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viernes, 12 de abril de 2013

"Marcha por la paz" honró y se solidarizó con las víctimas

Y Gaitán, ahí. Foto by Bunkerglo - Marcha por la paz. Bogotá abril 9 de 2013
Cuando era niña mi papá Luis Augusto me contó muchas veces la historia de Gaitán. Quién era, por qué lo asesinaron, por qué era bueno, qué pensaba... También, de cómo él escapó de la revuelta del 9 de abril, dónde estaba mi mamá Ligia, a quien no conocía aún, y qué hacían y dónde estaban sus hermanos, mis abuelos y en general las dos familias en ese memorable día. 

Cada vez que me refería la misma terrible y triste historia, seguramente producto de mis preguntas, tampoco podía evitar, por obra y gracia de mi imaginación, convertir su relato en un cuento lejano, en una película desteñida y marcada de hilitos (rayada) porque había pasado en otro lugar y con otra gente.


Sin embargo, muchas veces y con cierta fascinación, escuché el discurso que pronunció Jorge Eliecer Gaitán en la Plaza de Bolívar el 7 de febrero de 1948, y que se conoce como Oración por la Paz

No se si era su voz o sus palabras pero escucharlo hablar en el LP (Long Play), me producía un magnetismo increíble. Recuerdo que todos, pero en especial ese disco, negro, pesado, delicado, había que cogerlo con sumo cuidado, con las manos muy limpias, casi que con guantes, cuidando de no rayarlo con la aguja al ponerlo en el tocadiscos.

Los domingos en la tarde, después de escuchar por la radio un partido de fútbol y los resultados de la hípica, mi papá ponía los discursos de Gaitán, alternando nuestra atención con el lago de los cisnes de Tchaikovsky o las seductoras voces de Nat King Cole y sus aquellos ojos verdes y la Violetera de la recién fallecida Sarita Montiel, entre otros hits de la época.

La historia nos cuenta que ese 7 de febrero, hace 65 años, más de cien mil de las cuatroscientas mil personas que vivían en Bogotá, colmaron la Plaza de Bolívar. También quizás ahí estuvieron nuestros papás, los tíos y abuelos, atendiendo el llamado del líder político y jefe del Partido Liberal, Jorge Eliecer Gaitán.

La multitud protestaba, como hasta hoy lo hacemos, contra la violencia política, pero en ese entonces, por la que ejercía el gobierno del presidente de la República Mariano Ospina Pérez sobre los liberales, en especial, contra los gaitanistas.

Desde antes de esa fecha como hasta hoy, la desigualdad, la exclusión y la pobreza, siguen siendo una constante nacional. Lo más fácil era convertirla en una efermedad endémica, incurable. Solo pasamos (¡por dios!) del criminal tiempo del corte de franela al de la motosierra.

En esa marcha del silencio, porque no hubo consignas, ni aplausos, ni vivas, Gaitán pronunció, según opinan los historiadores y los viejos, su más auténtico y conmovedor discurso. Tal vez, el más importante de su corta y truncada vida política. 

Con la vehemencia de su ser le pidió al presidente Ospina Pérez concordia, hechos de paz y de civilización.  "¡Piedad para la patria!".

El recién 9 de abril de 2013, como en 1948, una multitud 'de todas las latitudes, de los llanos ardientes y de las frías altiplanicies, llegaron a congregarse en esta plaza, cuna de nuestras libertades'. Vinieron con la historia de su dolor y sufrimientos, y otra vez, desbordaron la Plaza de Bolívar para decir que le apuestan, decididamente, a un nuevo intento de paz.Que quieren, que requieren, que necesitan paz.
La marcha fue la manera como se conmemoró, por primera vez en la historia de Colombia, el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas, (instaurado por la Ley 1448 de 2011 Art. 142). 

Se honró la memoria de los desaparecidos y asesinados, a sus miles de familias, a los millones de personas que se encuentran en situación de desplazamiento forzado, a las que han sido despojadas, a los que fueron violentados sexualmente (mujeres y hombres), se honró a las comunidades, a las poblaciones y a los niños y niñas cooptados por los distintos actores del conflicto armado.

