Bandera de Colombia intervenida por Manuel Velandia. |
Es muy grave que una persona, cualquier que sea, promueva la violencia, y más si se trata de un ex gobernante, dice Rubén Darío Gómez-Arias en una carta que escribió a sus alumnos y profesores de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia, al comentar una reciente conferencia del expresidente colombiano Álvaro Uribe Vélez.
Ignoro como la entregó a sus destinatarios, pero hoy la recibí del economista y analista colombiano radicado en NY Luis Javier Mejía.
El breve texto del profesor y phd en salud pública Gómez-Arias es una reflexión clara y sincera sobre el deterioro moral de la academia, ergo, la educación colombiana. La publico integramente.
Apreciados profesores y estudiantes de la Facultad.
Ayer vimos por televisión al ex presidente Uribe confesando con orgullo
en una Universidad de Medellín que no pudo cumplir su propósito violento en un
país vecino por falta de tiempo…. Violencia contra violencia para que no se
rompa la cadena…
Vimos también, a los participantes en el recinto académico prorrumpir
en aplausos ante su comentario…
Tal vez quienes aplaudieron no tuvieron en cuenta los muertos de uno y
otro país que se hubieran requerido para que Uribe, en caso de haber tenido
tiempo, lograra su cometido… O tal vez
pensaron que esta vez, como otras tantas
en los últimos años, serían otras madres,
otras esposas y otros huérfanos quienes harían el aporte generoso de más
muertos para la guerra…
Es muy grave que una persona, cualquier que sea, promueva la violencia,
y más si se trata de un ex gobernante.
Pero igualmente grave es que la academia aplauda estas iniciativas.
La situación de ayer puede recordarnos la ya legendaria posición de
Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936. Se
celebraba el día de la raza en un momento cuando el fascismo se extendía por
Europa y España, y entre los discursos oficiales “José María Pemán acusaba a
Vascos y Catalanes de ser “cánceres en el cuerpo de la nación”; su discurso
alentaba a que “el fascismo, que es el sanador de España, sabrá como
exterminarlas, cortándolas en carne viva”… En ese momento, alguien en la platea
gritó el necrofílico lema de “¡Viva la muerte!” y el general Millán-Astray, que
había perdido un ojo y un brazo en la guerra de Marruecos, comenzó con los
“España…Una. España… Grande. España… Libre”. La universidad se había
convertido, entonces, en el templo de intolerancia y el fanatismo. Unamuno se
levantó y pronunció uno de los discursos más conmovedores -por su bizarría y
belleza- del siglo XX:
"Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy
incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir,
porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia… Acabo de oír el
necrófilo e insensato grito de ‘¡Viva la muerte!’, y yo, que he pasado mi vida
componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían,
he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece
repelente. El general Millán-Astray es un inválido. No es preciso que digamos
esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes.
Pero, desgraciadamente, en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si
Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el
general Millán-Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un
mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que
encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su
alrededor".
Millán-Astray lo interrumpe exaltado y brama: “¡Muera la inteligencia!
¡Viva la muerte!”, y la multitud lo aclama. Pemán, alza la voz y agrega: “¡No!
¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!”. Unamuno, entonces,
imperturbable, con la parsimonia de un hombre que sabe que está pronunciando un
“no” único, que protagoniza un momento irrevocable para el destino de toda la
humanidad, un instante sublime de la Historia, que está construyendo con sus
actos la verdad poética de que la razón vence a la fuerza, concluye:
“Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote.
Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza
bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir
necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil
el pediros que penséis en España. He dicho”.
Unamuno debió salir acompañado por Carmen Polo Martínez Valdez -la
mismísima mujer de Franco- para que los fascistas no lo lincharan en la sala de
la universidad.”
La oposición de la razón frente a la barbarie, fue la actitud de la
Universidad de otro tiempo, que se consideraban a sí mismas la salvaguardia del
conocimiento y la ética… muy diferente a la
Universidad de hoy atrapada en la rentabilidad de los contratos, las
innovaciones al servicio de la empresa y la lisonja al gobernante de turno.
