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miércoles, 17 de julio de 2013

¡Ay Bogotá! Si solo tuvieras la tercera parte de lo que encuentro en Varsovia

¡Ay Bogotá! Si solo tuvieras la tercera parte de lo que encuentro en Varsovia.
Impresiones de viaje.




Me gusta Varsovia. Esa mezcla de monumentales edificios palaciegos, clásicos y vanguardistas rascacielos, la hacen una ciudad particular. Todo funciona y con precisión. El polaco sonríe fácilmente, no es bullicioso, ama la bicicleta como el mejor medio para moverse en la ciudad, y aunque tiene red de buses, tranvía y metro, se queja de sus medios de transporte.

¡Ay Bogotá! Si solo tuvieras la tercera parte de lo que encuentro en Varsovia.

Varsovia es verde. Amplia. Naturalmente limpia y ordenada. Me dicen que no existe un solo letrero que indique que así deba ser el comportamiento de propios y extraños, pero tampoco hay en cada esquina o calle una caneca de la basura. No se cómo lo hacen, ¡pero lo hacen! No hay basura en NINGUNA PARTE de sus calles. Tampoco NINGÚN HUECO.

Hay algo que la hace particular, especial, y es que no es una ciudad ruidosa. No hay bulla. En ninguna parte hay escándalo. Solo se escucha el murmullo de sonrisas de la gente que conversa mirándose a los ojos, el paso veloz de los tranvías, el cambio de luz del semáforo o el choque de vasos y copas en los bares y restaurantes.

Creo que nunca antes había constatado cómo a un lugar le cabe, de manera perfecta, la metáfora del Ave Fénix que surgió de entre las cenizas.  Eso pasó con Warsaw. 

Después de la segunda guerra mundial a donde quedó prácticamente destruida, su reconstrucción es perfecta y queda uno con la sensación de que aquí nunca antes ha pasado nada parecido. Las fachadas del 100% de su parte antigua son una réplica exacta, realizada por artistas, arquitectos e ingenieros que copiaron miles de imágenes y la dejaron como antes de su destrucción.

Varsovia es una de esas ciudades como Bonn o Paris que todo está puesto como para rodar una película. Una soberbia producción y casting a dónde todo está en el lugar requerido y gente bella con un especial glamour dispuesta a protagonizar un filme clásico, vanguardista, de esas grandes historias que trascienden.

Ciudadanos conectados

En la capital polaca viven cerca de 2 millones de personas, pero tienen una línea de metro que atraviesa de norte a sur la ciudad, dicen muy útil para los que viven en los suburbios. 

Los autobuses cubren una zona mucho más amplia que el metro, pero el eficaz, rápido y sencillo tranvía tiene una red de 20 líneas y casi 500 kilómetros de recorrido. 

Cuando busqué por la Web donde hospedarme me decidí por Hostel Planet ubicado al frente tengo una estación de tranvía y dos calles más al norte de bus.

He caminado de cabo a rabo la ciudad y me he movido usando todos sus medios de transporte que, aunque es costoso, da gusto pagarlo. Un recorrido puede costar 4,29 zloty (que es igual a 1 euro), pero si se compran varios, baja la tarifa y si comprar por tiempo. Un tiquete para usar en 24 horas de 15 zloty, se puede utilizar todos los medios por el mismo valor.

La gente usa mucho la bicicleta. Pueden ir por cualquier vía e incluso por los anchos andenes, pues no existe exclusividad de vías o senderos solo para ciclistas. 

El peatón es el amo de la ciudad, así que incluso el tranvía se detiene si por semaforización el peatón tiene la vía. 

Los buses todos tienen un sistema de inclinación para que, cuando deba subir un anciano o anciana (no me gusta nombrarlos como "la tercera edad"), el bus se incline casi que hasta el piso y estas personas no deban esforzarse para nada al ingresar al bus.

Andan conectados, pero con la ciudad y la ciudad con la gente.  

Todo parece estar hecho para que sean felices. En serio. Aunque me he movido por solo 5 distritos (algo así como La Candelaria, Chapinero, El Chico, Normandía o la Ciudadela Colsubsidio de Bogotá en distancias y zonas, no por estratificación social o paisaje urbano), no he visto a un solo niño o anciano o persona en estado de mendicidad. Tampoco vendedores ambulantes.

Cada paso dado por sus amplios espacios urbanos con las cámaras terciadas y un morral en la espalda (agua, trípode, pilas…y un segundo par de zapatos), ha sido sin la menor sensación de inseguridad o peligro… y Bogotá siempre en mi mente. 

Una y otra vez venían las mismas  preguntas en los recorridos: ¿Será tan complicado construir una ciudad amable, funcional, comunicada, verde?
¡Ay Bogotá! Si solo tuvieras la tercera parte de lo que encuentro en Varsovia.

Sí, soy de donde Shakira

Aunque desde el aeropuerto, pasando por sus calles, restaurantes, museos, etc., se cuenta con información precisa que coincide de manera exacta a la que aparece en los mapas que entregan gratuitamente en muchas partes, la pequeña dificultad es que solo aparece en el enigmático polaco.

Entonces, perderme y desperderme es fácil, pero además, forma parte de mi natural carácter y, la verdad, lo convertí en un gusto. 