Los que marcharon no eran los enruanados de sombrero de la marcha del silencio de Gaitán, pero por la "pasarela de la paz", (esto es la carrera séptima hasta la Plaza de Bolívar), pasó la geografía humana nacional, centenares de miles de personas en cuyos rostros se dibujaba un ¡Sí! ¡Hágamos la Paz!

Vi marchar campesinos, indígenas, afros, obreros, trabajadores, estudiantes, intelectuales, artistas, mujeres… A las minorías más vulnerables mujeres, niños y viejos que han padecido y sufrido lo indecible en este país.

Marchó la solidaridad por ellos mismos como víctimas de la endémica guerra colombiana. Todos traían deseos, sueños, esperanzas, el clamor porque pueda empezar a construir una vida distinta, con un presente feliz y prometedor.

Su masiva presencia simbolizó, en el simbólico espacio de la democracia nacional, el beneplácito expreso de poner fin al conflicto armado. Un gesto de humanidad, de generosidad, de vida si se tiene en cuenta que son los historicamente excluidos. Están convencidos de que no todo está pérdido y venían a ofrecer su corazón.

La "marcha por la paz" no fue una movilización silenciosa como la de Jorge Eliécer Gaitán el 7 de febrero de 1948 cuando pronunció su Oración por la Paz,  sino todo lo contrario, fue expresiva, festiva, multicolor y ruidosa, como lo muestra el vídeo (ver más abajo), cuyo paisaje sonoro fue realizado por el periodista Pablo Medina Uribe, director de RadioPachone (www.radiopachone.org) y Julian Camacho García. Las imágenes de mi autoría fueron tomadas en un punto obligado del recorrido de la "marcha por la paz", carrera séptima con avenida Jiménez, camino a la Plaza de Bolívar.     

 

Esta entrada al blog incluía el texto del escritor y poeta William Ospina, presentado como una nueva Oración por la Paz y que leyó la líder política y defensora de los derechos humanos Piedad Córdoba. Dada su extensión, el texto aparece el el siguiente post bajo el título: Dignidad, confianza y afecto entre los ciudadanos es el verdadero nombre de la Paz: William Ospina 

NOTA. La imagen del gran fotógrafo Sady González tiene como fecha 1940. Sin embargo, tengo dudas sobre este dato. La encontré en la Internet como parte de un texto sobre la Marcha del Silencio, luego tendría que ser de 1948. Quizás la cambié más adelante, dependerá de lo que logre establecer. 

Dignidad, confianza y afecto entre los ciudadanos es el verdadero nombre de la Paz: William Ospina

La "marcha por la paz" no fue una movilización silenciosa como la de Jorge Eliécer Gaitán el 7 de febrero de 1948 cuando pronunció su Oración por la Paz,  sino todo lo contrario, fue expresiva, festiva, multicolor y ruidosa, también tuvo su oración por la paz. 


El siguiente texto, profundo y humanista, del escritor y poeta William Ospina, presentado como una nueva Oración por la Paz, fue leído en la tarima de la movilización en la Plaza de Bolívar por la líder política y defensora de los derechos humanos, Piedad Córdoba.


Oración por la paz

"Hace 65 años se alza desde esta tribuna un clamor por la paz de Colombia.

65 años es el tiempo de una vida humana. Eso quiere decir que toda la vida hemos esperado la paz. Y la paz no ha llegado, y no conocemos su rostro.

Es un pueblo muy paciente un pueblo que espera 65, 70, 100 años por la paz. Cien años de soledad. Un pueblo que trabaja, confía en Dios, que sueña con un futuro digno y feliz, porque, a pesar de lo que digan los sondeos frívolos, no vive un presente digno y no vive un presente feliz.

Aquí no nos dan realidades, aquí se especializaron en darnos cifras. El pueblo tiene hambre pero las cifras dicen que hay abundancia, el pueblo padece más violencia pero las cifras dicen que todo mejora. El pueblo es desdichado pero las cifras dicen que es feliz.

Ahora comprendemos que un pueblo no puede sentarse a esperar a que llegue la paz, que es necesario sembrar paz para que la paz florezca, que la paz es mucho más que una palabra.

