Tras varios años de exilio, el reconocido periodista y escritor
colombiano, vuelve a ser noticia y rompe sus silencios. Una sumatoria
de hechos le convocan y habla en exclusiva. Habla de todo un poco, un
poco de todo. Su exilio, su “Caravana por la dignidad de Colombia”, su
candidatura a la Cámara de Representantes por los colombianos
inmigrantes, sus escritos y no escritos, el paramilitarismo, la
política, su dolor, su escepticismo, su esperanza.
Es
medianoche. Las siete horas de diferencia que separan a Nuevo México de
Inglaterra son un asunto menor cuando se está a la espera de una
entrevista varias veces postergada. Finalmente ocurre, y allí está
Fernando, luciendo un traje sin pretensiones, sonriendo cuando no
riendo, opinando con vehemencia y derrochando afecto y agudeza. Los
últimos ocho años vividos en el exilio están inscritos en sus silencios
y en su voz; allí se perciben las dificultades, la nostalgia por su
país, el dolor ante la pérdida, el regreso no anunciado...
Los
que le quisieron amordazar, los que le amenazaron porque le temieron y
le obligaron a cambiar su geografía, no pudieron hacerlo con sus ideas.
Porque Fernando, al igual que siempre, habla sin temores, con nombres
propios, sin ambigüedades ni dobles rostros. El territorio del miedo y
el de la libertad, se disputan en él su verdad.
Fernando nació en
Bogotá en el 44, fue redactor, editor y director de varios medios de
prensa en Colombia y escritor de poemas y otros ritmos literarios.
Graduado como abogado en la Universidad Javeriana y vinculado a El
Espectador en 1988, inspiró afectos y odios por su columna de opinión
“El Señor de las Moscas”. Sus diversos artículos, y fundamentalmente su
libro ‘Álvaro Uribe, El señor de las sombras’, ocasionaron un
descenlace predecible: llamadas, seguimientos, anónimos escritos y todo
un conjunto de elementos intimidantes que le obligaron, un día de
marzo, a partir hacia Estados Unidos con su esposa Priscilla Welton y
sus hijos Fernando y Manuela.
No estaba preparado (nadie lo está)
para un exilio, sobre todo cuando su voz y su conciencia le exigían
seguir vigente. Por ello continuó escribiendo y El Espectador le
acogía. Sin embargo, a raíz de su artículo “¿Por qué los autores del
desfalco a la Nación a través del Banco del Pacífico ocupan los más
altos cargos administrativos del nuevo gobierno del Presidente Uribe
Vélez?”, el diario prescindió de sus servicios. Era octubre.
La
memoria propia y de los otros se fueron definiendo en la distancia.
Cada voz lleva su angustia y con el tiempo Fernando enfrentó otro drama
que no aplacaron ni el premio “Cultural Freedom Award” (entregado por
la Lannan Foundation por “su trabajo a favor de la democracia y de la
libertad, y del respeto a los derechos humanos”), ni la fama que le
dieran sus libros ‘Ja’, ‘Reportajes de Juan Mosca’, ‘País que duele’,
‘El corazón de Oro’, ni el prestigio por el Premio de Periodismo Simón
Bolívar, recibido por su investigación sobre la tragedia del Palacio de
Justicia.
Sumido en la tristeza ante la muerte de Priscilla, su
compañera y esposa por más de 30 años, Fernando batallaba con su alma
dividida, se concentraba en dictar clases en la Universidad de Estados
Unidos, en adelantar escritos literarios y en transcurrir el mayor
tiempo posible con sus hijos.
Fue entonces cuando le llamaron y
le propusieron ser candidato a la Cámara de Representantes por los
colombianos en el exterior. Aceptó. A partir de ese momento (diciembre
del año pasado) las cosas fueron adquiriendo otra textura, pues aunque
Fernando no sabe hacer política, desprecia la politiquería, las
mentiras y ardides que ésta implica, una espiral ascendente de afectos y
seguidores comenzó a surgir entorno a ‘Juan Mosca’. Resurgirlo,
multiplicarle, no tomó mucho tiempo, porque Garavito no es de
coyunturas y por eso está acá, ahora.
Ha regresado ‘Juan Mosca’ y, como antes y desde siempre, habla sin eufemismos y una dosis aguda de humor.
¿Había alguna vez en su vida pensado, querido o participado en política?
