El extenso artículo que leeran a continuación es un amplio recuento lineal sobre la historia de Gaddafi, y que busca desde la perspectiva del autor, mostrar un poco cual ha sido la trasescena del actual conflicto armado interno en Libia, y lo que es peor, los orígenes de una eventual invasión a Libia y temible guerra en esa región.
El texto original y que hoy aparace publicado en muchos sitios en la Internet, no trae los enlaces que aquí aparecen. Además interesantes, quisé corroborar en otras fuentes el conjunto de datos del relato dada mi inmensa y creciente ignorancia sobre la historia del mundo arabe. Los enlaces los llevarán a distintos documentos, textos de historia, noticias y videos que amplian y explican la información que presneta el autor.
Recibí el link del texto de mi colega Irma Londoño (@irmalon) cuyo titulo original es "El León del Desierto" y cuyo autor Julio César Centeno no conozco, tampoco pude establecer su identidad, oficio y lugar donde se encuentra. El enlace de su nombre es el más cercanamente certero de todos los homonimos que encontré. Tampoco conseguí llegar al sitio de la Revista que lo publica. Las fotos venían con el texto.
No califico ni opino sobre este texto, eso será tarea
de cada uno. Solo puedo decir que amplió mi mirada sobre
esta "lejana" guerra en la que, otra vez, los hombres se empeñan con los
juguetes letales de las armas en nombre de la protección de los Derechos
Humanos. También, es un pequeño aporte para hoy el Día Internacional del Derecho a la Verdad de Violaciones Graves de los DH y de la Dignidad de las Víctimas.
Por último, pese a las muchas y permanentes lecturas, no consigo comprender ¿por qué ya no quieren a Gadaffi si era tan buen amigo y amigo de sus amigos?
El León del Desierto
El coronel Gaddafi nació en una tienda
tribal beduina en 1942. Se graduó de abogado a los 21 años de edad.
Luego estudio en la Real Academia Militar de Sandhurst, Inglaterra, y en
la Academia Militar Helénica de Grecia.
En 1969, a los 27 años de edad, derrocó
al rey Idris, un tirano impuesto por Inglaterra y Francia. Declaró
querer ser “el Che Guevara del oriente medio”. Al año siguiente ordenó
la expulsión de las bases militares extranjeras de territorio libio.
Estableció el llamado “socia-lismo islámico” por medio del cual se
buscaba una democracia directa: el gobierno de las masas a través de
consejos populares y comunas. Se creó así la Gran Yamahiriya Árabe Libia
Popular Socialista.
La Yamahiriya: estado de las masas, es
un híbrido de Islam, socialismo y democracia dire-cta, ideología que
proclama en su Libro Verde. Se estableció un Congreso General del
Pueblo, con Gaddafi como su Secretario General.
Nacionalizó las empresas petroleras y
expulsó a los funcionarios norteamericanos, británicos e italianos que
habían dominado y vejado al país durante décadas. Libia era la sede de
la base militar aérea mas grande de los Estados Unidos en el norte de
África: Wheelus Air Base. El pentágono mantenía una base para el
lanzamiento de misiles a sólo 25 kilómetros de Tripoli.
Nunca se lo perdonaron. Fue
inmediatamente catalogado como enemigo de los Estados Unidos. Libia fue
señalado como un Estado paria por defender su derecho a la
autodeterminación y la autonomía. Las cosas empeoraron aún mas por el
papel protagónico de Gaddafi en el embargo petrolero de 1973 contra los
Estados Unidos y por su cooperación con la Unión Soviética.
Fue un ferviente seguidor del destacado
dirigente egipcio Gamal Abdel Nasser, especialmente en su lucha por la
unión de los pueblos árabes en una gran Nación Árabe. Defendió la
nacionalización del Canal de Suez por parte de Egipto. Firmó con Nasser
la llamada Carta de Trípoli, donde se concretan acuerdos de cooperación
militar, estratégica y económica entre Egipto y Libia.
Con la muerte por envenenamiento de
Nasser en 1970, Gaddafi tomó el liderazgo del panarabismo. Dos años
después se anuncia la creación de la Federación de Repúblicas Árabes,
integrada entonces por Siria, Egipto, Irak y Libia. Fue también uno de
los mas destacados líderes de la Organización de Países No-Alineados.
