Hace 20 años, 4 mujeres y 66 hombres elegidos mediante el voto popular debatieron durante cinco meses un nuevo pacto social y político para el país y cerar una nueva Carta Política, porque la que había no servía para buscar la paz, democratizar la vida social y desarrollar y proteger los derechos humanos y fundamentales. Sinembargo, desde esa fecha hasta hoy el crimen organizado, la corrupción y la impunidad sigue siendo el mandato y el pan nuestro de cada día.
Los que se inventaron tremendo desafío no fueron ni los parlamentarios y menos aún los partidos políticos que hoy están como desde entonces, igual o peor.
Los intrépidos y audaces innovadores son los mismos que hoy están mamados de la violencia y la corrupción, que sienten frustradas sus esperanzas en intentos fracasados de tímidas reformas constitucionales para que cupiéramos todos con los mismos derechos y oportunidades, pero sobre todo, para conseguir la paz en Colombia. Lo apostaron todo. Son los de la “Séptima papeleta” o papalote (?), los mismos o parecidos a los que encarnan en el presente la “Ola Verde”, jóvenes y muchísimos seguidores, seguramente, los hijos del siglo XXI llevando a cuestas el XX sin mayores cambios.
El 11 de marzo de 1990 además de elegir al heredero (Gaviria) a la Presidencia de la República ya que no dejaron que fuera Luis Carlos Galán, 5.095.631 de colombianos estuvieron de acuerdo con convocar una Asamblea Nacional Constituyente como en efecto ocurrió ocho meses después.
El 9 de diciembre por primera vez mediante el sufragio y sin tinta indeleble, los colombianos eligieron a los 70 Constituyentes de entre postulantes en 119 listas para que tramitaran deliberaciones, acuerdos y disensos de la nueva guía. El debate, fundamentalmente, era entre los dos partidos políticos hegémonicos de siempre, pro además el Comunista que nunca nadie lo menciona, el amnistiado, indultado y desarmado M19 y el de la Salvación Nacional desaparecidos ya, por primera vez los indígenas y afro descendientes en calidad de minorías, algunas iglesias y gremios, estudiantes, periodistas… una buena muestra del amplio y rico variopinto paisaje nacional.
El 9 de diciembre por primera vez mediante el sufragio y sin tinta indeleble, los colombianos eligieron a los 70 Constituyentes de entre postulantes en 119 listas para que tramitaran deliberaciones, acuerdos y disensos de la nueva guía. El debate, fundamentalmente, era entre los dos partidos políticos hegémonicos de siempre, pro además el Comunista que nunca nadie lo menciona, el amnistiado, indultado y desarmado M19 y el de la Salvación Nacional desaparecidos ya, por primera vez los indígenas y afro descendientes en calidad de minorías, algunas iglesias y gremios, estudiantes, periodistas… una buena muestra del amplio y rico variopinto paisaje nacional.
En fin... Creo que todo eso se hizo bien y funcionó a las mil maravillas en lo formal. Tenía una presidencia colegiada repartida en tres presidentes (Navarro, Serpa, Gómez), mesa directiva, comisiones, subcomisiones, secretaría y secretarias a granel, asistentes, asesores, oficina de prensa, y por supuesto las reglas del juego para la deliberación en un ambiente de tolerancia y pluralismo e x c e p c i o n a l e s.
Y la tarea se hizo. Se tiró por tierra la Constitución de 1886 y se creó la de 1991. Que dizque para que cupiéramos todos, mujeres, niños, adultos, blancos, mestizos, negros, indígenas, liberales, comunistas, conservadores, de derechas, de izquierda, de centros, agnósticos, cristianos, judíos, amarillos, grises, los del sur, los del norte, del oeste al este… Por fin se cerraría la brecha social, económica y política entre los excluidos, los pobres y minorías de toda índole. La nueva Constitución haría que participáramos más, fuéramos más a las urnas (y no las de cristal de ahora), el Estado sería más legal, más gerente, más eficiente y los gobiernos nunca jamás serían más corruptos. La sociedad más corresponsable, compasiva, justa, solidaria. Nos podríamos juntar gentes de derechas con gentes de izquierdas a tomar café en los Valdez (como con mi amigo Juan Manuel Saenz) sin que fuéramos vistos de manera sospechosa. La justicia sería digna, rápida y eficiente, así que la Tutela y las Acciones Populares serían meros mecanismos ocasionalmente utilizados para garantizar derechos y libertades. El sindicalismo se convertiría, también al fin, en una opción colectiva en defensa de los derechos de los trabajadores, de organización y participación política y social. La democracia participativa sería nuestro norte y la fundación de partidos de oposición, de izquierda las más de las veces, serían organismos vivos, dinámicos, crecientes y respetados. Transitaríamos el presente construyendo un futuro prometedor de progreso, de igualdad, de respeto, de soberanía, de armonía, de inclusión… de paz. Un mar de mermelada, como diría mi amiga la educadora María Victoria Estrada. Así era, ¡el renacimiento de Colombia! ¡La democrática al fin! Refundaríamos la Patria.
