: #main-column img {position:relative;} -->

jueves, 25 de abril de 2013

No todos somos iguales ante la ley ¡Tremendo drama en la historia de un pueblo!


Ni las armas nos han dado la independencia, ni las leyes nos dan la libertad. Foto by Bunkerglo
El Senado colombiano hundió el matrimonio igualitario en una democracia donde se legisla para sí y, sí y solo sí… Sin embargo, serán los Notarios los que unirán las parejas del mismo sexo ante la incompetencia de los congresistas y mientras la H. Corte Constitucional legisla. ¡Tremendo drama en la historia de un pueblo!

"En Colombia hay dos países: el país político que piensa en sus empleos, en su mecánica y en su poder, y el país nacional que piensa en su trabajo, en su salud, en su cultura, y es desatendido por el país político. El país político tiene rutas diferentes a las del país nacional. ¡Tremendo drama en la historia de un pueblo!".

Eso dijo en los años 40 Jorge Eliecer Gaitán, el “revoltoso”, como lo llamó el profesor norteamericano Herlbert Braun, y desde entonces NADA HA CAMBIADO. Eso es Colombia con la dispuesta y diligente ayuda de sus "legisladores" y su aún indeleble consagración al sagrado corazón de Jesús, aunque no es con él la bronca.

Por un lado va el país nacional, el que salió del closet, el que ya no teme ser señalado pero también, el que no permitirá seguir siendo excluido; el que desafía con su arco iris de luz el sentido cuasi humano de un pedacito de sociedad, amplificada por los medios, y empeñada en no coexistir con la población homosexual.  

Y, por otro lado, adheridos como ladillas, trepando, impidiendo cualquier posible equilibrio entre lo público y lo privado, van las amebas, el país político, sus pre-claros legisladores elegidos por esos millones de personas que nunca votan en el país más feliz del mundo.

Es lo que hay. Lo que son. Lo que somos. Nada debería sorprendernos del espectáculo que ofrecieron a las tribunas, al pueblo, esos que de honorabilidad no tienen nada, pero que tampoco entienden ni saben sobre el matrimonio igualitario.

En cambio, lo que sí resulta inadmisible y tremebundo es el silencio del presidentico de la republiquita, de la ministrica de educación, de la ministrica de la cultura, del directorcito del ICBF (que dicho sea de paso, no había renunciado?)…  ¡Ni qué decir de los babosos “miembros del Partido Liberal o los que se proclaman de izquierda en ese chimbo Congreso y fuera de este!   

¿Por qué nunca dijo nada el sector educativo? ¿Qué declararon y cual es la posición de los rectores universitarios? ¿Qué comunicado emitieron los valientes voceros de las multinacionales de los DDHH? ¿Por qué en la placita de don Simoncito no se enarbolaron banderas ni pancartas de más y todos los sectores sociales? ¿Acaso es que los ellos y las ellas homosexuales habitan otro planeta?

En este circo nacional me siento secuestrada por la insípida y trepadora burocracia, la que gobierna y la que legisla que es casi la misma cosa. Solo algunos le pusieron el pecho y muchos más le sacaron el culo a una de las decisiones trascendentes para una nación democrática (de papel) como la colombiana.

Pocos países hoy en día, quizás en ninguno, -escribió el profesor Braum-, prevalece tan soberana y soberbiamente lo privado por encima de lo público como en Colombia. “Un país que se considera el más moderno de todo y, donde la consecución de la felicidad está inscrita como derecho ciudadano en la Constitución”.

Contundente y claro.

Así también lo advirtieron Gaitán y Galán, y lo repiten una y otra y otra vez en su Razón Pública Hernando Gómez-Buendía y quienes como él se preguntan y reflexionan sobre su sentido supremo. Pero, “en nuestra sociedad, hay tolerancia a la ilegalidad más de lo necesario, más de lo debido y más de lo justo”, como lo señaló Antanas Mockus.

