Casi todo en el país es paramilitar, pero no todo es paramilitar. Casi toda la tierra productiva es de ellos, pero no los amaneceres de esas tierras, ni el clima incontrolable, ni los pájaros que logran escapar a sus balazos impíos.
Muchos políticos son de ellos, el tercio de congresistas que reconocen, las decenas de alcaldes y gobernadores que ganaron elecciones como candidatos únicos. Pero no la vieja y nueva manera de hacer política de los indios nasas o paeces, que en dos semanas les arrancaron secuestrados y prisioneros a las guerrillas y a la Fiscalía, sin siquiera batir sobre nadie uno solo de sus bastones de poder. De los 32 departamentos, 26 son casi de ellos, o por lo menos las cabeceras de los municipios, varias ciudades intermedias y mucha tierra. Pero no les pertenecen las bandas musicales ni los bailadores de salsa ni las casas de la cultura de los pueblos. A ellos les pertenece la más reciente manera de pensar de muchedumbres, el ansia promedio de riquezas fáciles, la creencia de las encuestas en que la guerra se apaga con más guerra. No son de ellos, en cambio, la generosidad imbatible de los campesinos ni el ímpetu de los poetas que aquí se dan debajo de cada piedra ni el heroísmo de quienes resisten a la guerra con una economía de guerra para los hijos. Son de los 'paras' las motos del ruido, las camionetas de vidrios dudosos, las modelos comprimidas en breves telas, las armas lustrosas. No tienen, a su disgusto, los pies de los cuarenta millones restantes, que caminan día a día entre el horror y la alegría. Tampoco tienen a las bellas muchachas sin maquillaje, que estudian y hacen artesanías, que ganan en deportes y en alfabetización de adultos, que van por las pocas calles donde el sol puede aún calentar igual para todos. Ellos tienen la fragilidad de sus primacías, tienen el miedo de ser acribillados por sus compinches, tienen la obligación de dormir engatillados, tienen el escalofrío de mirar en los ojos de sus hijos los ojos de los muertos aserrados de la más reciente masacre. Tienen la casi seguridad de no llegar a viejos, de morir sin saber de dónde vino la bala amiga. Tienen todo, pero no tienen nada. No saben para qué tienen lo que tienen. Son tan pobres que no tienen sino plata".
Muchos políticos son de ellos, el tercio de congresistas que reconocen, las decenas de alcaldes y gobernadores que ganaron elecciones como candidatos únicos. Pero no la vieja y nueva manera de hacer política de los indios nasas o paeces, que en dos semanas les arrancaron secuestrados y prisioneros a las guerrillas y a la Fiscalía, sin siquiera batir sobre nadie uno solo de sus bastones de poder. De los 32 departamentos, 26 son casi de ellos, o por lo menos las cabeceras de los municipios, varias ciudades intermedias y mucha tierra. Pero no les pertenecen las bandas musicales ni los bailadores de salsa ni las casas de la cultura de los pueblos. A ellos les pertenece la más reciente manera de pensar de muchedumbres, el ansia promedio de riquezas fáciles, la creencia de las encuestas en que la guerra se apaga con más guerra. No son de ellos, en cambio, la generosidad imbatible de los campesinos ni el ímpetu de los poetas que aquí se dan debajo de cada piedra ni el heroísmo de quienes resisten a la guerra con una economía de guerra para los hijos. Son de los 'paras' las motos del ruido, las camionetas de vidrios dudosos, las modelos comprimidas en breves telas, las armas lustrosas. No tienen, a su disgusto, los pies de los cuarenta millones restantes, que caminan día a día entre el horror y la alegría. Tampoco tienen a las bellas muchachas sin maquillaje, que estudian y hacen artesanías, que ganan en deportes y en alfabetización de adultos, que van por las pocas calles donde el sol puede aún calentar igual para todos. Ellos tienen la fragilidad de sus primacías, tienen el miedo de ser acribillados por sus compinches, tienen la obligación de dormir engatillados, tienen el escalofrío de mirar en los ojos de sus hijos los ojos de los muertos aserrados de la más reciente masacre. Tienen la casi seguridad de no llegar a viejos, de morir sin saber de dónde vino la bala amiga. Tienen todo, pero no tienen nada. No saben para qué tienen lo que tienen. Son tan pobres que no tienen sino plata".
Arturo Guerreo, periodista y escritor colombiano
Publicado en El Colombiano, sep.29 de 2004.
Foto by Búnker, Plaza de Bolívar. Día Nacional Genocidio UP. Octubre 11 de 2007.
2 comentarios:
La palabra sigue siendo un arma cargada de futuro.
Felicitaciones por el nuevo espacio
Buscando Sentipensantes nos hemos encontrado...
Cada uno en un extremo de diferentes Continentes. Unidos por un sentimiento y un pensamiento...
En mi blog están 'Desaparecidos' de Gervasio Sánchez (aunque conociéndote, igual hasta le has estrechado la mano...)
Enhorabuena por tan interesantes palabras
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