En política sí, pero jamás he estado en la politiquería, que es un
monstruo sentado sobre la pobre política, aplastándola con sus grandes
nalgas llenas de imágenes, de hechos torcidos y de palabras vacías.
Le pidieron ser candidato un día. ¿Quiénes? ¿Cuándo?
Bueno, yo estaba muy tranquilo en mi casa tomándome un café, cuando
llegó un mensaje de mi amigo Pancho, miembro del PDA, preguntándome si
me interesaría ser candidato de los colombianos en el exterior. Yo soy
de un sí fácil. Y le dije que sí. Así de fácil.
¿Por qué
candidato del Polo? Si hubiera sido otro partido hubiera aceptado? ¿Ha
sido polista de corazón, o de inscripción y todo eso?
De corazón. Me parece que su ideario y programa son enteramente válidos. Como hubiera dicho López, si no es el Polo, ¿quién?
¿Por qué un periodista en política, sobre todo un periodista tan crítico de ella?
Tal vez porque los periodistas, por nuestro trabajo, adquirimos el
entendimiento suficiente para saber que en Colombia no hay políticos… ni
hay política.
Si los políticos no existen en Colombia ¿Qué es lo que hay allá? Politiqueros.
Si no cree en la política, ¿por qué cree que otros creerán en la política suya?
Porque soy un ser marginal, un lobo estepario.
A propósito, ¿sabe hacer política?
No tengo ni idea, pero estoy aprendiendo.
¿Qué es un buen político?
Alguien que dice verdad. En Colombia sólo tenemos gentes que dicen la verdad. Y eso es bien diferente.
¿En qué le respalda el ser periodista e investigador, para ser precandidato? Sé investigar. A mí, los poderes vacíos no me dicen mentiras.
¿Tiene opciones frente a sus contrincantes?
Claro que sí. El sólo hecho de estar es ya una opción. Pero, quiero ser
franco, los que eligen, escogen. Y a mí poco me escogen.
¿Qué tanto le importa ser candidato?
Muy poco. Como me importa muy poco llegar al Congreso. Lo que importa es seguir siempre adelante.
Y si pierde, ¿qué sigue?
Sigue lo que comenzamos a hacer. No hay vuelta atrás. Esa es la virtud del grupo que hizo esta propuesta.
Y si gana, ¿qué sigue?
Lo mismo. No hay vuelta atrás. La tarea legislativa, que está perfectamente definida, es sólo la base de lo que vendrá después.
¿Han existido buenos Presidentes en Colombia?
Varios. Bolívar, el mejor. Pero hubo un grupo de maestros que trataron
de enseñarnos lo que era el poder. Hablo de la segunda mitad del siglo
XIX. Entre ellos están Aquileo Parra, Santiago Pérez y Manuel Murillo
Toro. Nadie se acuerda de ellos, claro está. Eran maestros.
¿Qué mandatarios del mundo considera están haciendo un buen trabajo?
A mí me gustan los gatos.
¿Qué se requiere para ser un buen Presidente?
Lo mismo que se requiere para ser un buen político: decir verdad.
¿Cuáles han sido los mayores horrores en Colombia?
Pienso que hay dos: la crisis ética, provocada por el dogma; y la crisis económica, provocada por el capitalismo.
¿Por qué a Uribe sigue intacto pese a tanto escándalo? ¿Faltan pruebas, acusadores, justicia…?
Sobran pruebas, pero falta justicia.
¿Cómo calificaría la gestión de Álvaro Uribe?
Como excelente. Se necesitaba que el crimen organizado llegara al poder, para que el país pudiera abrir los ojos.
¿Encuentra algo bueno de su mandato?
Eso. Que no habrá marcha atrás. Uribe es el último de los corruptos.
¿Qué piensa de la seguridad democrática?
Que no es seguridad ni es democrática.
¿Cree en la popularidad de Uribe?
Creo en la popularidad de Uribe lo mismo que creo en el algodón
azucarado que venden los domingos en los parques infantiles para que
los niñitos se indigesten y los papás tengan problemas por la noche.
¿Por qué los medios insisten en que la tiene, pese a que la población con capacidad para votar supera los 30 millones?
Porque los medios son el órgano de propaganda del régimen. No de este régimen: de todos los regímenes.
¿Cree que hubo una desmovilización paramilitar?
Claro. Hoy todos están en los puestos públicos.
Pero ¿por qué la mayoría de la gente piensa que sí la hubo?
