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viernes, 12 de abril de 2013

Dignidad, confianza y afecto entre los ciudadanos es el verdadero nombre de la Paz: William Ospina

La "marcha por la paz" no fue una movilización silenciosa como la de Jorge Eliécer Gaitán el 7 de febrero de 1948 cuando pronunció su Oración por la Paz,  sino todo lo contrario, fue expresiva, festiva, multicolor y ruidosa, también tuvo su oración por la paz. 


El siguiente texto, profundo y humanista, del escritor y poeta William Ospina, presentado como una nueva Oración por la Paz, fue leído en la tarima de la movilización en la Plaza de Bolívar por la líder política y defensora de los derechos humanos, Piedad Córdoba.


Oración por la paz

"Hace 65 años se alza desde esta tribuna un clamor por la paz de Colombia.

65 años es el tiempo de una vida humana. Eso quiere decir que toda la vida hemos esperado la paz. Y la paz no ha llegado, y no conocemos su rostro.

Es un pueblo muy paciente un pueblo que espera 65, 70, 100 años por la paz. Cien años de soledad. Un pueblo que trabaja, confía en Dios, que sueña con un futuro digno y feliz, porque, a pesar de lo que digan los sondeos frívolos, no vive un presente digno y no vive un presente feliz.

Aquí no nos dan realidades, aquí se especializaron en darnos cifras. El pueblo tiene hambre pero las cifras dicen que hay abundancia, el pueblo padece más violencia pero las cifras dicen que todo mejora. El pueblo es desdichado pero las cifras dicen que es feliz.

Ahora comprendemos que un pueblo no puede sentarse a esperar a que llegue la paz, que es necesario sembrar paz para que la paz florezca, que la paz es mucho más que una palabra.

El verdadero nombre de la paz es dignidad de los ciudadanos, la confianza entre los ciudadanos, el afecto entre los ciudadanos. 

Y donde hay tanta desigualdad, y tanta discriminación, y tanto desprecio por el pueblo, no puede haber paz. 

Allí donde no hay empleo difícilmente puede haber paz. 

Allí donde no hay educación verdadera, respetuosa y generosa, qué difícil que haya paz.

Allí donde la salud es negocio, ¿cómo puede haber paz? Donde se talan sin conciencia los bosques, no puede haber paz, porque los árboles, que todo lo dan y casi nada piden, que nos dan el agua y el aire, son los seres más pacíficos que existen.

Donde los indígenas son acallados, donde son borradas sus culturas, donde es negada su memoria y su grandeza, ¿cómo puede haber paz? Donde los nietos de los esclavos todavía llegan con cadenas invisibles, todavía no son vistos como parte sagrada de la nación, ¿a qué podemos llamar paz?

La paz parece una palabra pero en realidad es un mundo. Un mundo de respeto, de generosidad, de oportunidades para todos.

Y hay que saber que lo que rompe primero la paz es el egoísmo.

El egoísmo que se apodera de la tierra de todos para beneficio de unos cuantos, que se apodera de la ley de todos para hacer la riqueza de unos cuantos, que se apodera del futuro de todos para hacer la felicidad de unos cuantos. De ahí nacen las rebeliones violentas, y de ahí nacen los delitos y los crímenes.

Hemos ido aprendiendo a saber qué es la paz... haciendo la suma de lo que nos falta.

La paz es agua potable de todos los pueblos y agua pura en todos los manantiales. No hay paz con los ríos envenenados, con los bosques talados y con los niños enfermos por el agua que beben.

La paz es trabajo digno para tantos brazos que quieren trabajar y a los que sólo se les ofrecen los salarios de sangre de la violencia y del crimen.

La paz son pueblos bellos y ciudades armoniosas, que se parezcan a esta naturaleza. Porque las montañas, los ríos, las llanuras, las selvas y los mares de Colombia son la maravilla del mundo, y no hemos aprendido a habitarlas con respeto, a aprovecharlas con prudencia, a compartirlas con generosidad.

Porque la idea de generosidad que tienen muchos grandes dueños de la tierra tiene un solo nombre: alambre de púas. Esa idea medieval de tener mucha tierra, mientras las muchedumbres se hacinan en barriadas de miseria.

Pero es que la paz verdadera exige no sólo un pueblo respetado y grande y digno sino una dirigencia verdadera. Y no es una gran dirigencia la que se esfuerza veinte años por que le aprueben un Tratado de Libre Comercio, y cuando le aprueban el Tratado la sorprenden con un país sin carreteras y sin puertos, con una agricultura empobrecida, con una industria en crisis, confiando sólo en vender la tierra desnuda con sus metales sus minerales para que la exploten a su antojo las grandes multinacionales. Ahí no sólo falta generosidad sino inteligencia, ahí faltan grandeza y orgullo.

En cualquier país del mundo un tratado de libre comercio se negocia poniendo como primera prioridad qué necesitan y qué consumen los propios nacionales. ¿Por qué  tiene que ser la prioridad poner oro en las mesas de otros antes que poner alimentos en nuestras propias mesas?

Hoy el mundo se ha lanzado a un obsceno carnaval del consumo. Pero esos países que divinizan el consumo, como los Estados Unidos y Europa, por lo menos ha tenido la prudencia de garantizarles primero a sus pueblos agua limpia, vivienda digna, educación seria y gratuita, salud para todos, trabajo y salarios decentes, una economía que se esfuerza por ofrecer empleo de calidad, que no llama trabajo como aquí al rebusque desesperado, ni a la mendicidad, ni al tráfico violento de todas las cosas.