Me obliga a contactar al Otro, a pensar como pregunto lo que debo preguntar, a hacer un comentario, trabar una nueva amistad… es fascinante. Y Varsovia no ha sido la excepción ni en mi primera visita ni en esta segunda vez.

Here speak Polish or Polish no more, me decían dos jóvenes policías en un inglés básico -como el mío- mientras consultaban sus Smartphone para indicarme con certeza cual número de tranvía me llevaría de regreso al Hotel. 

Un momento en el que me enteré que ya había terminado el concierto de Paul McCartney y escuchar, después del consabido I’m from Colombia, un sonoro ¡Oh, Shakira!

En la capital polaca de habla polaco o polaco. Solo quienes trabajan en los hoteles –no exagero- hablan inglés. Los segundos y terceros idiomas son el ruso, el francés y hasta el italiano. Así que hacerse entender es un ejercicio cifrado y tejido por sonrisas, señas y medias palabras en español e inglés que son completadas en polaco.

Mi nueva llegada a Warsaw tiene  el mismo motivo: los Kapuscinski.
  

martes, 16 de julio de 2013

¿No más acoso judicial contra la prensa en Colombia? Corte Suprema absuelve a periodista acusado del delito de injuria

En un hecho sin precedentes en materia jurídica. La H. Corte Suprema de Justicia absolvió del delito de injuria al periodista Luis Agustín González. Sin embargo esto no significa, al parecer, que la libertad de expresión deje de ser objeto de "acoso judicial" en Colombia.

Luis Agustín González saluda a la prensa luego de escuchar Fallo.
Ocho de los nueve Magistrados de la H. Corte Suprema de Justicia derrotaron los argumentos de la Magistrada María del Rosario González Muñoz de la Sala de Casación Penal, que buscaban condenar a 18 meses y 18 de días de prisión al periodista Luis Agustín González, por el delito de injuria denunciado por la "gamonal", "figurilla" política con "conductas propias de su siquis alterado", señora Leonor Serrano de Camargo. 

Luego de seis años, el caso del periodista Luis Agustín González, director del periódico Cundinamarca Democrática, es el primero que pasa por todas las instancias jurídicas del país: juez municipal, Tribunal de Cundinamarca y H. Corte Suprema de Justicia. Fue acusado, condenado, pero finalmente absuelto por los delitos de calumnia e injuria.

La prensa regional está congraciada con los gamonales, dice periodista Luis Agustín González

¿Qué es la libertad de expresión? Sin la libertad de ofender, aquella deja de existir. Salman Rushdie

El caso de Luis Agustin González es uno de los 25 de acoso judicial a un periodista que, bajo las figuras de la calumnia y la injuria registró la Fundación para la Libertad de Prensa -FLIP- entre 2010-2011. Sin embargo, la decisión absolutoria del delito de calumnia que falló la Corte Suprema de Justicia, es un hecho que puede comenzar a romper la "censura sutil, imperceptible y difícil de probar" en la que ha caído el periodismo colombiano en las últimas dos décadas.

Desde el 29 de julio de 2010 la familia González en Fusagasugá no ha tenido paz. Ese día la Fiscalía le imputó cargos por los delitos de injuria y calumnia al más visible de sus miembros: el periodista Luis Agustín González. 

Un año después, entre el 18 de julio y el 12 de septiembre, Luis Agustín González acudía por primera vez en su vida a una instancia judicial: el Juzgado Primero Penal Municipal y sus tres audiencias, una preparatoria y dos más de su juicio oral. Así iniciaba un camino incierto en los tribunales de justicia del país, para dar una batalla en defensa de su derecho a ejercer el periodismo en libertad de informar y, muy especialmente, de opinar. 

miércoles, 29 de mayo de 2013

¡Volaré como libélula!


Dedicado a @NNGuerrero, co rescatista

La vida está cargada de símbolos y magia. Y libélulas, que es lo mismo.

Mientras esperaba el turno de atención G163 en Tigo de la Calle 85 con 11 en Bogotá y sonreía escuchando La Luciérnaga, en el segundo piso del amplio y agradable espacio apareció un ser alado y fascinante: ¡una libélula! Suficiente motivo para desconectarme del móvil e ir a su encuentro. 

¿Cómo estaba aquí una libélula dorada si su hábitat es cerca del agua estancada o en movimiento como los lagos y los ríos? Sin duda esta pérdida.

Me dispuse a seguirla. Con su danza y batir de alas lleno de acrobacias se movía con velocidad y sin torpeza por todo el lugar en línea recta, hacia arriba, hacia abajo, hacia los lados… ¿Con desespero? No lo sé, pero con menos gracia y una definitiva y desbordante fascinación fui tras de ella mientras la gente en turno de espera me miraba inquieta sin detener su atención en la espléndida hada. ¿Qué hago?

Se detuvo por un momento. Estaba como congelada, quizás presa del miedo, adherida a la tuerca de Zona Wi-fi, el único letrero en la pared del lugar.

Me aproxime a una cuarta de distancia y le pregunté en voz alta: ¿Cómo puedo ayudarte? ¿Qué hago? Ya sé!! Solo sígueme y te indico cómo salir de aquí, ¡Eres preciosa!, o precioso, murmuré en voz baja. ¿Serás un libélulo? No se movió.

Sus sobresalientes y grandototes ojos capaces de ver 360º alrededor, se encontraron con el brillo de los míos que miraban con felicidad los visos dorados y verdes y azules de su frágil cuerpo de 5 centímetros y sus transparentes, delgadas y mágicas alas.

