¿Por qué vuelve a las manos ese libro olvidado justo cuando la vida iba a necesitarlo?
¿Por qué siempre encontramos el amor verdadero cuando íbamos buscándolo por caminos de engaño?
¿Por qué resurge, más feroz, el César? ¿Por qué la hija de Aspasia es nuevamente Aspasia?
¿Por qué hay cosas e instantes perdidos en los días que parecen de pronto darle sentido a todo?
¿Por qué florecen de sus ruinas los templos? ¿Por qué vuelve en los sueños la nariz de la Esfinge?
¿Por qué la dicha más fugaz puede borrar rebaños de insomnio?
¿Por qué sólo unas cosas del tiempo se alargan en recuerdos?
¿Por qué vuelve la muerte donde estuvo la muerte?
¿Por qué la última flor del horror es la belleza? ¿Por qué la última flor de la belleza es el horror?
Estas cosas me inquietan.
¿Por qué nuestro destino se parece tanto a nosotros?
¿Por qué el que tiene amor encuentra amor?
¿Por qué el que tiene espanto encuentra espanto?
¿Por qué el sueño nocturno nos redime del día?
¿Por qué siempre esos golpes en la puerta de Macbeth?
¿Por qué el bufón se borra cuando Lear enloquece?
¿Por qué están asustados los espinos? ¿Por qué están tan serenas las garzas?
¿Por qué es el agua dócil y concéntrica?
¿Por qué todos completos después de tantas muertes?
¿Por qué está Troya intacta en la memoria?
¿Por qué odiamos al bárbaro pero somos el bárbaro?
¿Por qué no desespera el caracol de su ritmo?
Estas cosas me inquietan.
¿Por qué tantos encuentros casuales?
¿Y por qué es tan difícil encontrar lo buscado?
¿Por qué después de tantos milenios industriosos vuelven a ser perfectos la hierba, el agua, el aire?
¿Por qué nada se hunde definitivamente? ¿Por qué regresan a la luz los galeones dorados?
¿Por qué este mismo amor que hace tanto había muerto?
¿Por qué lo más precioso se pierde? ¿Por qué lo más precioso se salva?
¿Por qué siempre golpea la sombra donde más doloroso es el golpe?
¿Por qué sigue este puñado de vivientes, pequeño en los tobillos de Babilonia, intimando con ellos, uniendo su grito al dorado rumor de los muertos?
Mortales, ésta es mi respuesta: porque la vida no es camino ni escala, porque la vida no es expiación ni justicia, porque la historia no asciende hacia la plenitud, ni va buscando la verdad ni lo eterno, porque hay una perfección en el abandono y hay una perfección en el esfuerzo, porque la salamandra no es menos importante que Shakespeare, porque la vida es música.
William Ospina, escritor y poeta colombiano
Foto by Búnker. Camino Villa de Leyva, Boyacá. Agosto de 2007.
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