El verdadero nombre de la paz es dignidad de los ciudadanos, la confianza entre los ciudadanos, el afecto entre los ciudadanos. 

Y donde hay tanta desigualdad, y tanta discriminación, y tanto desprecio por el pueblo, no puede haber paz. 

Allí donde no hay empleo difícilmente puede haber paz. 

Allí donde no hay educación verdadera, respetuosa y generosa, qué difícil que haya paz.

Allí donde la salud es negocio, ¿cómo puede haber paz? Donde se talan sin conciencia los bosques, no puede haber paz, porque los árboles, que todo lo dan y casi nada piden, que nos dan el agua y el aire, son los seres más pacíficos que existen.

Donde los indígenas son acallados, donde son borradas sus culturas, donde es negada su memoria y su grandeza, ¿cómo puede haber paz? Donde los nietos de los esclavos todavía llegan con cadenas invisibles, todavía no son vistos como parte sagrada de la nación, ¿a qué podemos llamar paz?

La paz parece una palabra pero en realidad es un mundo. Un mundo de respeto, de generosidad, de oportunidades para todos.

Y hay que saber que lo que rompe primero la paz es el egoísmo.

El egoísmo que se apodera de la tierra de todos para beneficio de unos cuantos, que se apodera de la ley de todos para hacer la riqueza de unos cuantos, que se apodera del futuro de todos para hacer la felicidad de unos cuantos. De ahí nacen las rebeliones violentas, y de ahí nacen los delitos y los crímenes.

Hemos ido aprendiendo a saber qué es la paz... haciendo la suma de lo que nos falta.

La paz es agua potable de todos los pueblos y agua pura en todos los manantiales. No hay paz con los ríos envenenados, con los bosques talados y con los niños enfermos por el agua que beben.

La paz es trabajo digno para tantos brazos que quieren trabajar y a los que sólo se les ofrecen los salarios de sangre de la violencia y del crimen.

La paz son pueblos bellos y ciudades armoniosas, que se parezcan a esta naturaleza. Porque las montañas, los ríos, las llanuras, las selvas y los mares de Colombia son la maravilla del mundo, y no hemos aprendido a habitarlas con respeto, a aprovecharlas con prudencia, a compartirlas con generosidad.

Porque la idea de generosidad que tienen muchos grandes dueños de la tierra tiene un solo nombre: alambre de púas. Esa idea medieval de tener mucha tierra, mientras las muchedumbres se hacinan en barriadas de miseria.

Pero es que la paz verdadera exige no sólo un pueblo respetado y grande y digno sino una dirigencia verdadera. Y no es una gran dirigencia la que se esfuerza veinte años por que le aprueben un Tratado de Libre Comercio, y cuando le aprueban el Tratado la sorprenden con un país sin carreteras y sin puertos, con una agricultura empobrecida, con una industria en crisis, confiando sólo en vender la tierra desnuda con sus metales sus minerales para que la exploten a su antojo las grandes multinacionales. Ahí no sólo falta generosidad sino inteligencia, ahí faltan grandeza y orgullo.

En cualquier país del mundo un tratado de libre comercio se negocia poniendo como primera prioridad qué necesitan y qué consumen los propios nacionales. ¿Por qué  tiene que ser la prioridad poner oro en las mesas de otros antes que poner alimentos en nuestras propias mesas?

Hoy el mundo se ha lanzado a un obsceno carnaval del consumo. Pero esos países que divinizan el consumo, como los Estados Unidos y Europa, por lo menos ha tenido la prudencia de garantizarles primero a sus pueblos agua limpia, vivienda digna, educación seria y gratuita, salud para todos, trabajo y salarios decentes, una economía que se esfuerza por ofrecer empleo de calidad, que no llama trabajo como aquí al rebusque desesperado, ni a la mendicidad, ni al tráfico violento de todas las cosas.