Le hice una primera foto que envié de inmediato a twitter con un mensaje de SOS: “Una libélula dorada pérdida en Tigo. No sé cómo ayudarla a salir. pic.twitter.com/jZvAIaiE6F”

Pocos minutos después había una única respuesta. @nnguerreo (Natalia Guerrero) me decía:“@Bunkerglo En una cajita...Hay que sacarla de ahí para que no se muera”, a lo que respondí: "@nnguerrero sí, pero no tengo cajita... Ah, no, ya se... Ya te cuento".

¡Claro! ¡Cómo no se me había ocurrido!

Me acerqué a un asesor que estaba justo delante y su espalda daba hacia la mágica hada. Le pregunté si por casualidad tenía una cajita para ayudar a salir a la libélula. Se dio vuelta, miró la libélula y sin inmutarse me respondió: no. Quedé desconcertada (con piedra) pero no tenía tiempo ni para mirarlo rayado

Acudí a un siguiente puesto de trabajo ocupado por una mujer. Misma pregunta misma solicitud. No pasó un segundo y sin mediar palabra se levantó de de su mesa y me dijo: espera, veamos con qué. 

Abrió todas las gavetas de su escritorio y apareció un pequeño estuche de un samartphone. ¡Con esto! Exclamó feliz y me lo entregó.


Regrese y me aproximé muy despacio, otra vez a un cuarto de distancia y con delicadeza le susurré lo que haría a la libélula. No aleteó. Ni se movió. Tampoco intentó huir. 

Cuando le avisé que ya la atraparía en la cajita, al entrar movió sus alas, parecía que caminará y quedó en reposo. Inmóvil. Bajé de prisa con “mis tacones lejanos” al primer piso en busca de la calle. Vi una matera. ¡Eso! ¡Una planta! ¡Verde! Mientras que mi corazón latía de dicha. Puse la caja allí unos segundos. Quería hacer una foto para enviársela a Natalia, así que le pedí a una jovencita que pasaba en ese momento que si por favor me ayudaba a liberar una libélula que había en la cajita. Me miró con desconfianza pero le insistí. Se acercó, tomó la cajita con una mano mientras su cuerpo quedó atrás como preso de miedo. La abrió y la libélula voló.

El hada dorada se fue con su danza y yo quedé invadida de una indescriptible emoción.

Las libélulas son hadas o hados de luz que traen siempre el despertar, la renovación, las fuerzas positivas y el poder de la vida. 

También se les asocia con la buena suerte, la prosperidad, la rapidez, la fuerza, la paz y la armonía.

Leí hace un momento que la mayor parte de la vida de las libélulas, (entre 5-7 años), la pasan en estado de larvas. Cuando son adultas viven pocas semanas o meses, pero eso sí, de manera intensa, plena, al máximo. Por eso sus ojos tienen esa capacidad de visión privilegiada: para ver más allá de las propias limitaciones.

Solo hay que estar despiertos y dejarse llevar por lo que diga el corazón, como dice Niche. Disfrutar la vida tal como viene, con lo que somos y tenemos. Cada instante, cada momento. ¿O no, @Paisa7?

Fuerza, felicidad, valentía. ¡Volaré como una libélula!

lunes, 27 de mayo de 2013

El Estado que se niega a dialogar, pone en riesgo a su población

Ayer conocimos los colombianos el I Acuerdo en la agenda de diálogo entre la guerrilla de las Farc y el Estado colombiano a través del gobierno del presidente Juan Manuel Santos. Diálogo que se inició en octubre de 2012  para poner fin al conflicto armado e iniciar un camino de construcción de la Paz en condiciones de no guerra.

La defensa de la paz y la construcción de la democracia en condiciones de participación e igualdad son nociones que se conocen en Colombia, pero sobre el papel. Incluso sentarnos a dialogar es un ejercicio que nos ha sido difícil como nación.

El 14 de mayo de 1989, en las montañas del Cauca, se sucedió un inesperado "foro". El educador, escritor y filósofo Estanislao Zuleta visitó a Carlos Pizarro en la “Ciudadela de la Paz” en el “idílico paraje” y asentamiento provisional en las montañas del Cauca que el presidente liberal Virgilio Barco adjudicó al M-19, en enero de 1989, para que se desarrollara el diálogo para la desmovilización y reincorporación del M-19 a la vida civil. 

miércoles, 22 de mayo de 2013

Twitter: guía para periodistas

Foto de pantalla. Mayo 20 de 2013
Cómo verificar información difundida a través de Twitter
Guía para periodistas
A veces es aconsejable resistir ese impulso. Tendrás una nota más completa - y una de la que no te arrepentirás más tarde – si sigues los consejos de los periodistas digitales Mandy Jenkins y Craig Silverman.
Jenkins, editora de redes sociales del Huffington Post, y Silverman, director editorial de OpenFile.cay editor y autor de Regret the Error, dieron algunos consejos durante la conferencia anual de la asociación de prensa digital (ONA por su sigla en inglés) en Boston.

sábado, 4 de mayo de 2013

¡A salir del closet, psicoactivo! Marcha Mundial Cannábica en Bogotá

Foto by Bunkerglo - Plaza de Bolívar, mayo 4 de 2013
Hablaban, reían y agitaban una que otra consigna mientras molían, armaban y se fumaban un plon, un porro, un bareto, un cacho... y caminaban hacia la Plaza de Bolívar. “No somos marihuaneros sino usuarios”, insistían algunos manifestantes.

