S – ¿Cuáles
son los mínimos éticos irrenunciables de Fidel Cano?
FCC- Los mínimos que
debería tener todo periodista: hacer un periodismo transparente. La
transparencia es a lo que más se puede aspirar. Es claro que a veces nos
equivoquemos y seamos posiblemente sesgados en la información, pero esto ocurre
de manera transparente porque creemos en
el periodismo que hacemos y no por hacerle un favor a alguien, o porque exista
detrás algún interés económico o político. En mínimo ético es ese: la
transparencia. Qué nadie le imponga a El Espectador lo que dice.
S – El sesgo denota
una cierta intencionalidad. ¿Ud. cree en la objetividad?
FCC- La
objetividad plena es imposible, pero el ejercicio periodístico debe tratar de
serlo, debe dar la oportunidad a que todas las voces estén representadas.
S – Ud. dijo
en una entrevista que "El Tiempo no hace el periodismo que a mi me gusta". ¿Cuál
es ese periodismo?
FCC- Combativo,
independiente, sin ninguna atadura ni prevención, que no esté cuidándose de
que esto molesta a fulano o a mengano. Hacer periodismo abiertamente y que allá
afuera lo interpreten de diversas maneras. Pero en la esencia, en la gestación
del artículo o la opinión, que no haya dobles intenciones.
S- ¿Qué es la Redacción al desnudo? ¿Un Ombudsman?
Hay reflexiones de fondo y "jalón de orejas" por las “metidas de pata” de sus
redactores…
FDC- Sí. Cumple un
poco el papel de Ombudsman. No he teorizado sobre el asunto pero la Redacción al desnudo la ven más de 4000
personas cada semana. Nunca pensé que fuera a tener tanto éxito. Cuando
empezamos con el periódico para Ipad, incluimos esta columna para hacerlo
atractivo, diferente. Surge de una experiencia durante mi tesis de periodismo en
el Chicago Tribune. Conocí las ediciones locales y periódicos más pequeños de
los suburbios de la ciudad. Uno, cuyo nombre no recuerdo, el día sábado destinaba la última
página del periódico para que un editor contara lo qué había sucedido
durante la semana en la redacción. Por ejemplo si habían tenido problemas en
conseguir un personaje. Pero en realidad hablaban de los cumpleaños de los
periodistas, que habían jugado futbol, etc. A partir de la tercera salida de la
página se volvió más de fondo y también creció la participación. El espacio
había conseguido mostrar que los periodistas nos equivocamos, que el periodismo
no es una cosa automática, que somos seres humanos y que las salas de redacción son
centro de discusión.
S- ¿Tiemblan
en la redacción con su "jalón de orejas"?
FDC- Un poco. Les
importa y bastante. Cuando empezó se quejaban de que ‘les diera tanto palo’,
que los aventara públicamente. Pero eso les genera más responsabilidad. Nadie
quiere aparecer en la Redacción al Desnudo
lo cual me parece muy bien.
S – Después
del asesinato de Don Guillermo Cano y posterior atentado contra el periódico,
¿cree que existe alguna diferencia entre el periodismo de los años 80 al de hoy?
FCC- El Espectador sin querer quedó metido en esa
guerra casi que por accidente. Por hacer el periodismo que siempre ha hecho se convirtió en objetivo de los criminales. No era una guerra del periódico contra los narcotraficantes aunque así quedó plasmado. La lucha del
periódico era por la sociedad. Don Guillermo Cano tenía el convencimiento absoluto
por mostrar lo que pasaría en el país si no se cerraba el paso al
narcotráfico. Su intención no era entrar en una guerra total contra el
narcotráfico o sus capos. Simplemente, por actuar bajo la misión del periodismo
terminó metido en esa batalla.