Pienso que sí la hubo. Hoy, los sicarios son empleados oficiales. Su
oficio es asesinar. Acaban de nombrar un batallón de “estudiantes” en
Medellín, con sueldo pagado por el erario público, que tendrá como
tarea (¿escolar?) mirar, oír, acusar y, cuando sea del caso, proceder.
Uribe es el ejemplo más acabado del peor de los regímenes nazis.
¿Hay un conflicto interno en Colombia? ¿Por qué algunos no admiten que existe?
No hay un conflicto interno en Colombia. Lo que hay es una guerra no
declarada. Sus últimos episodios se manifiestan alrededor del terrorismo
de Estado.
¿Qué tanta culpa le cabe a otros países de lo que ocurre en Colombia?
A Estados Unidos le cabe una enorme responsabilidad. Comienza desde
hace cinco décadas, cuando Eisenhower lanzó el plan LASO. Y luego,
estuvieron por ahí la extinta Unión Soviética y Cuba. Pero el concepto
país se ha diluido. Ahora intervienen el país DEA, el país Paramilitar,
el país Santodomingo… La lista es enorme.
¿Qué tanta culpa le cabe a los medios de lo que ocurre en Colombia?
Una enorme responsabilidad, por su complacencia frente al poder, a la corrupción y al crimen.
¿Cree que en Colombia el periodismo ha cumplido su deber?
No. En primer término porque en Colombia no hay periodismo.
¿Qué periodistas le merecen credibilidad y respeto?
A mí me gustan los gatos.
¿Ha dejado de ser periodista en algún momento?
Un periodista nunca deja de ser periodista. Lo que pasó conmigo es que
me dejaron. Llevo seis años sin el derecho a trabajar en algún medio.
Las puertas, para mí, están cerradas.
¿Qué pasó con el periodismo, el suyo? ¿Cuál fue su último trabajo periodístico?
Me
retiraron como comentarista editorial de El Espectador. A raíz de lo
que dije sobre su líder, los paramilitares me amenazaron y me sacaron
del país. Y luego los empresarios de la cerveza me silenciaron.
Y la literatura, ¿cómo va?
Bien. Escribo mucho y no publico nada, para felicidad mía y de la literatura.
En Colombia se le referencia más como periodista que como escritor
…Bueno,
soy un periodista que escribe. Mi diferencia con los periodistas de
hoy es que leo. Leo mucho. Para escribir es necesario leer. Mi
verdadera profesión es la de ser lector.
¿Se siente más a gusto como escritor literario o como periodista?
Como escritor literario. En mis textos, que siempre son breves, está
mi forma de ver la vida. Los primeros los reuní en mi libro ‘Banquete
de Cronos’, del cual se vendieron dos ejemplares: el mío y el de mi tía
Berta.
¿Escribe ahora más que antes?
Mucho más que antes. Con la enorme ventaja de que no publico.
¿Entre
el Fernando Garavito de hace 20 y 10 años ejerciendo periodismo en
Colombia, y el Fernando Garavito de hoy ejerciendo el exilio, qué
diferencia hay? Ninguna. Siempre fui un exiliado.
Defina ‘periodista’ en pocas palabras.
Periodista es alguien que ve, piensa y habla.
Defina ‘candidato’ en pocas palabras.
Candidato es alguien que ve, piensa, y habla.
Usted ha planteado la realización de una caravana. ¿En qué consiste y quiénes están detrás y delante de ella?
Sí. Una caravana que parta de Quito y llegue a Bogotá el 20 de julio,
cuando se cumplen 200 años de eso que llaman “independencia”. La hemos
llamado “Caravana por la dignidad de Colombia”. Detrás estamos un grupo
integrado de idealistas, sin un peso en el bolsillo. Delante está el
país. Vamos a recuperarles a todos los colombianos el derecho que tienen
de pertenecer a un país que se llama Colombia.
Ha
habido muchas marchas y movilizaciones en Colombia por la paz, por
denuncias, por muchos motivos. Y al final el resultado es el mismo,
nada. En ocasiones se lleva a visibilizar un problema, pero la
situación no cambia.
No cambia porque las organizaciones que
respaldan esas movilizaciones no se plantean el paso que deben dar de
inmediato. Nuestro primer paso es la candidatura. El segundo, la
caravana. Después vendrá una acción política eficaz, con denuncias que
lleguen a término. Una de esas denuncias es contra Uribe: Uribe es
paramilitar. Y el término de esa denuncia es que salga del poder y
llegue a la cárcel. Es fácil.