Y ocurrió. Se refundó la patria.
La del narcotráfico. La del paramilitarismo. La de la corrupción.
Pasaron de agache y complicidad Gaviria, Samper, Pastrana y Uribe y, en 20 años, se cogieron, manosearon, abusaron y violaron, entiendo, casi 30 veces a la Constitución Política dejando todo tipo de hijos y de engendros regados. Eso sí, todos con el mismo propósito que en 1991: buscar la tan anhelada paz, democratizar la vida social y desarrollar y proteger los derechos humanos y fundamentales de todos.
La del narcotráfico. La del paramilitarismo. La de la corrupción.
Pasaron de agache y complicidad Gaviria, Samper, Pastrana y Uribe y, en 20 años, se cogieron, manosearon, abusaron y violaron, entiendo, casi 30 veces a la Constitución Política dejando todo tipo de hijos y de engendros regados. Eso sí, todos con el mismo propósito que en 1991: buscar la tan anhelada paz, democratizar la vida social y desarrollar y proteger los derechos humanos y fundamentales de todos.
“La inmoralidad que hoy invade todos los estamentos de la sociedad colombiana tuvo su origen en la desarreglada conducta de los congresistas. Si hoy se consultara a los colombianos, la inmensa mayoría, cercana a la unanimidad, se mostraría partidaria de que se cerrara el Capitolio y en sus entradas se pusiera la célebre leyenda de Cromwell: Se alquila esta casa, por merecido desahucio de sus voraces e inescrupulosos inquilinos. Pero, cuidado. Los que merecen ser sancionados con una reforma sustancial que elimine de raíz los vicios del clientelismo, son los congresistas, no el Congreso, que tiene que existir como una pieza maestra, fundamental e insustituible de la democracia”. Escribió un editorialista en El Tiempo pero no de este fin de semana, sino del 9 de diciembre de 1991. http://ow.ly/3R33q
No es verdad, como señala El Espectador que “al estancamiento social, por fortuna, no lo ha seguido un incremento de la violencia. Aunque muchos oscurezcan este logro con el final de los 90, época de auge de las guerrillas, expansión del paramilitarismo y del narcotráfico, lo cierto es que la tasa de homicidios en 1991 era de 70 por 10 mil habitantes, en 1999 descendió a 60 y hoy oscila alrededor de los 40. Al igual que la libertad, el orden del país ha mejorado gracias a la Constituyente”. http://ow.ly/3R32P
En 1991 fueron asesinados 13 periodistas y según el DAS se registraron 46 masacres. Urabá se convirtió “en la bisagra entre un antes y después de la dinámica del conflicto armado en la segunda mitad de los años noventa, permitiendo la consolidación de la estructura paramilitar, despliegue ofensivo de mayor cobertura territorial y con mayor liderazgo político dentro de las Autodefensas Unidas de Colombia: las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá(ACCU).” http://ow.ly/3R3bA
Así que las armas las dejaron unos y las tomaron otros. Pero el poder no lo han soltado los mismos desde entonces. Nunca ha sido posible que sean monopolio del Estado. Dos décadas más sin que el conflicto armado interno se resuelva. 60 años perdidos entre balas, cementerios y lutos sin cuidar.
El poder ciudadano hoy tampoco existe, es un embeleco. Nadie dice nada. Nadie ve nada. Nadie se subleva más. Nadie se indigna como en otras partes. La injusticia prevalece. La impunidad es la realidad pura y dura. Los privilegios son para los que tienen el poder. El legal y el ilegal económico, financiero y político. El atropello, el abuso y el crimen son las máximas normas, los valores fundacionales. Una sociedad de matoneo y de matones donde se hacen acuerdos privados para feriarse el Estado y sus instituciones en baños, hoteles y moteles.
Debo conceder, desde luego, que por entre las hendijas desvencijadas del remedo de democracia, el respeto a la identidad sexual se viene abriendo camino a sangre y Tutela, también, el libre desarrollo de la personalidad y, aunque hay mayor libertad religiosa por ser un país Laico (aunque el mismisimo PGN se lo quiera pasar por la galleta), todos los gobernantes de turno hacen de la iglesia católica el credo nacional.
Como conversaba con @danielruge y quien motivó este Post (en febrero pasado y que hoy 6 de junio retoco), hace 20 años como ahora el asunto no es de leyes ni de normas. La Constitución Política (1886) que guiaba a la sociedad no era la responsable de la exclusión, de la existencia de la guerrilla, tampoco de las autodefensas, de los narcos y menos de la corrupción. Se hizo una nueva Constitución para pactar la paz. ¿Cuál paz? Desde entonces hasta hoy (y antes también) lo único que ha habido es más, y más y más violencia, exclusión y corrupción sinigual. Las FARC siguen ahí. Los narcos también. Los paracos en el Congreso. Los corruptos devorando con cínica ambición el Estado. No hay partidos de oposición. El Congreso tiene el mismo letrero de entonces: “se vende”. Las minorías afrodescendientes y los indígenas siguen igual o peor.