Eran miles, mujeres y hombres, jóvenes de buena parte de las Localidades de Bogotá que salieron del closet para decir que no son criminales, que no son ladrones, que no son asesinos sino, simplemente, en su gran mayoría, consumidores recreativos de marihuana, de la juana.

Había otros, más bien pocos (porque no todos salieron del closet), que eran investigadores, gente que trabaja con la marihuana para usos terapéuticos, médicos, científicos.

viernes, 3 de mayo de 2013

Los cínicos no sirven para este oficio: Ryszard Kapuscinski #DíaMundialdelaLibertaddePrensa


Los cínicos no sirven para este oficio: Ryszard Kapuscinski  #DíaMundialdelaLibertaddePrensa


Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos R.Kapuscinski   #DíaMundialdelaLibertaddePrensa



domingo, 28 de abril de 2013

Bateman era un personaje como salido de Cien años de Soledad, escribe Rafael Vergara

Jaime Bateman Cayón, comandante máximo del M-19, murió hace 30 años.  (Nació en Santa Marta, abril 23 de 1940 - Panamá, abril 28 de 1983). La avioneta en la que volaba hacia Panamá cayó en el Golfo del Darién. 

Aunque vivía en la clandestinidad, Bateman siempre fue un osado haciéndose visible en cualquier lugar, por lo menos así fue los días previos a su muerte, según reveló pocos meses después el periodista Gabriel García Márquez en "Bateman: un misterio sin final".
 
Era agudo, valiente, inteligente, vivía en un “realismo romántico” como salido de las páginas de 100 años de soledad, le contó Rafael Vergara Navarro a Eduardo Galeano y a su esposa Helena en 1993, cuando el escritor uruguayo visitó al país como jurado del XXXIII Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias. 

Me cuenta Rafa, quien fue amigo y compañero de lucha de Bateman, que recog la cálida y extensa conversación con Galeano y Helena  en un texto que forma parte de un libro inédito y más amplio de sus conversaciones con Galeano en Cartagena y Montevideo.

Sentipensantes tiene el privilegio de publicar, con autorización de su autor, esta conversación.


Pablo, Jaime, El Flaco: ¡Bateman!*

Conversando de Bateman
by Rafael Vergara

Pienso - le dije a Eduardo y Helena- que quien se acerca a él se enciende, como sucede con Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar.

Encendió a Colombia con su propuesta de Paz y Diálogo Nacional desde la guerrilla y rescató un sentido, muy original por cierto, de patria y de esa palabra y conducta mágica: 

¡La dignidad!  

“Dignidad nacional y personal, dos caras de la misma moneda. Más allá de una cualidad moral la dignidad es un criterio político, un arma de la liberación”.

El flaco bebió de esa cantera. Se querían: "Si una causa nos pide el sacrificio de nuestra dignidad -enseñó Omar Torrijos- esa no es una causa justa, esa no es la voz de la patria".

El día que encontré a Eduardo Galeano traía a Pablo encarnado en mi espíritu, y no era para menos. ¡Cuánto  habría disfrutado él con este encuentro!

Mientras les entregaba el único libro póstumo de testimonios sobre  el comandante Pablo -así era su seudónimo-, las preguntas de Helena y Eduardo soltaron mi lengua: un hombre de una  sencillez  y un talante muy especial. Un  ser cósmico, marino, telúrico, con la  historia circulándole por las venas.

Nació donde murió Bolívar, creció en tierra de Mamos y entre los aires y el tiempo de la Sierra Nevada, montaña mágica y depredada, profanada. 

Luchaba como indio por el indio; para él el banano siempre estuvo ligado a la sangre del trabajador castigado por producir y no callar injusticias.

Su juventud se ilustró en este Macondo con ferrocarriles llenos de muertos sin nombre y rebeldes capaces de pelear cien guerras, con miseria y humillación extendida en una zona - como el decía- “donde los perros de los gringos detrás de las rejas comían mejor que la gente”.

Nació en Santa Marta, el primer asentamiento español que sobrevivió y se convirtió en la más antigua ciudad del país. En esta región se hizo líder Jorge Eliecer Gaitán con su célebre debate desenmascarando impunes, cuando la matanza de las bananeras, magistralmente contada en Cien Años de Soledad por García Márquez, que también es de allí, de un pueblito llamado Aracataca.

La vieja Clema, la madre de Pablo, me contó que desde niño leía a Bolívar y recitaba los discursos de Gaitán; no es extraño, pues, que planearan y rescataran la espada del museo y, más que ser un marxista antiburgués, como Gaitán haya entendido el carácter antioligárquico de la lucha democrática colombiana y la urgente necesidad política de encontrar los hilos de una identidad nacional perdida o fracturada.

A principio de la década de los ochenta, caminando por las calles de Coyoacán, Ciudad de México, me contó con indignación que había visto a un gringo comprando la espada del coronel Aureliano Buendía, años después de su muerte.

Imaginación o realidad, ya nunca lo sabremos. Lo que sí se es que a partir de su vivencia en la zona bananera, adquirió un profundo sentido de patria colombiana y latinoamericana.