Hoy tratamos de hacer ese mismo periodismo, posiblemente no con
la valentía de Don Guillermo pero seguimos en lo mismo. No sabemos si eso nos convierta o
no en "objetivo" de esa manera. El periódico es distinto, ya no es de una familia y
eso hace la diferencia. El director le responde a una junta directiva de personas que están en un negocio. Aunque recibo todo el apoyo es distinto que reunirme en
una empresa familiar con mis hermanos y tomar la decisión de anteponer el
periodismo por encima de cualquier otra cosa. Hasta ahora el periódico se ha
respetado y no ha vuelto a enfrentar una situación límite como la del narcotráfico o la
del Grupo
Grancolombiano.
S – En los años
80 mientras había una lucha gubernamental contra el narcotráfico que ya había infiltrado
los poderes públicos y la sociedad, el periódico luchaba por advertir
lo que pasaría. El terrorismo del narcotráfico prácticamente desapareció. ¿Contra qué lucha hoy El Espectador?
FCC- El Espectador y Guillermo Cano
empezaron a hablar de Pablo Escobar cuando este aún era congresista.
En Colombia se
consideró afortunado que algún narcotraficante se interesara en la finca del
señor terrateniente y la comprara al triple de su valor real para luego, tomando
whisky, jactarse contando que un narco se la compró. Mucha gente del poder
político y económico paseaba con ellos en yate por Cartagena. Hoy no me parece que sea tan diferente. Cuando el narcotráfico atacó de manera directa al Estado, este
reaccionó enfrentándolo con todas las dificultades porque no
había unidad nacional contra el narcotráfico. ¡Cayó tanta gente! [Rodrigo] Lara,
[Luis Carlos] Galán, magistrados, jueces… Ocurrió la guerra del narcotráfico.
Pero el origen es muy parecido a lo que existe en la actualidad.
¿Qué cuál es la lucha de El
Espectador hoy? La misma. Seguir develando esas cosas. El narcotráfico cambió de
estrategia. Aprendió a no enfrentarse directamente sino a penetrar
calladamente, a hacerle las cosas más difíciles al Estado, o más fáciles desde
el Estado a la gente que está con ellos. Hoy ya no tienen que enfrentarse
directamente.
S - ¿Por qué los medios no llaman las cosas por
su nombre? Delitos como el cohecho lo llaman “Yidispolítica”; a asesinatos extra
juicio a manos de miembros del ejército, “falsos positivos”, igual pasa con las interceptaciones telefónicas y
seguimientos ilegales hechos sin orden judicial, le dicen "chuzadas del DAS", etc. Esto tal vez aleja a la
sociedad de su derecho de comprender lo que pasa realmente en un contexto, la dimensión y significado de esos delitos.
FCC- No sabría decir por qué. Usar esos
términos es una manera de nombrar el problema, pero los periodistas al escribir
sabemos de lo que hablamos. Posiblemente la gente no. Tampoco creo que exista
una intención por ocultar esos hechos. Seguramente estamos creando confusión en
la interpretación que hace la gente y no estemos ayudando en la comprensión
de la realidad.
S - ¿Qué ha hecho bien o ha hecho mal el
periodismo en esta coyuntura? ¿Cuál es
nuestro mea culpa?
FCC- (Profundo y largo silencio). Muy
difíciles sus preguntas... Hemos hecho bien revelando muchísimas cosas que
estaban ocultas, pero siempre extraño un mayor profesionalismo del periodismo. Nos conformamos con el documento que nos filtran y no
reflexionamos un poco más sobre el por qué filtran esto o
aquello; muchas veces salimos corriendo a entrevistar al bandido, incluso, cuando
son ellos los que llaman y no pensamos por qué quieren hablar en ese momento,
porque quieren decir esto o aquello… Somos un poco culiprontos. Vamos detrás de la primicia. No tengo problema de que
se entreviste a criminales, pero si me gustaría un poco más de reflexión antes
de hacer las publicaciones. Tal vez eso le falta hoy al periodismo.
S - ...Falta tiempo para pensar, para leer,
para reflexionar, para reposar...
FCC- No creo que sea falta de tiempo, más bien que no
lo busquemos y salgamos rápido a que no nos quiten la primicia… Puede ser, tal
vez, pero no sé… Está muy difícil...
