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lunes, 4 de junio de 2012

¡Ni una Más! Las mujeres asesinadas en Mayo

"El 25 de mayo de 2000 la periodista Jineth Bedoya  [@jbedoyalima], que en ese entonces trabajaba para El Espectador y hoy lo hace para El Tiempo, fue secuestrada en la Cárcel de La Picota y posteriormente violada sistemáticamente por miembros de grupos paramilitares. El 25 de mayo de 2012 Rosa Elvira Cely, quien trabajaba vendiendo dulces en el Hospital Militar, fue engañada por un par de conocidos quienes luego de invitarla a tomarse unos tragos la torturaron y violaron de formas tan abominables que terminaron por causarle la muerte un par de días después. La primera fue víctima de un siniestro carrusel de vejaciones y torturas con el fin de silenciarla y acallar así la investigación que venía realizando; la segunda fue víctima de un caso atroz de violencia sexual por el simple hecho de ser mujer y haber tenido confianza en "dos amigos de colegio". En ambos casos, ambas mujeres fueron víctimas de la brutalidad de los perpetradores que exacerbaron su sevicia al estar convencidos que las mujeres son "más débiles", menos sujetos de derechos y por ende objetos para el disfrute masculino". Juan Felipe Echeverry.


Como escribió Natalia Springer (@nataliaspringer) "Ella nos expuso a todos como sociedad. A todos, dueños orgullosos de una Constitución magnífica, que solo existe en el papel".

Como existen las mujeres que fueron asesinadas en mayo en los papeles pegados en las cortezas de los árboles de la alameda central y de algunas columnas que van hasta la Torre del Reloj (suizo) del Parque Nacional en Bogotá. Papeles marcados con los nombres de esas anónimas voces que, seguramente, molieron por unos minutos la radio y la televisión y estuvieron en letra del molde de la prensa escrita, pero que hoy solo retienen la memoria de sus deudos. 

Desapercibidos pero juntos fuí leyendo con asombro los nombres de un centenar de mujeres que asomaban en silencio en esos papeles blancos al paso de las miles de personas, mujeres, hombres, niños y niñas que entraban y salían por entre los recodos de caminos y enredaderas de flores más bien marchitas el parque.


Y sí. Como escribió en su Editorial El Espectador "Muy mal anda una sociedad en la que un director técnico de la selección de fútbol golpea a una mujer con la que se toma una bebida, en la que la violencia sexual contra las mujeres es usada como arma en el conflicto, en la que algunos papás o padrastros violan a sus hijas, en la que demasiados hombres llegan a pensar que tienen derecho de desfigurar a las mujeres para siempre con un ácido apenas para mostrar que se es dueño de sus cuerpos. Esa realidad es la que requiere confrontar".


Por eso la protesta en el Parque Nacional Enrique Olaya Herrera no fué solamente para demandar justicia en nombre de la señora Rosa Elvira Cely, sino de todas las mujeres cuyos crimenes aún están impunes. Así se lo gritaron al Ministro de Justicia que estuvo en el lugar: "¿Quiénes somos? Colombianas. ¿Qué queremos? Justicia!"
Solamente en Antioquía en los seis primeros meses de 2012 fueron asesinadas 63 mujeres. No lo sabía. Leí el letrero junto con una mujer policía que estaba parada delante del mismo luego de explicarle que la foto no era de ella. Se conmovió muchísimo cuando lo leyó:
"En el centro de la ciudad de Sincelejo fue capturado el presunto homicida de la joven embarazada asesinada al mediodía del pasado miércoles en el barrio El Salvador de la capital sucreña". Ella descansaba mientras fue apuñalada repetidas veces por su agresor.
En el Parque Nacional también estaban familiares de Carolina Garzón. "Una genuina representante de la juventud inconforme y rebelde colombiana. Llena de sueños y aspiraciones, no se ha limitado a dedicar su energía a objetivos individuales de superación personal, sino que ha tratado de vincular cada actividad de su corta vida a proyectos sociales". Más de un mes desaparecida en Quito pero, entre tanto evento, que tiempo iba a tener nuestra flamante Canciller Holguín (mujer) para ocupar su atención en la desaparecida.

