llevamos 19 meses del gobierno de Juan Manuel Santos. Todo parece indicar que no era Uribe3 o es un lobo con piel de oveja. ¿Qué concepto tiene del presidente Santos y su gobierno? 

FCC- Claramente no es Uribe3. Santos tiene un discurso muy liberal, es una persona que todos conocemos. Estratégico y jugador de póker. Lo que no sabemos es qué camino tomará cuando ya no esté en la cúspide de la popularidad. 

S-  ¿Cuando ya no pueda cañar y no tenga con qué apostar?

FCC-  Sí, cuando tenga que tomar las decisiones más difíciles. Hasta ahora lo ha manejado muy bien. Su objetivo era ser Presidente, lo consiguió y quiere sacar una presidencia buena. No creo que tenga aspiraciones de perpetuarse o dejar armadito todo para manejarlo como ex presidente. Lo está haciendo de buena fe. Ojala no me equivoque.

S-  ¿Qué clase de país tendremos en 15 - 20 años? ¿Ya nos hemos sentado a resolver, a conciliar, a concertar nuestras dificultades entre colombianos o vamos a seguir en las mismas con los mismos?

FCC-  (Largo silencio). No soy tan optimista. Hay buenas bases en lo económico. Latinoamérica es una región en la que las inversiones tienen puestos sus ojos y en especial en Colombia. Pero de la manera como se den esas inversiones hoy y cómo sepamos aprovecharlas para bien de todos los colombianos, dependerá cómo seamos en 15 años. Sigo sintiendo que esta es una sociedad demasiado dividida y evidentemente la desigualdad es demasiado grande. Por esto no soy tan optimista. Todo este buen panorama y perspectivas económicas pueden irse en riqueza para unas multinacionales que se llevan la plata, y para que un poco de gente local que se haga rica. Así, tendremos una sociedad todavía más dividida.

S-  ¿Cómo enfrentar la crisis ética y de valores que vive el país? ¿Cómo se resuelve en medio de este despelote?  

FCC-  Recobrando el valor de la ética. Que no sea más el país de los vivos sino que realmente sea digno de vivir y de mostrar. Romper esta crisis ética empieza por involucrar a la gente en las bondades de la ética. En que vale la pena, así el camino sea más difícil o no se haga rico. Esa vía tiene compensaciones diferentes que hay que aprender a valorar. Los movimientos sociales que se están generando desde los jóvenes tienen una posición ética muy interesante. Lo que ocurre es que cada vez que surgen estas expresiones los extremos tratan de cooptarlos o de macartizarlos. En estas juventudes hay una actitud de valoración de lo ético que ojalá tome vuelo. 

S-  ¿Por dónde empezar, con quién, cómo se hace?

FCC-  Con cosas sencillas. Por ejemplo, que la gente proteste por los abusos de los escoltas. Como este país era tan inseguro hace 5 años, “nos tocaba” aceptar a los escoltas donde y como fuera. Hoy la gente se pregunta pero, ¿cómo así? Todos tenemos los mismos derechos y nadie puede abusar de sus privilegios. La ética se rompe cuando se imponen los privilegios como colarse en una fila, que en el banco lo atiendan por aparte… Hoy se rechazan esas prácticas que no existían antes y eso me hace tener esperanza que de esas pequeñas cosas pueda surgir algo más. (Fin de la I Parte).


La II Parte de Fidel Cano al desnudo, "El negocio de los medios ha cambiado, está en crisis", la encuentra el otro post más abajo. El director de El Espectador revela que en pocos meses el periódico tendrá una única redacción que se ocupará de las dos plataformas: la digital y la impresa. También, se refiere al panorama del periodismo, sus errores y aciertos y de cómo día a día la sociedad se ha venido encargando de exigirle que se ocupe de las víctimas de la violencia política. 