Este guerrillero del tamaño de una puerta, narigón y con afro, frente a los extremismos reaganeano-socialburocráticos, con  audacia, desde la izquierda y con las armas en la mano, planteó construir y copar el centro político. Fabricar un ring y unas reglas de juego propias, democráticas, concertadas, con un solo límite: la dignidad del Otro.

Su nacionalismo le permitía proponer, mas allá del conflicto este-oeste y de los combates y tiros, salidas que impidieran la extensión e incremento de esta fiebre que nos quema por dentro posibilidades y tiempos.

Bateman se nos va en 1983, sin embargo la nueva Constitución y la Asamblea Constituyente de 1991, están íntimamente ligadas a sus sueños de guerrero de la paz y político concertador de intereses diversos.

Todo arranca en 1980, a raíz de la toma de la embajada de República Dominicana. El loco de  El Flaco en su primera aparición pública le dice al mundo y a la oligarquía que la solución para dejar en libertad a los más de 20 embajadores retenidos  por el M-19, incluido  el gringo, es la de reunirse  en Panamá. Debajo de un palo de almendro ponerse de acuerdo, todos ricos y pobres: curas, políticos, banqueros, trabajadores, comunales, gremios y sindicatos, generales y guerrilleros y, como colombianos, hacer un sancocho nacional de necesidades y posiciones para ponernos de acuerdo en una salida negociada, donde todos quedemos contentos.

Nadie fue a Panamá salvo él y dos comandantes fugados de la cárcel de máxima seguridad: Iván Marino Ospina y el Cholo Helmer Marín. A partir de allí en este país del Sagrado Corazón de Jesús, comenzó a hablarse de Diálogo, Negociación y Paz.

¡Hablemos, coño! ¡Dialogar dignifica! Siguió gritando entre los tiros de su pequeño "ejército" de heterodoxos bolivaristas y bolivarianos del país.

Eso es este país. 

Cuando en medio de la muerte repartida por doquier no se visualizaban soluciones, un guerrillero colombiano sorprendió a todo el mundo con esa propuesta de paz en una América Latina incendiada por las injusticias, luchas intestinas, golpes militares y las disputas internacionales por territorios y conciencias. 

Este cambio golpeó el plan estratégico gringo, dueño del concepto de democracia y empeñado en la descalificación de la lucha insurgente.  En suma, imponer la solución militar y la abyección de los gobiernos a sus propósitos.

Y, duele que en estos países sin memoria que a la gente se le haya olvidado esto. Sobrevive la historia oficial: Contadora, el presidente, los gobiernos, pero los que de verdad visualizaron y sentaron las bases, borrados.

En fin, él se ganó en este país y en el continente el derecho a que se le recuerde, como enseñó el gran General de la Dignidad Latinoamericana, Omar Torrijos: "El que siembra cariño recoge cariño".

Yo no quiero entrar a la historia, quiero entrar al Canal.

Bueno Eduardo, cambiemos de tema, cuéntame del plebiscito en Uruguay...

¡No!, espera Rafael, exclama Helena, seguí contándonos de Bateman, ¿cómo era su temperamento?

Alegre y nostálgico como buen caribeño. Tocable y descomplicadísimo, no se enredaba, no creía en maximalismos ni funcionaba con la lógica de yo el bueno y los demás los malos.

Era apasionado y muy libre de la cabeza. No creía en dogmas ni ideologismos. Había asimilado muy bien esa frase de Simón Rodríguez: "Inventamos o nos jodemos".

Entendió que la principal virtud pública en un país de intolerantes es ser tolerante y ajeno a toda soberbia.                            
Y que des-dogmatizar permite derrotar odios y desconfianzas heredadas, acercando extremos y desarrollando intereses comunes.

Así como en una época desató los escándalos por hablar de un socialismo a la colombiana y criticar duramente la ineficiencia de la guerrilla y sus símbolos; ¡figúrense!, en una entrevista llegó a decir que no aceptaba la dictadura del proletariado, que "la Internacional" era un himno pasado de moda y que la revolución había que hacerla con cumbias y jolgorio, porque la revolución es una fiesta...

Era tan agudo y valiente que ante el álgido debate de la época entre capitalismo y socialismo, levantaba la bandera de la democracia en armas y ostentaba con orgullo el título de reformista, lanzado en su contra con tono de insulto amenazante: "primero consigamos la democracia y después hablemos de otras vainas".

Y la gente no creía; no, que eso es táctico, que el EME está metiendo caña, que son comunistas, y nada;  para él la democracia es un medio y un fin.

Llegó a plantear que el programa del M-19 fuera la Declaración de Derechos Humanos de la ONU y a decir abiertamente que, por supuesto, nosotros estábamos a favor de la propiedad privada, pero para todos.

Lo increíble es que, en muy corto tiempo y desde la clandestinidad, se convirtió en el principal interlocutor del gobierno y la oligarquía. Salía en los periódicos y la TV permanentemente y más de una periodista soñaba con ser "secuestrada" para entrevistarlo y de paso rumbeárselo. Y él dejarse.

Era el personaje más buscado de Colombia y a su vez el más cotidiano. Hablaba con todo el mundo y pese a su poca común estatura que lo hacía identificable, se movía como Pedro por su casa.

Él decía que lo protegía "la Cadena de los Afectos", su convicción de que si uno se esconde mucho lo encuentran.