Si por lo menos cumpliéramos con brindar a los ciudadanos las prioridades básicas de una vida digna, no sería tan absurdo que nos predicaran ese evangelio loco del consumo, pero aún así tenemos que pensar con responsabilidad en el planeta, para el que ese consumo indiscriminado es una amenaza. Tenemos climas frágiles porque tenemos ecosistemas ricos y preciosos, que producen  agua y oxígeno para el mundo entero.
Colombia es un país de tierras bellísimas y de climas benévolos, esto no es Europa ni los Estados Unidos, donde el clima exige millones de cosas, aquí podemos vivir una vida sencilla en un paisaje maravilloso, aquí no habría que refugiarse en ciudades malsanas y estridentes, el país es de verdad La Casa Grande. ¿Qué nos impide esa felicidad? La desigualdad y la violencia. La codicia que pasa por encima de todo.

La naturaleza no es una mera bodega de recursos sino un templo de la vida. Pero una lectura equivocada del país y una manera mezquina de administrarlo han convertido este templo de la vida en una casa de la muerte.

Hace 65 años Gaitán clamaba aquí por la paz. Sus enemigos no sólo lo mataron sino que llevaron al país a una guerra, a una violencia que acabó con 300.000 personas. El país entero entró en una orgía de sangre.

Y perdimos el sentido de humanidad, y casi nos acostumbramos al horror, y dejamos de estremecernos con la muerte. El tabú de matar se perdió, Colombia se volvió tolerante con el crimen, y en el último medio siglo es posible que por falta de paz y de solidaridad haya muerto en Colombia otro medio millón de personas.

Y cada día que tardan en firmar un acuerdo el gobierno y las guerrillas, más muertos de todos los bandos, más víctimas se suman a esta lista. Porque no es sólo el conflicto en los campos: bajo la sombra de ese conflicto prosperan las guerras de supervivencia en las ciudades, la violencia de las mafias, el delito, el crimen, la violencia intrafamiliar, el desamparo, la ignorancia.

Pero es que lo único que detiene a la mano homicida es sentir que lo que hace a su víctima se lo está haciendo a sí mismo. Lo único que detiene esa mano es la compasión y para que haya compasión hay que sentir al otro como a un hermano, como a un milagro de la vida, efímero, precioso, irrepetible. Si no sentimos eso no sentimos nada. Sin ese respeto profundo por los otros nadie siente verdadero amor por sí mismo.

Pero para que haya ese afecto profundo por los conciudadanos hay que haber sido educados en la generosidad, abajo unas instituciones generosas, hay que haber sido querido. Al que no es valorado en su infancia, respetado, apreciado, ¿cómo pedirle que quiera, que respete, que valore a los otros?

Por eso es tan ciega la sociedad que no da nada y en cambio pide todo. Que da adversidad, obstáculos, discriminación, pero pide a los ciudadanos que se comporten como si no hubieran sido educados por Sócrates o por Francisco de Asís. 

El estado se volvió irresponsable, los ciudadanos le perdieron el respeto al estado, y el estado les perdió el respeto a los ciudadanos. En ningún país se exigen tantos trámites para cualquier cosa. Y el que está en desventaja es el que no tiene recursos para sobornar, para abreviar los trámites, para correr con éxito de oficina en oficina. Con mucha frecuencia el estado no facilita la vida sino que es un estorbo para las cosas más elementales.

Las cárceles están llenas de seres que no recibieron nada, que fueron educados en la dureza y en la precariedad, y a los que la sociedad les exige lo que nunca les dio. Porque aquí sólo les exigimos respeto a los que nunca fueron respetados.

Es necesario gritar que nuestro pueblo no es un pueblo malo sino un pueblo maltratado. Y todavía a ese pueblo maltratado y admirable vamos a pedirle, aunque no tenemos derecho a hacerlo, vamos a pedirle que nos dé un ejemplo de su espíritu superior; vamos a pedirle que, a cambio de un acuerdo esperanzador entre los guerreros, sea capaz de perdonar.

No hay ceremonia más difícil y más necesaria que la ceremonia del perdón. Pero es el pueblo el que tiene que perdonar: no la dirigencia mezquina ni la guerrilla que tomó las armas contra ella. Y sin embargo todos tendremos que participar, humilde y fraternalmente, en la ceremonia del perdón, si con ello abrimos las puertas a un país distinto, más generoso, que deponga las armas fratricidas, que abandone los odios y que construya un futuro digno para todos, pero sobre todo un futuro de dignidad para los que siempre fueron postergados.