Nota. El día de la entrevista fallaron las pilas de la Canon (lo que confirma la vigencia de la Ley de Murphy), así que regresé pocos días después con la Nikón para tomar las fotos.
Si utiliza alguna foto de este Post y del Blog debe indicar el siguiente crédito: "Foto(s) by Bunkerglo/Gloria Ortega Pérez http://somossentipensantes.blogspot.com". La autora comparte su obra exclusivamente en medios digitales. No autoriza la reproducción parcial o total de los materiales (fotos y textos) en ningún medio impreso (análogo) sin expresa autorización de su propietaria. Derechos protegidos por CC Creative Commons.

jueves, 20 de enero de 2011

Narcoparamilitares: hijos ilegítimos del Estado, dice Claudia López


La entrevista que leerá a continuación fue creada a partir de otras entrevistas y escritos de Claudia López en El Espectador y La Silla Vacía. La edición busca ofrecerle al lector una visión del pensamiento y opinión de la investigadora, politóloga y analista sobre algunos de los asuntos más cruciales de Colombia hoy. Como se recuerda, en 2005 la Revista Semana.com publicó su estudio sobre cómo el poder narco paramilitar se tomó el Congreso de la República en las elecciones de 2002 y, desde antes, mafiosos y políticos tenían el plan de reconfigurar el país y con ello Refundar la Patria, tal y como ocurrió y se revela en el conjunto de estudios  que coordinó y editó con la Fundación Nuevo Arco Iris el año pasado. Las fotografías forman parte de un registro que realicé durante el acompañamiento solidario  alrededor de las mamás de las víctimas de los crimenes de Estado de jóvenes de Soacha, que promovió Antanas Mockus el 20 de diciembre de 2008.   


¿Cuánto cuesta decir la verdad en Colombia?
Mucho. Tanto, que cuesta hasta la vida.

¿Si los actores armados ilegales asesinan menos periodistas y no son los principales responsables de las violaciones a la libertad de prensa, entonces quién sigue violando esa libertad? 
La respuesta es desafortunada. Según los análisis de la FLIP son individuos e instituciones, supuestamente legales, las responsables del incremento de esas violaciones.

Funcionarios públicos, miembros de las fuerzas armadas y otros particulares serían los responsables del 60% de las violaciones a la libertad de prensa en el 2009, mientras que paramilitares, narcotraficantes y las Farc serían responsables de apenas el 12%. En una tercera parte de los casos aún no se ha podido identificar al  autor.

¿Quién le teme a la libertad de prensa? 
Lo que parece entonces es que los que posan de legales, pero están en realidad conectados con ilegales, le tienen pánico a la libertad de prensa. Temen quedar al descubierto y perder su cobertura  de legalidad e influencia pública. Por eso espían, persiguen y desacreditan. Eso es lo que ha ido quedando al descubierto en los juicios que se adelantan sobre los escándalos de las chuzadas del DAS. Las pruebas tocan las puertas del Palacio de Nariño. ¿Las condenas las tocarán también? Amanecerá y veremos. 

¿El Tiempo [el periódico] es un patrimonio de todos los colombianos?
Lo evidente es que es patrimonio de los españoles de Planeta, punto. Durante 97 años la Casa Editorial El Tiempo tuvo como orden de prioridades el periodismo, la política y la plata. Aterrizando en este Planeta, la evidencia confirma que el nuevo orden es el inverso: la plata, la política y, si acaso de último, el periodismo.
¿Qué pensó con la absolución por calumnia e injuria contra Alfredo Molano?
Me devolvió el aliento. Un mínimo de justicia, que además de salvaguardar la libertad de expresión, salvaguarda el mínimo sentido común. Lo que deshonra son las actuaciones delincuenciales de los familiares, ¡no las opiniones sobre esas actuaciones de los columnistas! Pensar que para llegar a esa conclusión Alfredo estuvo dos años sub judice, limitado en su movilidad y trabajo, por cuenta de semejante demanda tan absurda.
    
¿Qué piensa de la corrupción que hay en el país? 
Las revelaciones de la revista 'Cambio' sobre corrupción son aterradoras. Las entidades estatales y no estatales coinciden en que la corrupción les roba a los colombianos no menos de cuatro billones de pesos al año. La corrupción cuesta dos veces la seguridad democrática, en la que se invierten anualmente dos billones. Curiosa seguridad está en la que hay que dejarse robar dos pesos para que le protejan la vida con uno.
¿Pero, y que hacen los organismo de control frente a esta situación? 
En Colombia, las denuncias de corrupción no las hacen los organismos de control, sino la prensa. El Contralor, el Procurador y el Fiscal se enteran por los medios de comunicación, dan ruedas de prensa, reiteran lo ya denunciado y hacen anuncios. Ni recuperan la plata ni sancionan a los responsables, ni mucho menos, previenen que se la roben.
¿Qué tan ligados están hoy la corrupción y el narcotráfico?
Muy ligados. Entre 2 y 3% del PIB corresponde al narcotráfico. La corrupción hoy es un negocio tan rentable casi como el narcotráfico.