Gaddafi ha apoyado sin vacilación la
causa Palestina durante décadas. En 1972 anunció que Libia apoyaría,
entrenaría y financiaría a cualquier árabe dispuesto a defender la causa
Palestina. Fue inmediatamente catalogado como “terrorista”.
A partir de entonces llovieron
acusaciones sobre su participación o apoyo en numerosos atentados terroristas en Roma, Viena, Berlín, Chad, Filipinas, Egipto. Se le acusó
de ser el principal punto de apoyo de uno de los terroristas mas
connotados de la época: el venezolano Carlos Illich Ramírez, “El Chacal”. Carlos fue capturado en 1994 y cumple desde entonces una
condena a cadena perpetua en la prisión La Santé de Paris.
Como es costumbre contra cualquier jefe
de Estado que se rebele contra el orden internacional impuesto a los
países en desarrollo después de la segunda guerra mundial, se le acusó
de participación en el narcotráfico, de fomentar el terrorismo, de
desarrollar armas de destrucción masiva, de apoyar a las FARC en
Colombia, al IRA (Ejército Republicano Irlandés), a la ETA en España, a
Hizbolla en Líbano, a Hamas y otros “terroristas” palestinos. El
presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, se refería a él como
“el perro rabioso del desierto”.
El gobierno norteamericano trató varias
veces de derrocarlo. En agosto de 1981 la revista Newsweek dio a conocer
un plan presentado por el director de la CIA al gobierno
norteamericano para asesinar a Gaddafi. Días después dos aviones de
guerra norteamericanos atacaron dos aviones Sukhoi libios en espacio
aéreo libio. Los aviones norteamericanos habían despegado del
portaviones John Kennedy, estacionado frente a las costas libias de mar
mediterráneo.
En 1986 Ronald Reagan ordenó el bombardeo de las principales bases militares y edificios gubernamentales
en las ciudades de Trípoli y Benghazi, en un intento por asesinar a
Gaddafi e incitar la sublevación popular. Los aviones despegaron desde
bases norteamericanas en Inglaterra. En el bombardeo murió una de sus
hijas menores, Jana, y docenas de oficiales de su entorno mas cercano.
El crimen quedó impune.
Libia fue rápidamente convertido en un Estado paria. Durante los siguientes 10 años el coronel Gaddafi se
convirtió en el Osama Bin Laden de la época. Libia fue cercada. Se le
impuso un embargo comercial para forzar el derrocamiento de Gaddafi,
similar al que ha padecido Cuba por mas de 50 años.
Fue acusado de ordenar la colocación de
una bomba en un avión comercial Boeing 747 de la principal línea aérea
de los Estados Unidos para entonces: Pan American. El avión explotó en
el aire en diciembre de 1988 sobre la población de Lockerbie, Escocia.
Murieron 259 personas que viajaban en el avión y 11 ciudadanos de
Lockerbie.
Luego de un largo proceso de
negociación, en 1999 Gaddafi entregó a la justicia escocesa a los dos
ciudadanos libios acusados de haber colocado los explosivos.
En 1997 Nelson Mandela tuvo la valentía
de visitar a Gaddafi en Trípoli, para denunciar la injusticia que se
cometía contra ese pueblo por su rebeldía y su intento de decidir su
propio destino. Mandela sabía por experiencia propia lo que era ser
acusado de crímenes sin que existieran pruebas sobre ellos y sin derecho
a la defensa.
Había sido liberado de la cárcel 7 años
antes, después de 27 años de prisión por su rebeldía ante el régimen
discriminatorio de la población negra de Sur África por parte de una
minoría blanca de origen europeo. Visitó a Gaddafi siendo el primer
presidente de raza negra y el primer presidente electo democráticamente
en Sur África.
Su visita fue seguida por la del
secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, de origen Africano.
Libia aceptó cancelar 2.700 millones de dólares en compensación a
familiares de víctimas de atentados terroristas de los que se acusaba a
ciudadanos libios, aunque sin reconocer culpabilidad de la nación
Libia. Se levantaron las sanciones internacionales que pesaban sobre el
país.
En el 2008 el presidente Bush deja sin
efecto las sanciones unilaterales que había impuesto Estados Unidos
contra Libia, retirándola de la lista de “estados que apoyan el
terrorismo”.
