Texto publicado por el heraldo y escrito POR RENATA CABRALES @CABRALITA - JEFA DE REDACCIÓN DIGITAL
Gloria Ortega, periodista y amiga desde hace 30 años del escritor chocoano, recuerda cómo empezó a despedirse de sus amigos.
Óscar empezó a despedirse de sus amigos y de su familia de a poco. Se fue a su manera, lejos de cualquier posibilidad artificial que lo mantuviera con vida. No quería terminar conectado a un respirador de forma indefinida o ser objeto de una traqueotomía, un procedimiento quirúrgico que permite crear una abertura a través del cuello para poder respirar. Salió de la unidad de cuidados intensivos para despedirse rodeado de amor y afecto. Así lo recuerda su amiga desde hace 30 años, la periodista Gloria Ortega.
“Nos vemos en estos días. Si cambias de habitación nos avisas”. Esas palabras fueron quizá las últimas que intercambió con el escritor Óscar Collazos. El pasado martes, Gloria, el poeta Jotamario Arbeláez y el escritor Guido Tamayo tomaron conciencia y llegaron a la conclusión de que les estaba diciendo adiós, un pensamiento que selló un abrazo.
“Mi relación con él no dejó de ser fresca, espontánea, no hubo conmiseración", recuerda Gloria, una de sus primeras guías en el mundo de Twitter. La prueba de que seguía siendo el mismo dicharachero de siempre son los últimos trinos que escribió, “con el arrojo que los escribió”, caracteres en los que le pidió a Juan Gossaín no matarlo antes de tiempo: “No mates al perro que todavía ladra”, una fuerza que se siente al leer su última columna en El Universal. “En la bella y castigada Cartagena no se inscriben proyectos de ciudad sino ambiciones personales, de familias políticas o de partidos”.
Parece que fue ayer cuando Gloria lo conoció, recién desempacado de Barcelona, y cuando lo fue a visitar a Cartagena la primera semana de febrero de este año y confirmó que ambos estaban felices de reencontrarse físicamente. Fue la semana en la que usando su columna en EL TIEMPO, Óscar Collazos le escribió desde su apartamento en El Cabrero una carta abierta al doctor Rodolfo Llinás pidiéndole respuestas sobre la enfermedad que también aqueja al científico Stephen Hawking, ELA, y que poco a poco fue atrofiando sus músculos hasta que no pudo hablar más.
Óscar recibió a Gloria en Cartagena con total disposición. “Para mí fue muy fuerte verlo en ese estado. Había perdido mucho peso. Ver a una persona de palabra sin posibilidad de hablar...”. Pero sus pensamientos seguían siendo los mismos: conscientes, brillantes, llenos de humor, sarcásticos y claros. Para esos días el escritor chocoano“hablaba” a través de un programa que su hija Laia le instaló en la tableta y que amplificaba con un parlante. “Tenía voz de charro mexicano”, recuerda entre risas su amiga de los años ochenta. En esa ocasión recordaron a viejos amigos, hablaron del país, los problemas, las libertades y los deseos inagotables de Óscar de que el proceso de paz saliera adelante.
Luchador
“Fue muy consciente de lo que le estaba pasando. Pese a que sabía que no mejoraría, nunca sintió autocompasión. Jamás lo sentí o vi triste. Siempre estuvo dispuesto, afectuoso, interesado por el otro”, recuerda quien también fuera su cuidadora en varias ocasiones durante sus días en una clínica de Bogotá. Un día convirtieron la habitación de Óscar en un “rumbiadero” por cuenta de la visita de su tío Hansel Camacho Santos, el autor de una de las canciones salseras más románticas de Colombia: Verdades. “Quiéreme con verdades, de esa manera se quiere de veras , porque al amor no se le puede mentir, una mentira lo hace sufrir”.
“¿Quién iba a pensar que un mulato, chocoano como yo, iba a ser tío de un blanco con ojos claros?", cuenta Hansel, quien siempre tuvo una gran relación con el escritor oriundo de Bahía Solano, donde viven orgullosos de un “grande" como su sobrino y donde serán llevadas las cenizas del escritor, como él mismo lo pidió.
Gloria recuerda ese encuentro con una emoción al límite. Ella no tenía idea alguna de que Hansel fuera tío de Óscar. “Cantamos, Óscar puso los videos de Hansel en Youtube. Fue una gran tertulia, hablamos de literatura, de música, del proceso de escribir una canción. Fue una conversación absolutamente inteligente”. Les faltó ir por el hielo y media de ron. Ese día Hansel “desmadejó la madeja” y juntos, escritor y cantante, recordaron como por las “sinvergüenzuras de Francisco, el abuelo”, Óscar terminó teniendo un tío mucho menor que él. Hansel le prometió llevar la guitarra la próxima vez. El cantante le cumplió ayer cantándole Sin regreso, una canción “bellísima” que habla de la muerte.
El hijo adoptivo de Cartagena también llegó a usar un tablero acrílico para comunicarse, “de esos en los que uno escribe y luego borra. Escribía rapidísimo”, recuerda Gloria, quien una vez regresó a Bogotá de visitarlo en su apartamento de El Cabrero, en La Heroíca, decidió organizarle en compañía de Juan Manuel Roca y Carlos Adolfo González un homenaje en vida al escritor, como debe ser.
Cita de afecto
La tarjeta de invitación a la fiesta que los amigos le dieron al escritor.
El encuentro “para celebrar la amistad” se realizó el pasado 19 de marzo en Bogotá. A este asistió su más íntimo círculo de amigos, mientras Óscar, su esposa Jimena, y su hija Laia, vía streaming, participaron del homenaje desde Cartagena y Nueva York, respectivamente. En la fiesta no solo hubo copas y recuerdos, también unos textos “hermosísimos” sobre la amistad, como los califica Gloria, algunos de ellos inspirados en columnas de opinión en los diarios El País y EL TIEMPO.
Así fue como Gloria Ortega, Jotamario Arbeláez, Guido Tamayo, Joe Broderick, Rafael Vergara, Juan Manuel Roca, Santiago Mutis, Piedad Bonnett, y muchos amigos más del escritor chocoano crearon un homenaje llamado “Un Óscar para Collazos”, conferido por la “real cofradía de sus amigos”, quienes tuvieron la necesidad de decirle en vida que lo amaban, porque como él mismo escribió el pasado 18 de marzo: “nos queda la amistad para ir convirtiendo este país en una geografía vivible”.