Sentipensantes: quizás parte de ese mea culpa sea algo que
está ocurriendo en el periodismo en general. Por ejemplo, en el caso del conflicto armado interno el periodismo está supeditado al comunicado de prensa de la fuente
oficial, a la rueda de prensa de la fuente oficial, sea incautación,
detenciones, ataque terrorista, asesinatos extra juicio… Parece que si solo es para recoger información pues ya no se requieran periodistas...
S- ¿Qué pasó con
el periodismo que se metía a la selva a traer las historias del conflicto
armado, incluso las de las comunidades más alejadas y que solamente se
visibilizan cuando hay una situación de coyuntura, invierno, terrorismo?… ¿Qué
pasó con ese modelo de periodismo? ¿Ya no es válido, no se le cree o no hay
plata?
FCC - El negocio de
los medios ha cambiado y está en crisis. La pérdida de ese modelo de periodismo
es un asunto financiero y no algo que solamente tenga que ver con las fuentes
oficiales. La gente está accediendo y acepta por Internet y redes sociales mucha información que no necesariamente es
de mejor calidad. Hoy la mayor audiencia de El Espectador es digital,
apenas empieza a coger fuerza la financiación por publicidad, pero eso no
alcanza a cubrir una redacción profesional. El Espectador es el segundo
periódico nacional y no tiene corresponsales en ninguna parte porque no hay
como pagarlos, como sostener una plantilla como sí lo hizo en los años 80 que
tenía oficinas de redacción en todas las principales ciudades del país. Algunos free lance escriben desde las regiones y con la plantilla de
Bogotá tratamos de hacer muchos viajes pero no es lo mismo. Viajan un día por una
historia y regresan al siguiente. Ante la inmediatez de lo digital, no hay claridad de que esa inversión
se recupere en el periodismo impreso. Evidentemente
las noticias corren minuto a minuto, un poco como la radio.
Por
ejemplo. Cuando comenzó a circular el video sobre la represa de el Quimbo [“El video que el gobierno colombiano
no quiere que veamos”, 20/02/2012], no permití que se subiera a la puntocom de manera inmediata. Había que revisarlo porque, evidentemente, estaba editado, tenía una
intencionalidad, un sesgo que debíamos conocer. En el ámbito digital es frecuente que se suba una
noticia de alguien que dijo algo y eso, desde luego, genera mucho tráfico. Así
lo hicieron otros medios, subieron de inmediato el video. Nosotros no. Esperamos. Debíamos conocer explicaciones, información y el contexto para publicarlo, pero
de inmediato no.
Ese
es un caso en el que pude intervenir y orientar, pero la dinámica del minuto a
minuto digital es muy difícil. A veces
se publica información sin comprobar porque “alguien dijo” y eso se toma como
verdad. Es muy complicado ejercer controles en el periodismo del mundo digital.
S – Llevamos
20, 30 años de un periodismo centrado en los actores del conflicto armado, guerrilleros,
paramilitares, gobiernos, miembros del ejército... Para los
medios pareciera que las víctimas no existen. ¿No es el momento de que sean las víctimas el centro de
atención del periodismo sin que, desde luego, deje de hacer seguimiento a lo
actual?
FCC- Sin duda. Lo que pasa es que el ritmo
noticio es real. Una persona que produce un escándalo o genera la información
más relevante, por lo general, ha estado metido ahí, en la guerra, no como
víctima, sino como actor. Creo que por eso hay esa tendencia de mirar a los
victimarios, nunca a las víctimas. Pero evidentemente la voz de las victimas
cada día es más importante. Siento que la sociedad ha empezado a valorarlas
más allá de sus movimientos y organizaciones más visibles que, lamentablemente, algunas
siguen siendo rechazadas como si fueran parte de la guerrilla. Pero
cuando la sociedad escucha la voz de una víctima creo que siente que hay una
deuda frente a estas. La misma sociedad es la que está abriendo el espacio para
que el periodismo se concentre más en las víctimas. Pero tiene toda la razón,
el periodismo ha estado alejado bastante de las víctimas.