Las transnacionales petroleras se
abalanzaron sobre Libia en busca del control de los gigan-tescos
yacimientos de su codiciado petróleo liviano. Lo mismo hicieron los
perros de la guerra, ofreciendo armas, desde sofisticados aviones de
combate hasta fusiles, ametralladoras y municiones. Muchos se jactaron
de haber finalmente obligado a Gaddafi a ceder en sus posiciones
radicales.
Ese mismo año Gaddafi recibió la visita de Condoleezza Rice, secretaria de Estado del gobierno norteamericano.
Luego desfilaron por Trípoli los jefes de estado de los países que se
proclaman dueños del planeta: el primer ministro británico, Tony Blair,
seguido por su remplazo Gordon Bown, el presidente de Francia, Sarkozy,
el presidente de Rusia, Vladimir Putin. El rey Juan Carlos de España, y
Rodríguez Zapatero se humillaron ante él en el 2009 para venderle 3.500 millones de euros en armas.
Gaddafi
se convirtió en una especie de vedette política en círculos
internacionales. Fue invitado a participar por primera vez en la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde fue recibido por el
presidente Barak Obama. Fue invitado a visitar Francia, Italia y España,
siempre recibido como el “Rey de Reyes” y “el León del Sahara”.
En el 2009 fue electo Secretario General de la Unión Africana. Allí proclamó su determinación a seguir luchando
por el establecimiento de la integración de los países africanos y la
conformación de los Estados Unidos de África. Su discurso en este foro
dejaba en evidencia que sus concepciones radicales y socialista se
mantenían intactas. Los analistas internacionales de las principales
empresas de comunicación concluyeron sin embargo que se trataba solo de
“retórica populista”.
En su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas en el 2009*, Gaddafi dejó claramente definida su
posición. Acusó a Israel del asesinato de John Kennedy; abogó por la
solución del conflicto Israelí-Palestino a través de un estado único. Se
refirió al Consejo de Seguridad como “el Consejo del Terror”; criticó
la validez de la Asamblea General de la ONU por permitir que sus
decisiones sean ignoradas por los países mas poderosos y rompió la Carta
de las Naciones Unidas en el podio de los oradores.
En marzo del 2010 uno de sus ocho hijos,
Hanibal, fue detenido en Suiza acusado de maltrato a dos empleadas
domésticas. Gaddafi suspendió la venta de petróleo y adoptó represalias
económicas y comerciales adicionales contra Suiza, llamó a la guerra
santa contra ese país y declaró que anhelaba que fuera “barrido del
mapa”.
La Unión Europea no se apresuró a
denunciar semejante amenaza, asumiendo una posición diametralmente
opuesta a la tomada contra Irán por presumiblemente aspirar lo mismo
sobre el estado de Israel. Por el contrario, la UE se disculpó
públicamente por haber prohibido a unos ciudadanos libios la entrada a
Europa a raíz del conflicto entre Suiza y Libia.
El comportamiento de Gaddafi ha sido
frecuentemente considerado excéntrico. Cuando visitó la ciudad de Nueva
York para participar en la Asamblea General de las Naciones Unidas
solicitó autorización para colocar su gigantesca carpa beduina en un
parque. Así se hizo.
Reunión G8 |
Armó su carpa en los jardines de la
mansión del millonario Donald Trump. Allí conducía sus negocios y
recibía visitas. Llevó además camellos, para tomar leche fresca al
levantarse. Como es su costumbre, viajó acompañado de docenas de jóvenes
mujeres guardaespaldas, quienes no sólo lo protegen, sino que se
encargan de su cuidado y su alimentación: nunca falta ni el queso de
cabra ni los dátiles.
En una reunión cumbre de la Liga Árabe,
Gaddafi se puso un guante blanco en su mano derecha. Explicó que trataba
de evitar infecciones al estrechar la mano de otros jefes de estado que
pudieran haber tenido contacto con funcionarios israelíes.
Algo similar ocurrió cuando visitó
Paris, por invitación de Nicolás Sarkozy. Fue recibido como un rey. La
visita concluyó con negociaciones para la venta de armas de guerra y la
inversión de empresas francesas en el negocio petrolero libio.
Cuando
viajó a Roma, como invitado de honor de Silvio Berlusconi, colocó su
carpa en un parque en el centro de la ciudad. No llevó los camellos,
sino 200 mujeres guardaespaldas que conforman varios anillos de
seguridad, armadas con Kalashnikovs.