Si por lo menos cumpliéramos con brindar a los ciudadanos las prioridades básicas de una vida digna, no sería tan absurdo que nos predicaran ese evangelio loco del consumo, pero aún así tenemos que pensar con responsabilidad en el planeta, para el que ese consumo indiscriminado es una amenaza. Tenemos climas frágiles porque tenemos ecosistemas ricos y preciosos, que producen  agua y oxígeno para el mundo entero.
Colombia es un país de tierras bellísimas y de climas benévolos, esto no es Europa ni los Estados Unidos, donde el clima exige millones de cosas, aquí podemos vivir una vida sencilla en un paisaje maravilloso, aquí no habría que refugiarse en ciudades malsanas y estridentes, el país es de verdad La Casa Grande. ¿Qué nos impide esa felicidad? La desigualdad y la violencia. La codicia que pasa por encima de todo.

La naturaleza no es una mera bodega de recursos sino un templo de la vida. Pero una lectura equivocada del país y una manera mezquina de administrarlo han convertido este templo de la vida en una casa de la muerte.

Hace 65 años Gaitán clamaba aquí por la paz. Sus enemigos no sólo lo mataron sino que llevaron al país a una guerra, a una violencia que acabó con 300.000 personas. El país entero entró en una orgía de sangre.

Y perdimos el sentido de humanidad, y casi nos acostumbramos al horror, y dejamos de estremecernos con la muerte. El tabú de matar se perdió, Colombia se volvió tolerante con el crimen, y en el último medio siglo es posible que por falta de paz y de solidaridad haya muerto en Colombia otro medio millón de personas.

Y cada día que tardan en firmar un acuerdo el gobierno y las guerrillas, más muertos de todos los bandos, más víctimas se suman a esta lista. Porque no es sólo el conflicto en los campos: bajo la sombra de ese conflicto prosperan las guerras de supervivencia en las ciudades, la violencia de las mafias, el delito, el crimen, la violencia intrafamiliar, el desamparo, la ignorancia.

Pero es que lo único que detiene a la mano homicida es sentir que lo que hace a su víctima se lo está haciendo a sí mismo. Lo único que detiene esa mano es la compasión y para que haya compasión hay que sentir al otro como a un hermano, como a un milagro de la vida, efímero, precioso, irrepetible. Si no sentimos eso no sentimos nada. Sin ese respeto profundo por los otros nadie siente verdadero amor por sí mismo.

Pero para que haya ese afecto profundo por los conciudadanos hay que haber sido educados en la generosidad, abajo unas instituciones generosas, hay que haber sido querido. Al que no es valorado en su infancia, respetado, apreciado, ¿cómo pedirle que quiera, que respete, que valore a los otros?

Por eso es tan ciega la sociedad que no da nada y en cambio pide todo. Que da adversidad, obstáculos, discriminación, pero pide a los ciudadanos que se comporten como si no hubieran sido educados por Sócrates o por Francisco de Asís. 

El estado se volvió irresponsable, los ciudadanos le perdieron el respeto al estado, y el estado les perdió el respeto a los ciudadanos. En ningún país se exigen tantos trámites para cualquier cosa. Y el que está en desventaja es el que no tiene recursos para sobornar, para abreviar los trámites, para correr con éxito de oficina en oficina. Con mucha frecuencia el estado no facilita la vida sino que es un estorbo para las cosas más elementales.

Las cárceles están llenas de seres que no recibieron nada, que fueron educados en la dureza y en la precariedad, y a los que la sociedad les exige lo que nunca les dio. Porque aquí sólo les exigimos respeto a los que nunca fueron respetados.

Es necesario gritar que nuestro pueblo no es un pueblo malo sino un pueblo maltratado. Y todavía a ese pueblo maltratado y admirable vamos a pedirle, aunque no tenemos derecho a hacerlo, vamos a pedirle que nos dé un ejemplo de su espíritu superior; vamos a pedirle que, a cambio de un acuerdo esperanzador entre los guerreros, sea capaz de perdonar.

No hay ceremonia más difícil y más necesaria que la ceremonia del perdón. Pero es el pueblo el que tiene que perdonar: no la dirigencia mezquina ni la guerrilla que tomó las armas contra ella. Y sin embargo todos tendremos que participar, humilde y fraternalmente, en la ceremonia del perdón, si con ello abrimos las puertas a un país distinto, más generoso, que deponga las armas fratricidas, que abandone los odios y que construya un futuro digno para todos, pero sobre todo un futuro de dignidad para los que siempre fueron postergados.

Desde hace 65 años pedimos la paz, suplicamos la paz, esperamos la paz. Hoy ya no podemos pedirla ni suplicarla ni esperarla. Si se logra un acuerdo entre el gobierno y las guerrilla, tenemos que construir la paz entre todos, la paz con una ley justa, la paz con una democracia sin trampas, la paz con un afecto real en los corazones, la paz con verdadera generosidad. Y la única condición para que esa paz se construya es que no maten la protesta, que no aniquilen la rebeldía pacífica, que dejen florecer las ideas, que permitan a este país grande y paciente ser dueño de sí mismo y de su futuro.

Esa paz que construiremos será un bálsamo sobre esos miles de muertos que se fueron del mundo sin amor, a veces sin dolientes, a veces sin un nombre siquiera sobre su tumba.

Entonces sabremos que la paz no es sólo una palabra, que la paz es convivencia respetuosa, prosperidad general, justicia verdadera, campos cultivados, empresas provechosas, bosques y selvas protegidos, ríos que tenemos que limpiar y manantiales a los que tenemos que devolver su pureza.

Y que otra vez haya venados en la Sabana y bagres sanos en el río, que salvemos la mayor variedad de aves del mundo, que vuelen mariposas de Mauricio Babilonia, y que los caballos de Aurelio Arturo vuelvan a estremecer la tierra con su casco de bronce, y que haya hombres y mujeres pescando de noche en la piragua de Guillermo Cubillos, y que el viajero que encontremos por los campos a la luz de la luna no nos produzca terror sino alegría.

Que haya cantos indios por las sabanas de Colombia, y arrullos negros en los litorales, y que las armas se fundan o se oxiden, y que haya carreteras y puertos, y barcos y trenes que nos lleven a México y a Buenos Aires, y que nuestros jóvenes tengan amigos en todo el continente, y que sólo una industria se haga innecesaria y necesite ayuda para cambiar su producción: la industria de las chapas y los cerrojos y los candados y las rejas de seguridad, porque habremos logrado que cada quien tenga lo necesario y pueda confiar en los otros.

