Para desarmar la palabra es el resultado de una cuidadosa investigación entre los periodistas responsables, desde sus medios de información, de hacer la cobertura informativa del conflicto armado interno desde distintos lugares del territorio colombiano.
Con el acervo
informativo de más de 250 entrevistas a profundidad con periodistas, Medios
para la Paz (MPP) consiguió identificar una necesidad y producir sin duda una
de las herramientas más poderosas e importantes en la labor periodística: "Para desarmar la palabra". Un
esfuerzo colectivo que tomó tiempo y que, cada día, cobra mayor vigencia en el
periodismo colombiano.
En su primera edición (1999) el diccionario incluyó 600 términos y en su segunda (2005) mejorada corregida y aumentada ( y de la que fui Co-coordinadora junto con la periodista Gloria Moreno de Castro), el Diccionario Para Desarmar la Palabra recoge cerca de 1,000 términos alusivos al conflicto armado que con frecuencia son mal utilizados o son confundidos por las fuentes y periodistas, originando con ello desinformación y haciendo imposible la comprensión de la gente de sus realidades.
Los autores
del diccionario fueron los miembros de MPP Germán Castro Caycedo (periodista),
Arturo Guerrero (filósofo y periodista), Andrés Restrepo (PhD en historia y
periodista) y Darío Villamizar (politólogo y escritor).
“No es un simple glosario para satisfacción de eruditos, sino un instrumento
de periodistas para periodistas, gracias al cual los profesionales del oficio
más bello consigan dos premios: la precisión, que engendra la claridad y el
sentido; y la gracia, que produce la fluidez, la revelación, la eficacia.
Precisión y gracia pueden convertirse en el aporte fundamental de la prensa
hacia el descrédito de la guerra, hacia la exaltación del pan de la paz”,
escribe Arturo Guerrero en el prólogo del libro.
Un motor de
inspiración de este diccionario fue William Ospina cuya reflexión fue un faro
de luz constante: “El lenguaje puede ser un arma. Puede servir para serenar o
para intranquilizar, para explicar o para confundir, para acusar o para
absolver, para investigar o para distraer”.
Y es que, como dice Arturo Guerrero, “desarmar la palabra equivale a proscribir el enmascaramiento y el embuste, y a propiciar una luz sobre la voz inocente de las mayorías (…) Acertar con la palabra indispensable para nombrar cada situación es una proeza que requiere destreza. Sobre todo si se tiene en cuenta que el bosque de las palabras es penumbroso, pues el lenguaje más que una matemática es un embrujo (...)”
Prosigue Guerrero: “No es lo mismo, por tanto, hablar de bandolero o guerrillero, de chulo o de soldado, de cuadrilla o de frente, de dar de baja o de asesinar, de retención o de secuestro, de terrorismo o de acto de terror, de desplazado o de persona en situación de desplazamiento, de autodefensa o de paramilitar, de muñeco o de cadáver, de niña o de ametralladora, de minas quiebrapatas o de minas antipersonal, de pescas milagrosas o de retenes ilegales…)”.
Las piezas del
texto periodístico, explica Guerrero, el párrafo de entrada, el cuerpo, el
final, el título, el sumario, los destacados, los intertítulos, son unidades de
sentido bien caracterizadas que contribuyen, cada una en su rol, a que la
información sea un potente conjunto de argumentación o de tensión dramática o
de contundencia sensitiva. Pero la mejor arquitectura narrativa –puntualiza Guerrero-,
naufragaría de faltar los vocablos puntuales, las certeras palabras
imprescindibles.
No sé en qué momento dejó de ser importante para los medios de información el conflicto armado interno. Lo cierto es que el mismo no ha terminado, sigue vigente en su crueldad y luto. Sin embargo, ahora y como siempre es urgente que los periodistas tengan a mano esta herramienta.
El diccionario
Para desarmar la palabra es “un dispositivo de inteligencia para el gremio de
los periodistas en un país y en un mundo signados por las armas. Armas y
municiones que no se rendirán para fundirse en esculturas, si antes no dejan de
ser tormentos de las mentes. Mentes que no pasarán de ser pacíficas, si no se
desarman las palabras”, advierte Arturo Guerrero.
La desaparecida Medios para la Paz* surgió en
marzo 1998 y se extinguió en marzo de 2012. Doce años de un trabajo genuino de
cara a la responsabilidad del periodismo ante la sociedad. Lo que buscaba era
generar un mejoramiento continuo en la calidad de la información periodística
en el cubrimiento del conflicto armado colombiano.
Fui Miembro de la Corporación y también su directora, algunas veces por encargo y una más en propiedad (2005 - 2007). Nos ocupamos en desarrollar proyectos en formación y producción de herramientas periodísticas que fueron proporcionadas a los periodistas en medios de información en más de 2000 talleres de capacitación, seminarios, cursos y diplomados especializados.