Las mujeres que custodian a Gaddafi son
expertas en artes marciales, en el uso de armas de fuego y de armas
blancas, en pilotear aviones, helicópteros y barcazas; son entrenadas
como francotiradoras, en el manejo de explosivos y en actividades de
espionaje. Berlusconi lo honró con una cena de lujo para 800 personas,
apropiada para un Rey.
A pesar de las atenciones y los halagos
de Berlusconi, Gaddafi fue particularmente severo con sus anfitriones
italianos. Fueron demasiados los crímenes y vejaciones cometidos por
Italia durante su ocupación y colonización de Libia desde 1911 hasta
1943. Cuando Berlusconi menos se lo esperaba, Gaddafi se despojó de su
ropaje beduino y se vistió de militar. Junto a sus condecoraciones
castrenses, se colgó del pecho una fotografía en blanco y negro de 1931.
En la fotografía se encuentra, humillado
y encadenado, el héroe libio Omar Al-Mukhtar, rodeado de sus captores
italianos. Al-Mukhtar liderizó durante veinte años la lucha de los
be-duinos contra la brutal ocupación italiana. Fue para él que se acuñó
el apodo de “el León del Desierto”. Su figura es venerada en Libia. Los
fascistas italianos lo ahorcaron en público a los pocos día después de
haber tomado y divulgado aquella humillante fotografía. Justo an-tes de
morir exclamó: “Sobreviviré a mis verdugos”. Para entonces Italia se
encontraba bajo el dominio de Benito Mussolini.
Cuando le preguntaron porque llevaba esa
fotografía en su pecho, Gaddafi, consciente de que el catolicismo es la
fe predominante en Italia, proclamó en presencia de Berlusconi: “Para
nosotros la imagen de Al-Makhtar es tan sagrada como el crucifijo que
llevan algunos de ustedes en el pecho”
En la lucha por el control del mar de
petróleo liviano bajo el suelo libio, durante la segunda guerra mundial
el país se convirtió en el campo de batalla entre las fuerzas nazis bajo
el mando de Rommel y las fuerzas británicas bajo el mando de
Montgomery. Con la derrota de Italia en la segunda guerra mundial, Libia fue repartida cual trofeo de guerra entre Inglaterra y Francia.
Las continuas luchas de los beduinos por
su independencia condujeron a que en 1951 se declarara una monarquía
bajo el rey Idris, una marioneta al servicio de los europeos. Para el
momento de su independencia Libia no tenia escuelas y contaba con sólo
16 graduados universitarios, formados en el extranjero.
La administración continuó así en manos
de ingleses, franceses e italianos. Todo cambió con la llegada de
Gaddafi al poder en 1969. Los honores y halagos de que era objeto
Gaddafi por parte de los jefes de estado de Europa hasta finales del
2010 cambiaron súbitamente. Sanguinario, loco, tirano, demente,
autócrata, asesino, corrupto, psicópata, perro rabioso. Estos y muchos
otros adjetivos son usados hoy contra Gaddafi. Los medios de
comunicación de todo el mundo, salvo algunas excepciones, se han
ensañado contra su figura. El objetivo parece ser destruirlo ante la
opinión pública internacional. Algo similar le ocurrió a Saddam Hussein
justo ante de la invasión de Irak por parte de fuerzas militares
norteamericanas y británicas en el 2003.
Al mismo tiempo, se teje una red de
“legalidad” para invadir Libia y deponer al déspota. En la ONU se toma la decisión de expulsar a Libia del Consejo de Derechos Humanos,
mientras que la Corte Penal Internacional declara que actuará con
agilidad para condenarlo.
En paralelo se estimula y apoya a
movimientos opositores a Gaddafi para incitar a la rebelión interna, con
el propósito de generar un estado de violencia y caos que contribuya a
justificar la intervención de las grandes potencias para “pacificar al
país y proteger los derechos humanos de sus ciudadanos”.
El objetivo es claro: invadir Libia,
deponer a Gaddafi, tomar control de su codiciada riqueza de petróleo
liviano, tal y como ocurrió con Irak y como trató infructuosamente de
hacerse en Venezuela en el 2002. Tal y como trata de hacerse con Irán y
como años atrás se concretó en Arabia Saudita, Kuwait, Katar y los
Emiratos Árabes. Las siguiente presas serán Algeria, Venezuela e Irán.