El proceso de la vida colectiva solo es posible si se consigue ese equilibrio entre la vibrante y dinámica evolución del país nacional, y una elevada condición humana del país político. La autenticidad y la posibilidad de nacer y SER no pueden seguir siendo un asunto por borrar, por excluir. Los legisladores no pueden seguir imponiendo sus visiones personales e intimas de cómo se plantan con sus vidas en el mundo, por más legítimas y respetables que les parezcan. Tampoco están autorizados a legislar desde el miedo y los prejuicios que profundizan más la discriminación, como señaló la H. Representante Ángela María Robledo. 

Estamos atrapados en la telaraña de una práctica política que se repite por los siglos de los siglos. “¡Aquí no se salva ni Dios! Lo asesinaron”, como bien dijo el poeta castellano Blas de Otero.

Mientras los “legisladores” colombianos -de esa mezcolanza insalubre y burocrática llamada Mesa de Unidad Nacional convirtieron el Congreso en un confesionario, el parlamento francés decidió amparar de manera contundente los derechos de sus conciudadanos y de todas las parejas que desean construir vínculos amorosos y legales bajo la figura del matrimonio. A principios del mes se aprobó en Uruguay.

La no aprobación de la inclusión constitucional del matrimonio entre parejas del mismo sexo tiene muchos deshonrosos nombres y apellidos.

Los de quienes no votan para construir un país político al servicio del país nacional; también, los nombres de quienes ocupan curules para legislar en beneficio propio convirtiendo lo público en su premio gordo de la lotería. Por último están todos los nombres de quienes se proclaman de izquierda o de pensamiento liberal pero que no lo son ni adentro ni afuera de la carpa (de circo) de ladrillo.

Nada, absolutamente nada lo justifica, pero resulta comprensible que en Colombia sean (o seamos)cada vez más los que no quieren saber de la vida pública del país.

Casi que uno termina por creer que a Colombia la escupieron las brujas. Qué somos mártires de un conjuro o maldición.Lo cierto es que no todos somos iguales ante la ley  ¡Tremendo drama en la historia de un pueblo! 

4 comentarios:

Investigador Manuel Velandia dijo...

Mi querida Bunker los maestros, los directivos de las instituciones educativas, el ministerio de educación no dijeron nada cuando en el "Estatuto docente" era motivo de exclusión ser homosexual, mucho menos lo van a decir en este momento. En Septiembre de 1998 se debatió e impugnó su Art. 46 que contemplaba que la homosexualidad constituye mala conducta o ineficiencia profesional. La Sala plena de la Corte Constitucional conceptuó que la “Homosexualidad no es falta disciplinaria en el ejercicio docente.

Santiago Ardila Reyes dijo...

Bunker, absolutamente de acuerdo; son dos Colombias: los que la vivimos y la de aquellos que la explotan y sólo piensan en sus necesidades. Por eso el cansancio, por eso el hastío. Por eso el mejor castigo es el blanco, el voto en Blanco. No encuentro ya a nadie en el Congreso, ni siquiera, el que alguna vez admiré, Senador Robledo que calló impunemente en contra del carrusel de la contratación por sus cuotas políticas. Ni ese Mockus que no fue capaz de hablar claramente cuando pudo. Ese congreso hipócrita y pendenciero no me representa ni representa a la mayoría. Eso es falso. Las próximas elecciones, a menos que aparezca un tipo como Fajardo, no voy a votar por nadie...

Gloria Ortega Pérez /bunker dijo...

Manuel, sería muy oportuno traer al presente en un texto, ese debate y situación que me señalas.
Un abrazo y gracias por tu comentario

Gloria Ortega Pérez /bunker dijo...

Santiago,
Pienso lo mismo, que hastío y cansancio. Por eso, de verdad, pienso que eso de que las brujas escupen es cierto.
Gracias por compartir y dejar tu comentario,
Bun

Publicar un comentario