La histórica decisión del alto tribunal por proteger a la nación y su democracia de la amenaza de que, por vía de una reforma se institucionalizara una dictadura de Álvaro Uribe Vélez, fue mi primera cobertura periodística para la comunidad social de Twitter el 26 de febrero de 2010. Hoy tengo dos motivos de conmemoración.
El otrora secretario jurídico de Uribe Vélez en la presidencia, Mauricio González, fue quien le anunció al país, a través de cerca de 100 periodistas nacionales y extranjeros y de la Web, en la tarde de este viernes 26 de febrero, el sentido de un Fallo que declaró i n c o n s t i t u c i o n a l la totalidad de la Ley 1354 de 2009, y no por meras irregularidades de forma o procedimiento, sino porque atentaba gravemente contra la democracia.
El fallo
de la Corte Constitucional tumbaba la
aspiración de Uribe para quedarse un tercer periodo, es decir, por 13 años
consecutivos en el poder, marcaría el comienzo de su creciente desprestigio, y también el del proyecto político de la "seguridad democrática" cuyo
sustento, en gran medida, fue obra de la propaganda –no de información- de algunos
y muy importantes medios de desinformación, entre otros, El Colombiano (Ecos del
Ubérrimo), El Tiempo (LeMiento) y RCN (Radio Casa de Nariño RCN.)
Las
ansias de poder de #Alvacrim (mi primer hash), nunca tuvieron límite como lo han ido demostrando
en el último año las investigaciones disciplinarias y penales, así como las detenciones, juzgamientos y carcelazos de más de 60 congresistas, su primis, sus amigotes, casi en su totalidad miembros del partido de la U, funcionarios públicos, etc., por parte de la Fiscalía
General, la Procuraduría, la Contraloría,
pues uno a uno han ido cayendo todos sus coequiperos (o cómplices?) que pretendieron torcerle
el cuello a la Constitución y transgredir la ley para continuar legitimando un
estilo de gobierno que convirtió la trampa, la corrupción y el delito en actividades
lícitas y válidas.
No
podía ni quería faltar a la cita en la Corte Constitucional ese día, que para mi, marcaba la primera estocada al mayor enemigo
que ha tenido la sociedad colombiana en su reciente historia.
Quise registrar
segundo a segundo lo que ocurría en imágenes. No tenía BlackBerry (de moda), pero sí un
poderoso Nokia a través del cual envie muchos mensajes de texto durante todo el día a un colega que estaba fuera y que
se encargó de compartirlos en Twitter.
Llegué
sobre las 10 de la mañana y conseguí ingresar al recinto, con mi única acreditación: soy periodista.
Comencé a encontrarme con los colegas “de la vieja
guarda” pocos, pues realmente en su inmensa mayoría eran rostros nuevos y muy jóvenes.
Todos y todo el tiempo manteníamos una actitud de alerta con la mirada fija en
la puerta lateral a la derecha del recinto, a través de la cual ingresaron después los
Honorables Magistrados, luego de discutir y deliberar el sentido del fallo, pues la Sentencia
en su totalidad la conoceríamos varios meses después.
Entraban y salían trabajadoras del aseso, policías,
perros antiexplosivos hasta limpiadores de vidrios y, desde luego, el jefe de prensa
de la Corte que desaparecía bajo la nube de expectantes periodistas que iban y
venían en manada.
El
lugar estaba a tope. En el segundo piso ya no había espacio para tanta gente y
en el primero igual. Moverse del mínimo espacio colonizado durante horas era
impensable. Todos queríamos estar en el mejor lugar, con el mejor ángulo y la
mejor panorámica de observación para ver el final de una crónica que había comenzado en el 2007 con el
anuncio de la recolección de unas firmas para, por vía de ese mecanismo, ir a un referéndum.
Todo esto ocurría en el pleno bullicio de la parapolítica, mientras, además, el gobierno de Uribe en manos del Estado colombiano realizaba con sus diligentes hombres en la sombr y del ejército, asesinatos extrajudiciales
(los mal llamados falsos positivos) o crímenes de lesa humanidad, cuyos primeros casos que se vinieron a descubrir en el 2008.
Además
de periodistas y algunos pocos estudiantes de derecho, también ocupaban el lugar analistas
de organizaciones de estudios constitucionales y de universidades para escuchar de viva voz y sin
intermediarios la noticia.
Casi todos jugaban a las cábalas y se planteaban
apuestas cuál partido de fútbol de primera división sobre los posibles resultados
sobre quién haría y quien no el único gol. Y de alguna manera había razón, pensaba, mientras
recordaba las últimas palabras de algún narrador que siempre decía “y señoras y
señores, el tiempo se acaba y esto n o v
a m á s”.
No recuerdo que alguien
tuviera un periódico o estuviera leyendo un libro. Ni siquiera yo. Un murmullo
recorría todos los rincones del lugar que cada vez estaba más caluroso.
Los de adentro se tenían que mamar la presión de editores, jefes de
redacción y directores que pidieron y exigieron todo el día "avances", esto es, durante 9 horas, de lo que en ese recinto estaba pasando. Y no pasaba nada. Sin embargo, los vi hacer extras y revolcarse
en el lodazal de las especulaciones, merced de las insólitas presiones. ¿Pero
si no está pasando nada que quieren que diga? Me comentaba un colega muy molesto y, sin
embargo, igual decía lo mismo que venía diciendo pero de manera distinta, bajo la presión del endemoniado y absurdo arrebato de la
competencia por la primicia.
Sobre
las 6:35 de la tarde y luego del inocultable estallido de júbilo en las barras
del segundo piso del recinto, el presidente del tribunal anuncia el sentido del
fallo: la Corte Constitucional declara inexequible en su totalidad la Ley 1354 de 2009.
Pese a la desventaja de mi altura decido bajar al primer piso, pues quería ver de cerca
el semblante de Mauricio González: inconmovible, sentencioso, pálido. Era la máscara
de un servil de Uribe Vélez que le anunciaba a su patrón que su
aspiración moría. González y Jorge Pretel fueron los dos únicos Magistrados que
salvaron su voto.
Como
escribió la periodista Juanita León en su balance de fin de año “lo más importante que pasó en el 2010 es lo que no pasó”. La reelección no pasó y con ello creo,
comenzaron las honras fúnebres de un periodo que deshonró las libertades, la
vida, la decencia y la civilidad en Colombia. Me deshonró a mí.
Ese
viernes fue de euforia y celebración. El 26 de febrero de 2010 los demócratas dabamos una estocada a la aspiración de Uribe un periodo más. A la salida de la Corte Constitucional
una nutrida manifestación expresaba vivas y aplausos. Se respiraba optimismo. Y
es que, como decimos con @AntanasMockus no todo es negociable, ni comprable en
el país: NO TODO VALE. La Constitución Vive.
Fotos inéditas tomadas es día by Bunkerglo