Porque la paz se funda en la confianza y en la sencillez, y en cambio la discordia necesita mil rejas y mil trampas y mil códigos. Aquí, por todas partes, están los brazos que van a construir ese país nuevo, los pies que van a recorrerlo, los cerebros que van a pensarlo, y los labios del pueblo que lo van a cantar sin descanso.

Que hasta los que hoy son enemigos de la paz se alegren cuando vean su rostro".

by Bunkerglo - abril 9 de 2013 - Bogotá

La foto en a que aparecen Piedad Córdoba y William Ospina es tomada de la Internet, pero no aparece quien es su autor. 

María Mercedes Carranza: 10 rosas y 19 poemas en su nombre


“Poesía reunida & 19 poemas en su nombre”, rinde homenaje, diez años después de su muerte, a “una persona que fue apasionada, íntegra y convencida que era posible construir un país mejor con las voluntades alzadas en almas”: María Mercedes Carranza.

Melibea pasó al frente del pequeño, pero colmado auditorio José Eustacio Rivera de la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2013. Casi como una colegiala, abrió su cuaderno y leyó un breve texto que había escrito a mano para recordar esa noche con su dulce y tenue voz a su mamá, pero especialmente, a la gran poeta María Mercedes Carranza. 




domingo, 7 de abril de 2013

Todas P.U.T.A.S. en Bogotá

Foto by @Bunkerglo
Cubiertas bajo un cálido manto de sol y luz pero con las tetas al aire, cerca de mil mujeres, ruidosas, alegres, cantando y gritando consignas, recorrieron la carrera séptima hasta la Plaza de Bolívar. No pocos hombres también se sumaron a la algarabía. ¡Hacía un día del putas en Bogotá!

Foto by Andrés Monroy
Buena parte de estas mujeres eran trabajadoras sexuales (prostitutas o putas), que en sus singulares y festivas pintas, algunas con sus rostros cubiertos, otras más con antifaces y otras con sus pezones en flor, portaron pancartas, carteles y  papeles para compartir un único mensaje a través de las diversas consignas: “Mi cuerpo es mío y de nadie más”, “No es no”, “A la mierda sus prototipos patriarcales”… Es decir, a las mujeres se les respeta sí o Sí.

Las usuales callejeras, en esta oportunidad, salieron a las vías pero no para hacer "el pan nuestro de cada día",  sino para protestar contra el abuso y el maltrato contra ellas y todas las mujeres en Bogotá. Son miles luchando Por Una Transformación Auténtica de la Sociedad: P.U.T.A.S.

Aunque no estaban todas las que son y no todas eran trabajadoras sexuales, las que llegaron, de todos los tamaños, colores, pintas y edades compartían un sueño común.

"María Carnaval"

Tal vez no existe un solo día, en la vida de los hombres como en el de las mujeres, en el que unos y otros no se  pregunten acerca de la sexualidad o vivan esta maravillosa experiencia. Un asunto central y vital, intrínseco al ser humano, en toda latitud, condición, edad y raza. Es su verdadera religión.

Pero, en esta infinita y exquisita complejidad, nada ha sido más censurado, mitificado y sembrado de creencias como la sexualidad. Y la censura, la moral y las sotanas, sus más claros enemigos.

Y es que ninguna mujer, dama, puta o vieja, quiere que le digan cómo vestirse. Tampoco, que la marquen con una etiqueta o la estereotipen por cómo camina, cómo baila o cómo habla.

Piden (¡exigimos! más bien), que no sean más acosadas, ni que las agredan verbalmente. No quieren permitir una agresión más, física, sexual o emocional.

Quieren (¡exigimos! más bien), que su cuerpo nunca más sea el trofeo o territorio de ninguna guerra. Ni pública, como la del conflicto armado interno, ni privada, como la del maltrato cotidiano que libran en la calle y en sus hogares.

"María Carnaval"

Tiene 42 años, 15 de los cuales ha ejercido como trabajadora sexual. Estudia y cuida de sus hijos. Hace lo que hace “por rebusque y porque me gusta. Tal vez por esto no fue difícil tomar la decisión”.

Me dice "María Carnaval" que el sexo, como la religión, es algo muy personal y la prostitución es un trabajo tan respetable como cualquier otro.

Tanto ella como otras de sus colegas, siempre (en estos quince años) han recibido malos tratos. “No tenemos seguridad social y somos discriminadas en muchos sentidos”.

"María Carnaval" todos los días siente miedo de su trabajo porque, "tanto los clientes, como la policía y la gente en general nos agreden continuamente”.

Le gustaría viajar, salir del país y ejercer su trabajo en otra parte.

Recuerda que, la primera vez que estuvo en la calle, “fue más por un poco de curiosidad, pues siempre he sido muy callejera, desde pequeña”.

Aunque no me revela cuánto dinero obtiene al mes por su trabajo, me explica que es muy relativo. “Hay meses buenos y hay meses malos. Con lo que gano hago lo que hace todo el mundo: pagar el colegio de los niños, los servicios, el arriendo, ir de vacaciones, a una película, a restaurantes”…

Está convencida que ser trabajadora sexual “es tan respetable como cualquier otro trabajo y, potencialmente, muy fuerte políticamente”. Dice que se siente bien remunerada, aunque “podría ganar más, hay otras que ganan menos”, pero no piensa en cambiarlo.

Asegura sin ninguna duda que, como trabajadora sexual, “se puede tener novio, marido, amante, amanta (ríe), amantes, hijos, familia, mamá, papas, hermanos”.

Su mamá, su papá, sus hermanos… su familia “aceptan y entienden mi trabajo. Hemos tenido algunas conversaciones muy duras y muy delicadas sobre esto”.

