Este es uno de los primero correos que envió Fernando Garavito como aprendiz de la Internet de la mano de Constanza Vieira y Felipe Osorio.
Enero 10, 2003
Apreciados amigos:
No sé si ustedes recuerden que teníamos una cita. Como pretendiente feo en trance de conocer a una muchacha bonita, rompí la barrera del sonido preparando estas listas. Por ahora son apenas tres, las dos primeras de cincuenta nombres cada una y la tercera de trece. Hotmail no recibe sino cincuenta direcciones por grupo. Y en mi archivo tengo todavía 128 mensajes sin contestar, que posiblemente van a formar dos listas y media más. En total, la próxima semana tendremos tal vez cinco listas de 50 nombres. A los que hoy faltan, les remitiré mi artículo antes del miércoles (espero), y les pondré una nueva cita para de hoy en ocho días. Esas 250 personas conformarán nuestra primera base de lectura. A partir de ahí intentaremos todo lo demás, desde la integración de grupos más amplios hasta una página web. Aunque voy rápido, no avanzo tanto como quisiera. De cualquier modo, espero tener con cada corresponsal una relación personal. Más que cuatro o cinco mil nombres anónimos, me importa que seamos amigos y que pensemos, entre todos, cómo aprovechar mejor un universo que nos reunió en torno a un incidente desafortunado. La columna que ahora inicio tiene, y tendrá, mil palabras. La de El Espectador tenía 650. Creo que el número que he escogido permite recitar aquello de “ni tanto que queme el santo, ni tanto que no lo alumbre”. Hay quienes dicen “ni tan poco que no lo alumbre”. Pero suena horrible. Claudia Cadena me pidió que bautizara el archivo de una determinada manera para que lo pudieran leer los usuarios de Macintosh sin los problemas que les acarrea su exclusividad. Traté de hacerlo, sin lograrlo. Tal vez desde la próxima semana entienda de qué se trata, y pueda atender esa instrucción. Constanza Vieira y Felipe trataron de ayudarme a abrir un grupo yahoo. Seguí sus instrucciones hasta que me di, de manos a boca, con la muralla china. Más o menos sentí lo que debieron sentir los mongoles frente a esa otra forma de eternidad. Seguiré intentando vencer esa resistencia. Gabriel Ruiz, Pedro J. García y otros varios (perdónenme. Pero no tuve tiempo de revisar todo el listado) me han ofrecido ayuda para iniciar la página web. Creo que el lunes 20 podremos comenzar en forma esa tarea. Esas son mis noticias. Les agradezco su solidaridad, su amistad, su confianza. Trataré de responderles en la mejor forma posible. Por ahora, siguiendo las instrucciones de Constanza, les enviaré mi artículo por CCO. Ella me indicó qué traducía “Con Copia Oculta”. ¡Por favor! No sé qué hago metido en este mundo, si pertenezco al de los linotipos de plomo derretido. Pero, bueno, buscaré la forma de ponerme al día lo antes posible. Con ese sistema pretendo que la avalancha de propagandas incómodas que circulan por la red no llegue a sus pantallas por culpa mía. A mi turno, les pido que, como ocurrió en las dos últimas semanas, le reenvíen el artículo a todas aquellas personas que ustedes consideren convenientes (e inconvenientes). De esa manera abarcaremos un espectro mucho más amplio que el que yo intuyo. Así se organizaron los Tupamaros, y así lograron desestabilizar a un régimen de oprobio. (Sobra decir que este es un régimen de oprobio).
En fin, ahí vamos. Espero que este artículo coyuntural no se convierta en una directriz de nuestro intercambio. Porque detrás de estos pequeños episodios insignificantes, estamos nosotros, con nuestro deseo legítimo deseo de ver claro.
Un cordial saludo,
Fernando Garavito
P.D. En caso de que alguno de ustedes quiera que su nombre desaparezca de estas listas, le ruego avisarme. Procederé a complacerlo de inmediato.