En ese momento histérico más que histórico como hoy mis argumentos siguen siendo los mismos. No es por la vía de las reformas o de una nueva Constitución que transformaremos nuestra realidad.
En 1991 hubo mucha pompa y pompas de jabón. Todo fue "un circo" montado desde el deseo, no con los pies en la tierra. No eran esas las reformas que necesitábamos en ese entonces (como tampoco ahora), sino las que se siguen aplazando y ya no será posible hacer, como por ejemplo, una reforma agraria que, por vía de "reparar" el sufrimiento de 5 millones de víctimas, recientemente el gobienro de turno tuvo que acometer. Ahora buscamos expropiar y recuperar la tierra que usurparon a sangre y fuero a dignos campesinos e indígenas, los ganaderos, terratenientes, narcos, paras, políticos... toda esa enjambre de hampones.
La Constitución del 1991 fue una declaración a la bandera con fotos de primera plana. Letra bella y muerta porque los colombianos capaces y con voluntad humanas para enfrentar la exclusión y garantizar el derecho a existir han terminado en las tumabas sometidos a bala. Todo se "montó" para darle ingreso a la vida civil al M19 (y detrás de ellos al EPL...), pero nada se hizo en serio. Ni siquiera para la misma guerrilla que había entregado las armas para incorporarse a la vida civil y política.
El espectáculo mediático fue fascinante. Aunque en ese entonces cubría "el acontecer" político para un noticiero de TV, fueron pocas las veces que me asignaron informar sobre el desarrollo de la Constituyente. Mi centro de atención y ocupación fue seguir los no pocos sucesos de violaciones a los DDHH qué, como ahora, eran “hechos aislados” de las FFMM y de Policía. Un tiempo en el que estuve de cabeza entre expedientes y documentos que daban cuenta de las mismas espantosas historias de terror. Una sociedad sitiada por los mismos de siempre: ejército corrupto, policía corrupta, políticos corruptos, FARC, narcos y autodefensas. El terrorismo nos impedía dormir con tranquilidad hasta que nos acostumbramos tanto y tanto, que hoy somos prisioneros de la indiferencia. Por eso el asesinato de Mateo y Margarita en San Bernardo del Viento tan solo nos sacude, pero los de Silvia Mora y Juan Carlos Ariza en Cereté no nos despierta al fin. Tampoco el de Ana Fabricia Córdoba.
Creo que los Constituyentes, en general, eran personas bien intencionadas con un resultado final de óptima calidad. La Constituyente fue una válvula social importante, una oxigenada, una esperanza (concepto en el que no creo) en medio del terror. Y ya ven como estamos aún hoy. Un país de víctimas sin dignidad e indigno, poblado de viudas y huérfanos sumergidos en la sangre e impunidad; una sociedad sometida a un Estado corrupto, hurtado y en poder de las mafias.
Fotos by Bunkeglo Copyright
3 comentarios:
Yo creo que esa constitución, aunque tenia buenas intensiones la manejaron unos grupos, que en ese momento tenían arraigados vinculos con el narcotice y planeaban con esos dineros sucios llegar a la politica como lo hemos visto en estos 20 años. Recuerdo que uno de los constituyentes del M19, pero que era ficha de los paras de puerto Boyaca Agusto Ramirez Cardona denuncio el ofrecimiento de dinero de un abogado de la mafia para manipular la constitución a favor de los narcos o traquetos, tambien recuerdo que ese constituyente le colaboro a la DEA para que hicieran la filmacion desde una camara instalada en el radio Reloj de la habitacion del hotel de la decina con 24. y he visto que esos y nuevos narcos siguieron traquetiando y apoyando a los políticos hasta el sol de hoy. También vi como el M19 y EPL después se aliaran con unos paras de la costa y también se beneficiaron, Recuerdo que la paz del EPL se hizo en la finca "El Volador" de Carlos Castaño en Córdoba y las armas de los guerrilleros las recibió el General Ivan Ramirez Quintero quien era jefe de la división en Santa Marta y había sido comandante de la brigada de Córdoba.
En Conclusión Eso sigue igual o peor y el día que estalle el pueblo no quisiera estar alli para contarlo.No se porque eso no ha cambiado. También me gustaría saber cuanto costo esa constituyente No solo en pesos sino en perdida de valores.
la contitucion es buena, solo que no se ha aplicado cabalmente
de que contituyente hablan, expliquemen que es una contituyente en este pais. Que yo quiero
explicarles que es una farza
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