Desde hace 65 años pedimos la paz, suplicamos la paz, esperamos la paz. Hoy ya no podemos pedirla ni suplicarla ni esperarla. Si se logra un acuerdo entre el gobierno y las guerrilla, tenemos que construir la paz entre todos, la paz con una ley justa, la paz con una democracia sin trampas, la paz con un afecto real en los corazones, la paz con verdadera generosidad. Y la única condición para que esa paz se construya es que no maten la protesta, que no aniquilen la rebeldía pacífica, que dejen florecer las ideas, que permitan a este país grande y paciente ser dueño de sí mismo y de su futuro.

Esa paz que construiremos será un bálsamo sobre esos miles de muertos que se fueron del mundo sin amor, a veces sin dolientes, a veces sin un nombre siquiera sobre su tumba.

Entonces sabremos que la paz no es sólo una palabra, que la paz es convivencia respetuosa, prosperidad general, justicia verdadera, campos cultivados, empresas provechosas, bosques y selvas protegidos, ríos que tenemos que limpiar y manantiales a los que tenemos que devolver su pureza.

Y que otra vez haya venados en la Sabana y bagres sanos en el río, que salvemos la mayor variedad de aves del mundo, que vuelen mariposas de Mauricio Babilonia, y que los caballos de Aurelio Arturo vuelvan a estremecer la tierra con su casco de bronce, y que haya hombres y mujeres pescando de noche en la piragua de Guillermo Cubillos, y que el viajero que encontremos por los campos a la luz de la luna no nos produzca terror sino alegría.

Que haya cantos indios por las sabanas de Colombia, y arrullos negros en los litorales, y que las armas se fundan o se oxiden, y que haya carreteras y puertos, y barcos y trenes que nos lleven a México y a Buenos Aires, y que nuestros jóvenes tengan amigos en todo el continente, y que sólo una industria se haga innecesaria y necesite ayuda para cambiar su producción: la industria de las chapas y los cerrojos y los candados y las rejas de seguridad, porque habremos logrado que cada quien tenga lo necesario y pueda confiar en los otros.

Porque la paz se funda en la confianza y en la sencillez, y en cambio la discordia necesita mil rejas y mil trampas y mil códigos. Aquí, por todas partes, están los brazos que van a construir ese país nuevo, los pies que van a recorrerlo, los cerebros que van a pensarlo, y los labios del pueblo que lo van a cantar sin descanso.

Que hasta los que hoy son enemigos de la paz se alegren cuando vean su rostro".

by Bunkerglo - abril 9 de 2013 - Bogotá

La foto en a que aparecen Piedad Córdoba y William Ospina es tomada de la Internet, pero no aparece quien es su autor. 

María Mercedes Carranza: 10 rosas y 19 poemas en su nombre


“Poesía reunida & 19 poemas en su nombre”, rinde homenaje, diez años después de su muerte, a “una persona que fue apasionada, íntegra y convencida que era posible construir un país mejor con las voluntades alzadas en almas”: María Mercedes Carranza.

Melibea pasó al frente del pequeño, pero colmado auditorio José Eustacio Rivera de la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2013. Casi como una colegiala, abrió su cuaderno y leyó un breve texto que había escrito a mano para recordar esa noche con su dulce y tenue voz a su mamá, pero especialmente, a la gran poeta María Mercedes Carranza. 




domingo, 7 de abril de 2013

Todas P.U.T.A.S. en Bogotá

Foto by @Bunkerglo
Cubiertas bajo un cálido manto de sol y luz pero con las tetas al aire, cerca de mil mujeres, ruidosas, alegres, cantando y gritando consignas, recorrieron la carrera séptima hasta la Plaza de Bolívar. No pocos hombres también se sumaron a la algarabía. ¡Hacía un día del putas en Bogotá!