Cuando tiene que estar con un cliente, “siento lo mismo que cuando estoy con un cajero en un banco que tiene que manejar la plata ajena”. Los jóvenes son su mejores clientes porque “son más sensibles, más respetuosos, quieren amor, no solo sexo”.

"María Carnaval" no piensa dejar de ser trabajadora sexual.  “He asumido esto, después de tanto tiempo, como una vocación”. Nunca se ha enfermado por su trabajo, pero ha sido maltratada y violentada algunas veces por sus clientes. “Me han golpeado porque así son borrachos… unos cerdos”.

"María Carnaval"

El 6 de abril en la Plaza de Bolívar el sexo habló.

Mujeres, hombres, heterosexuales, homosexuales, lesbianas, travestis, trabajadores sexuales, estudiantes universitarias, funcionarias… hombres y mujeres, desde sus identidades y orientaciones sexuales,acudieron a la cita anual para expresar, con libertad, sus preocupaciones y necesidades sociales y políticas, pero también para compartir su felicidad con toda su dimensión humana.

Foto by @Bunkerglo
La píldora anticonceptiva, la pildora del día después, el aborto en casos específicos, el acceso carnal violento, las relaciones sexuales prematrimoniales, la violencia de género, el matrimonio entre personas del mismo sexo… ha sido un recurrente y, de algún modo superfluo debate (más espuma que utilidad), continua  impidiendo que, en Colombia, la gente pueda vivir de manera libre y sin criminalizar el erotismo, el placer, la intimidad y la orientación sexual, sea la que se sea.

Aún (¡aún!) esta libertad humana y espiritual pasa por el peso de cuestionamientos mezquinos, la culpa, el estigma, la exclusión, el señalamiento y la violencia empizando por el maltrato verbal hasta la muerte.

Quizás por esto, la intimidad individual de la sexualidad nunca dejará de ser noticia.

Gracias a mi colega y amigo Andrés Monroy que me autorizó el uso de algunas fotografías del amplio reportaje fotográfico que realizó ese día y que pueden ver haciendo clic en este ENLACE a su Blog.   

sábado, 30 de marzo de 2013

Los 10 mandamientos para el correcto uso de Twitter

Hay millones de personas que oyen hablar de Twitter sin tener idea de qué se trata o que han intentado empezar a utilizarla pero no han logrado encontrar su utilidad. Pensando en esto, el periodista digital y consultor de medios sociales Vadim Lavrusic desarrolló una lista de diez mandamientos que pueden ser útiles para aprender a usar correctamente esta red social, teniendo en cuenta los comportamientos que hasta ahora se conocen por parte de usuarios experimentados y exitosos. 

Tomado de Tendencias 21 Sociedad de la Información


Twitter ha dado bastante de qué hablar desde el año pasado; no solo se ha convertido en el medio preferido de muchos periodistas e importantes medios de comunicación para actualizar noticias, artículos y entradas de blogs, sino que también es visto como una excelente herramienta de comunicación y denuncia que es utilizada por millones de personas en el mundo en momentos de tragedia como terremotos y tsunamis, así como en situaciones en las que no existe libertad de prensa para dar a conocer al mundo algo que está sucediendo, como se evidenció durante las pasadas elecciones en Irán, tras las cuales se hizo famosa la llamada “Twitter Revolution” o Revolución de Twitter.


Asimismo, existe otro tipo de usuarios que ve la red social como un espacio más simple en el que puede compartir sus pensamientos, contar lo que se está haciendo o entablar conversaciones con amigos a través de mensajes cortos.

Lavrusic parte del hecho de la importancia que ha demostrado tener Twitter para millones de profesionales como los periodistas y explica que ya esta red dejó de ser un juego para convertirse en un espacio dominante e influyente en nuestra cultura. 

Cómo usar Twitter correctamente

1. Se debe dar crédito.
Él explica que dar crédito a los autores de aquello que se comparte en Twitter es una parte esencial de la comunidad de esta red, ya que no solo se respetan los derechos de autor y a los demás usuarios, sino que también les permite a todos encontrar el rastro de aquellos a quienes siguen los otros, topándose así con opciones interesantes para seguir. Tres opciones que menciona para dar crédito son: a través del Retweet, de Via @xxx o de HT xxx (heard through – oído a través de).

2. No promoverse a sí mismo en exceso.
Lavrusic aconseja medirse en la auto promoción; dice que la comunidad puede cansarse de ver que alguien solo publica tweets sobre sus productos o servicios y empezar a verlo como spam ya que la gente espera encontrar información novedosa e interesante, aunque aclara que todo depende del tipo de persona que sea: si se es un medio de comunicación, un periodista o un bloguero, es muy posible que los seguidores lo que quieran es estar actualizados con los nuevos artículos y entradas, por lo que la situación sería diferente.

3. Utilizar los enlaces apropiadamente. El autor explica que se deben compartir los enlaces que correspondan a la fuente de algo que se publica o que puedan proporcionar más información acerca de eso que se dijo, convirtiéndose de esta manera en algo útil para la comunidad de Twitter. Además, aconseja acortar los enlaces, sobre todo para facilitar la labor de quienes hagan retweet. Un buen sitio para acortar enlaces es bit.ly.

4. Se debe responder a los seguidores. En este punto Lavrusic afirma que es importante mostrar interés por la comunidad respondiendo a aquellos que envían mensajes directos o respuestas, así se cuente con demasiados seguidores o no se tenga mucho tiempo.

5. Analizar bien a la hora de responder vs. enviar mensajes directos.
Se refiere a la prudencia que se debe tener con una información de interés público o privado; es decir, tener en cuenta las consecuencias y el impacto que puede tener una respuesta o un mensaje público (enviado como un reply @xxx), y pensar bien si es mejor enviar un mensaje directo (privado) o contactar a la persona por otro medio.