El Gadafi que hoy todos condenan fue
recibido y halagado como un gran estadista en la Cumbre del G8 en
Italia, invitado por el presidente Barack Obama. Hace sólo unos meses se
abrazaba con Sarkozy en Paris, con Tony Blair en Trípoli y con
Berlusconi en Roma.
Qué ocurrió para justificar este cambio
tan radical contra Gaddafi? El despertar del pueblo árabe. Protestas
populares por el aumento en el precio de los alimentos y la pobreza
generalizada derrocó en pocos días a Ben Alí en Túnez. Irónicamente,
sólo semanas antes Túnez había sido señalado por Hillary Clinton como el
modelo de democracia a seguir en el medio oriente.
Las protestas se extendieron de
inmediato a Egipto, concluyendo con la remoción del poder de Hosni
Mubarak, un dictador apoyado por Estados Unidos durante 30 años. Mubarak
re-cibía de Estados Unidos mas de 3.000 millones de dólares anuales, la
cooperación mas alta proveniente de Washington después de la otorgada a
su principal aliado de la región: Israel.
Las protestas en Egipto fueron también
inicialmente motivadas por aumentos en los precios de los alimentos, los
insoportables niveles de pobreza en que se encuentra la mayor parte de
la población, la creciente indignación ante la descarada confabulación
de Mubarak con el gobierno de Israel en su criminal opresión al pueblo
palestino, la falta de libertades fundamentales y los grotescos niveles
de corrupción. La fortuna de Hosni Mubarak se estima en 70.000 millones
de dólares.
Mientras el 40% de los 80 millones de
egipcios viven con menos de dos dólares al día. Egip-to mantuvo una
suspensión de los derechos fundamentales de la población durante todo el
período de dominación de Mubarak, a través de una Ley de Emergencia,
con el consenti-miento y apoyo de Estados Unidos.
Las analogías que se han querido trazar
entre las revueltas en Libia con las de Túnez y Egipto lucen ficticias.
En Libia se canalizaron enormes inversiones petroleras para financiar
servicios públicos y gratuitos de salud, educación y vivienda. Se ha
promovido el desarrollo económico y se han reducido sustancialmente las
desigualdades sociales. El índice de desa-rrollo humano es el más alto
de África. Los índices de desempleo son tan bajos que se ha tenido que
facilitar la entrada de cientos de miles de trabajadores de otros
países: Egipto, Túnez, China, Pakistán.
El consejo ejecutivo del Fondo Monetario
Internacional (FMI) elogió recientemente a Libia por su “ambicioso
programa de reformas” y su “fuerte rendimiento macroeconómico y el
progreso en el realce del papel del sector privado”.
En marzo del 2007 Anthony Gidden, asesor
de Tony Blair, publicó un artículo en The Guar-dian en el que afirma:
“Gadafi parece ser genuinamente popular. Libia será en dos o tres
décadas una Noruega del norte de África: próspera, igualitaria y
progresista”.
A diferencia de Túnez o Egipto, Libia es
una potencia petrolera. Produce dos millones de barriles de petróleo
liviano cada día, y su producción puede al menos duplicarse. Sin
embar-go, una buena parte de sus seis millones de habitantes aún se
mantiene en la pobreza.
Gaddafi ha sido criticado por haber
fomentado el regreso de empresas petroleras europeas y su creciente
participación el la actividad petrolera y gasífera. La mayoría de estas
empresas operan desde Benghazi desde donde, coincidencialmente, se formó
el núcleo de la rebelión contra Gaddafi.
También se le ha criticado por haber
contribuido, desde su posición como secretario general de la Unión
Africana, a la consolidación de un acuerdo con la NATO para ampliar sus
operaciones militares en Sudan, Somalia y Etiopía. Ha venido
promoviendo también una tratado de cooperación militar entre la NATO y
la Unión Africana. Organizaciones radicales dentro y fuera de Libia
consideran tales actitudes como traición.
A la cabeza de la insurrección se
encuentra el Frente Nacional para la Salvación de Libia (NFSL por sus
siglas en inglés). Sus líderes son sistemáticamente presentados como los
chicos buenos, en una lucha desigual contra la opresión y la barbarie.
Poco se destaca que el FNSL se creo en 1981 en Sudan, bajo la protección
del coronel Nimieri, un déspota apoyado por Estados Unidos que gobernó
ese desdichado país desde el 77 hasta el 85.