Foto by Andrés Monroy
Buena parte de estas mujeres eran trabajadoras sexuales (prostitutas o putas), que en sus singulares y festivas pintas, algunas con sus rostros cubiertos, otras más con antifaces y otras con sus pezones en flor, portaron pancartas, carteles y  papeles para compartir un único mensaje a través de las diversas consignas: “Mi cuerpo es mío y de nadie más”, “No es no”, “A la mierda sus prototipos patriarcales”… Es decir, a las mujeres se les respeta sí o Sí.

Las usuales callejeras, en esta oportunidad, salieron a las vías pero no para hacer "el pan nuestro de cada día",  sino para protestar contra el abuso y el maltrato contra ellas y todas las mujeres en Bogotá. Son miles luchando Por Una Transformación Auténtica de la Sociedad: P.U.T.A.S.

Aunque no estaban todas las que son y no todas eran trabajadoras sexuales, las que llegaron, de todos los tamaños, colores, pintas y edades compartían un sueño común.

"María Carnaval"

Tal vez no existe un solo día, en la vida de los hombres como en el de las mujeres, en el que unos y otros no se  pregunten acerca de la sexualidad o vivan esta maravillosa experiencia. Un asunto central y vital, intrínseco al ser humano, en toda latitud, condición, edad y raza. Es su verdadera religión.

Pero, en esta infinita y exquisita complejidad, nada ha sido más censurado, mitificado y sembrado de creencias como la sexualidad. Y la censura, la moral y las sotanas, sus más claros enemigos.

Y es que ninguna mujer, dama, puta o vieja, quiere que le digan cómo vestirse. Tampoco, que la marquen con una etiqueta o la estereotipen por cómo camina, cómo baila o cómo habla.

Piden (¡exigimos! más bien), que no sean más acosadas, ni que las agredan verbalmente. No quieren permitir una agresión más, física, sexual o emocional.

Quieren (¡exigimos! más bien), que su cuerpo nunca más sea el trofeo o territorio de ninguna guerra. Ni pública, como la del conflicto armado interno, ni privada, como la del maltrato cotidiano que libran en la calle y en sus hogares.

"María Carnaval"

Tiene 42 años, 15 de los cuales ha ejercido como trabajadora sexual. Estudia y cuida de sus hijos. Hace lo que hace “por rebusque y porque me gusta. Tal vez por esto no fue difícil tomar la decisión”.

Me dice "María Carnaval" que el sexo, como la religión, es algo muy personal y la prostitución es un trabajo tan respetable como cualquier otro.

Tanto ella como otras de sus colegas, siempre (en estos quince años) han recibido malos tratos. “No tenemos seguridad social y somos discriminadas en muchos sentidos”.

"María Carnaval" todos los días siente miedo de su trabajo porque, "tanto los clientes, como la policía y la gente en general nos agreden continuamente”.

Le gustaría viajar, salir del país y ejercer su trabajo en otra parte.

Recuerda que, la primera vez que estuvo en la calle, “fue más por un poco de curiosidad, pues siempre he sido muy callejera, desde pequeña”.

Aunque no me revela cuánto dinero obtiene al mes por su trabajo, me explica que es muy relativo. “Hay meses buenos y hay meses malos. Con lo que gano hago lo que hace todo el mundo: pagar el colegio de los niños, los servicios, el arriendo, ir de vacaciones, a una película, a restaurantes”…

Está convencida que ser trabajadora sexual “es tan respetable como cualquier otro trabajo y, potencialmente, muy fuerte políticamente”. Dice que se siente bien remunerada, aunque “podría ganar más, hay otras que ganan menos”, pero no piensa en cambiarlo.

Asegura sin ninguna duda que, como trabajadora sexual, “se puede tener novio, marido, amante, amanta (ríe), amantes, hijos, familia, mamá, papas, hermanos”.

Su mamá, su papá, sus hermanos… su familia “aceptan y entienden mi trabajo. Hemos tenido algunas conversaciones muy duras y muy delicadas sobre esto”.

Cuando tiene que estar con un cliente, “siento lo mismo que cuando estoy con un cajero en un banco que tiene que manejar la plata ajena”. Los jóvenes son su mejores clientes porque “son más sensibles, más respetuosos, quieren amor, no solo sexo”.

