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jueves, 13 de enero de 2011

No vayan porque hay un muerto en el camino, y el pescador fue

Mateo y Margarita tenían la misma edad de mis sobrinos que están próximos de recibirse como profesionales. Esa exquisita edad en la que sentimos que ya tenemos todo en la mochila para andar la vida sin tapujos, libres, osados, felices, cargada de futuro y de besos. Soñamos, inventamos y nos reinventamos con una facilidad inaudita convencidos de que, con nuestro accionar, cambiaremos todo cuanto haya que cambiar a nuestro alrededor, el mundo si fuera necesario!, para que todos quepamos en él y seamos por siempre felices.

Atardece en el Mar Caribe. Enero 2011
Mateo y Margarita sabían de sobra lo que yo aprendí gracias a ellos hace un momento y es que,  por entre el llano abierto, las serranías, cuencas, los montes, las ciénagas, las quebradas, los ríos, los valles y los bosques de caobos, cedros, cocos y almendros del departamento de Córdoba, podrían toparse con venados, osos, manatís, tortugas, monos, micos, águilas, azulejos, mirlas… todos, habitantes naturales de la que se considera  una de las mayores concentraciones de fauna y flora nativa de Suramérica.

Mateo y Margarita seguro que también sabían que el territorio del Ubérrimo ha sido el escenario de guerra, muerte y destrucción más despiadado en los últimos 30 años en Colombia. Que allá surgió el paramilitarismo (Autodefensas Unidad de Colombia AUC) de Carlos Castaño y familia, y financiadas por ganaderos, hacendados, terratenientes, comerciantes propietarios de empresas nacionales y algunas multinacionales, como el brazo ilegal del Estado, para enfrentar, de manera ilegal también, a las guerrillas de las FARC, ELN y EPL, y que también tuvo lugar el  Pacto de Ralito, (acuerdo criminal secreto, 2001) que llevó al poder al paramilitarismo y a la debacle desinstitucional del país. Que siempre han convivido narcos, paracos, guerrillos, ejército y empresarios haciendose pasito por el control de uno de los territorios más ricos del país por donde se le mire.

Mateo y Margarita seguro escucharon hablar de las escalofriantes historias de terror y dolor en  Córdoba, departamento con el mayor número de delitos de lesa humanidad entre masacres y asesinatos selectivos cometidos en los últimos veinte años  en donde centenares de miles de  campesinos, mujeres y niños indefensos fueron acribillados con motosierras después de execrables torturas o asesinados con tiros de gracia como a ellos. http://ow.ly/3CWZY 

Mateo y Margarita quizás, fueron persuadidos por sus familiares y amigos más cercanos de no andar solos por ahí y menos haciendo videos y fotos para evitar un atraco callejero, pues como muchos ,aún creyeron que la seguridad democrática había terminado con el crimen organizado y que, de verdad, verdad, en tierra del Ubérrimo no habían más paramilitares, sino una que otra  -como distractoramente llaman hoy - BACRIM, banda de criminales que para el efecto es lo mismo.

Mateo y Margarita fueron a mojar sus pies, desnudos, entre besos y sueños acariciados por los vientos que soplan en el San Bernardo del mar Caribe,  seguros de la promesa de vida que los acompañó hasta el último momento de su planeado y soñado encuentro con la naturaleza que en breve los separaría, pero solo por un tiempo, mientras Mateo concluía sus prácticas y se recibía como biólogo profesional.  

Callaron a dos pajaros libres.  Los separaron para siempre y juntos.

“Todo apunta a que fue una equivocación. Los asesinaron porque los confundieron con agentes del Estado”, declara ante los medios el comandante regional de la Policía Nacional General Luis Alberto Pérez. 

¡Qué imbécil! Pero eso es este país de mierda. Un General de la República que se atreva a decir semejante insensatez: se confundieron, se equivocaron de muerto. Legitimando así el asesinato, el homicidio, la ejecución, la eliminación del Otro y de paso poniéndole un precio. Murieron por una bala perdida.
Print Pant de lo que creo era la cuenta de Mateo.

No salgo del espanto y el asombro. Por la vileza  y sevicia del crimen. Por el territorio a donde se produce este abominable hecho. Por el mensaje simbólico que tiene. Por los miles de Mateos y Margaritas anónimos que siguen siendo asesinados en el país. Porque la Vida es Sagrada, la de todos y cada uno, los buenos e incluso los más malos y cutres de la sociedad. 

No vayan porque hay un muerto en el camino, y el pescador fue. Encontró a dos jóvenes con un tiro de gracia en la cabeza de cada uno.

Una vez más, como después de cada asesinato, y en un ritual que me ha acompañado en los último 30 años, pido perdón a los niños y jóvenes por la infinita ineptitud, egoísmo y estupidez humana de los adultos de este país, por nuestra incapacidad de parar el asesinato, la muerte, la barbarie, el desangre humano negándonos con sus muertes el futuro.

Hay que hacer lo que hizo el pescador que encontró a Mateo y Margarita: ir y mirar con los ojos abiertos esta tragedia que se repite una y otra y otra vez, talvez, porque no la vemos con el corazón ni desde el alma humana sino desde las estadísticas. Quizás podamos alguna vez despertar para no tolerar una asesinato más.

En Memoria de los jóvenes colombianos Margarita Gómez Gómez y Mateo Matamala Neme, asesinados en el Municipio de San Bernardo del Viento, Córdoba y sepultados el 12 de enero en Bogotá.