S- Quizás al amparo de la Ley de Víctimas exista la “posibilidad” de hacerlas visibles. También, al resurgimiento de las
luchas sociales, sindicales, a las movilizaciones alrededor de la minería, el
agua, los recursos naturales, la educación... ¿El periodismo está
preparado para entender y contarle a la sociedad acerca de estas luchas?
FCC- No creo que estemos preparados. Así se observó
en las movilizaciones de la educación. La prensa en general fue muy corta de
visión frente a ese movimiento. No entendimos bien qué se está generando y que, aunque llega un
poco tarde a Colombia, llegó para quedarse. No se trata de la coyuntura de
una Ley de Educación, tampoco de la coyuntura del movimiento de resistencia en
Santurbán. Existe un sentimiento y movimiento global -no organizado globalmente-,
frente a la crisis económica, frente a la educación, a la desigualdad, frente a
todo. El mundo necesita pensarse de nuevo en el orden político y económico
mundial. Así como pasó en otras partes también ocurrirá en Colombia. El periodismo
no puede seguir cubriendo este fenómeno simplemente como una coyuntura. Tenemos
que acompañar mucho más a estos movimientos para tratar de conocer qué son,
profundizar en ellos y entenderlos mejor. Aprender de la mano de ellos.
S- Parece que
frente al fracaso de lo político hay una tendencia en el mundo de una especie de adueñamiento desde
lo técnico...
FCC- Sin duda. Tendencia que se presenta mucho más en
lo digital que en los medios análogos (tradicionales) porque ahí la polifonía
de voces se escucha más. Hay una sociedad, de alguna manera, mucho más
democrática.
S- Los que no se han asomado al mundo virtual (“dinosaurios”)
creen que los que sí es porque tenemos una tecnófila muy activada y estamos
perdiendo el tiempo. ¿Qué opina?
FDC- No sé, de pronto… (Risas) Esto evoluciona y cambia tanto y tan rápidamente
que apenas en dos, tres años aparecieron nuevas tecnologías, nuevos
desarrollos. ¿Será que estamos perdiendo el tiempo en algo que no va a existir
dentro de dos años?
S- ¿O es que han desaparecido los temores de los
medios impresos de convertirse en digitales contra la circulación del
papel?
FDC- Ese temor que lo tengan otros, los de
la TV y la radio. Los periódicos ya pasaron esa revolución, falta el acomodo
del negocio. Saber cómo va a ser o si se justifica tener una
redacción profesional haciendo periodismo de profundidad. Quizás la triste realidad
es que no se necesita.
|
Facsímil de la edición del 21 de julio de 1969. Tomada de la Web. |
S- ¿Cómo llegó
Ud. a las redes sociales, cómo decidió estar en Twitter o Facebook?
FDC- Nadie me sugirió
hacerlo. La curiosidad, la exploración me llevaron. Concibo la red social Facebook
como un espacio privado, para los amigos y, por lo general, no acepto a nadie
que no conozca. Cuando empecé a oír del fenómeno ingresé a Twitter. Estuve un
año sin hacer nada porque no entendía la herramienta. La retomé para anunciar qué iba
a salir en el periódico. No soy tan
activo y tampoco participo en discusiones o peleas porque para eso
está el periódico y la editorial. Solo sí me preguntan doy una opinión. Más
bien soy un poco precavido. Tengo claro que cualquier cosa que diga refleja la
marca de El Espectador.
S- ¿Cómo convive el impreso y el digital con dos
plantillas de redactores distinta?
FCC- Arrancamos por caminos independientes hasta ahora son colaborativas y separadas pero estamos en proceso de tener una sola
redacción. Estudiamos cómo serían los horarios, cómo balancear cierres, cómo
compaginar lenguajes y dinámicas para no afectar ninguno de los dos productos. Lo
que es claro es que por momentos estaban tan alejados que parecían dos medios
independientes.
S- ¿Qué será lo común?
FCC- Los
principios, el criterio general. Será el mismo contenido presentado en
diferentes plataformas aprovechando las ventajas de cada una. Todo se tendrá en
cuenta pero la filosofía es una sola.
El
que “manda” hoy es el usuario y los dos son usuarios, públicos muy distintos.