"María Carnaval" no piensa dejar de ser trabajadora sexual.  “He asumido esto, después de tanto tiempo, como una vocación”. Nunca se ha enfermado por su trabajo, pero ha sido maltratada y violentada algunas veces por sus clientes. “Me han golpeado porque así son borrachos… unos cerdos”.

"María Carnaval"

El 6 de abril en la Plaza de Bolívar el sexo habló.

Mujeres, hombres, heterosexuales, homosexuales, lesbianas, travestis, trabajadores sexuales, estudiantes universitarias, funcionarias… hombres y mujeres, desde sus identidades y orientaciones sexuales,acudieron a la cita anual para expresar, con libertad, sus preocupaciones y necesidades sociales y políticas, pero también para compartir su felicidad con toda su dimensión humana.

Foto by @Bunkerglo
La píldora anticonceptiva, la pildora del día después, el aborto en casos específicos, el acceso carnal violento, las relaciones sexuales prematrimoniales, la violencia de género, el matrimonio entre personas del mismo sexo… ha sido un recurrente y, de algún modo superfluo debate (más espuma que utilidad), continua  impidiendo que, en Colombia, la gente pueda vivir de manera libre y sin criminalizar el erotismo, el placer, la intimidad y la orientación sexual, sea la que se sea.

Aún (¡aún!) esta libertad humana y espiritual pasa por el peso de cuestionamientos mezquinos, la culpa, el estigma, la exclusión, el señalamiento y la violencia empizando por el maltrato verbal hasta la muerte.

Quizás por esto, la intimidad individual de la sexualidad nunca dejará de ser noticia.

Gracias a mi colega y amigo Andrés Monroy que me autorizó el uso de algunas fotografías del amplio reportaje fotográfico que realizó ese día y que pueden ver haciendo clic en este ENLACE a su Blog.   

sábado, 30 de marzo de 2013

Los 10 mandamientos para el correcto uso de Twitter

Hay millones de personas que oyen hablar de Twitter sin tener idea de qué se trata o que han intentado empezar a utilizarla pero no han logrado encontrar su utilidad. Pensando en esto, el periodista digital y consultor de medios sociales Vadim Lavrusic desarrolló una lista de diez mandamientos que pueden ser útiles para aprender a usar correctamente esta red social, teniendo en cuenta los comportamientos que hasta ahora se conocen por parte de usuarios experimentados y exitosos. 

Tomado de Tendencias 21 Sociedad de la Información


Twitter ha dado bastante de qué hablar desde el año pasado; no solo se ha convertido en el medio preferido de muchos periodistas e importantes medios de comunicación para actualizar noticias, artículos y entradas de blogs, sino que también es visto como una excelente herramienta de comunicación y denuncia que es utilizada por millones de personas en el mundo en momentos de tragedia como terremotos y tsunamis, así como en situaciones en las que no existe libertad de prensa para dar a conocer al mundo algo que está sucediendo, como se evidenció durante las pasadas elecciones en Irán, tras las cuales se hizo famosa la llamada “Twitter Revolution” o Revolución de Twitter.


Asimismo, existe otro tipo de usuarios que ve la red social como un espacio más simple en el que puede compartir sus pensamientos, contar lo que se está haciendo o entablar conversaciones con amigos a través de mensajes cortos.

Lavrusic parte del hecho de la importancia que ha demostrado tener Twitter para millones de profesionales como los periodistas y explica que ya esta red dejó de ser un juego para convertirse en un espacio dominante e influyente en nuestra cultura. 

Cómo usar Twitter correctamente

1. Se debe dar crédito.
Él explica que dar crédito a los autores de aquello que se comparte en Twitter es una parte esencial de la comunidad de esta red, ya que no solo se respetan los derechos de autor y a los demás usuarios, sino que también les permite a todos encontrar el rastro de aquellos a quienes siguen los otros, topándose así con opciones interesantes para seguir. Tres opciones que menciona para dar crédito son: a través del Retweet, de Via @xxx o de HT xxx (heard through – oído a través de).