Niñas, jóvencitas, adultas, de Antioquía, Bogotá, Córdoba, Atlántico, el Valle, Huila (de las que se sabe algo), abusadas sexualmente, apuñaladas, asesinadas a bala por conocidos y desconocidos, compañeros sentimentales y patrulleros de la policía, hoy son sólo cifras, números, anónimas mujeres por las que nadie paga recompensa contra sus captores, por quiénes nadie pregunta en las redes sociales, por quiénes los medios de información no desplazan equipos especiales de reporteros investigadores. No son nada. No son nadie.

 

Pero Natalia Springer (@nataliaspringer) tiene razón. Rosa Elvira no murió en vano. Se cercioró, antes de perder la conciencia, de exponer a su asesino, al sistema de "reacción inmediata" que jamás reaccionó, al aparato de salud indecente que estratifica la vida, a la justicia que le garantizó a su asesino la impunidad. Nos expuso a todos como sociedad. A todos, dueños orgullosos de una Constitución magnífica, que solo existe en el papel, pero cuyos fundamentos no son los estándares con los que se legisla, ni los que guían nuestras aspiraciones como sociedad.


 



Más justicia y menos titulares de prensa. Estoy mamada de la guerra. Estoy mamada de la violencia contra nuestros niños y niñas. Estoy mamada de que la respuesta a nuestros problemas sea más cemento, más armas, más balas, más hombres disparando contra otros hombres que no son distintos sino que piensan diferente. Nada más.



Seguramente por las terrible heridas y no propiamente las de su cuerpo sino las de su alma, las de su espiritu, las de su esencia, Rosa Elvira Cely no iba a poder sobrevivir. Sinembargo, como lo señala Natalia Springer, el sistema de "reacción inmediata" jamás reaccionó, el aparato de salud indecente estratificó su vida, y la justicia, de antes, ya le había garantizado a su asesino la impunidad. 
"Auxilio, me estoy muriendo'" Tras el contacto que hizo Rosa con la línea 123, un teniente de la Policía de Chapinero llamó a la víctima al celular. Esta es la reconstrucción del diálogo, según el relato del oficial:
5:10 a.m.: Rosa contesta: "Auxilio, auxilio... me estoy muriendo". El policía le dice que la están buscando. Rosa afirma que no se puede mover y cuelga.
5:15 a.m.: El teniente vuelve a marcarle y le pide que lo deje oír el ambiente, para tratar de identificar el lugar. La mujer cuelga.
5:25 a.m.: El policía llama de nuevo. Rosa le dice: "Hay un barranco, veo muchos árboles". El teniente le pregunta si hay agua cerca. "Sí, sí, veo agua", responde ella. Con base en lo que ella le ha contado sobre los últimos sitios conocidos que vio, el hombre deduce que es el río Arzobispo.
5:45 a.m.: El teniente intenta que la víctima siga hablando. "No, yo me estoy muriendo", dice Rosa. Cinco minutos después, es hallada por un patrullero".

Policías y bomberos creyeron que habían salvado su vida cuando la encontraron. Pero el servicio 1,2,3 nunca llegó al lugar cerca al río/canal Arzobismo del Parque Nacional, según lo informaron a Noticias Uno los mismos policías que acudieron al rescate. ¿Por qué no llevaron a #RosaElviraCely a la Clínica San Ignacio o el Hospital Militar que estaban más cerca? La decisión fue otra. Ir al Santa Clara 25 minutos más lejos. Un manto de duda hay sobre el servicio de ambulancia de la administración distrital de Bogotá.

Mientras el Alcalde de Bogotá Gustavo Petro (ver ninuto 6:50) "no le cabe la menor duda de que hubo negligencia al momento de atender a la Sra. Rosa Elvira Cely", otra cosa piensa el Secretario de Salud quien insiste en todo lo contrario como lo declaró en entrevista que le hice en el Plantón ¡Ni una Más!.


"El 25 de mayo del 2000 y del 2012 serán recordados por muchos como días siniestros para la vida de dos mujeres, mujeres que pudieron haber sido su hermana, su mamá, su hija, la madre, la hermana o la hija de los perpetradores, mujeres con los mismos derechos de todos y todas. En un país como el nuestro, que le encanta llenar su calendario de fechas especiales, de días conmemorativos, no estaría de más que el 25 de mayo, en el que por una macabra coincidencia dos mujeres entre muchas fueron violentadas, se conmemorará el Día de la No violencia sexual, un día para decir Ni Una Más, un Día para decir basta de este flagelo. Mientras esta conmemoración se dé, es importante que el 3 de junio todos y todas sentemos nuestra voz de protesta en el Parque Nacional y que el eco se haga en todos los pueblos, campos y ciudades por la memoria de los cientos de casos que no se conocen y tal vez nunca se conocerán". Juan Felipe Echeverry.