6. Diferenciar la propia opinión de los titulares.
Él recomienda, además de publicar el enlace, entrecomillar la información tomada de alguna fuente para aclarar que eso no lo dice quien lo publica y, aparte, utilizar algún método para diferenciar cuál es el comentario propio. Una opción que ofrece él es escribir así: “me (yo):xxxx”.

7. Seguir a aquellos que representan algún valor. Este punto es importante. Lavrusic explica que la diferencia entre Facebook y Twitter es que el primero es para los amigos y el segundo para personas con las que se comparten intereses comunes e información (aclara que por eso en Facebook hay amigos y en Twitter seguidores). La recomendación es no seguir a todo aquel que lo sigue a uno, sino saber seleccionar a aquellos contactos que ofrecen algún valor para que exista un buen filtro.

8. No usar incorrectamente el recurso de enviar información sobre los propios productos o servicios a la comunidad de Twitter. Es algo similar al punto de promocionarse demasiado, pero tiene que ver más con un tipo de spam que se dio mucho antes de que esta red lo controlara un poco y que consiste en promocionar el negocio propio enviando la información a otras personas en forma de reply. El experto aclara que hay excepciones en las que esto puede ser bien utilizado, por ejemplo cuando se conoce la necesidad de alguien de encontrar algo específico y se comparte con esa persona la información que necesita.

9. No utilizar “hashtags” en cada palabra. Los hashtags son las palabras que van precedidas de un signo # y que sirven para agrupar tweets alrededor de temas en común de manera que las personas puedan buscar por temas y encontrar información que otros han publicado sobre estos. Lavrusic recomienda no excederse en el uso de esta herramienta pensando que a través de ella los tweets serán leídos por más gente y aclara que eso lo único que hace es dificultar la lectura de los mensajes (cuando se usa demasiado y no porque puede ser realmente útil).

10. No hacer retweet de los propios tweets.
Él explica que no se debe publicar varias veces lo mismo para obtener más clics y que si se va a hacer dos veces, se debe esperar un tiempo considerable.

Twitter para todos

Finalmente, es importante aclarar que Twitter es una red social que puede utilizar quien lo desee y para lo que desee; estas recomendaciones son útiles sobre todo para aquellos que quieren hacer de esta red una herramienta profesional y un espacio para contactarse con otras personas y empresas con intereses comunes que pueden llegar a constituirse en relaciones con mayor relevancia en el futuro. 

 http://www.tendencias21.net/Los-10-mandamientos-para-el-correcto-uso-de-Twitter_a4428.html

sábado, 23 de marzo de 2013

10 tipos de usuarios para hacerle unfollow en Twitter


twiter



Twitter Cleaner es una herramienta online muy interesante cuyo fin es la limpieza de tu lista de seguidores; es decir, borrar todas aquellas cuentas que ya no te interesan.
Pero, ¿Cómo funciona?...Según el portal de abc.es proporciona tu usuario de Twitter y, una vez autorizada la aplicación para utilizar tus datos. Te muestra en algunos minutos un completo informe con todos los usuarios que poseen un comportamiento sospechoso o nada seguro.
A este informe puedes acceder mediante una URL que se envía por e-mail. A partir de la página de resultados, puedes hacer clic en los usuarios a eliminar.
Señala el portal que a propósito de la seguridad de tu cuenta de Twitter, conviene que revises las aplicaciones a las que has autorizado a emplear tus datos, ingresando en https://twitter.com/settings/account (configuración de tu cuenta) y después haciendo clic en la pestaña "Apps" o aplicaciones. Si hay alguna aplicación que ya no usas o ves alguna que no reconoces, elimínala apretando el botón "Revoke access" (revocar acceso).
Basada en los criterios de Twitter Cleaner, para formar el conjunto de candidatos al "unfollow", se realizó una lista de 10 tipos de usuarios a los que puedes dejar de seguir.
1. Enlazadores
Algunos publican un buen número de tweets, pero con pocos retweets y ninguna mención. Sus mensajes están compuestos en más de un 80% de links.
2. Pseudo spammers
No es que se dediquen al spamming de forma profesional pero sus tweets se generan, más de la mitad de las veces, con aplicaciones del estilo de Paper.li, IFTTT, Botize, Foursquare, etc. El uso de dichas aplicaciones no significa que el usuario sea un spammer en sí, pero cuando son enlazadores y ello va acompañado de escasa interacción con los demás, esas cuentas suelen ser poco interesantes.
3. Pasivos
Un usuario pasivo es aquél que no publica nunca o que hace mucho que no lo hace. Si encima se encuentra clasificado en alguno de los otros 9 tipos de esta lista, empieza a preocuparte.
4. Robots
En Twitter nos gustan los humanos. Los usuarios robots son aquellos que twittean más de un 90% de las veces feeds; es decir, el contenido de los archivos RSS de algún sitio Web (bien sea de su blog o de los blogs de otros, por ejemplo) mediante herramientas como Twitter Feed. Suelen también ser enlazadores e interaccionar poco con los demás (pocos RTs y @).
5. Snobs
El snob es aquél usuario de Twitter que en número sigue a menos del 10% de su lista de "followers". Además, suele hacer pocas menciones y, en algunos casos, solo retwittea. Los que no siguen a nadie (o a muy pocos) suelen ser los ídolos.
6. Carahuevos
Los carahuevos son claros candidatos a dejar de seguir, sobre todo si llevas mucho tiempo siguiéndoles y todavía no han cambiado ni su background ni su avatar estándar. Un claro indicio de una cuenta spammer o robot es su avatar en forma de huevo.
7. Charlatanes
Desconfía de los charlatanes, esos que hablan y hablan, todo el tiempo, pero no interaccionan con nadie. Publican, de media, más de 24 tweets al día sin replies ni mensajes directos.
8. Aburridos
Una cuenta que no publica contenido original termina siendo aburrida. Son aquellas que publican retweets más del 70% de las veces.
9. Egocéntricos
Hablar de tí mismo está bien pero si abusas dejarás de ser interesante. Si quieres ser egocéntrico, hazlo por lo menos en menos de la mitad de tus tweets.
10. Impopulares
El número de seguidores no es un indicio de la calidad de tu cuenta pero muchas herramientas utilizan ese parámetro como índice de tu influencia. Los usuarios impopulares (o poco populares, mejor dicho) son aquellos cuya lista de seguidores es escasa: en número, menos del 30% del número de seguidos.
Tomado de 
http://www.edatel.com.co/empresas/blog-empresas/508-para-tener-en-cuenta-respecto-al-uso-de-twitter