¿Hay alguna persona, o algunas, que puedan darle a Colombia un rumbo distinto?
Muchas. Pero ninguna es líder. Son las hormigas y las abejas las que hacen los hormigueros y las colmenas.
¿Desde dónde y por dónde empezar los cambios en Colombia, hablando de manera realista?
Es necesario denunciar los crímenes del régimen y poner a sus
protagonistas en la cárcel. Pero los protagonistas no son esos pobres
mandaderos que ocupan los puestos públicos. Los protagonistas son los
que son. Y están ahí, listos a vestir su camiseta de rayas. Recuerde la
advertencia de los republicanos: “Magnífico” –le dijeron a Obama cuando
llegó a la Presidencia-, pero no se equivoque: usted llegó a la
Presidencia, pero no llegó al poder”. Tenemos que desenmascarar ese
poder.
¿Cómo se siente ocho años después de haber tenido que dejar el país?
Con ganas de regresar. Y con posibilidades.
¿Cómo le ha afectado a nivel personal y profesional el exilio?
De
muchas maneras. Pienso en la súbita muerte de mi mujer, que me dejó
convertido en una ruina. Pienso en mi silencio, en la pérdida de mis
derechos, en el desplazamiento de mis hijos, que para ellos será algo
definitivo…
¿Por qué Estados Unidos y no otro país?
Porque era el único país del que teníamos visa en el momento de la
amenaza. Sin visa no podíamos llegar ni a Panamá. Esa es la terrible
condición de ser colombiano. Ser colombiano es ser alguien que necesita
visa.
¿Qué es lo que lo motiva más para volver a Colombia, y lo que le motiva menos?
No quiero volver a la Colombia de Uribe. Quiero volver a Colombia.
¿Ha vuelto antes?
Fui un mes a arreglar el sitio donde podría vivir si regreso, pero
alguien, con amistad, me previno sobre la conveniencia de no volver
mientras este régimen sea el régimen.
¿Qué es lo peor del exilio?
El silencio.
¿Qué es lo mejor del exilio?
El silencio.
Es igual. No creo en el exilio voluntario. En el fondo de quienes se van, hay siempre una razón para el viaje.
¿No debilita el exilio al país? ¿En qué aspectos?
El país ha perdido lo mejor de sí mismo exiliando a millones de
personas. Los exiliados adultos pensarán en Colombia. Pero los que
salen de niños, ya no volverán. ¿Cuántas posibilidades hemos perdido?
Nadie puede saberlo.
¿A qué se dedica ahora?
A pensar. Ser pensador es un oficio digno.
¿Qué acontecimientos y personas han marcado su vida personal y profesional?
Entré al periodismo de la mano de Luis Carlos Galán. Y entré a la vida de la mano de Priscilla Welton.
¿Qué tanto se ha distanciado usted de Colombia y Colombia de usted?
La Colombia que yo quiero va conmigo donde quiera que vaya. Y somos muy buenos amigos.
¿Qué es lo que lo motiva más para seguir en Estados Unidos, y lo que le motiva menos?
Los Estados Unidos tienen dos caras: una, es la del poder; otra, la de
las víctimas. Las víctimas de los Estados Unidos son idénticas a las
víctimas de nuestros países, y sufren tanto como ellas. En este momento
hay organizaciones que les están ayudando a abrir los ojos. El derrumbe
del capitalismo vendrá desde dentro.
Un cliché: ¿cómo transcurren sus días?
Soy un solitario. Trabajo, leo, pienso, escribo, y hago café por las mañanas.
¿Qué es lo que más extraña?
Mi casa, y las idas a sacar al perro, en compañía de mi mujer. Hablábamos hasta por los codos, nos reíamos y éramos felices.
¿Qué es lo que más disfruta?
Hasta hace poco, los recuerdos. Ahora mismo, las posibilidades.
Tomada de Rebelión http://www.rebelion.org/noticia.php?id=102157 Realizada
en marzo de 2010 por *Mónica del Pilar Uribe Marín: Periodista
freelance internacional, especializada en Derechos Humanos, Política y
Medio Ambiente. Entrevista para The Prisma. “The Multicultural
Newspaper”, Inglaterra. (uribemonic@hotmail.com)
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.