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domingo, 23 de enero de 2011

Ryszard Kapuscinski en primera persona


No quería ver el día
no quería ver el sol
Sólo la oscuridad
la oscuridad
apretaba los párpados
para que ni un rayo
lograra colarse
en mi interior
porque entonces hubiera visto
que allí reina el vacío
desde el invisible principio
hasta el invisible final

Ryszard Kapuscinski, Febrero 2006 

Una de mis últimas conversaciones con Ryszard Kapuscisnki fue la tarde de un domingo 2 o 3 de mayo de 2004, en una de las bancas del Parque de la 93 en Bogotá. 

Estaba de visita invitado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) para presentar un libro de su autoría editado por la Fundación Nuevo Periodismo con el sello de FCE. 

“Los cinco sentidos del periodista” fue dado a conocer en Colombia en el marco del Día universal de la libertad de expresión en la XVII Feria Internacional del Libro de Bogotá.

Por petición suya, esa fría tarde, lo 'rescaté' de un largo almuerzo a donde “todos me hablaban, pero además, todos querían hacerse fotos conmigo. ¿Para qué? ¡Qué tontería!”, me contó con una exclamación mientras subía su ceja derecha sobre el brillo de su cálida y celeste mirada.

Recorrimos un par de veces el parque casi vacío, para luego caer sin demasiada alegría en Oma para apurar un par de cervezas mientras continuábamos des-armando el mundo y volviéndolo a armar. 

Le gustaba la cerveza y mucho. Hablamos, como decimos en Bogotá, de lo divino y humano, en especial, de dos de sus pasiones: la fotografía y la poesía, porque antes que periodista y antes que escritor, Ricardo sentía que era primero poeta y fotógrafo.

Repasamos y compartimos nuestros respectivos achaques de salud, eso si, omitiendo todos los detalles, también, de su inmenso cansancio y de la inutilidad que sentía de seguir viajando cuando, lo que realmente quería era nunca tener más que salir del altillo en el tercer piso de su cálida casa a donde vivió toda su vida. 

Era su refugio. Allí se entregaba a la lectura sin fatiga, organizando las miles de notas que hacía en papelitos durante sus viajes y, desde luego, a escribir. Lo acosaba una necesidad imperiosa de escribir. Avanzar en el libro que tenía entre manos sobre América Latina.

Con Alicja en el restaurante favorito de Ricardo. Varsovia 2009
Ryszard ha estado presente de manera permanente en mi vida personal y profesional desde que lo conocí hace 10 años. 

Fui a encontrarme con su recuerdo hoy en ese parque. 

Justo en ese lugar y por primera vez en mi vida, exhibían una fotografía mía en la exposición de Foto Museo "Un día en la Vida de Colombia 200 años después"

Justo en ese lugar que “no me dice nada y me dice todo”, como lo describiera aquella tarde.  

También, quería que supiera que otra vez esa enfermedad infecto contagiosa llamada periodismo volvió a atacarme renovando todo con sus cinco sentidos: estar; ver; oír; compartir y pensar.

"Hay que ser escépticos, realistas, prudentes para ejercer el periodismo, pero nunca cínicos porque el cinismo es inhumano y, para poder describir esta pobre existencia humana, se necesita ser muy humano". 

En público o en privado era algo que, realmente, era muy importante para él. Quería que lo supieran los jóvenes periodistas que escribirán del mundo. ¡Y este hombre sí que lo era!

Profunda y sencillamente humilde. Vivió con la misma austeridad pese a sus innumerables premios y reconocimientos que, aunque le significaron algo de dinero, pero frente a los que confesaba no tener la más mínima noción de su valor ni el interés. 

Tampoco tuvo nunca ningún afán por atesorarlo. Recuerdo que hablando del dinero, de la vanidad, del arribismo humano, me contó que toda su vida había tenido el mismo auto. Allí lo conocí.

Hoy 23 de enero se conmemora un año más de la muerte de Ricardo (como prefería que le dijera), el Heródoto, el caminante, el que estuvo siempre del lado de las víctimas, desentrañando la verdad en cuanta guerra y conflicto pudo colarse para vivirlo, medirlo y contarlo. 

En 2007 y dos meses antes de cumplir 75 años el 4 de marzo, perdió  en Varsovia su última y más importante batalla: con la muerte. 

Mañana llamaré a Alicjka, como hace un año, dos, tres… Me enteraré de cómo va la exposición que se inauguró el pasado 16 de diciembre en Varsovia con parte de su obra fotográfica. También, sobre cuántos nuevos textos se han traducido y si, una vez más, este año se reunirán en Polonia sus 23 traductores de su obra en igual número de idiomas. Si su hija al fin consiguió crear la lápida que quería para su padre en el Cementerio de Powaski.

Ricardo me reunió con Alicja Kapuscinska, su esposa.

Paz en la tumba de uno de los grandes humanistas, la persona más excepcional que he  tenido el privilegio de conocer y tratar en mi vida.

ADENDUM. 
1:20 pm hora de Colombia 7:30 pm hora de Varsovia. En la mañana, Alijcja, su hija que vino desde Canadá, familiares y amigos celebraron una misa en una iglesia católica en memoria de Ricardo. Este año, quizás sí, la obra artística  y lápida para su tumba que hace su hija, al parecer, si podrá terminarla . Claro, le digo, "las mejores cosas en la vida toman tiempo" (risas). Su exposición fotográfica sigue siendo muy visitada y estará abierta dos meses más. "No Alijcja, talvez este año no consiga llegar hasta Varsovia porque quizás no me movilice hacia Europa, debo ir a NY y a BA, le comento. Sí, claro que te aviso cuando sea así".  

AL FINAL

Al final
todos
nos encontraremos
sin intercambiar palabras
sin intercambiar miradas
ni gestos
a pesar de que desde entonces
ya para siempre
estaremos juntos

Ryszard Kapuscinski, Febrero 2006  

 

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