martes, 19 de febrero de 2013

La Modelo de las minorías olvidadas, espejo de la sociedad colombiana

Cuando Francisco Santos, a cuyo cargo, en calidad vicepresidente tenía la tarea de garantizar y promover los derechos humanos declaró que, Yair Klein “debería podrirse en una cárcel colombiana y pagar por el daño que hizo”, sabía lo que decía. Klein o cualquier otra persona que llegue a La Modelo consigue que el temerario juicio y malsano deseo sea realidad. El Estado colombiano no solo priva de la libertad al infractor de la ley durante su permanencia en esta cárcel, sino que le asegura torturas, indignidad y hasta la muerte. La única garantía para las personas en este lugar es el silencio de la sociedad y la impunidad.

¿Qué fue lo más terrible que vio durante la inspección a la cárcel La Modelo? Con esta pregunta inicié mi entrevista con la jueza Gloria Guzmán. Sin tomarse un segundo para pensar, de manera inmediata, me responde: “esto”, mostrándome una fotografía impresa y en color pegada en el corto expediente. Observé la imagen pero no veía "donde estaba" lo terrible o inusual en la misma. Ante mi cara de desconcierto, ella me insiste para que volviera a mirar la imagen, pero esta vez, señalándome un punto específico y me dice: ¿No ve a esta persona?


Ahí estaba. Como un animal indefenso, escondido, abandonado. Estaba encajonado en la hendija calada y repugnante de su cobijo de piso, embutido y refundido entre colchonetas enrrolladas y amontonadas en ese hueco. Quizás sea una estadística porque persona no era. Ese ser humano había dejado de vivir agazapado en la oscuridad. Como en el medioevo.

Hay historias, situaciones que se repiten una y otra y otra vez en Colombia, pero lo que ocurre en la cárcel La Modelo es una de esas que rompen el alma. Una historia de las que, a la final del escándalo, los titulares y las promesa, no pasa nada. No cambia nada.

En 1998 los ciudadanos en situación de internos, Manuel José Duque Arcila y Jhon Jairo Hernández, acudieron al mecanismo constitucional para proteger sus derechos humanos, económicos y sociales e interpusieron una acción de tutela. Quince años después, en enero de 2013, era Santiago Villa Arboleda el que interponía una nueva tutela. Los tres, por las mismas razones: el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario INPEC y directores de las cárceles, es decir el Estado colombiano, les vulneraba sus derechos humanos al recibir, en condición de detenidos, "un trato cruel, inhumano, degradante e indigno".

La minorías olvidadas

Pero ya en 1998 los magistrados de la Corte Constitucional Carlos Gaviria Díaz, José Gregorio Hernández y Eduardo Cifuentes Muñoz sentenciaron que el Estado debería cambiar en las cárceles colombianas esta situación al invocar, por primera vez, el estado de cosas inconstitucional. (Sentencia T-153/98) Una Sentencia con la que buscaban poner fin a la situación de violación flagrante de los derechos fundamentales de quienes llamaron las "minorías olvidadas", multitud de seres humanos en las cárceles.

Sin embargo, una vez más, quince años después, la Juez 56 penal del circuito de Bogotá (OIT), Gloria Guzmán Duque, debe hacer lo mismo.

En otra de esas decisiones sin precedentes, el 30 de enero pasado, la juez amparó los derechos humanos de estas mismas "minorías olvidadas", pero que hoy son tres veces más en su número hacinadas en La Modelo, invocando para eso, el estado de cosas inconstitucional dado que “miles de personas se encuentran en igual situación y si todas acudieran a la tutela podrían congestionar de manera innecesaria la administración de justicia”.

No hay equivoco. Al unísono los magistrados y la jueza constitucionales encuentran la misma “transgresión  repetida, constante  y sistemática a los derechos fundamentales de la población carcelaria, atribuible a las autoridades encargadas de garantizar sus derechos”. Y, sin el menor sonrojo, el Estado continúa sin garantizar un solo de los derechos consagrados en la convención americana de los derechos humanos y el pacto internacional de derechos civiles y políticos para esta población.

Perder la condición de ser humano

Santiago Villa Arboleda llevaba tres meses en La Modelo detenido en calidad de sindicado, sin que le hayan proporcionado ningún elemento básico requerido para su higiene y aseo  personal. Tampoco, una colchoneta, una cobija y una sábana para dormir, elementos que obtuvo solamente, pocos días después de instaurar la tutela, y de que la juez Guzmán Duque iniciara la diligencia y practicara pruebas de la misma. 

Son contundentes e inobjetables los testimonios de los internos y de los funcionarios de la cárcel. Todos, recogidos en más de 150 fotografías y un sombrío vídeo que forma parte del expediente de 39 páginas e inspección judicial, adelantada a las instalaciones de La Modelo el 22 de enero por la juez Guzmán con funcionarios del Instituto Nacional de Medicina Legal y del Cuerpo Técnico de Investigación CTI (Fiscalía General de la Nación).

Mísero, sórdido, nauseabundo lugar al que llegan sindicados y condenados no para vivir el castigo de perder la libertad, sino para vivir el sufrimiento y dolor de perder su condición de seres humanos. 

Un modelo de indignidad

La Modelo es un depósito a donde el Estado amontona a la gente como bultos, como animales en experimento, para que traten de sobrevivir en un hacinamiento crítico, desbordante, indecible. Sin educación, sin trabajo, sin recreación.