Mantenemos ante la sociedad una imagen de respeto, reflexión e
independencia que cada vez se aleja más en el tiempo…Pero al interior de
nuestros claustros, el aplauso de unos y el silencio de otros frente a la
necrofilia y sus adeptos muestra el deterioro moral de la academia y de quienes
la gobiernan…
Alguno dirá que es la Universidad que nos merecemos…
Eso podrá ser cierto el día en que la academia guarde silencio…. Pero
no mientras existan profesores y estudiantes que no se queden callados.
Un abrazo
El Espectador publicó en su edición impresa (agosto 18 de 2012) bajo ese titulo un análisis invitando para ello a algunos estudiosos del que me he pemitido sacar el siguiente estracto.
"Sobre la conferencia “Liderazgo”, Adolfo Maya, sociólogo y magíster
en Ciencias Políticas, explica: “Experiencias de este tipo en otros
ámbitos de la historia contemporánea en donde los jóvenes fueron
cautivos de un discurso han terminado siendo el referente de la tragedia
y el horror de la humanidad en los tiempos modernos. El discurso
desarrollado invoca el poder de la persona del presidente y no la
confianza ciudadana en la institución de la Presidencia. Allí no puede
uno advertir un debate serio, ponderado y abierto. Todo lo contrario: se
desdice de la política en tanto que no hay discusión sino un monólogo.
Monólogo de un revelado y portador de la verdad absoluta”.
Del
papel que deben cumplir las instituciones educativas, agrega: “No es
formativo y conveniente en los procesos de formación de los jóvenes que
los colegios pierdan su neutralidad cognitiva y ética, dejando que ellos
sean cautivos o rehenes de este tipo de política por la ausencia de una
formación crítica y holística. Uribe Vélez es un portador de un
discurso populista en donde la actitud y la relación coloquial es una
estrategia de persuasión y no una disposición humana y democrática que
se corrobore con los actos y las decisiones”.
De la conferencia
“Liderazgo” en particular, analiza: “Está llena de trampas, ficciones,
imprecisiones y saltos históricos que no se compadecen con un
planteamiento serio, desapasionado y coherente. Creo que el expresidente
hace uso de una posición dominante y por ello incurre con la
complacencia de algunos sectores o personas en ser un oportunista,
contrario a la axiología de un líder que es la de ser oportuno. Uribe
manipula la historia política de nuestro país, la acomoda a su
percepción de la política, sacrifica el rigor”.
Y concluye: “Desde
una posición ética, podríamos decir que la política, en el juego de
relaciones entre medios y fines, nos permite apostar por qué en un
colegio la formación de adolecentes (que adolecen), se imparte desde la
premisa de que ningún fin justifica cualquier medio”.
“A medida
que se acerca el debate electoral, los colegios deberían prohibir este
tipo de conferencias”, afirma por su parte Alejandro Gaviria, decano de
Economía de la Universidad de los Andes. (De hecho, esa institución
académica no permite eventos políticos).
Gustavo Duncan, profesor
universitario y PhD en Ciencias Políticas, piensa que no habría
inconveniente con estas charlas en colegios si se considera que “estén
restringidas a alumnos de décimo y undécimo; que exista pluralismo (si
un colegio acepta un político, debe aceptar las charlas de las demás
vertientes ideológicas en una misma proporción); que no se inciten
sectarismos ni tendencias antidemocráticas; y que el colegio no se
convierta en un espacio de proselitismo”.
Quedan varios
interrogantes para resolver en comunidad. En el ámbito público: ¿Es
conveniente convertir el espacio escolar en escenario político? ¿Puede
un líder hablar de política en colegios, sin interlocutor y sin hacer
parte de una programación pluralista de cátedra para la democracia? ¿Un
joven colegial cuenta con la suficiente capacidad argumentativa y bagaje
teórico para decantar un discurso aislado? ¿Es honesto presentar a
Álvaro Uribe Vélez ante los estudiantes como un “líder que habla de
liderazgo” y no en su calidad de líder del Puro Centro Democrático?".
2 comentarios:
La violencia será desechada de la humanidad el día que entendamos que la lección aprendida no debe repetirse, que los líderes deben propender por ideales generales y no particulares y que las armas solo sirven para causar daño, ya sea propio o ajeno...
Así es.
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