Si como usted dice el ex presidente cogobernó con narcoparamilitares, ¿en algún momento se iniciarán investigaciones contra él?
Debería. No creo que se pueda llegar a juzgarlo por delitos de lesa humanidad en la Corte Penal Internacional, pero sí que tendrá que asumir una responsabilidad política y eventualmente penal por la enorme representación que su proyecto político le dio al narcoparamilitarismo en Colombia.

¿Por qué dice que los paramilitares son hijos ilegítmos del Estado?
Porque son un invento del Estado y eso explica cómo el narcoparamilitarismo logró en 15 años lo que por fortuna la guerrilla no ha conseguido en 60, y es tomarse el poder por las armas.

¿Qué papel desempeñaron los partidos tradicionales en esta transformación del Estado?
Diría que terminaron como víctimas de su propio invento. El narcotráfico les ganó la partida y aunque en un principio les ayudó a mantener su carrera política, luego terminaron cambiando el mapa político.

¿Cuál es el departamento más mafioso de Colombia?
Antioquia y Córdoba, sin duda. Históricamente lo han sido y no han dejado de serlo. Hay unas nuevas estrellas que son Norte de Santander, Meta, Casanare y Valle.
¿Cuáles cree que son los principales desafíos colectivos de la Colombia de hoy?
Podrían resumirse en tres: 1. Continuar recuperando el monopolio legítimo de la fuerza y la justicia en todo el territorio nacional, 2. Reeducarnos éticamente como sociedad y 3. Unirnos para rehacer democráticamente la política y el Estado.
¿Y que se requiere para cumplir con estas metas?
Cualquier meta sólo se puede lograr si nos comprometemos de por vida con esos tres propósitos. Sin monopolio legítimo de la fuerza y la justicia, sin ética en la vida y la política y sin un Estado democrático y eficaz no podremos eliminar la pobreza, generar empleo, mejorar el ingreso, reducir la desigualdad,  proteger a los niños o mejorar su educación y salud. Cualquier meta específica que creamos deseable para Colombia depende de ese compromiso.
Pero eso supone una concertación. ¿Cómo hacerla, con quien?
Colombia necesita hacer una concertación democrática de largo plazo, al estilo de la Concertación chilena, del Pacto de la Moncloa en España o de la era pos segunda guerra en Alemania. Hacer una concertación política y social, no para ganar las elecciones sino para gobernar con visión de largo plazo. Para lograr que la democracia y el mercado, no la mafia y la guerra sean los vehículos de movilidad social y económica en Colombia. Una concertación para que por la justicia y la política los ciudadanos comprometan a sus gobernantes y elites regionales y nacionales a nunca más usar la violencia y la mafia como instrumentos de seguridad privada, poder y exclusión.
¿Qué papel pueden cumplir los jóvenes en esta tarea?
Requiere que los  jóvenes que hoy se expresan tan entusiastamente en las ciudades y redes sociales se comprometan como ciudadanos y profesionales a hacer Estado y mercado democrático en Sucre, Arauca, Vichada, Chocó, Córdoba, Antioquia o Putumayo, por sólo mencionar algunos territorios.
Es una vergüenza colectiva que los jóvenes de nuestras regiones tengan más oportunidades de asenso en el narcotráfico y las bandas criminales que en la educación o el mercado laboral y empresarial; o que 4 de cada 10 niños ni siquiera sepan quién es su padre o lo hayan perdido violentamente cuando apenas lo conocían.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Se fue Fernando Garavito "Juan Mosca"

Tras varios años de exilio, el reconocido periodista y escritor colombiano, vuelve a ser noticia y rompe sus silencios. Una sumatoria de hechos le convocan y habla en exclusiva. Habla de todo un poco, un poco de todo. Su exilio, su “Caravana por la dignidad de Colombia”, su candidatura a la Cámara de Representantes por los colombianos inmigrantes, sus escritos y no escritos, el paramilitarismo, la política, su dolor, su escepticismo, su esperanza.