En instalaciones derruidas, huecos en los techos y pisos, baños rebosados de materia fecal, sin inodoros, en medio de la basura y la inmundicia, en habitaciones sin ventilación, con alto riesgo de electrocuciones e incendios por instalaciones eléctricas artesanales, paralizados en estrechos corredores, atornillados durante horas, días, semanas en el mismo punto, sin agua potable, lavando sus “fiambreras” (platos) en orinales y desagües, con hambre, consumiendo alimentos de mala calidad, confinados al hedor pestilente de duchas e inodoros rebasados y obstruidos…

"Espacios de 2x2 metros están ocupados hasta por cinco seres humanos, privilegiados ellos, en comparación con los que duermen en "carretera", es decir, tirados como animales en los pasillos, señala la juez Guzmán". "(...) Es frío, porque es en el suelo, el olor porque estoy al lado del baño, mucha humedad, hay chinches que nos pican, cucarachas, piojos, mucho frío, nos tocas dormir uno encima del otro" (...) "Me tocó en el pasillo, en el suelo, sin nada, todavía estoy así, esperando la colchoneta, actualmente hay epidemia de paperas, varicela, tuberculosos. Los domingos es más difícil todavía, mucha gente y hasta mujeres embarazadas", dicen algunos testimonios citados por la juez en su decisión.

“¿Puede una cárcel, construida en 1957 para albergar a 2.850 personas, cumplir con sus funciones si hoy tiene un sobre cupo del 279,5 %? La respuesta clara, precisa y concreta es: ¡NO!”, me dice la juez. Por eso declaró, UNA VEZ MÁS, el estado de cosas inconstitucional y ordenó el 30 de enero pasado no permitir que ingrese a La Modelo una sola persona más, sindicada o condenada en los siguientes 3 meses. En La Modelo –que de modelo no tiene nada-, ordenó la juez, no podía entrar nadie más hasta que se traslade a todas las personas condenadas a penitenciarias para ese propósito, el Estado destine recursos para adecuar instalaciones, celdas, baños, se atienda de manera inmediata a los enfermos, de manera especial, su salud mental, y se les practiquen las cirugías pendientes, entre los no pocos asuntos urgentes ordenados.


Ni juntos ni revueltos dice la Ley

Aunque La Modelo fue creada en 1957 para albergar, en condición de sindicados, a 2.850 personas, en 1998 tenía a 4.500 y para el 30 de enero de 2013 albergaba 7.230 personas entre condenadas y sindicadas.

La Ley 65 de 1993 (Art.21 y 22) establece que las cárceles - como La Modelo- deben retener únicamente a personas sindicadas, y que las penitenciarías están destinadas, únicamente, para personas a las que ya se les ha impuesto una pena en la sentencia de condena. Eso dice la ley que parece no entenderse en el sistema carcelario ni en la política criminal colombiana.    

En esta cárcel conviven sindicados y condenados, pero solo a algunos, los que están sindicados o condenados por paramilitarismo, se les respetan sus derechos humanos en este lugar. 

Ellos tienen espacio, sabanas limpias, inodoros y agua potable (y más), es decir las “comodidades” a las que por Constitución y Ley tienen derecho todas las personas en una cárcel de Colombia, sindicadas o condenadas por infracciones de todo tipo. Es decir, un mínimo vital con dignidad.

“Pagó 22 meses y aprendió lo que  le faltaba: a respetar a los caciques, llamados también 'plumas'. O, dicho en otras palabras, entendió que solo haciendo parte de una de las cadenas de poder que hay en los patios se puede sobrevivir  en  las cárceles. Es lo que Giovanni llama "hacerse la vida". Eran los días en que los paramilitares mandaban en las cárceles, apenas hace dos años. Mandaban, es decir, "eran el orden". Los guardias no aparecían. Los paracos no se juntaban con nadie. En el patio permanecían en el sol  y no dejaban que un recluso cualquiera se les arrimara”, se consigna en la decisión de la juez Guzmán que además cita apartes del libro e investigación “Modelando en el Infierno” del sociólogo y escritor Alfredo Molano.

Cinismo cantinflesco

La indolencia, la desidia y el cinismo parece haber apoderado hace mucho tiempo del sistema carcelario en Colombia. Una situación que raya entre los cantinflesco y kafkiano a juzgar por las declaraciones del subdirector y del director de La Modelo y del INPEC.

En su declaración a la juez Guzmán dice el subdirector de la cárcel, Edgar Román Herrera Fetecua, que “La Modelo es una cárcel para sindicados con capacidad para 2.850 internos. No obstante, hay 7.230 reclusos alrededor de 3.000 de ellos, condenados”. Solo en el patio cinco la población es igual a la del total de la población en el Barne (…). El ingreso diario alcanza un promedio de 25 personas (aunque el director del INPEC afirma en entrevista a la periodista Diana Calderón en Hora 20** que reciben entre 30 y 35 internos diarios 900 mes) a quienes “no es posible asignarle lo necesario el primer día, por ejemplo, los 25 de hoy no se les puede asignar nada…” y asegura que adicionalmente tienen  que  recibir  personas detenidas provenientes de otras cárceles del país, que deben cumplir citaciones judiciales en Bogotá”.


Lo cierto es que el INPEC, al parecer, nunca ha sabido con certeza cuantas personas están alojadas en esta cárcel. Por ejemplo, en 2001, señalaba que La Modelo tenía una capacidad para albergar a 3.016 personas y una tasa de hacinamiento equivalente al 59%, la Misión de la ONU comprobó que en septiembre de ese año habían 4.763 personas privadas de la libertad y un índice de hacinamiento del 250%.

Diez años después y con un hacinamiento acumulado del 250% el director del INPEC, General Gustavo Ricaurte, consideró que eso no era cierto, que en La Modelo no había hacinamiento alguno“En términos académicos nosotros podemos decir que en Colombia no existe hacinamiento realmente. Lo que tenemos es una superpoblación. Se podría hablar de hacinamiento en caso que las cárceles llegaran a doblar su capacidad instalada”. (¡?) 

