Ayer domingo fue un día difícil
en las emociones y sentimientos de los colombianos. Uno de esos días que, en lo
personal, he vivido y visto muchas veces a lo largo y ancho del país en sus
últimos 30 años de historia, y de habitar este paisaje con nombre de mujer:
Colombia.
Había rabia, tristeza, desconcierto,
pero sobre todo, una evidente ausencia y carencia de líderes políticos (los espirituales
son muchos y diversos y de ellos nos agarramos muchos), que en mi nombre y en el de muchos más salieran a interpretar esta peregrina desolación de sentirnos huérfanos,
perdidos en un mundo, en un país, en una sociedad que no queremos
reconocer como propia porque da vergüenza y duele hasta la medula.
Muchas veces, de manera abierta
o dirigida a alguien, envié insistentemente el mismo mensaje: "Yo no
marcho contra FARC, sino en contra de TODOS LOS SEÑORES DE esta maldita guerra #Protesta6D ow.ly/7Gfaf". Y es
que, más allá del cruento suceso de guerra, (el asesinato de los uniformados en
lo que al parecer fue una escaramuza sin la certeza clara de la existencia de las
personas en situación de secuestro), aquí nos han querido hacer creer de
siempre que nuestro principal o único enemigo son las FARC y no todos los
señores de esta maldita guerra. Hay que desarmarlos a todos! ow.ly/7GbIJ
El twitero @arkandria me envió
un texto que interpretada mis sentimientos y pensamientos, y que compartí con
la comunidad: "Con @Arkandria No queremos guerra, violencia y secuestro, pero
pedimos caminos nuevos y ciertos para alcanzar este fin. ow.ly/7GblA".
Encontré una frase de Platón que decía que "los muertos son los únicos que
ven el final de la guerra". Eso pasó el sábado con las personas que
estaban en situación de secuestradas y que fueron asesinadas por las FARC.
He querido (sin la autorización del autor Marco Antonio Valencia), reunir todos estos 40 o más trinos o testamento de su alma rota (y miedo que también son mios), darles cuerpo en un papel para volverlos a leer y compartirlos de esta manera con ustedes, mis amables sucriptores, pero también como acto de expiación simbólica en nombre de estos últimos muertos de este negocio lucrativo que es la muerte en este territio de guerra.
El llanto es nuestro y la tragedia también, como escribió hablando de España el poeta León Felipe. "Ya no hay patria, la hemos matado todos, los de aquí y los de allá; los de ayer y los de hoy (....) Ya nadie aquí tiene lagrimas".
Seguro los poetas y la poesía son el leño seguro para no naufragar en este triste paisaje. El título es mío y las fotos también.
Las marchas por la paz son gestos sin apellido
"Siempre hay un trago amargo en la historia de este
país. Hay una zozobra en el aire, en la memoria un vuelo
de palomas vencidas. En la calle una lágrima viva, enorme, rodando por el país.
Callan la muerte y gritan la fiesta. Desdibujan la
realidad. Calla el aleteo de las palomas y se pierde el miedo en noches de
carnaval.
Un niño eleva sus manos hacia el cielo, y pide
limosna... Sin paz en su corazón y con hambre en sus días no le importa la paz en
la tierra.
Nos perdemos en palabras buscando la paz. Nos
perdemos en cenizas, cementerios y utopías. En noches de miedo y amaneceres con
promesas.
El miedo todo lo consume: las flores y los cielos
azules. Incluso la ilusión de ver la sonrisa de un niño viviendo en un país sin
guerras. Cabalgamos en potros de miedo. Esquivamos miradas a
escenas de miedo. No hacemos nada contra la violencia por miedo. El miedo nos
ilumina.
El silencio ha sido el escondite. Hacernos los
ciegos ha sido la solución. Quejarnos por la in-eficiencia de los otros ha sido
el escape.
Embriagados. Ebrios de miedo. Con la mirada
escondida. Sin sueños, pero tristes por el pasado. Mi alma en la jaula de un
país en guerra.
Somos ciegos pero el fantasma del olvido no vuela
en nuestra historia. Somos indiferentes pero los huesos de nuestros muertos
están allí. No nos alcanza la sonrisa para vislumbrar días de
paz. Somos niños amamantados por noticias de violencia, con bastones de viejos
ciegos.
Nuestro miedo no tiene boca para decir. Nuestra
boca no tiene ilusiones para sembrar un árbol de paz. Vocación de paz sin alma
y sin manos?
Este país no tiene miedos, tiene silencios que es
distinto. Los ruidos de la guerra ahogan todas las ausencias y todos los
horrores.
Este país tiene muchas ventanas y en cada una de
ellas hay un paisaje distinto. Hoy quiero ver esa de lágrimas tristes que lo
inunda todo.
Te he traído
el pan al desayuno una y otra vez, te he colocado frutos en la mesa una y otra
vez...Pero tú, no alimentas mi paz, ¿entonces?
Comenzamos a flotar en noches manchadas. A vender ilusiones por la paz como milagros en papeles de colores. Sin palomas ya no esperanza.
No hace falta que hablemos cuando hay llanto en el
cementerio por el cielo extraviado y las flores de la paz están ya marchitas.