En una extensa y valiosa entrevista Alfredo Molano, le pregunta: flaco, ¿no le da miedo verlo a media cuadra de los militares? ¿No le impresiona la ironía que significa encontrarnos a tan corta distancia de los hombres que lo buscan?

En el cuartel de enfrente marchaban los militares, desfilaban sincrónicos, sonoros, con redoble de banda de guerra y actitud ceremonial.

-"No, hombre, ¡qué va! No me da miedo. ¿Acaso no sabes que para ellos yo soy invisible? ¿O para que crees que sirve la cadena mental?"

Frente a tal respuesta, Molano riposta: flaco, ¿Cuando grande o cuando chiquito?

"¡Ahora!,  contesta,  no ve que mi mamá es gnóstica y el comité ejecutivo de ellos o como se llame su dirección  en Santa Marta, nos hacen "cadena de afectos" y eso le impide al enemigo que me vea y puedan hacerme daño".

¿En serio cree en eso? -explícate-, insiste Molano.

"Mira, Alfredo, es sencillo: “Si una persona es absolutamente sentida, constantemente querida, y si en ella se dan cita cantidad de afectos fuertes, el afecto de la madre, de la hermana, de la amante, el calor de los amigos.

Esa cadena de afectos te defiende del peligro, te protege de la muerte, te vuelve casi inmortal, o por lo menos impide el que lo maten a uno así no más. El amor es certeza: ¡La Certeza de la Vida!”.

Aunque parezca mentira, esa entrevista es clave para entender muchas vainas en el M-19 y lo que pasó después con la dejación de las armas y posterior dolorosa disolución de la organización. Lo que inició la orfandad.

Todos nos apropiamos de ese credo, fue como agua fresca, un escudo, una certeza frente a las incertidumbres de una lucha clandestina, donde la muerte es realidad y posibilidad cotidiana.

La famosa cadena de los afectos cambió la mentalidad de la militancia y la dinámica de las relaciones interpersonales: humanizó y es el fuerte ingrediente ético que nos diferenció de las otras fuerzas insurgentes.

Fortaleció la mística en las acciones, la convicción y la unidad del grupo. Cuando les cuente lo que pasó después de la muerte de Pizarro, - el despelote continuado- volveremos a hablar del amor como sustancia de la lucha revolucionaria y de los efectos trágicos de la ruptura de la "cadena de afectos".

A Bateman, de verdad, no le conocí mezquindad: buscaba un acuerdo no para solucionarle un problema de reinserción a un grupo de guerrilleros, -que es a lo que han querido reducir el proceso de paz en Colombia- sino resolver el problema del país, avanzar en la construcción de la democracia, -como diría emocionado desde el monte-.

"No la carreta formal, esa  palabrita pendeja: "¡La Democracia!, no joda, quiere decir  ¡El Poder del Pueblo"! 

Su objetivo fue claro: darle poder al pueblo, no al partido y allí la diferencia con la izquierda tradicional.

Entonces viene lo más hermoso y esencial que es la ejecución del "Realismo Romántico" que es, a mi modo de sentir, lo que nos permitió ocupar un amplio espacio en el corazón y la conciencia del pueblo y hasta en las preocupaciones y discursos de Reagan.

Ese es el antídoto del pragmatismo hueco de hoy y lo que puede rescatar los liderazgos en esta pérdida paulatina de aceptación popular de las organizaciones como protagonistas del cambio democrático.

Si, exactamente es así. Mucho parte de allí. Hay una interrelación estrecha con el realismo mágico. De hecho, pienso que el Eme y Jaime son personajes salidos de las páginas de Cien Años de Soledad.

A Gabo ese libro le trajo más de una preocupación con los militares, más aún cuando Pablo contó que el único requisito para entrar al Eme era leerlo.

Entre sus restos y los de la accidentada avioneta que los Cunas encontraron nueve meses después, había hojas  contando las andanzas del coronel Aureliano Buendía.

Ellos dos se quisieron y se entendieron mucho. Gabo escribió una crónica bellísima, meses después de su desaparición física, cuando se dio  a conocer el hecho de su muerte misteriosa.

Murió de "enfermedad de avión", como decía Bateman cuando hablaba de su amigo Torrijos, de  Zamora Machael, Jaime Roldós y Ernesto Jovel, dirigente de la revolución salvadoreña.

En esa década del documento de Santa Fé I varios dirigentes revolucionarios se encontraron con montañas que no aparecían en los radares o volaron en pedazos sin que se determinaran las causas. Vainas de la guerra y sus asesinatos políticos.

Paz Zamora fue un sobreviviente de esta extraña enfermedad que algunos imputan a la "compañía".

En el caso de Jaime no sé que  decirte, es un misterio y a su vez una coincidencia porque tres de los "accidentes" referenciados se dieron en Panamá.

Pienso que fue culpa del azar, de una tormenta en la zona o por andar en una avionetica de pedal, pero, con las ganas que le tenían, siempre quedará la duda.

Creía fervientemente en la utopía y de allí el método del realismo romántico que implica, a partir de la realidad  creer en imposibles, en que la historia no es lineal y que algo hay en el alma de la gente y en las situaciones que no es ideologizable ni codificable.

