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lunes, 18 de agosto de 2014

Compañero del alma, compañero. 25 años sin Galán

Dedicado a Gloria Pachón de Galán
Periodista, mujer, madre

Hace 25 años vivía el momento más difícil, complejo y doloroso de mi vida personal y periodística: el inútil asesinato de Luis Carlos Galán. (Ver: Galán y el Día Nacional de la Democracia. Sentipensantes, agosto 18 de 2011).

Era viernes. Caía el telón de un día azul brillante inundado de sol. Sobre las dos de la tarde terminamos el consejo de redacción con su infaltable relación de temas, negro sobre blanco, recogidas en una hoja y máquina de escribir brother, tras el usual llamado a lista que hacía Nacho a cada redactor. Una lista cuyo tema último relacionado siempre se titulaba: "el muerto del día“.


Formé parte del Telenoticiero del Medio Día un poco más de tres años bajo la impecable dirección, rigor periodístico y cuidado de Gloria Pachón de Galán e Ignacio Greiffenstein (Nacho) el subdirector.

Vivimos una época de gran reconocimiento a la calidad de nuestro trabajo informativo y noticioso, pero también, un tiempo en el que como nunca antes o después se ejerció el periodismo: en medio del terror del narcotráfico y el "naciente" para-militarismo.  

Gloria Cecilia Gómez era la presentadora de una plantilla de brillantes periodistas entre los que estaban Victor Javier Solano, Hans Sarmiento, Hernando Salazar, Héctor Fabio Cardona, Irma Londoño, Vilma Tarazona, Camilo Tovar... La primera emisión de este informativo fue el 14 de Marzo de 1984 y el 31 de Diciembre de 1997 su última emisión

Ricardo Cañon era el colega que, según los turnos programados para los fines de semana y festivos, le correspondía estar de guardia durante esos días de "puente emiliani". Esto implicaba estar alerta sobre los sucesos y hacer seguimiento y cobertura de algunos temas para la siguiente emisión el día martes. Por su puesto cubriría, con el camarógrafo de turno, lo que a la postre fue la última actividad política electoral de Luis Carlos Galán en la Plaza de Soacha. 

Siempre teníamos temor cuando nuestro relevante colega y amigo Ricardo Cañon estaba de turno un fin de semana. Usualmente ocurría un asesinato "relevante". Era de "mala suerte". Bueno, en ese entonces tooodos los días, no exagero, había un atentado, un asesinato, una masacre.

En la puerta de la casa en el barrio de Teusaquillo, a pocas calles del Concejo de Bogotá en donde funcionaba el TeleNoticiero del Medio Día (con la información desde...): ¡Hasta el martes!, nos despedimos y cada quien tomó su rumbo con ese sabor 'jarto' porque Ricardo estaba de turno. Recuerdo que se lo dijimos. Tendría mucho trabajo.

En ese entonces de campaña electoral a la presidencia (1990-1994), la promoción de ideas, el debate electoral, se hacía en las calles, en los parques y plazas de todo el país. No como ahora que es por Tuiter, Facebook, Instagraman y otros. Quizás hoy sea más seguro, pero también más limitado.

Gloria Cecilia Gómez, Héctor F Cardona, Búnker y Gloria Pachón de Galán
Ricardo y yo hacíamos en común la cobertura y seguimiento a partidos políticos, campañas electorales y Congreso, además de otros temas que cada uno tenía asignados por aparte, como en mi caso, derechos humanos, relaciones internacionales de Colombia (vía Cancillería), "orden público" (guerrillas, autodefensas, militares, narcos, etc) y otros más.

Descansaba en mi apartamento del centro de Bogotá mientras hacía planes tardíos para salir de puente.

El teléfono sonó una, dos, tres y más veces con insistencia. Era la época del teléfono fijo sin contestador, los teléfonos públicos, el fax y ese siempre, para mi, extraño aparato llamado beeper. Ante la persistente insistencia de quién llamaba, decidí atender finalmente. Eran casi las 9 de la noche.

Nunca he podido recordar quién me llamó. Si Ricardo, Nacho.. Quién. Pero era del Noticiero. La voz me dice: Búnker, ¡ya! reunión en el Noticiero. ¡Atentaron contra Galán!

Un grito desgarrador y doloroso hasta hoy salió de mi corazón y recorrió con rabia todo mi ser.

Me movilicé de inmediato al Noticiero. Todo era confusión. Gritos, maldiciones, desolación, lagrimas. No recuerdo nada de lo que ocurrió allí. Cómo nos coordinamos. Quién hacía qué. Quién iba a donde... Minutos que son una nube imprecisa en mi mente. 

Carlos Fernando, Juan Manuel y Claudio Mario Galán Pachón
Llegué al Hospital de Kennedy. 

Durante millones de horas permanecí en silencio tomada de la mano de Gloria Pachón. Miles de personas llegaron y rodeaban el lugar con pancartas, arengas, gritos. Sentía el destello de flashes y la luz caliente de lámparas de cámaras...

Cada segundo que pasaba fue un muy amargo siglo en el que las esperanzas se extinguían. Después todo fue silencio. Frío. Dolor. Lagrimas. No consiguieron salvar a Galán.