 
El caso de Rosa Elvira Cely, asesinada brutalmente en perimetro urbano de Bogotá (a pocas calles de algunos medios de información y alcance financiero de sus beneficiosas posibilidades), no ha sido el único caso reciente de empalamiento. Las declaraciones de los paramilitares en Justicia y Paz han dejado ver que este deleznable método ha sido arma de los grupos armados. 

"Cada hora seis mujeres son objeto de algún tipo de abuso, agresión o violencia sexual en zonas de conflicto. La cifra es escandalosa, y más aún si se considera que existe un subregistro importante porque muchas mujeres no denuncian el hecho ante las autoridades por múltiples y compresibles razones, entre ellas a causa del miedo a sufrir represalias o a ser estigmatizadas, y otras víctimas de estas agresiones, son luego asesinadas y desaparecidas (...)". Un crimen de lesa humanidad invisibilizado.

"La violencia sexual se ha convertido en Colombia en un arma de guerra que ha sido -y sigue- siendo empleada por los distintos actores del conflicto armado sin que, pese a dimensión del problema, se hayan emprendido las debidas acciones para contrarrestar este grave delito, proteger a las mujeres y sancionar a sus responsables. Mujeres y niñas han sido convertidas en botines de guerra ante la mirada indiferente tanto de autoridades como de la misma sociedad. El tema no es nuevo por supuesto, ni es exclusivo de Colombia. Que las mujeres sean víctimas de violencias sexuales cometidas durante los conflictos armados no es ninguna novedad para nadie, menos aún para los poderes estatales y los organismos encargados de impartir justicia".
 
Quizás no solo sea gritando como lo hicimos ayer ¡Ni una más! como detengamos esta barbarie de dolor inmenso y sea un primer paso hacia cambiar nuestra mentalidad hacia una sociedad realmente igualitaria y respetuosa como señala el editorialista de El Espectador. 

Ayer quedé con la sensación (¿ilusión?) que si existe alguna fuerza vital y convicción sentipensante en el universo que movilice esta transformación sin mayor demora o dilación es la fuerza de las mujeres. No todo está perdido, ayer fuimos a entregar el corazón.


Antanas Mockus también acompañó a las mujeres para rendir homenaje a Rosa Elvira Cely. Pocos como él comprenden que La Vida es Sagrada. Foto tomada y prestada por Andrés Monroy Gómez.

Si utiliza alguna foto de este Post y del Blog debe indicar el siguiente crédito: "Foto(s) by Bunkerglo/Gloria Ortega Pérez http://somossentipensantes.blogspot.com". La autora comparte su obra exclusivamente en medios digitales. No autoriza la reproducción parcial o total de los materiales (fotos y textos) en ningún medio impreso sin expresa autorización de su propietaria. Derechos protegidos por CC Creative Commons.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

?????? "la glicemia es normal?????? que es lo que dice el secretario de Salud?, le aclanzaron a hacer un examen de glicemia en el parque Nacional!!, que horrorr!! ya no saben que decir!!! que indignación!!1

Investigador Manuel Velandia dijo...