El FNSL realizó su “congreso nacional”
en los Estados Unidos en el 2007, con el patrocinio de la NED. A la
cabeza se encuentra Ibrahim Sahad, quien realiza acusaciones de toda
índole contra el “régimen despótico” de Gaddafi, casi siempre sin
ofrecer prueba alguna al respecto y sin que los entrevistadores o
editores se las soliciten. Sin embargo, sus planteamientos son
transmitidos por las principales agencias de información de todo el
mundo como si fueses ciertas. La misma realidad virtual se divulga como
cierta por internet, facebook, twitter.
Significativo es también que los
rebeldes de Benghazi hayan bajado la bandera verde de la república de
Libia y elevado en su lugar la bandera de tres franjas, roja, blanca y
negra, que se usaba durante la monarquía del rey Idris, impuesta por
Europa en 1951. También ha surgido de la nada un presunto Príncipe
Senussi, “heredero de la corona”.
Fue el rey Idris quien entregó la
soberanía nacional al permitir el uso irrestricto de aire, mar y tierra
por parte de fuerzas militares británicas. Fue el rey Idris quien firmó
el acuerdo para que los Estados Unidos establecieran y administraran sin
restricciones la base militar mas grande de África: Wheelus Air Base,
cerca de Trípoli. El rey Idris firmó además un convenio para exonerar a
Italia de todos los daños que pudieran imputársele como consecuencia de
los 30 años de brutal colonización, permitiendo además que la comunidad
italiana en Trípoli conservara todos sus propiedades, negocios y
privilegios.
Pero la legitimidad o veracidad de los
señalamientos contra Gaddafi parecen irrelevantes. Sirven sólo de
fachada para alcanzar el objetivo estratégico deseado: la ocupación de
Libia.
Paul Wolfowitz, quien sirviera como
subsecretario de defensa de los Estados Unidos y como presidente del
Banco Mundial, arquitecto de la guerra de Irak, publicó una carta
abierta al presidente Obama incitándole a convertir a Libia en “un
protectorado bajo el control de la OTAN”, en nombre de la “comunidad
internacional”.
En su editorial del 23 de Febrero 2011, el Wall Street Journal, vocero de los intereses comerciales de los
Estados Unidos, sentencia: “Estados Unidos y Europa deben ayudar a los
libios a derrocar el régimen de Gaddafi”
Simultáneamente, se moviliza al mar
territorial libio una flota de guerra norteamericana, mientras en
Naciones Unidas y en la Corte Penal Internacional se concreta
apresuradamente el marco legal que justifique la invasión.
El Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas aprobó el 25 de Febrero del 2011 una resolución para que se
investiguen los posibles crímenes contra la humanidad que pudiera haber
cometido Muammar Gaddafi. Pero, sin que tal investigación haya
comenzado, ya Gaddafi ha sido condenado.
Es no sólo irónico, sino hipócrita, que
haya sido justamente los Estados Unidos quienes hayan promovido la
moción para que la ONU eleve el caso de Libia ante la Corte Penal
In-ternacional. Estados Unidos nunca ha reconocido la jurisdicción de
dicha corte. Se opuso además a su creación en 1998, junto con Israel,
Irak y Libia. Tales contradicciones parecen pasar desapercibidas para
los medios transnacionales de la información.
El comandante supremo de la OTAN, Wesley
Clark, ya había señalado hace un par de años que Libia estaba en la
lista oficial del pentágono para ser dominada después de Irak, junto con
Siria y la joya de la corona: Irán.
Si se concreta lo que Fidel Castro ha
llamado “La guerra inevitable de la OTAN”, se desatará un movimiento de
resistencia por todo el mundo Árabe que haga realidad las últimas
palabras del León del Desierto: “Sobreviviré a mis verdugos”.
Julio César CENTENO - Revista INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA Nº Especial. ISSN 1690-4753.
Publicado: 02-03-2011 D.L. pp200302ME1481 © 2011 CIRES .
*El video de este link es de 3 partes. Por favor buscarlas en el mismo lugar.
1 comentario:
Porque en este Mundo Moderno, para las Grandes Potencias, la Violencia es un Negocio y necesitan cambiar de Proveedores de la misma periódicamente. Ayer Ghadafi fue su Joya de la Corona, y hoy es un Simple Paria.
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