Se trata  que a partir de lo existente: la identidad, la colombianidad, la injusticia, la represión, lo oligárquico; con templanza y sin miedos, atreverse a despolarizar o desidelogizar el conflicto, congelar o matar odios seculares, buscar con grandeza razones para alianzas, precisar el o los enemigos físicos o conceptuales a vencer o disminuir, y concertadamente aproximar  en la negociación el concepto de nación a los de justicia social y democracia y el del derecho al desarrollo al de la redistribución verdadera de los beneficios del crecimiento.

Nosotros aprendimos, gracias a este método que teníamos que volvernos fuertes uniéndonos en un solo propósito y creyendo en la gente, que valía la pena morirse por la paz porque eso contribuía a lo grande: lo estratégico, las soluciones a estos conflictos eternos que nunca terminamos de superar.

Eso es el subdesarrollo: llover eternamente sobre mojado y para esa superación de la tragedia es necesario despertar la pasión del pueblo, su credibilidad en sí mismo.
Es pensar en el  pueblo como sujeto y no como objeto, es actuar con él en su defensa y transformaciones.

La gente común y silvestre necesita además del empleo, felicidad, certezas y derecho a soñar.

Se requiere una cultura de realizaciones, una cultura de la vida en  un lugar donde hemos perdido la capacidad de asombro y donde mueren al año mas de 30 mil colombianos de una enfermedad muy nacional: "la plomonía".

Y donde no hay culpables, sobre todo si los asesinatos son de los grandes líderes, de los guías, de los que despiertan la pasión del pueblo. 

Por eso el discurso de Jaime era directo y sencillo, era un comunicador.

"La paz  -expresaba con vehemencia- es que no se mueran de hambre 30 niños al día; paz es que no se persiga y se mate a los indígenas por luchar por sus tierras y su cultura;  paz es que el obrero, el empleado, el llevado tengan trabajo y salario justo, y que puedas ser del M-19 o comunista o verde  o amarillo y que por no ser rojo o azul te tengas que morir"; Paz es que no se roben los políticos la plata del pueblo y que estos gobiernos tengan dignidad frente a los gringos  y al mundo, que no nos obliguen a sentir vergüenza por ser colombianos.

Y es que para un justiciero como él, negociar  -que en ese tiempo de radicalidad  era un pecado mortal asimilable a traición- significaba aceptar la existencia del otro, reconocer que cada uno defiende su verdad pero que "la verdad" siempre variable, es la suma o negación de alguna de ellas y sobre todo, implica la inclusión y consideración de una que es fundamental y de la que nadie hablaba: El hambre mata y la rebelión existe donde hay injusticia.

Gaitán a la oligarquía le increpaba: "El hambre no es liberal ni conservadora".

Y su voluntad de soñador gigante y la de los hombres y mujeres que lo seguíamos con armas o sin ellas, se transformó en una voz que pesó en un país oligárquico donde no pasaba nada.

Y los autistas comenzaron a oír y los ciegos a ver y desapareció la desesperanza y comenzaron a existir certezas y desquites y sonrisas de complacencia con su irreverencia frente a un poder arrogante y excluyente, e inconmovible.

A tiros de inteligencia y audacia luchó por ponerle una silla al pueblo en la mesa donde se reparten las ganancias y la infamia.

En este caos funcional que se llama Colombia, con su sencillez, la alegría, el coraje y el amor, le dio  en la cabeza a la izquierda esclerótica y a la derecha dogmática.

Por eso los anuncios en la primera página de los periódicos del poder: "Ya viene, contra parásitos y gusanos. ¡Ya viene!  M-19; Cansancio, falta de memoria  ¡Ya Viene! M-19.

Rafael Vergara
Con la ternura del ritmo despacioso y la cadencia de la voz  sabia intervino Eduardo:

"Porque el pasado está vivo, aunque haya sido enterrado por error o por infamia, y porque el divorcio del pasado y el presente es tan jodido como el divorcio del alma y el cuerpo, la conciencia y el acto, la razón y el corazón".

Por supuesto nadie se lo agradeció; en ningún discurso solemne se mencionó su nombre de rebelde victorioso.

Los encorbatados lo siguieron tratando como subversivo en un escenario de paz diseñado y luchado por él, le negaron su puesto o se lo embolataron.

Y en verdad, Eduardo, a Jaime, donde esté, eso le importó un carajo, sabía estar más allá de la importancia personal.

Siempre valoraba el límite de lo posible. Sabía para dónde iba y qué llevaba en el morral.

El Flaco hizo la guerra para conquistar el derecho a la paz y le cantó al amor para derrotar el odio como motivación de la lucha armada y el cambio social.


Confieso que, agradecido con los que luchando trascienden, insistí en motivarlo para que la historia le haga justicia a este latinoamericano que nació para escribir la historia haciéndola".

* Titulo original del texto. Fotos tomadas de la Internet sin autores definidos.

jueves, 25 de abril de 2013

No todos somos iguales ante la ley ¡Tremendo drama en la historia de un pueblo!


Ni las armas nos han dado la independencia, ni las leyes nos dan la libertad. Foto by Bunkerglo
El Senado colombiano hundió el matrimonio igualitario en una democracia donde se legisla para sí y, sí y solo sí… Sin embargo, serán los Notarios los que unirán las parejas del mismo sexo ante la incompetencia de los congresistas y mientras la H. Corte Constitucional legisla. ¡Tremendo drama en la historia de un pueblo!