Es medianoche. Las siete horas de diferencia que separan a Nuevo México de Inglaterra son un asunto menor cuando se está a la espera de una entrevista varias veces postergada. Finalmente ocurre, y allí está Fernando, luciendo un traje sin pretensiones, sonriendo cuando no riendo, opinando con vehemencia y derrochando afecto y agudeza. Los últimos ocho años vividos en el exilio están inscritos en sus silencios y en su voz; allí se perciben las dificultades, la nostalgia por su país, el dolor ante la pérdida, el regreso no anunciado...
Los que le quisieron amordazar, los que le amenazaron porque le temieron y le obligaron a cambiar su geografía, no pudieron hacerlo con sus ideas. Porque Fernando, al igual que siempre, habla sin temores, con nombres propios, sin ambigüedades ni dobles rostros. El territorio del miedo y el de la libertad, se disputan en él su verdad.

Fernando nació en Bogotá en el 44, fue redactor, editor y director de varios medios de prensa en Colombia y escritor de poemas y otros ritmos literarios. Graduado como abogado en la Universidad Javeriana y vinculado a El Espectador en 1988, inspiró afectos y odios por su columna de opinión “El Señor de las Moscas”. Sus diversos artículos, y fundamentalmente su libro ‘Álvaro Uribe, El señor de las sombras’, ocasionaron un descenlace predecible: llamadas, seguimientos, anónimos escritos y todo un conjunto de elementos intimidantes que le obligaron, un día de marzo, a partir hacia Estados Unidos con su esposa Priscilla Welton y sus hijos Fernando y Manuela.

No estaba preparado (nadie lo está) para un exilio, sobre todo cuando su voz y su conciencia le exigían seguir vigente. Por ello continuó escribiendo y El Espectador le acogía. Sin embargo, a raíz de su artículo “¿Por qué los autores del desfalco a la Nación a través del Banco del Pacífico ocupan los más altos cargos administrativos del nuevo gobierno del Presidente Uribe Vélez?”, el diario prescindió de sus servicios. Era octubre.
La memoria propia y de los otros se fueron definiendo en la distancia. Cada voz lleva su angustia y con el tiempo Fernando enfrentó otro drama que no aplacaron ni el premio “Cultural Freedom Award” (entregado por la Lannan Foundation por “su trabajo a favor de la democracia y de la libertad, y del respeto a los derechos humanos”), ni la fama que le dieran sus libros ‘Ja’, ‘Reportajes de Juan Mosca’, ‘País que duele’, ‘El corazón de Oro’, ni el prestigio por el Premio de Periodismo Simón Bolívar, recibido por su investigación sobre la tragedia del Palacio de Justicia.

Sumido en la tristeza ante la muerte de Priscilla, su compañera y esposa por más de 30 años, Fernando batallaba con su alma dividida, se concentraba en dictar clases en la Universidad de Estados Unidos, en adelantar escritos literarios y en transcurrir el mayor tiempo posible con sus hijos.

Fue entonces cuando le llamaron y le propusieron ser candidato a la Cámara de Representantes por los colombianos en el exterior. Aceptó. A partir de ese momento (diciembre del año pasado) las cosas fueron adquiriendo otra textura, pues aunque Fernando no sabe hacer política, desprecia la politiquería, las mentiras y ardides que ésta implica, una espiral ascendente de afectos y seguidores comenzó a surgir entorno a ‘Juan Mosca’. Resurgirlo, multiplicarle, no tomó mucho tiempo, porque Garavito no es de coyunturas y por eso está acá, ahora.

Ha regresado ‘Juan Mosca’ y, como antes y desde siempre, habla sin eufemismos y una dosis aguda de humor.