Se aprende a amar, pero también aprendemos el rechazo y la más peligrosa de las emociones, la indiferencia. Cuando a un animal en proceso de aprendizaje, mediante la información y la comunicación, se le enseña algo que le ayuda a conocer el entorno, también sucede algo —hay un cambio— en las neuronas del cerebro o en su red de sinapsis. Es decir que se produce un cambio físico en la estructura del cerebro. Es entonces cuando se modula el cerebro social y se establecen tanto la forma como los recursos emocionales de una persona. Es genético, sí; pero no únicamente.
La cultura y la sociedad juegan un papel determinante en nuestro emocionar, por ello para algunos los asesinatos de mujeres se explican, se sienten desde el amor y se lucha por ellos, pero para muchos humanos la indiferencia es el motor emocional de sus acciones.
El rechazo como emoción constituye el dominio de acciones de negación recíproca. Los humanos no somos “adictos” al rechazo porque este afecta la armonía biológica de nuestro vivir cotidiano de la cooperación y nos conduce a la desatención, posibilitando la competencia. En el rechazo tan solo son posibles los vínculos negativos que como resultado imposibilitan la cooperación, colaboración, contribución, asistencia, ayuda, auxilio, apoyo, socorro, sufragio o la subvención de la que pueden ser objeto las demás personas. En el rechazo el otro no se acepta, asume y vivencia como auténtico otro.
En la emoción del rechazo, algunos la llaman del odio, se dificulta la armonía y la sintonía emocional y como consecuencia de su carencia se presentan trastornos físicos, emocionales, en los aprendizaje, etc.; sin aceptación del otro en la convivencia no hay “fenómeno social”; no hay solidaridad ni nada que compartir. Rechazar tiene que ver con negarse a ver, a oír y a estar presente, pero también con denunciar, no callar y actuar, incluso con violencia.
Con esta emoción la persona no siente inclinación ni rechazo hacia otro ser humano. Al mostrarse indiferente, el sujeto se vuelve apático hacia este. Debería ser vista como un problema social, pues la persona se siente insensible o fría como si tuviera las emociones o los sentimientos anestesiados, por ello, no pueden mostrar respeto ni solidaridad, como tampoco interés en las creencias y motivaciones de las otras personas ante quienes emerge la indiferencia, pues, en última instancia, se hace una negación del ser.
En la indiferencia se suele mostrar frialdad y/o displicencia por las ideas, emociones y acciones expresadas por las personas ante quienes emerge esta emoción. Se siente desagrado o indiferencia en el trato y desaliento ante la posibilidad de la realización de una acción conjunta, por dudar de su bondad o de su éxito. Ante la persona que logra que emerja en nosotros la emoción de la indiferencia, surge aquello que conocemos como la “falta de calor humano”, dado que despierta en el ser desinterés, apatía, desapego y desamor.
En la emoción de la indiferencia el otro no es un auténtico otro; simplemente no existe para nosotros porque nuestro cerebro no logra ubicarlo en cuanto no evidencia en él recuerdos que le ubiquen como alguien a quien amar o rechazar.
La indiferencia es la más peligrosa de las emociones pues afecta la construcción de la convivencia en la emoción, porque cuando los otros seres nos son indiferentes, ellos “no existen” como seres reales con quienes se pueda construir.
Lo peligroso está en que somos una cultura en la que la indiferencia frente al dolor humano y las necesidades del otro, es vivida por una enorme mayoría de seres humanos.
Las mujeres y los maestros que continuamos su labor educativa podemos transformar la realidad, lograr que los niños y niñas descubran a todos los otros como auténticos otros; solo así será posible la convivencia solidaria y democrática.
Necesitamos mucho más amor. Quienes fuimos educados en el amor y podemos expresarlo tenemos que seguir trabajando para que el amor se aprenda, se viva y se enseñe. Solo en el amor la vida del otro es tan importante como la propia vida.

dcondeminas dijo...

Desde la consternación de tantas muertes, y de la emoción que provoca este nuevo artículo de Gloria Ortega, me permito apuntar dos ideas más para combatir este gravísimo problema desde una decidida intervención de los media:

Primero, que siendo un problema de toda la sociedad, no solo de las mujeres, los hombres tienen un papel fundamental en su resolución que deben jugar; comenzando por la impugnación de los supuestos valores de masculinidad que pretenden justificar las actitudes machistas. Y en este proceso que cambio de valores, el compromiso de hombres famosos o populares, cuestionando públicamente estas actitudes, puede ser un instrumento social muy poderoso.
Segundo, no sólo la escuela, sinó los medios de comunicación, en tanto que potentísimos prescriptores de conductas sociales, pueden hacer mucho; promocionando una sexualidad responsable, basada en el respeto a la mujer y la libertad de las personas.
¿Como? Aquí no hablamos de campañas institucionales (que también ayudan) sino de interiorizar estas dos estrategias en la programación televisiva y radiofónica... y maneras hay muchas, que van más allá de los noticieros y documentales.
Ojalá estas modestas reflexiones puedan ser útiles.

Anónimo dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Anónimo dijo...

Me Encanta Este Post :)

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