"En Colombia hay dos países: el país político que piensa en sus empleos, en su mecánica y en su poder, y el país nacional que piensa en su trabajo, en su salud, en su cultura, y es desatendido por el país político. El país político tiene rutas diferentes a las del país nacional. ¡Tremendo drama en la historia de un pueblo!".

Eso dijo en los años 40 Jorge Eliecer Gaitán, el “revoltoso”, como lo llamó el profesor norteamericano Herlbert Braun, y desde entonces NADA HA CAMBIADO. Eso es Colombia con la dispuesta y diligente ayuda de sus "legisladores" y su aún indeleble consagración al sagrado corazón de Jesús, aunque no es con él la bronca.

Por un lado va el país nacional, el que salió del closet, el que ya no teme ser señalado pero también, el que no permitirá seguir siendo excluido; el que desafía con su arco iris de luz el sentido cuasi humano de un pedacito de sociedad, amplificada por los medios, y empeñada en no coexistir con la población homosexual.  

Y, por otro lado, adheridos como ladillas, trepando, impidiendo cualquier posible equilibrio entre lo público y lo privado, van las amebas, el país político, sus pre-claros legisladores elegidos por esos millones de personas que nunca votan en el país más feliz del mundo.

Es lo que hay. Lo que son. Lo que somos. Nada debería sorprendernos del espectáculo que ofrecieron a las tribunas, al pueblo, esos que de honorabilidad no tienen nada, pero que tampoco entienden ni saben sobre el matrimonio igualitario.

En cambio, lo que sí resulta inadmisible y tremebundo es el silencio del presidentico de la republiquita, de la ministrica de educación, de la ministrica de la cultura, del directorcito del ICBF (que dicho sea de paso, no había renunciado?)…  ¡Ni qué decir de los babosos “miembros del Partido Liberal o los que se proclaman de izquierda en ese chimbo Congreso y fuera de este!   

¿Por qué nunca dijo nada el sector educativo? ¿Qué declararon y cual es la posición de los rectores universitarios? ¿Qué comunicado emitieron los valientes voceros de las multinacionales de los DDHH? ¿Por qué en la placita de don Simoncito no se enarbolaron banderas ni pancartas de más y todos los sectores sociales? ¿Acaso es que los ellos y las ellas homosexuales habitan otro planeta?

En este circo nacional me siento secuestrada por la insípida y trepadora burocracia, la que gobierna y la que legisla que es casi la misma cosa. Solo algunos le pusieron el pecho y muchos más le sacaron el culo a una de las decisiones trascendentes para una nación democrática (de papel) como la colombiana.

Pocos países hoy en día, quizás en ninguno, -escribió el profesor Braum-, prevalece tan soberana y soberbiamente lo privado por encima de lo público como en Colombia. “Un país que se considera el más moderno de todo y, donde la consecución de la felicidad está inscrita como derecho ciudadano en la Constitución”.

Contundente y claro.

Así también lo advirtieron Gaitán y Galán, y lo repiten una y otra y otra vez en su Razón Pública Hernando Gómez-Buendía y quienes como él se preguntan y reflexionan sobre su sentido supremo. Pero, “en nuestra sociedad, hay tolerancia a la ilegalidad más de lo necesario, más de lo debido y más de lo justo”, como lo señaló Antanas Mockus.

El proceso de la vida colectiva solo es posible si se consigue ese equilibrio entre la vibrante y dinámica evolución del país nacional, y una elevada condición humana del país político. La autenticidad y la posibilidad de nacer y SER no pueden seguir siendo un asunto por borrar, por excluir. Los legisladores no pueden seguir imponiendo sus visiones personales e intimas de cómo se plantan con sus vidas en el mundo, por más legítimas y respetables que les parezcan. Tampoco están autorizados a legislar desde el miedo y los prejuicios que profundizan más la discriminación, como señaló la H. Representante Ángela María Robledo. 

Estamos atrapados en la telaraña de una práctica política que se repite por los siglos de los siglos. “¡Aquí no se salva ni Dios! Lo asesinaron”, como bien dijo el poeta castellano Blas de Otero.

Mientras los “legisladores” colombianos -de esa mezcolanza insalubre y burocrática llamada Mesa de Unidad Nacional convirtieron el Congreso en un confesionario, el parlamento francés decidió amparar de manera contundente los derechos de sus conciudadanos y de todas las parejas que desean construir vínculos amorosos y legales bajo la figura del matrimonio. A principios del mes se aprobó en Uruguay.

La no aprobación de la inclusión constitucional del matrimonio entre parejas del mismo sexo tiene muchos deshonrosos nombres y apellidos.

Los de quienes no votan para construir un país político al servicio del país nacional; también, los nombres de quienes ocupan curules para legislar en beneficio propio convirtiendo lo público en su premio gordo de la lotería. Por último están todos los nombres de quienes se proclaman de izquierda o de pensamiento liberal pero que no lo son ni adentro ni afuera de la carpa (de circo) de ladrillo.

Nada, absolutamente nada lo justifica, pero resulta comprensible que en Colombia sean (o seamos)cada vez más los que no quieren saber de la vida pública del país.

Casi que uno termina por creer que a Colombia la escupieron las brujas. Qué somos mártires de un conjuro o maldición.Lo cierto es que no todos somos iguales ante la ley  ¡Tremendo drama en la historia de un pueblo!