La meta, además, era transformar el discurso haciendo un uso preciso y claro del lenguaje, desarmar la palabra y proporcionar contenidos que permitiera que entendiéramos de que se informaba cuando se hablaba del conflicto armado. En últimas, hacer de la palabra un instrumento de paz y no de conflicto.
Los retos no
eran pocos y lo que era peor no eran conocidos por ninguno. Empezando por
conocer, administrar y dirigir una organización de periodistas para periodistas
sin ser gremial.
Gloria Moreno de Castro consiguió convocar a los periodistas en Bogotá que comprendíamos y apoyábamos un proyecto de esta naturaleza. Mucho tiempo como directora en propiedad y otras en la sombra, siempre estuvo presente en el destino de una organización a la que la venció la carencia de recursos, pero también de algún modo, un tanto de miopía ante la necesidad de adecuarse a las necesidades y demandas que, en todos los frentes, tenía la profesión y ejercer el periodismo en Colombia.
Sin embargo, la historia del periodismo en Colombia debe registrar esta gesta de acción y pasión por hacer de la actividad periodística en el país, un ejercicio que respondiera a las necesidades de una sociedad que vive debatiéndose por entender y tener una postura sobre su realidad.
Gloria Moreno de Castro consiguió convocar a los periodistas en Bogotá que comprendíamos y apoyábamos un proyecto de esta naturaleza. Mucho tiempo como directora en propiedad y otras en la sombra, siempre estuvo presente en el destino de una organización a la que la venció la carencia de recursos, pero también de algún modo, un tanto de miopía ante la necesidad de adecuarse a las necesidades y demandas que, en todos los frentes, tenía la profesión y ejercer el periodismo en Colombia.
Sin embargo, la historia del periodismo en Colombia debe registrar esta gesta de acción y pasión por hacer de la actividad periodística en el país, un ejercicio que respondiera a las necesidades de una sociedad que vive debatiéndose por entender y tener una postura sobre su realidad.
Empezaron 7 periodistas y terminamos siendo 80 nucledos bajo un mismo propósito. Unos 15 de este grupo se formaron como formadores, pues todos los procesos de
capacitación (talleres, seminarios, cursos y hasta un Diplomado) se hacía entre
pares: de periodistas a periodistas.
Historia de Colombia, historia del conflicto armado interno nacional, el de muchos otros países, DDHH, DIH, desplazamiento forzado interno, todos los actores armados del presente como Farc-Paramilitarismo, EP, ELN y del pasado también como el M-19 y algunos más, eran las materias de estudio y formación de miles (quizás un poco más de 2000) periodistas a lo ancho y largo de la geografía nacional que, por lo menos, una vez, participaron en alguno de los ejercicios de reflexión, formación y capacitación.
Historia de Colombia, historia del conflicto armado interno nacional, el de muchos otros países, DDHH, DIH, desplazamiento forzado interno, todos los actores armados del presente como Farc-Paramilitarismo, EP, ELN y del pasado también como el M-19 y algunos más, eran las materias de estudio y formación de miles (quizás un poco más de 2000) periodistas a lo ancho y largo de la geografía nacional que, por lo menos, una vez, participaron en alguno de los ejercicios de reflexión, formación y capacitación.
Los periodistas
talleristas (fui formada, no formadora) estuvieron en Bogotá, Bucaramanga,
Barrancabermeja, Barranquilla, Leticia, Quibdó, Cúcuta, Cali, Medellín,
Popayán, Neiva, Pasto, Arauca, Florencia, Montería... mirándose en el espejo,
autocriticándose, analizando y conociendo las muchas de las posibilidades de
informar, los géneros periodísticos para hacerlo y, también, la forma de
proteger la información y protegerse ellos mismos.
El período de
mayor concentración y cobertura de las actividades de MPP coincide con el
tiempo de gobierno de AUV, así que debo decir también que no fue fácil. Por un
lado, un Presidente que negó durante su segundo periodo de gobierno la
existencia del conflicto armado interno; a su vez, medios de información que
sin análisis alguno aceptaron esta perspectiva gubernamental (lo que contribuyó
a que se dejará de cubrir el conflicto armado), y la enorme presión del
gobierno sobre las organizaciones de cooperación internacional (siempre
donantes o socios de las iniciativas de MPP), hicieron que, igualmente, cada
año fuera más difícil sostener el proyecto y a la Corporación misma.
Además del Diccionario, en su corta vida MPP recibió dos reconocimientos internacionales: el Premio Brajnovic de Comunicación (2002) y el Premio a la Libertad de Expresión Casa América Catalunya (2006).
Nota. La historia de MPP la iré aumentando y corrigiendo. Lo que aquí
escribo es apenas un bosquejo.