El día siguiente, sábado, todo el equipo de periodistas, camarografos, editores, productores, asistentes, empleados... el Noticiero en pleno comenzamos a trabajar. Fue muy difícil y doloroso. Era muy exigente ser periodista y tener la distancia debida frente a un hecho que nos rompía el alma a todos.

Como lo recordó Ignacio Greiffenstein en el muro de mi FB, Galán era uno más entre nosotros. Lo veíamos casi a diario en las instalaciones. Discreto. Sonriente. Curioso.

El era el político, el candidato, pero también sin duda el amigo sencillo, amable. Con el tiempo he pensado que antes de salir de su casa cada día, Galán tomaba el trozo de ego que seguramente tenía pero que no le conocí nunca, y lo dejaba en un cajón de su ropero.

En medio del llanto, la voz entrecortada y una rabia que se asomaba en la mirada húmeda, acometimos un primer trabajo. Acudimos a los archivos del Noticiero para con imágenes de él, crear un vídeo con la Elegía del poeta Miguel Hernández que interpreta Serrat.

Después vinieron todas las horas de ese largo y doloroso fin de semana haciendo la historia de este crimen maldito hasta hoy y por todos los tiempos. Reacciones, testimonios, análisis, conjeturas, hipótesis... Noche y día. Horas de edición, de rabia, de desolación.

Mi piso de ese entonces se convirtió, por estar cerca al Congreso, en refugio del dolor de muchos amigos y conocidos que iban y venían de la cámara ardiente hasta su funeral. Días grises. Largos.

En ese entonces pensábamos que habíamos llegado al limite, a la frontera, qué ya nada más terrible que este crimen podía pasar en Colombia. Sin embargo, todos los días estábamos en una funeraria, detrás de un cortejo. 

Después vendrían más y más asesinatos y atentados de la mafia del narcotráfico combianada con los autodefensas (paramilitarismo en este siglo), políticos, miembros de seguridad del Estado, ejército, policía... (Ver: 1989: año para tener en la memoria. El Espectador). 

Medios, jueces, políticos.. El exterminio de la Unión Patriótica. Jaramillo, Pizarro, Cepeda, Hurtado, Garzón... La muerte en su recorrido feroz e impune. (Ver: Panteón de la verguenza. Revista Semana). 

Recuerdo más de una vez haber abandonado una funeraria o un funeral registrando la violenta desaparición de alguien para salir corriendo con una cámara para registrar un nuevo asesinato, un atentado, una bomba... un crimen de terror.

Desde el primer momento del atentado en la sala de redacción algunos pocos teníamos la certeza que en el asesinato de Galán estaba implicado el Departamento Administrativo de Seguridad DAS, su director, el general de la policía Miguel Maza Márquez, el político "santomafia" como le decíamos a Alberto Santofimio.También sabíamos, como el tiempo mismo nos ha dado la razón, que nunca la justicia llegaría a esta verdad. 

Todos temíamos en el fondo que esto podía pasar. Hacer campaña de manera abierta en las plazas publicas, era un riesgo mortal para Galán. Una semana antes se había detenido su asesinato en Medellín según un plan que se develó por esos días. 

Juan Manuel, Carlos Fernando y Claudio Mario dejaron, con este golpe, los primeros días de una adolescencia truncada y les arrebataron los últimos de su cuidada niñez.

Estudiantes dedicados en el Instituto Pedagógico Nacional, en las tardes de tarea en casa o en el noticiero bajo la tutela de la periodista Gloria Pachón que nunca dejó de ser mamá. 

Una inmensa perdida y tristeza trazó el camino de la vida de los niños Galán.

Un momento que aún hoy habita todos los rincones de mi ser y que marcó el proceso de salida, pocos años después y muchos asesinatos más de mi trabajo periodístico como reportera.

Agosto 18 de 2013 by Bunker
Una muerte que solo ha sido útil a la narcodemocracia, a la mafia, al paramilitarismo, a la corrupción... Para todo por lo que vivió y luchó Galán. 

Sabemos que en Colombia cuando no se QUIERE esclarecer un crimen sencillamente se desvía la investigación, se crean falsos testigos y se inventan hipótesis. Es lo que nos enseña y hemos aprendido de la "justicia" que se administra en el platanal. (Ver: Galán y el Día Nacional de la Democracia. Sentipensantes, agosto 18 de 2011).

Y, ¡claro! décadas antes antes de cumplirse 25 años de su asesinato, la impunidad había triunfado. 

Los narcos, los paramilitares y los mafiosos han ocupado con lujo de detalles la Presidencia del país y se tomaron el Congreso de la República. Tal como Luis Carlos Galán lo había advertido.  

El era un tipo claro, firme, honesto, sencillo. Una persona que tuve el privilegio de conocer, tratar, escuchar, entrevistar, leer, con quien hasta rezamos novenas, comimos natilla y buñuelo y bailamos festejos. 

Su muerte será un pesar por siempre. Una impronta en mi memoria, en mi ser. 

Este relato que comparto solo es un recuerdo entrañable, doloroso y cierto que cuido y procuro no deja extraviar en el tiempo.


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