¿Había alguna vez en su vida pensado, querido o participado en política? En política sí, pero jamás he estado en la politiquería, que es un monstruo sentado sobre la pobre política, aplastándola con sus grandes nalgas llenas de imágenes, de hechos torcidos y de palabras vacías.
Le pidieron ser candidato un día. ¿Quiénes? ¿Cuándo? Bueno, yo estaba muy tranquilo en mi casa tomándome un café, cuando llegó un mensaje de mi amigo Pancho, miembro del PDA, preguntándome si me interesaría ser candidato de los colombianos en el exterior. Yo soy de un sí fácil. Y le dije que sí. Así de fácil.
¿Por qué candidato del Polo? Si hubiera sido otro partido hubiera aceptado? ¿Ha sido polista de corazón, o de inscripción y todo eso? 
De corazón. Me parece que su ideario y programa son enteramente válidos. Como hubiera dicho López, si no es el Polo, ¿quién?
¿Por qué un periodista en política, sobre todo un periodista tan crítico de ella? 
Tal vez porque los periodistas, por nuestro trabajo, adquirimos el entendimiento suficiente para saber que en Colombia no hay políticos… ni hay política.
Si los políticos no existen en Colombia ¿Qué es lo que hay allá? Politiqueros.
Si no cree en la política, ¿por qué cree que otros creerán en la política suya? 
Porque soy un ser marginal, un lobo estepario.
A propósito, ¿sabe hacer política? 
No tengo ni idea, pero estoy aprendiendo.
¿Qué es un buen político? 
Alguien que dice verdad. En Colombia sólo tenemos gentes que dicen la verdad. Y eso es bien diferente.
¿En qué le respalda el ser periodista e investigador, para ser precandidato? Sé investigar. A mí, los poderes vacíos no me dicen mentiras.
¿Tiene opciones frente a sus contrincantes? 
Claro que sí. El sólo hecho de estar es ya una opción. Pero, quiero ser franco, los que eligen, escogen. Y a mí poco me escogen.
¿Qué tanto le importa ser candidato? 
Muy poco. Como me importa muy poco llegar al Congreso. Lo que importa es seguir siempre adelante.
 Y si pierde, ¿qué sigue? 
Sigue lo que comenzamos a hacer. No hay vuelta atrás. Esa es la virtud del grupo que hizo esta propuesta.
Y si gana, ¿qué sigue? 
Lo mismo. No hay vuelta atrás. La tarea legislativa, que está perfectamente definida, es sólo la base de lo que vendrá después.
¿Han existido buenos Presidentes en Colombia? 
Varios. Bolívar, el mejor. Pero hubo un grupo de maestros que trataron de enseñarnos lo que era el poder. Hablo de la segunda mitad del siglo XIX. Entre ellos están Aquileo Parra, Santiago Pérez y Manuel Murillo Toro. Nadie se acuerda de ellos, claro está. Eran maestros.
¿Qué mandatarios del mundo considera están haciendo un buen trabajo? 
A mí me gustan los gatos.
¿Qué se requiere para ser un buen Presidente? 
Lo mismo que se requiere para ser un buen político: decir verdad.
¿Cuáles han sido los mayores horrores en Colombia? 
Pienso que hay dos: la crisis ética, provocada por el dogma; y la crisis económica, provocada por el capitalismo.
¿Por qué a Uribe sigue intacto pese a tanto escándalo? ¿Faltan pruebas, acusadores, justicia…?  
Sobran pruebas, pero falta justicia.
¿Cómo calificaría la gestión de Álvaro Uribe? 
Como excelente. Se necesitaba que el crimen organizado llegara al poder, para que el país pudiera abrir los ojos.
¿Encuentra algo bueno de su mandato? 
Eso. Que no habrá marcha atrás. Uribe es el último de los corruptos.
¿Qué piensa de la seguridad democrática? 
Que no es seguridad ni es democrática.
¿Cree en la popularidad de Uribe? 
Creo en la popularidad de Uribe lo mismo que creo en el algodón azucarado que venden los domingos en los parques infantiles para que los niñitos se indigesten y los papás tengan problemas por la noche.
¿Por qué los medios insisten en que la tiene, pese a que la población con capacidad para votar supera los 30 millones? 
Porque los medios son el órgano de propaganda del régimen. No de este régimen: de todos los regímenes.
¿Cree que hubo una desmovilización paramilitar? 
Claro. Hoy todos están en los puestos públicos.