Y lo que piensa el director de La Modelo, coronel Carlos Alberto Murillo Martínez,  no es menos delirante. El considera que “el hacinamiento, de  todos  conocido, obedece a la política criminal y penitenciaria radicada en las altas esferas que componen las tres ramas del poder público de nuestro Estado”. (!?) Lo más grave es que eso puede llegar a ser verdad.


14 años y vamos por más de importoculismo institucional

El uso de la figura del estado de cosas inconstitucional tiene como fin “buscar remedio a situaciones de vulneración de los derechos fundamentales que tengan un carácter general - en tanto que afectan a multitud de personas -, y cuyas causas sean de naturaleza estructural - es decir que, por lo regular, no se originan de manera exclusiva en la autoridad demandada y, por lo tanto, su solución exige la acción mancomunada de distintas entidades”.

En estas condiciones, la Corte consideró en 1998 que, “dado que miles de personas se encuentran en igual situación y que si todas acudieran a la tutela podrían congestionar de manera innecesaria la administración de justicia, lo más indicado es dictar órdenes a las instituciones oficiales competentes con el fin de que pongan en acción sus facultades para eliminar ese estado de cosas inconstitucional”.

Y eso fue lo que se hizo en 1998. En la sentencia del 28 de abril, la Corte Constitucional ORDENÓ a los presidentes del Senado de la República y de la Cámara de Representantes; a los presidentes de la Sala Penal de la Corte Suprema Justicia y de las Salas Administrativa y Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura; al Fiscal General de la Nación; a los gobernadores y los alcaldes; a los presidentes de las Asambleas Departamentales y de los Concejos Distritales y Municipales; y a los personeros municipales solucionar el estado de estado de cosas absolutamente inconstitucionales, aberrantes, indignas, inhumanas en las cárceles colombianas.

Y eso fue lo que se repitió en 2013. La jueza Gloria Guzmán ORDENÓ al director del Establecimiento Carcelario de Bogotá “La Modelo”, al director del INPEC y/o a la Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios, a la  Defensoría del Pueblo, a la Fiscalía General de la Nación, a la Secretaría Distrital de Salud y a los entes de control solucionar el estado de cosas absolutamente inconstitucionales para que la población de La Modelo sea alojada en condiciones dignas, respetados y garantizados sus derechos a la a salud, a la educación, a la intimidad, a la resocialización, en últimas, cumplir con unos requisitos mínimos para ofrecer una vida digna.  

Espejo de la sociedad

Las revelaciones y quejas acumuladas desde los años 90 a hoy sobre las condiciones de vida en las cárceles colombianas hechas por el Observatorio Internacional de Prisiones con sede en Ginebra, organismos internacionales, nacionales, Defensoría del Pueblo, Procuraduría, organismos de derechos humanos, como tampoco los recientes diagnósticos del Centro de Estudios de Derecho, de Justicia y Sociedad “DeJuSticia” y la Universidad de los Andes, y mucho menos las denuncias de los familiares de detenidos o condenados, abogados, defensores, jueces, magistrados y algunos medios de comunicación, han servido de nada para que la sociedad y las instituciones reaccionen.

Durante muchos años, -dijo en 1998 la Corte Constitucional-, “la sociedad y el Estado se han cruzado de brazos frente a esta situación, observando con indiferencia la tragedia diaria de las cárceles, a pesar de que ella representaba día a día la transgresión de la Constitución y de las leyes. Las circunstancias en las que transcurre la vida en las cárceles exigen una pronta solución”.

Pasaron 14 años y el estado de cosas inconstitucional esta más vigente que nunca y aún peor.

¡Fosas comunes!

Si hay algo más aterrador de todo lo espantoso de esta situación es que, además, se insinúe o se compruebe la posibilidad de que existan fosas comunes en La Modelo. 

Según denuncias hechas por internos de La Modelo durante la inspección del caso que adelanto la jueza Guzman, y que incluyen en el expediente, "reclusos integrantes de grupos armados ilegales asesinan y  torturan personas dentro de la cárcel en donde se hallarían enterrados, en fosas comunes, sus restos", investigación que, según lo ordenado por la juez, tuvo que haber realizado ya para esta fecha la Fiscalía General de la Nación.

Seguramente pasarán otros 14 años, o quizás ojalá no ocurra ninguna desgracia como un incendio, un amotinamiento, una protesta... que pueble de cadáveres y de un horror aún más dantesco, para que, de una buena vez, nos miremos en los ojos de los infractores de la Ley, sean estos criminales, corruptos, delincuentes... y pensemos que lo peor que podría pasarnos es estar una sola hora en La Modelo. Situación que parece no importarle absolutamente a nadie.



Todo desborda los límites soportables, morales, humanos. Es imposible no conmoverse, sentir indignación, repulsión, pena. Espejo en lo que se ha convertido la sociedad colombiana: corrupta, inmoral y cínica.

Seguramente, en un año veremos que todo sigue igual. Pasará el tiempo de tres meses determinado por la juez, seguirá aumentando la población en esta cárcel y los titulares de prensa se repetirán. 



* Realicé la entrevista con la jueza Gloria Guzmán Duque en su despacho el 11 de febrero de 2012. 
**La periodista Diana Calderón directora de Caracol Radio y del programa Hora20 realizó una amplia entrevista radial el 7 de febrero con el General Gustavo Ricaurte director del Inpec, que esta colgada en el sitio web de la cadena, junto con el debate desarrollado en el programa Hora20 que recomiendo conocer de manera completa. Pinche sobre la palabra LINK si desea hacerlo. LAS FOTOS de este post fueron proporcionadas por el Juzgado 56 Penal del Circuito de Bogotá (O.I.T.) y forman parte del expediente del caso. Se autoriza su uso citando la fuente antes señalada.