2. No promoverse a sí mismo en exceso.
Lavrusic aconseja medirse en la auto promoción; dice que la comunidad puede cansarse de ver que alguien solo publica tweets sobre sus productos o servicios y empezar a verlo como spam ya que la gente espera encontrar información novedosa e interesante, aunque aclara que todo depende del tipo de persona que sea: si se es un medio de comunicación, un periodista o un bloguero, es muy posible que los seguidores lo que quieran es estar actualizados con los nuevos artículos y entradas, por lo que la situación sería diferente.

3. Utilizar los enlaces apropiadamente. El autor explica que se deben compartir los enlaces que correspondan a la fuente de algo que se publica o que puedan proporcionar más información acerca de eso que se dijo, convirtiéndose de esta manera en algo útil para la comunidad de Twitter. Además, aconseja acortar los enlaces, sobre todo para facilitar la labor de quienes hagan retweet. Un buen sitio para acortar enlaces es bit.ly.

4. Se debe responder a los seguidores. En este punto Lavrusic afirma que es importante mostrar interés por la comunidad respondiendo a aquellos que envían mensajes directos o respuestas, así se cuente con demasiados seguidores o no se tenga mucho tiempo.

5. Analizar bien a la hora de responder vs. enviar mensajes directos.
Se refiere a la prudencia que se debe tener con una información de interés público o privado; es decir, tener en cuenta las consecuencias y el impacto que puede tener una respuesta o un mensaje público (enviado como un reply @xxx), y pensar bien si es mejor enviar un mensaje directo (privado) o contactar a la persona por otro medio.

6. Diferenciar la propia opinión de los titulares.
Él recomienda, además de publicar el enlace, entrecomillar la información tomada de alguna fuente para aclarar que eso no lo dice quien lo publica y, aparte, utilizar algún método para diferenciar cuál es el comentario propio. Una opción que ofrece él es escribir así: “me (yo):xxxx”.

7. Seguir a aquellos que representan algún valor. Este punto es importante. Lavrusic explica que la diferencia entre Facebook y Twitter es que el primero es para los amigos y el segundo para personas con las que se comparten intereses comunes e información (aclara que por eso en Facebook hay amigos y en Twitter seguidores). La recomendación es no seguir a todo aquel que lo sigue a uno, sino saber seleccionar a aquellos contactos que ofrecen algún valor para que exista un buen filtro.

8. No usar incorrectamente el recurso de enviar información sobre los propios productos o servicios a la comunidad de Twitter. Es algo similar al punto de promocionarse demasiado, pero tiene que ver más con un tipo de spam que se dio mucho antes de que esta red lo controlara un poco y que consiste en promocionar el negocio propio enviando la información a otras personas en forma de reply. El experto aclara que hay excepciones en las que esto puede ser bien utilizado, por ejemplo cuando se conoce la necesidad de alguien de encontrar algo específico y se comparte con esa persona la información que necesita.

9. No utilizar “hashtags” en cada palabra. Los hashtags son las palabras que van precedidas de un signo # y que sirven para agrupar tweets alrededor de temas en común de manera que las personas puedan buscar por temas y encontrar información que otros han publicado sobre estos. Lavrusic recomienda no excederse en el uso de esta herramienta pensando que a través de ella los tweets serán leídos por más gente y aclara que eso lo único que hace es dificultar la lectura de los mensajes (cuando se usa demasiado y no porque puede ser realmente útil).

10. No hacer retweet de los propios tweets.
Él explica que no se debe publicar varias veces lo mismo para obtener más clics y que si se va a hacer dos veces, se debe esperar un tiempo considerable.

Twitter para todos

Finalmente, es importante aclarar que Twitter es una red social que puede utilizar quien lo desee y para lo que desee; estas recomendaciones son útiles sobre todo para aquellos que quieren hacer de esta red una herramienta profesional y un espacio para contactarse con otras personas y empresas con intereses comunes que pueden llegar a constituirse en relaciones con mayor relevancia en el futuro. 

 http://www.tendencias21.net/Los-10-mandamientos-para-el-correcto-uso-de-Twitter_a4428.html