No es que me duelan los muertos ajenos. Es que
cuando matan uno de nosotros, a un hermano colombiano, morimos de vergüenza
nosotros.
La paz no existe por aquí. Es palabra incierta,
polvo de ilusos, cielo de condenados. La paz es una lluvia de fábulas sin
nombre y sin amor.
La sangre derramada por mis mayores es tan grande
como el miedo de mis noches. Y no crecerá la paz en esta pesadilla de miedos.
Urge la paz.
Mis palabras no dicen nada, ni son nada. Mis miedos
no son nada y a nadie le importan.En otro Universo mi clamor de paz tendría eco
y amigos.
Los delirios de los guerreros terminan en fosas de
cementerios sin epitafios. Frente a la guerra de los tontos todos los ruegos
son inútiles.
Todo diálogo roto, toda pérdida, toda disolución,
todo grito de rabia... nos condena. La paz que nos titirita arde en fogatas de
leño verde.
Que las palabras reclamen a los corazones la
indiferencia de sus actos.Que la paz perdida se deje ver entre los rostros de
la indiferencia.
Y nos van quedando las canciones tristes de una
tierra sembrada de huesos. Pedazos de cielo sin emociones, de patria sin
orgullo.
Tanta ceniza de muerto, tan muerte sin duelo, tanta
tristeza sin sentido, tanta lágrima al vuelo, para nada. Corazones de piedra,
amén.
Si todas las heridas en el corazón, de todos los
heridos por la violencia fueran huéspedes de la paz por un momento...
En otra tarde, en otro cielo, en otro rostro, hay
otra mirada triste... no solo nosotros lloramos nuestros muertos. Ellos lloran sus
penas.
Este paraíso de sombras y silencios que nos inunda
de tristezas... esta salvado por un barquito de papel en el mar de las indiferencias.
Somos ciegos pero el fantasma del olvido no vuela
en nuestra historia. Somos indiferentes pero los huesos de nuestros muertos
están allí.
Embriagados. Ebrios de miedo. Con la mirada
escondida. Sin sueños,pero tristes por el pasado. Mi alma en la jaula de un
país en guerra.
El silencio ha sido el escondite. Hacernos los
ciegos ha sido la solución. Quejarnos por la in-eficiencia de los otros ha sido
el escape.
Cabalgamos en potros de miedo. Esquivamos miradas a
escenas de miedo. No hacemos nada contra la violencia por miedo. El miedo nos
ilumina.
Un niño eleva sus manos hacia el cielo, y pide
limosna... Sin paz en su corazón y con hambre en sus días no le importa la paz
en la tierra.
Ciegos frente al fantasma del olvido vuela nuestra
historia. Somos indiferentes pero los huesos de nuestros muertos están allí.
Esquivamos las escenas de miedo. No hacemos nada
contra la violencia por miedo. El miedo nos ilumina todo, hasta las esperanzas
de la paz.
Hacernos los ciegos ha sido la solución. Quejarnos
por la in-eficiencia de los otros ha sido el escape. No mirarnos al espejo.
Silencio.
Matan a uno y resoplamos. Un muerto es una luz que
enceguece la ira. Un insecto molesto para nuestra viva indiferencia.
Las marchas por la paz son gestos sin apellido.
Actos sociales inocuos, mariposas volando sobre flores de papel. La nada en el
aire viciado.
Los manifiestos por la paz son pensamientos sin
sombra, días de fiesta que vuelan al infinito buscando una lágrima, pero nadie
se conmueve.
Cuando aparecen los muertos aparecen los lamentos
como moscas. Los zumbidos del miedo nos acorralan, nos mojan. El dolor de otros
abruma.
El miedo a la paz no puede ser un encanto
eterno.Algún día una mariposa sobre la flor del horizonte nos muestre el brillo
hermoso de la paz.
Indiferentes hemos visto morir a miles por la
televisión. Ha sido como ver podar el pasto. A pesar del lamento de los
grillos, nada pasó.
Pueda que algún corazón palpite con el escándalo de
la sangre de la guerra fratricida que llevamos, y pueda que no todos seamos
indiferentes.
Alguna voz interior nos dice que al otro lado hay
resplandores, mundos en paz. Pero en la orilla de la indiferencia el corazón
también late.
Se miran los cementerios, las flores y las viudas,
nos estremecemos, nos lamentamos pero nada. La Nada nos tiene bajo su sombra.
En una canción todas las esperanzas. En una marcha
por la paz todas las apuestas. En el horizonte, el miedo abre sus alas con
hilos finitos.
Todo miedo es impronunciable, muerde, corroe y
hasta quema cualquier viento de esperanza. Somos harina de miedo y sal sin
esperanzas.
Quiero un
amor que me camine por debajo de la piel, que me saque de las cenizas de la
indiferencia y me haga suspirar por la paz. Mucho pedir?
Nada de sacar banderas por la paz. Hay que sembrar
banderas por la esperanza. El amor no se iza ni proclama, se hace, se vive y se
siembra.
Silencio, hay una herida en duelo. Silencio,
silencio que hay lágrima presente. Silencio silencio que esta noche es hondo el
dolor de patria".
Marco Antonio Valencia
Marco Antonio Valencia