Hay que escucharlos. Son lectores crecientemente exigentes frente a los medios.
Tienen voz y como expresarse. Pero en lo que insisto es que sea la misma
filosofía, el mismo criterio general en cualquiera de las plataformas, en el
impreso, el iPad, el puntocom y en el que venga. Evidentemente cada medio tiene
su lenguaje, sus particularidades, cómo se titula, cómo se cambia...
Sentipensantes: ... o cómo se “re empaca
el producto”...
S- El periodismo es uno solo para todo, los
principios, el rigor... ¿Cuál será el perfil, talento, habilidades, conocimientos
del periodista para dar respuesta al multi target informativo?
FCC- La profesión cambió totalmente. El
oficio es mucho más exigente hoy. Para un medio como El
Espectador, que es impreso y es digital, ese periodista debe tener en mente que
aporta talento a las dos plataformas. La experiencia iPad nos ha ayudado mucho a entender la dinámica. No se trata simplemente de poner a circular noticias
todo el día a toda hora. Debe tener criterio, capacidad de estar en lo
inmediato, de subir noticias, de estar bien dateado, de saber escribir bien y hacerlo
en un celular, enviar una nota o llamar y dictar, como lo hacíamos antes. No se trata que el periodista que hace el video también
escriba aunque algunos tengan esa habilidad y, posiblemente, estén cada vez más
preparados para eso. Hay otros periodistas que estarán un poco más reposados. Se
busca enriquecer el puntocom y fortalecer más el impreso. A eso aspiro al
integrar la redacción.
S- Si hay algo que distingue a un periodista
es que tiene una especie de “sismógrafo” incorporado que le permite olfatear una noticia…
FCC- Ese olfato tiene muchas más
herramientas positivas en la actualidad. La capacidad de medición en lo digital
permite saber cuáles asuntos pueden convertirse en noticias. Pero también tiene
el riesgo de volverse monotemáticos. El periodista de hoy debe aprender a leer
esas herramientas que no teníamos antes, podrá afinar un poco más su olfato
periodístico.
S- Hay estudiosos que sostienen que el
periodismo digital va a fortalecer las unidades investigativas de los periódicos impresos...
FDC- Estoy convencido de eso. Por eso la
integración de las redacciones. No solo se busca fortalecer el puntocom sino el
impreso. El periodista del impreso es más pausado, no es tan acelerado con la
noticia inmediata y en su relación con las redes. Mucha información que circula
a través de la Internet es basura, datos inconexos, sin contexto, pero podemos ver
no solo errores, sino también descubrir historias que se habían subvalorado o información
adicional de temas que se han abordado o que no se han desarrollado todavía.
S- Hace pocos
días Ud. envió un tweet que decía: “Brillante
regla del Guardian para sus periodistas: "si va a twittear, no sea
estúpido" Chris Elliot, defensor del lector.
FDC- Es la regla
The Guardian según nos contó el defensor del lector y me parece muy buena. Para
los periodistas del Guardian es la norma. Entiendo que cualquier persona diga
lo que quiera cuando tuitea, incluso que sea estúpido, no importa. Pero alguien
que representa un periódico, es una norma que me parece buena.
S- ¿Los
redactores de El Espectador tienen alguna norma?
FDC- No. Espero
que ese tweet les haya quedado como norma. (Risas…)
S- La
transparencia es un valor ético fundamental. También la libertad de expresión.
¿Es Ud. la “biblia de la izquierda colombiana”?
FDC- No, qué
va.
S – Allá
afuera así lo interpreta un columnista del portal Pensamiento Colombia…
FCC- ¿Qué pensará
ahora [Julian] Asange que me acusa de ser espía de la derecha? (Risas). No he leído
a ese columnista pero me parece que tiene una mirada muy sesgada de lo que
hacemos en El Espectador. Yo lo que soy es un descreído. No creo en nadie. No
soy de izquierda ni de derecha ni me interesa favorecer a nadie ni soy amigo de
los políticos. Más bien es difícil que yo crea en alguien que tenga poder.