Pero ¿por qué la mayoría de la gente piensa que sí la hubo? 
Pienso que sí la hubo. Hoy, los sicarios son empleados oficiales. Su oficio es asesinar. Acaban de nombrar un batallón de “estudiantes” en Medellín, con sueldo pagado por el erario público, que tendrá como tarea (¿escolar?) mirar, oír, acusar y, cuando sea del caso, proceder. Uribe es el ejemplo más acabado del peor de los regímenes nazis.
¿Hay un conflicto interno en Colombia? ¿Por qué algunos no admiten que existe? 
No hay un conflicto interno en Colombia. Lo que hay es una guerra no declarada. Sus últimos episodios se manifiestan alrededor del terrorismo de Estado.
¿Qué tanta culpa le cabe a otros países de lo que ocurre en Colombia? 
A Estados Unidos le cabe una enorme responsabilidad. Comienza desde hace cinco décadas, cuando Eisenhower lanzó el plan LASO. Y luego, estuvieron por ahí la extinta Unión Soviética y Cuba. Pero el concepto país se ha diluido. Ahora intervienen el país DEA, el país Paramilitar, el país Santodomingo… La lista es enorme.
¿Qué tanta culpa le cabe a los medios de lo que ocurre en Colombia? 
Una enorme responsabilidad, por su complacencia frente al poder, a la corrupción y al crimen.
¿Cree que en Colombia el periodismo ha cumplido su deber? 
No. En primer término porque en Colombia no hay periodismo.
¿Qué periodistas le merecen credibilidad y respeto?
A mí me gustan los gatos.
¿Ha dejado de ser periodista en algún momento? 
Un periodista nunca deja de ser periodista. Lo que pasó conmigo es que me dejaron. Llevo seis años sin el derecho a trabajar en algún medio. Las puertas, para mí, están cerradas.
¿Qué pasó con el periodismo, el suyo? ¿Cuál fue su último trabajo periodístico? 
Me retiraron como comentarista editorial de El Espectador. A raíz de lo que dije sobre su líder, los paramilitares me amenazaron y me sacaron del país. Y luego los empresarios de la cerveza me silenciaron.
Y la literatura, ¿cómo va? 
 Bien. Escribo mucho y no publico nada, para felicidad mía y de la literatura.
En Colombia se le referencia más como periodista que como escritor
Bueno, soy un periodista que escribe. Mi diferencia con los periodistas de hoy es que leo. Leo mucho. Para escribir es necesario leer. Mi verdadera profesión es la de ser lector.
¿Se siente más a gusto como escritor literario o como periodista? 
Como escritor literario. En mis textos, que siempre son breves, está mi forma de ver la vida. Los primeros los reuní en mi libro ‘Banquete de Cronos’, del cual se vendieron dos ejemplares: el mío y el de mi tía Berta.
¿Escribe ahora más que antes? 
Mucho más que antes. Con la enorme ventaja de que no publico.
¿Entre el Fernando Garavito de hace 20 y 10 años ejerciendo periodismo en Colombia, y el Fernando Garavito de hoy ejerciendo el exilio, qué diferencia hay? Ninguna. Siempre fui un exiliado.
Defina ‘periodista’ en pocas palabras. 
Periodista es alguien que ve, piensa y habla.
Defina ‘candidato’ en pocas palabras. 
Candidato es alguien que ve, piensa, y habla.
Usted ha planteado la realización de una caravana. ¿En qué consiste y quiénes están detrás y delante de ella? 
Sí. Una caravana que parta de Quito y llegue a Bogotá el 20 de julio, cuando se cumplen 200 años de eso que llaman “independencia”. La hemos llamado “Caravana por la dignidad de Colombia”. Detrás estamos un grupo integrado de idealistas, sin un peso en el bolsillo. Delante está el país. Vamos a recuperarles a todos los colombianos el derecho que tienen de pertenecer a un país que se llama Colombia.
Ha habido muchas marchas y movilizaciones en Colombia por la paz, por denuncias, por muchos motivos. Y al final el resultado es el mismo, nada. En ocasiones se lleva a visibilizar un problema, pero la situación no cambia. 
No cambia porque las organizaciones que respaldan esas movilizaciones no se plantean el paso que deben dar de inmediato. Nuestro primer paso es la candidatura. El segundo, la caravana. Después vendrá una acción política eficaz, con denuncias que lleguen a término. Una de esas denuncias es contra Uribe: Uribe es paramilitar. Y el término de esa denuncia es que salga del poder y llegue a la cárcel. Es fácil.
¿Hay alguna persona, o algunas, que puedan darle a Colombia un rumbo distinto? 
Muchas. Pero ninguna es líder. Son las hormigas y las abejas las que hacen los hormigueros y las colmenas.
¿Desde dónde y por dónde empezar los cambios en Colombia, hablando de manera realista? 
Es necesario denunciar los crímenes del régimen y poner a sus protagonistas en la cárcel. Pero los protagonistas no son esos pobres mandaderos que ocupan los puestos públicos. Los protagonistas son los que son. Y están ahí, listos a vestir su camiseta de rayas. Recuerde la advertencia de los republicanos: “Magnífico” –le dijeron a Obama cuando llegó a la Presidencia-, pero no se equivoque: usted llegó a la Presidencia, pero no llegó al poder”. Tenemos que desenmascarar ese poder.
¿Cómo se siente ocho años después de haber tenido que dejar el país? 
Con ganas de regresar. Y con posibilidades.
¿Cómo le ha afectado a nivel personal y profesional el exilio? 
 De muchas maneras. Pienso en la súbita muerte de mi mujer, que me dejó convertido en una ruina. Pienso en mi silencio, en la pérdida de mis derechos, en el desplazamiento de mis hijos, que para ellos será algo definitivo…
¿Por qué Estados Unidos y no otro país? 
Porque era el único país del que teníamos visa en el momento de la amenaza. Sin visa no podíamos llegar ni a Panamá. Esa es la terrible condición de ser colombiano. Ser colombiano es ser alguien que necesita visa.
¿Qué es lo que lo motiva más para volver a Colombia, y lo que le motiva menos? 
No quiero volver a la Colombia de Uribe. Quiero volver a Colombia.
¿Ha vuelto antes? 
Fui un mes a arreglar el sitio donde podría vivir si regreso, pero alguien, con amistad, me previno sobre la conveniencia de no volver mientras este régimen sea el régimen.
¿Qué es lo peor del exilio?
El silencio.
¿Qué es lo mejor del exilio? 
El silencio.
¿Ser exiliado voluntario es peor o mejor que ser un exiliado forzado? 
Es igual. No creo en el exilio voluntario. En el fondo de quienes se van, hay siempre una razón para el viaje.
¿No debilita el exilio al país? ¿En qué aspectos? 
El país ha perdido lo mejor de sí mismo exiliando a millones de personas. Los exiliados adultos pensarán en Colombia. Pero los que salen de niños, ya no volverán. ¿Cuántas posibilidades hemos perdido? Nadie puede saberlo.
¿A qué se dedica ahora? 
A pensar. Ser pensador es un oficio digno.
¿Qué acontecimientos y personas han marcado su vida personal y profesional? 
Entré al periodismo de la mano de Luis Carlos Galán. Y entré a la vida de la mano de Priscilla Welton.
¿Qué tanto se ha distanciado usted de Colombia y Colombia de usted? 
La Colombia que yo quiero va conmigo donde quiera que vaya. Y somos muy buenos amigos.
¿Qué es lo que lo motiva más para seguir en Estados Unidos, y lo que le motiva menos? 
Los Estados Unidos tienen dos caras: una, es la del poder; otra, la de las víctimas. Las víctimas de los Estados Unidos son idénticas a las víctimas de nuestros países, y sufren tanto como ellas. En este momento hay organizaciones que les están ayudando a abrir los ojos. El derrumbe del capitalismo vendrá desde dentro.
Un cliché: ¿cómo transcurren sus días? 
Soy un solitario. Trabajo, leo, pienso, escribo, y hago café por las mañanas.
¿Qué es lo que más extraña? 
Mi casa, y las idas a sacar al perro, en compañía de mi mujer. Hablábamos hasta por los codos, nos reíamos y éramos felices.
¿Qué es lo que más disfruta? 
Hasta hace poco, los recuerdos. Ahora mismo, las posibilidades.

Tomada de Rebelión http://www.rebelion.org/noticia.php?id=102157 Realizada en marzo de 2010 por *Mónica del Pilar Uribe Marín: Periodista freelance internacional, especializada en Derechos Humanos, Política y Medio Ambiente. Entrevista para The Prisma. “The Multicultural Newspaper”, Inglaterra. (uribemonic@hotmail.com)
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.