S- Por un
cable de Wilikileaks con problemas de traducción se generó una controversia
entre José Obdulio Gaviria y el Director Nacional de la Policía. El articulista
que le menciono además acusó a El Espectador de formar parte de la "jauría
mediática de periódicos, noticieros, periodistas y columnistas dedicada a destruir
el legado de Álvaro Uribe".
FDC- Tratar de destruir el legado de un político
sería un objetivo muuuuuy pequeño para un medio como El Espectador. No tengo
nada de izquierdista, más bien soy de corte socialista. Me gustan algunas ideas
de la izquierda aunque pregúntele a los de izquierda si creen que soy la biblia.
(Risas). Para ellos soy parte del establecimiento. Como le dije: no creo en
nadie. Ni en izquierdistas ni en derechistas. Solo en las ideas liberales y en
las libertades individuales, casi que en lo que creo es en el anarquismo. Sería
muy infeliz en mi trabajo si tuviera semejante objetivo tan pendejo, destruir
el legado de un político.
S - ¿Cómo hacer periodismo en Colombia sin
terminar frustrado en el intento?
FDC- Conociendo los límites del periodismo. Se
debe querer más el periodismo que al resultado del periodismo. Los periodistas
no somos los que vamos a solucionar los problemas de este país. No somos los
que vamos a hacer la paz ni los que vamos a acabar con la criminalidad.
Nosotros damos nuestro aporte tratando de descubrir lo que la gente quiere
ocultar y de mostrar ciertas realidades. Es la sociedad entera la que
tiene que solucionar sus problemas. Pensar que el periodismo puede cambiar un
país aporta pero no deben hacerse muchas ilusiones. Saber cuáles son las
imitaciones del periodismo es lo que permite no frustrarse.
S- Última pregunta, ¿Cuál es la
noticia soñada?
FDC- Qué Santa Fe
sea campeón, otra vez. (Risas)
S- Muchas gracias.
El
panorama del acceso y calidad de la información no puede ser más desolador
hoy n Colombia. Las páginas de los periódicos son cuadrículas descriptivas que
casi nunca proporcionan un contexto, un por qué y menos aún, un antes o un
después de lo relatado que permita entender de qué va el asunto. Otro tanto ocurre
en lo digital, solo que la plataforma de Internet proporciona infinitas posibilidades
de hallar información de calidad, claro está, si se quiere y tiene un poco de sentido común,
un poco de criterio y extrema agudeza para hacerse preguntas frente a lo
hallado.
El
periodismo que necesita Colombia es el que sea capaz de señalar, desde los
hechos mismos, cuál ha sido el camino equivocado, quiénes son sus responsables y
cómo hemos perdido todos en ello, pero que se lo diga con las letras del
abecedario y llame a las cosas por su nombre.
Más allá de su profesional trabajo periodístico podría decir que Fidel Cano es, ante todo, una buena persona, un buen ser
humano, condición fundamental para ser un buen periodista como insistió el
maestro Ryszard Kapuscinski.
Si no ha leído la I Parte de esta entrevista "Fidel Cano al desnudo, 125 años de El Espectador: un acto de supervivencia" pinche en este enlace.
Nota.
Las fotos no corresponden al día de la entrevista. Fallaron las pilas de la Canon
(lo que confirma que la Ley de Murphy sigue vigente ¡pilas!) y regresé días después con la Nikon para tomarlas. Tres de las imágenes corresponden al momento en que Fidel Cano Correa abría un paquete que contenía dos libros: Uno, la segunda edición (2012) de "Colombia en la poesía colombiana - Los poemas cuentan la histora", de la editorial Letra a Letra, y otro, El país imaginado 37 poetas responden a Robinson Quintero Ossa. Los dos textos habían sido presentados por su editora Luz Eugenenia Sierra esa semana y enviados al director del diario. Fidel Cano estaba provocado hojeándolos. Por último, las fotos en las que aparezco fueron tomadas amablemente por María Isabel Barbosa, asistente del director.
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by Bunkerglo/Gloria Ortega Pérez http://somossentipensantes.blogspot.com".
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